lunes, 28 de febrero de 2022

1574, el gitano portugués Johao de Torres es deportado a Brasil.

 

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1763, EL PLAN PARA DEPORTAR A AMÉRICA A LOS GITANOS ESPAÑOLES

Como vimos en otro video, durante la historia de la América española los gitanos habían tenido, salvo excepciones, prohibido pasar al Nuevo Mundo, pero a mediados del siglo XVIII todo cambió y surgió la idea de deportar a los gitanos peninsulares a remotos territorios americanos. 

Ya desde el siglo XVI conocemos precedentes sobre la deportación de gitanos a América. Portugal llevó pequeños grupos a Brasil, los británicos hicieron lo mismo en sus plantaciones de Virginia, Jamaica y Barbados, e incluso hay noticias de que los suecos llevaron gitanos a su colonia de Delaware. 

En el caso de España, a mediados del siglo XVIII se sopesaron varias propuestas contra los gitanos. El Marqués de la Ensenada había expresado en 1748 sus intenciones respecto a “la extinción de los gitanos”. Poco después se pensó en enviarlos a las Indias, pero se manifestaron varios inconvenientes, entre ellos, que podrían pervertir a los indios o que podrían tiranizar “a los del país”. Sin embargo, se optó por una Prisión General. En julio 1749 tuvo lugar una Gran Redada en la que miles de gitanos fueron detenidos y enviados a presidios. 

Ese mismo año, un funcionario real propuso enviar a los gitanos a América para trabajar en las minas y cultivar las tierras. Poco después, Bernardo Ward, un irlandés asentado en España que llegó a ser Ministro, defendía en su libro “Obra Pía” que había que limpiar de gitanos el Reino y que lo mejor sería crear con ellos una colonia en América. Ward pensó asentarlos lejos del mar, en las riveras del Orinoco, en la actual Venezuela. Allí se podría, según Ward, establecer una pesquería que en poco tiempo podría abastecer a España, además, sin lugar a donde huir, los gitanos se acogerían en lo espiritual a los misioneros. 

Sin embargo, no sería hasta 1763 cuando la idea de deportar a los gitanos españoles a América cobró más fuerza. En junio el ministro Pedro Rodríguez de Campomanes expuso en un Expediente sus ideas sobre como actuar con los gitanos. Con el objetivo de aumentar la población de las Colonias y de desarraigar a una población que era considerada perniciosa, se decía en uno de los puntos de aquel Expediente: 

“Que los Gitanos dispersos por el Reyno se les destine (...) a ser transportados desde luego irremisiblemente a las Colonias de la Luisiana; Isla de Cuba; Santo Domingo; Puerto-Rico; la Margarita; Trinidad; a las orillas del Orinoco; población de la Bahía de San Julián; e islas de Juan Fernandez, en la Mar del Sur, donde se les dé porción de tierra, como a los demás Pobladores, dividiéndolos de modo, que en cada Pueblo residan pocas familias, para evitar todo rezelo en lo sucesivo, y haciéndolos separar, y casar con los habitantes del País, y embiandolos en cortas partidas, siendo ya adultos”. 

Pero la elección de estas colonias no era casual, pues se decía que “sería necesario hacer siempre una distinción, sin embargo, en la remesa de Gitanos a la America: en el Continente no deberían permitirse, y sí reducirles a las Islas, o a aquellas Colonias, tan remotas de los demás Establecimientos del Continente, que por su situación, no les permitiesen vagar,...” 

En otro punto se indicaba lo que había que hacer con los niños gitanos: 


“Los niños, niñas, y jovenes Gitanos, de los que están permitidos en el Reyno, y que en realidad no tenga oficio conocido, y no afectado, se deberían transportar generalmente a las mismas Colonias, e islas de America, en que hai tanta necesidad de población; y como son de tierna edad, casándoles reciprocamente con los naturales del Pais, y no entre sí, con la advertencia de no poner a muchos en cada Pueblo”. 

Sin embargo, Campomanes encontró la oposición del Fiscal Lope de Sierra y su plan quedó en punto muerto durante los siguientes años. Más tarde, en 1772, se aprobaron medidas contra los gitanos, aunque las ideas sobre la deportación quedaron en segundo plano, solo como una alternativa a su utilización en la Marina. 

Años después, José de Gálvez, ministro de Indias, consideró que deportar a los gitanos a América solo trasladaba el problema, no lo solucionaba, con lo que las ideas sobre la deportación parecían quedar desechadas, no obstante, en 1784 se volvió a sugerir la deportación de los gitanos, pero en esta ocasión, solo a la isla de Puerto Rico, si bien, de nuevo el proyecto se abandonó. 

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jueves, 24 de febrero de 2022

Pragmática de 1499 de los Reyes Católicos contra los gitanos.

 


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GITANOS, EL PUEBLO PROHIBIDO EN AMÉRICA

Durante la colonización de América hubo ciertos grupos que, considerados indeseables o peligrosos por las autoridades, tuvieron prohibido emigrar al Nuevo Mundo. Entre estas minorías estaban, como figura en las Instrucciones dadas en 1501 a Nicolás de Ovando, los moros, judíos, herejes, reconciliados y conversos, pero hubo otros grupos a los que también se les quedó vetado pasar a América: los gitanos. 

Aunque los gitanos tuvieron prohibido ir a América durante la mayor parte de la época colonial, en un principio esto no fue así. En 1498, en el tercer viaje de Colón, hubo un grupo de gitanos, los cuales quizás tomaron parte en la expedición colonizadora como parte del indulto concedido a los que viajaran con el genovés a La Española. 

Hubo que esperar hasta la segunda mitad del siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, para que se prohibiera a los gitanos pasar a América. De 1568 es una Real Cédula en la que se ordena que los portugueses y los gitanos que estuvieran en América sin licencia fueran embarcados de inmediato rumbo a España. 

Poco después, en 1570, en paralelo a las medidas represivas adoptadas en los reinos peninsulares, el mismo rey publicó otra ley según la cual “no puedan pasar a las Indias ningunos gitanos, ni sus hijos, ni criados,...”. Sin embargo, hubo que esperar a 1581 para encontrar la ley más dura del rey Felipe contra los gitanos, en la que queda de manifiesto la opinión negativa hacia esta minoría. En esta ley se dice: 

“Nos somos informado que encubiertamente han pasado a algunas partes de las nuestras Indias Gitanos, y personas que andan en su trage y lengua usando de sus tratos y desconcertada vivienda, entre los Indios, a los cuales por su simplicidad engañan con facilidad: y porque habiéndose considerado los daños que causan en estos Reynos, se dio orden en recogerlos, y siendo aca en su ida y termino de tratar tan perjudicial, teniéndolos la justicia tan a la mano, se entiende que lo serán allá mucho más, por las grandes distancias que hay de unos pueblos a otros, con que se podrán encubrir y disimular sus hurtos, y no conviene que allá quede ninguno de ellos, os mandamos que con mucho cuidado os informéis y sepáis si en aquellas provincias hay alguno de la dicha nación, o que ande en el dicho trage, y habiéndolos, ordenareís que luego sean enviados a estos Reynos embarcándolos en los primeros navíos que vinieren a ellos con sus mugeres e hijos y criados, sin permitir que por ninguna vía ni causa que aleguen quede ninguno en estas partes, porque esta es nuestra voluntad”. 

Meses más tarde las autoridades americanas comenzaron a responder a esta orden. Juan López de Cepeda, presidente de la Real Audiencia de Charcas, en la actual Bolivia, informaba que en su territorio no había rastro de ningún gitano. Asimismo, Martín Enríquez, Virrey del Perú, y Lorenzo Suárez de Mendoza, Virrey de Nueva España, también informaban que en sus territorios no había ningún gitano, aunque años después, en 1607, sabemos que en Veracruz había una gitana que se dedicaba a la hechicería. 

Sin embargo, a pesar de la prohibición de que los gitanos pasaran a América, en 1587 tenemos noticias de que algunos habían llegado a la Real Audiencia de Quito, y aunque sorpresivamente lo habían hecho con licencia, fueron apresados y enviados a la justicia para que los mandaran a galeras. 

A pesar de que algunos gitanos llegaron a América como “llovidos”, o sea, como polizones, otros lo hicieron con permisos, por así decir, extraordinarios. Así, en 1602 tenemos conocimiento de un gitano que, a pesar de la prohibición, pasó con licencia junto a su familia a La Habana, y esto se debió a que era herrero, profesión muy demandada en el Nuevo Mundo. Otra de las formas que tuvieron los gitanos de viajar a América era sirviendo en la Flota de Indias, ya fuera de forma voluntaria como tambores y pífanos, o siendo forzados a servir en la Marina. 

Sin embargo, como veremos en el siguiente video, todo cambiaría a mediados del siglo XVIII, cuando todos los gitanos españoles a punto estuvieron de ser deportados a América. 

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miércoles, 16 de febrero de 2022

La toma de Candelaria por Andrés Artigas en 1815.

 



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PURIFICACIÓN, EL CAMPAMENTO-CAPITAL DE LA LIGA DE LOS PUEBLOS LIBRES (1815-1818)

A mediados de 1815, en el marco de la Guerra de Independencia de las Provincias del Río de la Plata y de las Guerras Civiles entre federalistas y unitarios nació un pueblo, Purificación, el campamento-capital de la Liga de los Pueblos Libres formada por José Gervasio Artigas, el cual había sido nombrado el 25 de abril de 1815 por el Cabildo de Montevideo “Patrono y Protector de la Libertad de los Pueblos”. 

Desde febrero de 1815 existía el temor a una expedición española que se dirigiera al Río de la Plata con el objetivo de reconquistar aquel territorio, por ello a partir del 2 de mayo el Cabildo de Montevideo tomo varias medidas defensivas, entre ellas confinar en el interior de la provincia a los españoles de la ciudad que no se adhirieran a los ideales de la revolución, y que mejor sitio para vigilar a estos potenciales enemigos que el lugar donde acampaba el ejército patriota. 

Así, el 28 de junio, desde Paysandú Artigas dio una orden, que pronto se extendió a los demás territorios de la Liga, para “tomar providencias sobre los europeos que se hallan en esos destinos, para reunirlos con los demás que están formando un pueblo por mi orden”. 

Este pueblo, situado cerca de la confluencia del Arroyo Hervidero con el río Uruguay, a unos 30 kilómetros al sur de Salto, estaba en un lugar estratégico, junto a una vía de comunicación fluvial, en una situación central, a medio camino entre todos los territorios que estaban bajo la egida de Artigas y desde el que acudir más rápidamente a la defensa de cualquier territorio de la Liga. 

Y aunque su localización exacta aún es dudosa, algún historiador menciona haber visto en la zona un foso que, en época de Artigas, constaba en cada una de sus esquinas con un baluarte artillado. Investigaciones recientes, en base a algunos restos arqueológicos, sitúan Purificación en la conocida como “Tala de Artigas”. 

A mediados de 1815 el peligro de invasión española ya se había disipado, por lo que los desterrados que llegaban a Purificación ya no lo hacían por seguridad, sino más bien para purgar sus crímenes contra la nueva nación, de ahí quizás el nombre del sitio, que en palabras de Artigas “es el lugar destinado para su purificación”. Allí, donde estaba previsto que arraigaran y cultivaran la tierra, fueron conducidos desde finales de mayo sobre todo los más notables, junto a sus bienes y familias, aunque fueron muchos los huidos, excluidos e indultados. 

Sobre Purificación, donde fueron asentados aquellos desafectos al nuevo sistema, surgió una leyenda negra que calificaba al lugar como “de pasados dolores, de pálidas enfermedades, (…) de la harapienta pobreza...”, un lugar donde existían cepos, se degollaba, se azotaba y se enchalecaba. Sin embargo, los expertos en el tema niegan el maltrato a los confinados, aunque esto contrastaría con algunas fugas documentadas. 

Para la construcción de Purificación Artigas solicitó en varias ocasiones materiales y herramientas a Montevideo. Más adelante pidió distintos elementos para crear una escuela y una iglesia. 

Un comerciante inglés contaría que Artigas “tenía alrededor de 1.500 seguidores andrajosos en su campamento que actuaban en la doble capacidad de infantes y jinetes. Eran indios principalmente sacados de los decaídos establecimientos jesuíticos, admirables jinetes y endurecidos en toda clase de privaciones y fatigas”, y añadía que al principio el campamento de Artigas “lo formaban filas de toldos de cuero y ranchos de barro; y éstos, con una media docena de casuchas de mejor aspecto, constituían lo que se llamaba Villa de la Purificación”. 

Sin embargo, gracias al comercio de cuero el lugar fue prosperando poco a poco. Muchas de las ganancias de aquel negocio eran invertidas en comprar armas y municiones, ya que desde el Cuartel General de Purificación se planeaba la resistencia contra el Directorio de Buenos Aires y contra los portugueses. 

Pocas semanas después de la fundación de Purificación se reunió el Congreso de Oriente, también conocido como Congreso de los Pueblos Libres o Congreso de Arroyo de la China, al que acudieron diputados de la Banda Oriental, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe. 

A partir de estas fechas es común que en la correspondencia se llame a Artigas Jefe de los Orientales y Protector de los Pueblos Libres, aunque es un título usado desde antes. 

En septiembre, como podemos ver en la correspondencia de Purificación, Andrés Artigas arrebató a los paraguayos el pueblo de Candelaria y semanas más tarde vemos al Protector Artigas, tras los desórdenes ocurridos en Corrientes, poner orden en este territorio desde su Cuartel General, a donde fueron mandados algunos de los insurrectos. 

Ya en 1816 tenemos muchas informaciones sobre como se organizó desde Purificación la defensa de la provincia, por ejemplo, el 26 de enero Artigas ordenó la creación de un Cuerpo de Milicias con vecinos de Santa Lucía y Yí que estaría bajo el mando de su hermano, Manuel Francisco. Un día más tarde solicitó armamento al Gobernador Miguel Barreiro y realizó gestiones ante el Cabildo de Montevideo para crear Escuadrones de Caballería. 

En ese mes el Gobierno de Buenos Aires, con el que había buenas relaciones en ese momento, pidió tropas a Artigas para hacer frente a los españoles en las Provincias Interiores, los cuales habían aplastado al ejército de José Rondeau unas semanas antes en Sipe-Sipe, en la actual Bolivia. Artigas respondió lamentándose que se le considerase amigo en los momentos adversos y enemigo en los de conciliación. 

También en aquella época podemos leer correspondencia entre Purificación y Montevideo sobre la campaña de vacunación contra la viruela que se estaba organizando en los territorios de la Liga. 

Asimismo, en aquellas fechas, junto a muchos de sus hombres, fue enviado preso a Purificación el general porteño Juan José Viamonte, el cual había tomado Santa Fe el año anterior pero había sido derrotado en marzo. Igual suerte corrieron tiempo antes el barón Holmberg y algunos miembros del Cabildo de Montevideo. 

Desde comienzos de verano podemos ver a Artigas preparar a la provincia contra la futura invasión portuguesa. Entre otras medidas, ordenó a Andrés Artigas ir a las Misiones Orientales y al Cabildo de Montevideo demoler las murallas si la ciudad estuviera en peligro de ser tomada. Asimismo, convirtió Purificación en el centro de recursos bélicos para todos los frentes y mandó el decomiso de los bienes de los portugueses de la provincia. 

En junio la población de Purificación creció con la llegada de cientos de indios abipones y en julio Artigas, conocedor de la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas durante el Congreso de Tucumán, escribió al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón para comunicarle que la Banda Oriental hacía más de un año había enarbolado su estandarte tricolor y juró su independencia absoluta. 

En estas fechas ya tenemos noticias de los primeros barcos corsarios armados contra los portugueses y los españoles. Durante los siguientes meses fueron expedidas nuevas patentes de corso, como las dadas en Purificación en septiembre y noviembre de 1817 a Amado Rosignele y al estadounidense John Clark. 

En agosto llegaron desde Buenos Aires auxilios bélicos a Purificación, sin embargo, Artigas reprochó a Pueyrredón el ataque del porteño Eustoquio Díaz Vélez a Santa Fe. Poco después, Viamonte, preso en Purificación, escribió a Pueyrredón sobre la conveniencia de que todas las provincias hicieran causa común contra la invasión portuguesa. 

Mientras tanto los portugueses comenzaron a invadir la Banda Oriental por el norte. Desde Purificación José María Gorgonio Aguiar solicitó caballos a Corrientes e informaba que Artigas, que había decicidio llevar la guerra al territorio brasileño, se encontraba sobre el Ibirapuitã, en Río Grande del Sur. 

A finales de octubre, en Carumbé, Artigas fue duramente derrotado y en noviembre el Protector decidió concentrar en Purificación los mayores recursos para enfrentar la invasión portuguesa, que desde el norte y la costa avanzaban por territorio oriental. 

A principios de enero de 1817, tras la Batalla de Arapey, llegó a Purificación la noticia de la dura derrota del Catalán frente a los portugueses, de la cual Artigas responsabilizó a los correntinos y entrerrianos. Artigas de inmediato comenzó a reunir más fuerzas, aunque nada pudo hacer para evitar la capitulación de Montevideo. La guerra siguió aquel año y los reos, algunos para servir en el ejército artiguista, fueron llegando a Purificación durante esos meses. 

En julio Artigas escribió al Dr. Francia, Dictador de Paraguay, proponiéndole unir fuerzas contra los portugueses. Poco después, se firmó en Purificación un Convenio de Libre Comercio con los ingleses y desde finales de año podemos ver en la correspondencia emanada desde Purificación el inicio del conflicto con Buenos Aires en la provincia de Entre Ríos. 

En las primeras semanas de 1818 Artigas sigue en Purificación planificando la guerra contra los portugueses. Hacia mediados de marzo el Protector evacuó Purificación definitivamente y se trasladó a Guaviyú. A principios de abril el portugués Joaquim Xavier Curado informaba de su llegada a Purificación, donde izó la bandera portuguesa y donde las fuerzas luso-brasileñas permanecieron durante los siguientes meses. Luego, el campamento de Purificación quedó abandonado. La guerra aún duraría dos años más y Artigas acabó por refugiarse en Paraguay.

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miércoles, 9 de febrero de 2022

¿Petróleo venezolano para Hitler?

 


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VENEZUELA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Aunque pudiera pensarse que Venezuela estuvo alejada de los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que su riqueza petrolífera hizo que la guerra llegara hasta sus mismísimas fronteras. 

La primera noticia que tenemos sobre Venezuela y la Segunda Guerra Mundial es del 4 de septiembre de 1939, poco después del comienzo del conflicto, cuando el presidente Eleazar López decretó la neutralidad de su país. 

La siguiente noticia destacable sobre Venezuela en este periodo es de junio de 1940, cuando un mercante italiano fue atacado en el Golfo de Venezuela por un buque francés, por lo que el gobierno protestó. Poco después la tripulación de otra nave de la Italia fascista encalló e incendió su propio barco en la Barra de Maracaibo para evitar que fuera capturado. 

Meses más tarde, en marzo de 1941, tres barcos italianos refugiados en Puerto Cabello fueron incendiados por sus tripulaciones ante el temor de que fueran incautados por las autoridades venezolanas. Igual suerte corrió el barco alemán Sesostris internado en aquel puerto, mientras que otros dos barcos, uno italiano y otro alemán, no sufrieron daños. Tiempo después serían incautados, reflotados y vendidos. 

En junio tenemos noticias sobre un barco finlandés que, perseguido por un buque británico, se refugió en Venezuela. 

El 9 de diciembre, tras el ataque japonés a Pearl Harbor del día 7, el nuevo presidente venezolano, Isaías Medina, se dirigió a la nación y condenó el ataque. Asimismo se autorizó el uso del espacio aéreo y de los puertos venezolanos a los aviones y barcos estadounidenses. En este mismo año Estados Unidos creó, dentro del Comando de Defensa del Caribe, el “Sector Trinidad”, en el que se englobaban Venezuela, las Guayanas, Trinidad y las Antillas Holandesas. 

El 31 de diciembre el Gobierno de Venezuela rompió relaciones con los países del Eje. Poco después, en enero de 1942, durante la Conferencia de Río de Janeiro, Venezuela y otros países propusieron que todas las naciones del continente rompieran relaciones con las potencias del Eje. 

Por un Acuerdo firmado el 15 de enero entre Venezuela y Estados Unidos para proteger las instalaciones petroleras se colocaron en Puerto La Cruz y Las Piedras baterías que fueron operadas por tropas estadounidenses de la VELLUM FORCE. También se dio permiso a los estadounidenses para usar ciertos aeródromos venezolanos desde los que sus aviones pudieran perseguir a los submarinos del Eje. Asimismo, hay noticias sobre la colocación de minas entre Venezuela y Trinidad para cerrar la navegación en el Golfo de Paria. 

En estas fechas el Gobierno venezolano comenzó a fiscalizar el movimiento de los fondos pertenecientes a súbditos del Eje; liquidó o expropió empresas comerciales, industriales y de transporte pertenecientes a ellos. Igualmente, ante el peligro de una “Quinta Columna”, se dictaron disposiciones para vigilar y refrenar actividades de personas extranjeras o nacionales que pudiesen poner en peligro la seguridad de cualquier país americano, lo que derivó, como en otros países de la región, en la detención, internación y deportación de ciudadanos alemanes, italianos y japoneses. 

En febrero, pese a las reticencias iniciales venezolanas, Estados Unidos, el gobierno neerlandés en el exilio y Venezuela, llegaron a un acuerdo para la defensa conjunta de Curaçao y Aruba, donde se refinaba el petróleo venezolano. 

En marzo, Venezuela y los Estados Unidos firmaron un Acuerdo de Ayuda Mutua para la Prosecución de la Guerra por el cual los norteamericanos establecían las condiciones de pago del material de defensa que el ejército venezolano adquiriera. Ese mes la revista Life publicó un supuesto plan alemán para invadir Estados Unidos a través de Sudamérica y las costas venezolanas. 

En aquel tiempo, Gran Bretaña transfirió a Venezuela la pequeña Isla de Patos, en el Golfo de Paria, la cual también fue artillada por los Estados Unidos y entró a formar parte del sistema de defensa anti-submarinos. Sin embargo, esto no impidió que entre 1942 y 1944, en varias oleadas, los submarinos nazis hundieran en aguas venezolanas decenas de barcos de varias nacionalidades, sobre todo mercantes y petroleros, vitales estos para los aliados. 

El 16 de febrero, durante la conocida como Operación Neuland, una primera oleada de submarinos nazis llevaron a cabo un ataque a gran escala en aguas venezolanas y de las Antillas Holandesas. Con el objetivo de dañar la industria petrolera fueron atacadas las refinerías de Curaçao y Aruba y varios barcos, entre ellos el petrolero Monagas, de bandera venezolana. Este buque, con una mayoría de tripulación venezolana, fue torpedeado por el U-502 y se hundió frente a la península de Paraguaná con varios marineros. En el rescate de los náufragos participó otro barco venezolano, el cañonero General Urdaneta

Durante la segunda oleada de ataques podemos citar varios hundimientos: el 17 de abril fue hundido el petrolero Heinrich von Riedemann panameño que había salido de La Guaira. Poco después, el 29, el Harry G. Seidel panameño que se dirigía a Caripito fue hundido por el U-66 cerca del archipiélago de Los Testigos. El 14 de mayo el Brabant belga, junto a 21 de sus tripulantes, fue hundido al noreste de Los Testigos. El 9 de junio el Bruxelles belga y el Franklin K. Lane estadounidense fueron hundidos entre Maiquetía y Gran Roque. 

El 19 de agosto, durante la tercera oleada, fue hundido el barco de pasajeros británico Sea Gull D., consiguiendo varios de los supervivientes llegar a Puerto Cabello. 

Durante la cuarta oleada los ataques se concentraron en la zona comprendida entre Trinidad y la Guayana Británica. El 24 de septiembre, al noreste de Isla Corocoro fue hundido el mercante estadounidense Antinous. Poco después, el 28, el Alcoa Mariner fue hundido al noreste de la desembocadura del Orinoco. El 7 de noviembre el mercante británico Lindenhall fue hundido junto 43 de sus tripulantes al noreste de Isla de Margarita. El 27, frente al delta del Orinoco, el ataque al mercante Clan Macfadyen se cobró 82 vidas. 

A partir de esta fecha los ataques se redujeron, pero tenemos noticias de que durante la quinta oleada el petrolero holandés Rosalia que navegaba desde Maracaibo a Curaçao fue hundido por el U-615 el 23 de julio de 1943. Este submarino fue a su vez hundido por aviones estadounidenses en agosto, al norte de la Isla de la Blanquilla, no sin antes abatir una de las aeronaves. 

Más tarde en 1944 todavía se produjeron ataques, como en el que fue hundido el Casandra el 11 de junio, un petrolero que se dirigía de Maracaibo a Curaçao. 

En este año se produjeron dos incidentes entre los Aliados y Venezuela. En mayo el cañonero General Soublette fue atacado por accidente por los estadounidenses. En junio aviones estadounidenses bombardearon la Isla de Patos durante un ejercicio militar. 

Pero no solo en aguas venezolanas la Segunda Guerra Mundial afectó al país sudamericano. El 15 de febrero 1942 el mercante brasileño Buarque, con varias victimas venezolanas, fue hundido frente a las costas de Virginia. Un mes más tarde el petrolero venezolano Catatumbo salvó la vida de varios náufragos norteamericanos cuyo barco había sido hundido frente a las costas de Carolina del Norte. 

Mientras la guerra submarina golpeaba a Venezuela, su actividad diplomática no cesaba. En noviembre de 1942 Venezuela rompió relaciones con la Francia de Vichy, lo que contrasta con el Convenio Comercial firmado en septiembre con la España franquista, país que mantenía estrechos lazos con las potencias del Eje. Tras la firma de este Convenio, comenzó a llegar a España el combustible venezolano, el cual era, según la prensa del exilio español en México, entregado a Hitler en secreto. 

A principios de 1943 Venezuela reconoció al gobierno checoslovaco en el exilio. Durante ese año el gobierno venezolano y el estadounidense firmaron varios acuerdos para abastecer a los Aliados de ciertos suministros esenciales y materias estratégicas para la guerra, como cinchona, diamantes, caucho, café y alimentos. 

En septiembre de 1944 los alemanes fusilaron en el norte de Italia el prelado venezolano Salvador Montes de Oca. Aquel asesinato, junto a las presiones norteamericanas, llevaron a las autoridades venezolanas a declarar a mediados de febrero de 1945 la guerra a la Alemania nazi y al Imperio del Japón. Poco antes, el 10 de febrero, el cónsul honorario de Venezuela en Manila, Alberto Delfino, fue asesinado junto a su familia por las tropas japonesas, lo que provocó la protesta venezolana en abril. 

Finalmente, el 8 de mayo de 1945, un día después de la rendición alemana, el presidente Medina declaró “día de fiesta oficial en todo el territorio de la República”.

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miércoles, 2 de febrero de 2022

LEY de 24 de Mayo DE 1852. SOBRE LA INVASION QUE SE HACE EN LA REPUBLICA DEL ECUADOR, AMENAZA LA PAZ Y LA TRANQUILIDAD DE VENEZUELA Y LA NUEVA GRANADA.

 


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1852, LOS CHILENOS QUE FUERON ENGAÑADOS PARA INVADIR ECUADOR

En 1846 Juan José Flores, expresidente de Ecuador, intentó invadir este país con ayuda española e instaurar una monarquía. El proyectó no se llevó a cabo, pero años después intentaría de nuevo invadir Ecuador pero, esta vez, con la insólita ayuda de cientos de chilenos que fueron engañados para ello. 

Desde febrero del año 1852 se tenían noticias de que el General Flores, con ayuda de Perú, pretendía derrocar al Jefe Supremo de Ecuador, José María Urbina, y para ello estaba preparando una flotilla en el puerto peruano de El Callao para asaltar Guayaquil. Sabido esto, Urbina publicó un decreto el 27 de febrero en el que declaraba piratas a todos los que participasen en la expedición. 

La flotilla de Flores estaba formada por el “Chile”, el “Almirante Blanco”, el “Luna”, el “Esperanza” y otras pequeñas naves. En estos buques fueron embarcados algunos europeos, estadounidenses, emigrados ecuatorianos y un buen número de chilenos que se encontraban en Perú, donde estaban refugiados por motivo de la guerra civil de su país del año anterior. 

También se reclutaron hombres en los puertos chilenos de Copiapó y Valparaíso. En esta ciudad los colaboradores de Flores se encontraban desde principios del año alistando cientos de hombres para la expedición. Muchos de los chilenos reclutados se alistaron para huir de la persecución política desencadenada en su país desde el año anterior a causa de la guerra civil. 

Pero cuando la la nave floreana “Lyons” estaba a punto de zarpar de aquel puerto, la mayoría de los reclutados, viendo la poca preparación de la expedición, decidieron no embarcar. Para solucionar este problema, los hombres de Flores lanzaron el engaño de que el viaje era hacia las minas de oro de California. De este modo, consiguieron reunir hasta 300 hombres y zarparon el 1 de marzo hacia el puerto peruano de Ancón. 

Desde aquí debían dirigirse a las Islas de Lobos, lugar de reunión de la flotilla de Flores, pero por el camino se produjo una insurrección de los chilenos que habían descubierto que iban a combatir a Ecuador y no a California. Los amotinados decidieron ir al puerto más cercano, Lambayeque, pero allí se encontraron con otros barcos de Flores, los que pudieron acabar con el motín. Entonces hizo acto de presencia Flores, el cual, para convencerles, dijo que no tenía intención de hacer la guerra en Ecuador, que solo quería recobrar el poder y que en los chilenos no buscaba soldados, sino hábiles trabajadores. A continuación, las naves se dirigieron a las Islas de Lobos. 

Mientras tanto, otra nave, el “Pájaro”, con nuevos reclutas partió desde Valparaíso hacia el entonces puerto boliviano de Cobija. En este puerto se pretendían reclutar más hombres, pero cuando los chilenos que allí residían avisaron a sus compatriotas de que en realidad iban a luchar a Ecuador, muchos desembarcaron, por lo que la nave tuvo que partir con premura hacia El Callao para evitar nuevas deserciones. En El Callao sucedió lo mismo, por lo cual el barco zarpó hacia las Islas de Lobos. 

En Lobos se procedió a organizar el pequeño ejército formado mayormente por chilenos, por lo que Flores llamó a este batallón “Leones de Chile”. A continuación, la expedición se dirigió a Tumbes, ciudad peruana próxima a Ecuador. En las cercanías de este lugar una de las naves de Flores fue capturada por bandidos ecuatorianos y otra encalló en la costa. 

Después, a principios de abril, la flotilla de Flores apareció frente a la Isla de Puná. Tras desembarcar algunos hombres en esta isla, en los días sucesivos la expedición floreana realizó pequeñas operaciones y desembarcos en distintos puntos del Golfo de Guayaquil. Sin embargo, Flores, no se decidió a atacar la ciudad del mismo nombre y la flotilla permaneció fondeada en Puná. 

Durante este tiempo surgió el descontento entre los expedicionarios, algunos de los cuales comenzaron a desertar en pequeños grupos. Especialmente numeroso fue un grupo de decenas de chilenos que abandonó a Flores en el pueblo de El Morro. A finales de abril Flores había enviado una compañía de chilenos a este lugar. Pero una vez tomado el pueblo, parte de las fuerzas decidieron desertar e ir a Guayaquil, donde informaron que fueron engañados con la promesa de ir a California y que muchos chilenos se encontraban retenidos en el “Lyons”. Poco después, otro grupo de chilenos parece que intentó amotinarse en esta nave, pero fueron reprimidos por los leales a Flores. 

Mientras, durante los casi tres meses en los que Flores esperó a que Guayaquil se pronunciara a su favor, el gobierno de Urbina tuvo tiempo de preparar la defensa de la ciudad. No fue hasta mediados de junio cuando la flotilla de Flores avanzó hacia Guayaquil, donde tuvo lugar un breve intercambio de cañonazos. A finales de mes se repitió el intercambio de disparos y un desembarco de floreanos en la hacienda Josefina. 

El 3 de julio explotó por accidente una de las naves de Flores, la “Providence”, recién llegada de Paita y tripulada por norteamericanos. Un día después Flores se decidió a lanzar el ataque definitivo al sur de Guayaquil, aunque las fuerzas de Urbina consiguieron repeler a los floreanos, que tuvieron que retroceder hasta Puná. Entonces Flores decidió ir al sur y desembarcar de improviso en Machala, donde sus hombres se dedicaron al pillaje. Sin embargo, la victoria no fue completa, pues la población se enfrentó a ellos y les hostigó continuamente. 

El día 18 más de 100 miembros de la tripulación del vapor “Chile”, en su mayoría chilenos, se amotinaron y mandaron a tierra a los que no se les unieron, abandonando así la expedición de Flores. Entonces se dirigieron a Guayaquil con banderas blancas y entregaron la nave a las autoridades ecuatorianas. A continuación, el Gobierno de Ecuador entregó una gratificación a los que entregaron el “Chile”. 

Viéndolo todo perdido, el resto de la flotilla se dispersó y se dirigió a Perú, donde muchos chilenos quedaron abandonados. Flores, abandonado en Machala, decidió entonces huir por tierra a Tumbes, en Perú, siendo perseguido en todo momento por un destacamento ecuatoriano. 

Por último, cabe señalar el destino de los chilenos de la expedición de Flores. Los que quedaron abandonados en Perú fueron conducidos a su país por orden de las autoridades peruanas. De los chilenos que habían quedado en Guayaquil, algunos volvieron a su país y otros finalmente viajaron a la ansiada California, como fue el caso del famoso General Dinamita de la Guerra del Pacífico.

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lunes, 24 de enero de 2022

Tratado de Paz entre las coronas de España y Rusia, concluido en París el 4 de octubre de 1801.

Su Majestad el rey de España y su Magestad el emperador de todas las Rusias, animados del mismo deseo de restablecer las antiguas relaciones de amistad y buena inteligencia que subsistían entre sus respectivas monarquías, y queriendo llegar a tan saludable fin por los medios más fáciles y prontos, han autorizado a los infrascritos con plenos poderes a este efecto, y el de declarar y estipular, como declaran y estipulan: 

Articulo 1.º Habrá desde este punto paz, amistad y buena inteligencia entre sus Majestad el rey de España y su Majestad el emperador de todas las Rusias. 

Articulo 2.º Para mantener y cultivar este órden de cosas tan felizmente restablecido, las dos córtes nombrarán y harán residir la una cerca de la otra ministros, según el uso antiguo, y se procederá simultáneamente a este nombramiento para el primero del año de 1802, o antes si se pudiere. 

Articulo 3.º Inmediatamente después de la aprobación de este acto por los dos soberanos, se publicarán edictos en sus estados por medio de los cuales, revocando lo pasado, se mandará a los respectivos súbditos que se traten como individuos de dos naciones comerciales y demás que se les ofrezcan, procederes análogos a este estado de paz y amistad en que por el presente acto se ven restablecidos. 

En fé de lo cual lo hemos firmado y puesto en él el sello de nuestras armas. En París a 4 de octubre de 1801. - J. Nicolás de Azara. - El conde Arcadi Marcoff. 

Su Majestad católica don Carlos IV ratificó este tratado el 5 de diciembre del mismo año; su Majestad el emperador de Rusia Alejandro I.º el 27 de febrero de 1802; y el 22 de marzo siguiente se hizo el canje de las ratificaciones.

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1799-1800, EL PLAN RUSO PARA INVADIR EL MÉXICO COLONIAL

Pocos saben que durante los últimos años del México colonial, cuando todavía era conocido como el Virreinato de la Nueva España y sus fronteras se extendían tan al norte como la actual San Francisco, a punto estuvo este territorio de ser invadido por el Imperio ruso. 

Pese a que desde hacía años España recelaba de las exploraciones rusas por el noroeste americano, el conflicto entre ambas naciones surgió a causa del contexto europeo. Por un lado, Rusia y España discrepaban entorno a quien debía regir la Orden de San Juan, y por otro, Rusia había formado junto a Gran Bretaña la Segunda Coalición contra Francia, mientras que España seguía siendo aliada del Directorio francés. 

Esto llevó al zar Pablo I a declarar la guerra a España el 15 de julio de 1799. En su declaración, el zar ruso decía “mandamos que se secuestren y confisquen todos los barcos mercantes Españoles que se hallen en nuestros puertos, y que se envie la orden a todos los Comandantes de nuestras fuerzas de mar y tierra para que obren ofensivamente en todas partes contra todos los vasallos del Rey de España”. 

A esto respondió Carlos IV, mediante una Real Cédula, declarando a su vez la guerra a Rusia el 9 de septiembre, autorizando a sus vasallos a obrar “hostilmente contra Rusia, sus posesiones y habitantes”. 

Aunque la Guerra de la Segunda Coalición no había permitido que se abrieran hostilidades entre Rusia y España, del 11 de diciembre se fecha un documento según el cual el ministro inglés en Viena había propuesto a los rusos un plan de invasión de California. Este documento se dirigió a Miguel José de Azanza, virrey de la Nueva España, el actual México, para que estuviera prevenido y frustrara los intentos hostiles de los rusos. 

Quizás previendo esto, el Secretario de Estado Mariano Luis de Urquijo, había conseguido en septiembre la imparcialidad de Estados Unidos en el conflicto hispano-ruso. 

Poco después, el día 20, Azanza escribía a Urquijo sobre el afán ruso de formar colonias en las costas de California, por lo que no descartaba un ataque desde Kamchatka. En esto no estaba equivocado el virrey Azanza, pues solo unos días antes de la declaración de guerra, los rusos habían creado la Compañía Ruso-Americana. 

Conocedor el virrey de la poca población de las Californias y de sus escasas fuerzas terrestres, proponía resguardar aquel territorio con fuerzas navales. Azanza creía que con esas fuerzas navales se podría hacer frente a las naves rusas y a las de sus aliados británicos, además de acabar con los establecimientos que estos últimos tenían en algunas islas del Pacífico utilizando tropas de desembarco de Nueva España o del Perú. Asimismo, el virrey proponía limpiar aquellas costas de los corsarios británicos que interrumpían el comercio. Para ello, Azanza sugería hacer llegar desde Manila la escuadra de Asia, al mando de Ignacio María de Álava, y establecerla en el puerto de Acapulco. 

El peligro corsario expresado por Azanza no era una exageración. Las comunicaciones de aquellos meses están llenas de avisos sobre el avistamiento de barcos enemigos en las costas orientales novohispanas de Tabasco y del Presidio del Carmen y en las occidentales del Golfo de California y entorno a las islas Tres Marías. 

El 27 de enero del año 1800 se dirigió al virrey Azanza un nuevo texto comunicándole que que Inglaterra había dado un plan a Rusia para atacar las posesiones españolas en California con las fuerzas que tuvieran en Kamchatka, en el Lejano Oriente. 

Durante esas semanas se puso en alerta a todas las autoridades del reino. Así, tenemos noticias de que Diego de Borica, gobernador de California, José Joaquín de Arrillaga, gobernador interino de aquella provincia, y Felipe de Goycoechea, comandante del Presidio de Santa Bárbara, ya conocían el estado de guerra entre Rusia y España. La población tuvo que esperar al mes de marzo para conocer, mediante un bando del virrey en la Gazeta de México, la declaración de guerra a Rusia. 

Más allá de los planes de Azanza y del estado de alarma en el virreinato no conocemos ningún preparativo más para enfrentarse a esta supuesta amenaza rusa, salvo una noticia transmitida por el naturalista Alexander von Humboldt, según la cual, los españoles proyectaron preparar en los puertos de San Blas y Monterrey una expedición contra las colonias rusas de América. 

Finalmente, el conflicto hispano-ruso quedó en nada. Rusia abandonó la Segunda Coalición y se acercó a Francia. El zar Pablo fue asesinado y le sucedió Alejandro I, el cual firmó la paz con España el 4 de octubre de 1801. 

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lunes, 17 de enero de 2022

Los globos aerostáticos en la Guerra de la Triple Alianza según el Coronel Centurión.

No habiendo podido verificar un reconocimiento satisfactorio de nuestras posiciones, el marqués de Caxías resolvió emplear globos aereostáticos. La primera tentativa fué hecha por un francés, mediante la suma de 15.000 pesos oro; pero no tuvo éxito, incendiándose el globo. Los brasileros atribuyeron este incidente á una traición del francés, á quien se suponía la perversa intención de poner fuego á los polvorines del campamento y mandarse mudar al ejército paraguayo. Pero dicho incidente no fué bastante para hacer al marqués cambiar de resolución. Firme en su propósito, mandó traer de Río de Janeiro dos globos aereostáticos, cuyo manejo fué confiado á un norte americano. La primera ascensión tuvo lugar el 9 de Julio de 1867, teniendo sujeto el globo con cuerdas de 600 piés de extensión, y no dejó de causar alguna sensación, por la facilidad que ofrecía a los aliados para enterarse de los elementos de defensa con que contaba nuestro campamento. El Mariscal mandó hostilizar al globo con rifles; pero viendo que era un esfuerzo estéril, ordenó que los tiros fuesen dirijidos contra las cuerdas. Si bien no dieron el resultado apetecido, fueron heridos algunos de los que las sujetaban, pero como para ese caso tenían soldados de reserva, aquellos fueron inmediatamente reemplazados, evitándose así que fuese interrumpido el reconocimiento. 

Entonces, el Mariscal tentó otro expediente: cada vez que el globo hacía su ascensión, mandaba hacer grandes humazos con pajas secas delante de las trincheras, á fin de impedir que pudiesen contar el número de cañones y morteros que habría en batería y examinar la naturaleza del terreno dentro de nuestra posición hasta Paso-pucú. 

Ultimamente, pasada la novedad, ya nadie le hacía caso; todo el mundo lo miraba con indiferencia. El mismo marqués de Caxias, cuando vió que como medio de reconocimiento no le había dado el resultado que esperaba, lo abandonó. (1) 

(1) Todo lo que Thompson refiere respecto á los efectos que las primeras ascensiones del globo habían causado al obispo y al mismo mariscal, es falso é indigno de la seriedad de un historiador. 

Centurión, J. C., Memorias del Coronel Juan Crisóstomo Centurión, ó sea reminiscencias históricas sobre la Guerra del Paraguay, Tomo Segundo, 1894, pp. 330-331.

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GLOBOS, EL ARMA SECRETA BRASILEÑA CONTRA PARAGUAY

Durante la Guerra de la Triple Alianza Sudamérica fue testigo de la utilización de una nueva e innovadora arma usada por primera vez en aquella región, el globo aerostático de observación. 

Tras la aplastante victoria paraguaya en Curupayty del 22 de septiembre de 1866, los aliados quedaron estancados en sus posiciones y tuvieron que reorganizar sus fuerzas. A raíz de esta derrota, Pedro II, el emperador de Brasil, nombró el 10 de octubre al Marqués de Caxias como comandante de las fuerzas brasileñas. 

Días después, Caxias ordenó construir un globo aerostático para observar las líneas paraguayas, algo ya usado hacía poco tiempo en la Guerra Civil de Estados Unidos. Aunque esta medida ha sido calificada por algunos historiadores como desesperada, ya antes se había intentado observar las líneas enemigas mediante altas torres de vigilancia, los conocidos mangrullos, y así contrarrestar la plana orografía y la vegetación de la región. 

A finales de mes Caxias, junto con el globo, partió de Río de Janeiro hacia el frente. En diciembre, la nueva arma, junto al aeronauta francés Louis Doyen, ya estaba en Tuyutí. Sin embargo, este primer globo nunca se pudo utilizar pues se quemó en parte, lo que hizo pensar a los brasileños que Doyen lo había saboteado a propósito. Esta noticia ya aparece en la prensa paraguaya a principios de enero de 1867, lo que da una idea lo bien informados que estaban los de López de lo que ocurría en las líneas enemigas. 

Poco después, la prensa paraguaya afirmaba que la presencia de los globos era un ardid de los jefes aliados para engañar a sus propias tropas, a las que anunciaban la ascensión de un gran globo aerostático que tenía como objeto examinar las posiciones paraguayas y arrojarles bombas de mano. 

George Thompson, ingeniero británico al servicio de los López, cuenta en su obra sobre la guerra que “para inspirar a sus soldados un odio profundo a los aliados, López inventó diferentes historias”, entre ellas que estos habían “lanzado un globo lleno de un horroroso veneno, que debía exterminar a todo el ejército paraguayo”. 

Aunque en la prensa se calificaba a los globos como un cuento de las mil y una noches, más tarde, estas publicaciones afirmarían que bombardear las líneas paraguayas desde los globos era la verdadera intención de Caxias, no solo una vana promesa para animar a sus desmoralizadas tropas. 

Tras el fracaso del primer globo, los brasileños contrataron en los Estados Unidos a los hermanos James y Ezra Allen, los cuales partieron en marzo desde Nueva York con dos globos y llegaron a Tuyutí a finales de mayo. Sin embargo, Caxias debió esperar varias semanas ya que hubo inconvenientes con los materiales necesarios para hacer volar los globos. 

Estos globos, a diferencia de los modernos, no eran autónomos y los soldados debían  sujetarlos con gruesas cuerdas desde tierra. Para moverse era necesario que se hicieran señales con banderas desde la cesta del globo. 

Por fin, la primera ascensión tuvo lugar el día 24 de junio. El globo estuvo tripulado por uno de los Allen y por Robert Chodasiewicz, un ingeniero polaco del ejército argentino, los cuales pudieron observar con ayuda de catalejos todo el cuadrilátero paraguayo. Tras la guerra, Chodasiewicz contaría que pretendía bombardear las trincheras paraguayas desde el aire, pero que Caxias no lo consintió. 

A pesar del viento y el mal clima, uno de los globos consiguió hacer 20 ascensiones durante el verano, en las que participaron oficiales brasileños e incluso un paraguayo, Ignacio Céspedes. En su “Historia da Guerra do Brasil”, Francisco Félix Pereira relata que se realizaron valiosas observaciones en las que se descubrieron caminos, fortificaciones, trincheras y que se esbozaron mapas, que sin duda, fueron muy útiles para la ofensiva aliada sobre Humaitá de octubre. 

Por su parte Louis Schneider, en su obra sobre la Guerra de la Triple Alianza, cuenta que el uso del globo no fue de mucha utilidad y que por eso dejo de usarse. Chodasiewicz señaló que los globos hubieran sido más útiles si se hubieran aproximado más a las líneas paraguayas. 

También cuenta Schneider que los paraguayos al ver por primera vez un globo en el cielo se asustaron mucho, aunque cuando se habituaron a verlo perdieron el miedo a que sus líneas fueran bombardeadas. Thompson dice que López “al principio casi sospechaba que el globo iba a bombardear el campamento, y sus maneras acusaban un nervioso lamentable”, aunque esto último lo niega el Coronel Centurión en sus “Memorias”. 

Por Thompson sabemos que los paraguayos llegaron a abrir fuego contra el globo, aunque se mantenía fuera de su alcance. Asimismo, Pereira cuenta que durante la primera ascensión de un globo, los paraguayos abrieron fuego de artillería, aunque más adelante cambiaron de táctica y dispararon a los soldados que sujetaban el globo desde tierra, llegando a matar a varios de ellos. Además, para camuflar sus piezas de artillería, las fuerzas de López prendían paja seca y hacían mucho humo para evitar la visibilidad desde el globo. 

Por su parte, de la prensa paraguaya se desprende que los globos no impresionaron a sus tropas. Se calificaba la idea de extravagante y con sorna se deseaba buena suerte a los aliados para que, desde el aire, descubrieran después de varios meses sus posiciones. También deseaban que les fueran útiles las observaciones para entablar una batalla que por fin solucionara la guerra. 

Este desdén y desprecio paraguayo hacia la nueva arma brasileña se convirtió en un motivo de sátira en su prensa, donde eran frecuentes las chanzas, rimas y caricaturas, muchas de las cuales aparecen en este video. En una de estas publicaciones, el Cacique Lambaré, incluso un globo formaba parte de la alegoría de la Triple Alianza de su portada. 

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martes, 11 de enero de 2022

REAL CÉDULA DE 1550

 


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1587, EL PLAN PARA DEPORTAR A LOS MORISCOS A TERRANOVA

Durante la historia de América los Imperios europeos planificaron establecer en sus colonias a distintas minorías. En el caso español, en el tránsito entre los siglos XVI y XVII, hubo quien planteó deportar a América a miles de moriscos. 

Los moriscos fueron aquellos musulmanes que, tras la conquista de Granada en 1492, fueron convertidos al cristianismo y siguieron viviendo en sus territorios, pero conservaron, al menos en parte, sus tradiciones, lengua e instituciones. Las tensiones entre los moriscos y las autoridades fueron continuas y desembocaron en la rebelión de las Alpujarras de 1568. Tras ser sofocada esta rebelión, los moriscos granadinos fueron deportados a otros lugares de España. 

Tras la rebelión de las Alpujarras surgieron voces que pedían que los moriscos fueran deportados a América, pese a que, salvo excepciones, esta minoría había tenido prohibido viajar a las Indias. 

En junio de 1587 el rey Felipe II deseaba solucionar el “problema morisco”, a los que se acusaba de criptomusulmanes y de representar una quinta columna de los turcos. Para ello reunió una Junta a la que asistieron varios nobles y prelados. A pesar de que se barajaba solucionar el problema de los moriscos, mediante la instrucción religiosa, aparecieron opiniones más radicales, como la de Martín de Salvatierra, Obispo de Segorbe. 

Salvatierra se oponía a que fueran deportados a Berbería, es decir, el Norte de África, pues había peligro de que desde allí atacaran España. El obispo entonces propuso llevar a los moriscos a un remoto lugar del Atlántico noroccidental aún poco explorado, Terranova y la Costa de los Macallaos. 

Terranova es una isla bien conocida, hoy perteneciente a Canadá, pero hay más problemas en cuanto a la Costa de los Macallaos o Bacallaos. En el siglo XVI la Tierra de Bacallaos era identificada con Terranova, el territorio de Acadia o la península de Terranova indistintamente. Sea como fuere, el obispo Salvatierra no se contentaba con deportar a los moriscos a estos lejanos territorios. Opinaba que había que castrarlos para que en estas remotas tierras se extinguieran, primero llevando a los moriscos del Reino de Valencia, luego a los de Aragón y finalmente a los de Castilla. 

Años más tarde, en 1602, Juan de Ribera, Patriarca de Antioquía, proponía que el rey esclavizara a parte de los moriscos, siendo los más jóvenes utilizados en las galeras y otros desterrados a las Indias, donde trabajarían en las minas. 

Poco después, en 1606, el humanista y cronista Pedro de Valencia, en su “Tratado acerca de los Moriscos de España”, analizaba las distintas opciones que había en cuanto a los moriscos. Entre las posibilidades sopesadas por Valencia estaban las de la cautividad, expulsión, conversión, dispersión o translación. En cuanto a esta última posibilidad, Valencia mencionaba distintos lugares del Imperio español a los cuales se podría deportar a los moriscos, como Nápoles, Sicilia o Flandes, pero también las Indias Occidentales. Sin embargo, descartaba este último lugar diciendo: 

“pero a Yndias en ninguna manera conviene, por que harían daño en los Yndios con la Doctrina y en la Paz de la tierra con la falta de lealtad. Y allá hay menos españoles, que para poder mezclar con ellos cantidad de tan mal fermento sin temor de corrupción...” 

Finalmente, los moriscos fueron expulsados de España entre 1609 y 1613, en época de Felipe III, pero no hacia América, sino principalmente hacia el Norte de África y Oriente. 

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miércoles, 5 de enero de 2022

ARTEMISIA DE HALICARNASO EN PAUSANIAS.

“Lo más notorio del ágora es el pórtico que llaman Pérsico, porque fue hecho con los despojos tomados a los medos. Con el tiempo lo transformaron hasta su tamaño y esplendo actual. Sobre sus columnas hay figuras de persas en mármol blanco, entre otros Mardonio, hijo de Gobrias. También hay una, Artemisia, hija de Lígdamis, que reinó en Halicarnaso. Dicen que ella marchó voluntariamente con Jerjes contra la Hélade y realizó hazañas en la batalla naval de Salamina”, (Descripción de Grecia, III, 11, 3).


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martes, 4 de enero de 2022

ARTEMISIA, LA MEJOR GUERRERA DE JERJES

En el año 490 a. C., tras la derrota persa en la Batalla de Maratón, acabó la Primera Guerra Médica, pero no las ansias aqueménidas por someter Grecia. Así, en año 480 Jerjes I, sucesor de Darío el Grande, reunió un inmenso ejército y una gran flota para volver a invadir Grecia. En la lista de oficiales de la flota persa reunida en el Helesponto, Heródoto destaca a uno de ellos, una mujer, Artemisia. 

Artemisia era hija de Lygdamis y de una cretense, era viuda y madre de un hijo muy joven llamado Pisindelis, por lo que era ella la que ejercía la tiranía sobre la ciudad caria de Halicarnaso y en las islas de Nisiro, Calidna y Cos. Esta última isla, al parecer, le fue entregada por el Gran Rey, aunque cuando Artemisia fue a tomarla, una tormenta hundió sus barcos, sin embargo consiguió ocuparla más tarde. 

Según Heródoto, Artemisia, sin ninguna obligación, participó en la expedición de Jerjes  “impulsada por su bravura y arrojo” y aportó a ella cinco navíos. Poco después, al mismo tiempo que Leónidas se enfrentaba a los persas en las Termópilas, Artemisia participó destacadamente en los combates navales frente al Cabo Artemisio, al norte de Eubea. 

Más tarde, a finales de septiembre, tras la toma y destrucción de Atenas por parte de los persas, Jerjes celebró un consejo de almirantes en el que todos se mostraron favorables a enfrentarse a los griegos en una batalla naval, sin embargo, Artemisia se mostró contraria. Según la tirana, debido a la superioridad griega, no había que presentar batalla y reservar las naves. Artemisia pronosticaba que siendo bloqueados, los griegos, faltos de víveres, terminarían dispersándose. Además, sugería invadir el Peloponeso por tierra, para así dividir a los griegos. Sin embargo, pese a la estima que Jerjes sentía por Artemisia y a que valoró sus consejos, decidió presentar batalla junto a la isla de Salamina. 

Ya, durante la batalla, cuenta Heródoto que mientras “las fuerzas del rey se hallaban en plena confusión, la nave de Artemisia se vio acosada por un navío del Ática” capitaneado por Aminias de Palene, hermano del dramaturgo Esquilo, según dice Aristodemo. Artemisia, como no podía escapar, pues delante de ella había barcos de la flota persa, embistió a una de estas naves, en la cual iba Damasitimo, rey de Calinda, aunque Heródoto no se atreve a afirmar si el choque, que provocó el hundimiento de la nave calindea, fue accidental o premeditado, como señala Aristodemo. 

A continuación, Artemisia tuvo un golpe de suerte. Los áticos que la perseguían, al ver el choque con la nave de Calinda, pensaron que el navío de Artemisia era griego y no persa o que estaba desertando de estos, por lo que dejaron de acosar a la tirana, la cual pudo así salvar la vida y dirigirse al puerto de Falero. Este grave error hizo perder a Aminias diez mil dracmas, pues esta era la recompensa prometida por los atenienses a quien capturara viva a Artemisia, “ya que consideraban algo inadmisible que una mujer hiciera le guerra a Atenas”. 

Aunque si hacemos caso a Polieno, quizás no fue un error de Aminias, sino un ardid de Artemisia. Según cuenta este autor en su obra “Estratagemas”, Artemisia en su barco tenía la enseña griega y la persa, así “si perseguía a una nave griega, izaba la enseña bárbara, pero si era perseguida por una nave griega, izaba la griega, para que sus perseguidores se apartaran de ella, creyendo que era una nave griega”. 

Sea como fuere, según Heródoto esto hizo crecer el prestigio de Artemisia ante Jerjes, el cual observaba la batalla y creyó que la nave hundida era enemiga, motivo por el que exclamó: “los hombres se me han vuelto mujeres; y las mujeres, hombres”. Por su parte, el historiador Justino dice que “así como en el varón podría verse un temor mujeril, así en esta mujer podía verse una audacia varonil”. Según Polieno y el poco conocido texto “Tractatus de mulieribus”, Jerjes recompensó a Artemisia con una armadura griega. 

Otro hecho que debió acrecentar el prestigio de Artemisia a los ojos de Jerjes fue el que transmite Plutarco. Según este autor, durante la batalla Artemisia encontró el cadáver de Ariámenes, hermano de Jerjes, flotando en el mar, lo recogió y se lo entregó al rey. 

Tras la derrota persa en Salamina, narra Heródoto que Jerjes se sentía desolado y pensaba en huir de Grecia. En esos momentos Mardonio, el comandante del ejército persa, le dijo que podría quedarse y atacar el Peloponeso o irse si lo deseaba, mientras él concluiría la conquista de Grecia. A continuación, el soberano persa, buscando el consejo de Artemisia, se reunió a solas con ella. La tirana de Halicarnaso le dijo estas palabras: 

“Majestad, es difícil acertar a decirle lo más idóneo a una persona que pide un consejo. No obstante, en las presentes circunstancias, considero que, por lo que a ti se refiere, debes regresar a tu patria y dejar aquí a Mardonio (…) con los soldados que desea. Pues, ante todo, si logra someter lo que, según él, pretende subyugar y le sale bien el plan del que habla, el éxito, señor, te pertenece a ti, ya que lo habrán conseguido tus esclavos. Pero, además, es que, si sucede lo contrario de lo que piensa Mardonio, no será ninguna catástrofe, dado que tú estarás a salvo, al igual que lo estará todo lo relativo a tu dinastía. De hecho, si tanto tú como tu dinastía os encontráis a salvo, los griegos deberán arrostrar otras muchas campañas para salvarse. Y, en cuanto a Mardonio, de pasarle algo, carece de importancia: si los griegos lo vencen, su victoria será intranscendente, porque habrán matado a un esclavo tuyo. Por otra parte, tú te vas a marchár después de haber incendiado Atenas, que era el objetivo por el que organizaste la expedición”. 

Añade Heródoto que, “como es natural, Jerjes se sintió complacido con el consejo, pues lo que le decía Artemisia coincidía plenamente con lo que él mismo pensaba (...). Colmó, pues, de elogios a Artemisia y le ordenó que se dirigiera a Éfeso con sus hijos, dado que lo habían acompañado algunos de sus bastardos”. Aquí termina el relato herodoteo sobre Artemisia, aunque fuentes posteriores nos proporcionan otras informaciones. 

Polieno cuenta, que mediante engaños, Artemisia ocupó la ciudad de Latmos, al norte de Halicarnaso. En un fragmento de Ptolomeo Queno conservado por Focio se dice que Artemisia se enamoró de un tal Dardanos de Abydos pero este la despreció, lo que llevó a la tirana a quitarse la vida en la isla de Léucade, en el mar Jónico. Por último, Pausanias cuenta que en el ágora de Esparta había una estatua de Artemisia.

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jueves, 30 de diciembre de 2021

LOS REYES MAGOS EN EL EVANGELIO ARMENIO DE LA INFANCIA

 


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La historia de los DOCE Reyes Magos

Aunque los Reyes Magos -quizás sacerdotes persas, quizás astrólogos- son figuras populares en el cristianismo, únicamente se les menciona brevemente en el Evangelio de Mateo, en el cual solo se dice que eran magos de oriente que siguieron una estrella hasta Jerusalén. Allí hablaron con Herodes y luego se dirigieron a Belén, donde encontraron al niño Jesús y le adoraron. A continuación, le dieron oro, incienso y mirra y regresaron a su país. 

Todo lo demás que sabemos de ellos proviene de la tradición cristiana occidental. Sus nombres, con ligeras variables, son Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque en textos medievales podemos encontrar otros nombres como Dionisius, Rusticus y Leuiterius o Aureolus, Thureolus y Myrrheolus. 

Su número se suele fijar en tres, pero también existen divergencias, así, en el arte paleocristiano podemos encontrar representaciones de dos, cuatro u ocho magos. Esta última cifra aparece mencionada en la Crónica de Miguel el Sirio, el cual menciona que otros autores pensaban que, en base a una profecía de Miqueas, los magos fueron ocho. 

Sin embargo, en diferentes textos del cristianismo oriental y en los evangelios apócrifos podemos encontrar otras informaciones poco conocidas sobre los magos. Así, la obra conocida como la Caverna de los Tesoros, de hacia el año 600, se menciona a Hormizdah, rey de Persia, a Izgarad, rey de Sabha, y a Perozadh, rey de Sheba. En otros textos se dan nombres diferentes, por ejemplo, en un ostraca copto hallado en el yacimiento egipcio de Medinet Habu se leen los nombres de Bathezora, Melchior y Thaddias. 

Por su parte, en diferentes textos se dan otros nombres y una cifra de magos que llega a doce, como en un comentario en latín del Evangelio de Mateo del siglo V, aunque la tradición más rica sobre los doce Reyes Magos es la siríaca medieval. 

Los nestorianos Teodoro Bar Koni, Hasan Bar Bahlul y el Libro de la Abeja de Solomon de Basora ofrecen listas de doce magos con nombres que recuerdan a la historia babilónica, aqueménida y sasánida. Nombres semejantes podemos encontrarlos en las listas de Moshe Bar Kepha, Dionisio Bar Salibi y Miguel el Sirio. 

En varios de estos textos aparece un nombre, Gundaphar, que ciertos historiadores han identificado con el rey indo-parto Gondophares, cuyo nombre transcrito en algunas lenguas se asemeja al de Gaspar, lo que conectaría a uno de los magos con una figura histórica. 

En otra tradición, la etíope, encontramos listas de tres o doce magos con nombres variopintos. Así, en el conocido como El Libro de Adán y Eva, del siglo VI, se les llama Hor, rey de Persia, Basantar, rey de Saba, y Karsundas, rey del Este. En otros textos aparecen nombres como Mensuram, Likon y Badsiba. En Ibn at-Tayyib encontramos una lista de solo once magos con nombres como Sadaf, Arsak, Aduq o Sarduh. 

Tras hablar de listas de tres o doce magos, hay que señalar una tradición intermedia según la cual eran tres los reyes y nueve los notables que les acompañaban, o bien, doce reyes, pero solo tres fueron los que llegaron a Jerusalén. 

En cuanto al lugar de origen de los magos, en las diferentes listas podemos encontrar países conocidos como Asiria, Persia o Saba, en el sur de Arabia, pero también lugares más insospechados. Por ejemplo, en un texto siríaco conocido como La Revelación de los Magos conservado en la Crónica de Zuqnin aparecen varios datos inéditos sobre los doce magos, entre ellos se dice que procedían del Lejano Oriente, de un lugar llamado Tierra de Sir, que algunos han identificado con Seres, el nombre que en el mundo clásico se daba a China. 

En otro texto, esta vez armenio, aparece una lista de los doce magos en la que tres de ellos figuran como reyes de “Tharsis y de las Islas”, un topónimo que aparece varias veces mencionado en el Antiguo Testamento, como en el Salmo 72, y que se correspondería con la Tartessos del sur de España. 

Pero en el cristianismo oriental no solo podemos encontrar datos sobre los nombres, el número y el origen de los magos, también podemos hallar otras informaciones sobre ellos. Por ejemplo, Miguel el Sirio cuenta que los magos hicieron su camino con un cortejo de miles de soldados. En La Revelación de los Magos se dice que los magos eran descendientes de Seth, hijo de Adán. 

En la Caverna de los Tesoros se narra que la Estrella de Belén apareció dos años antes de que naciera el Mesías, lo que echaría por tierra algunas de las explicaciones modernas que identificaban la estrella con un cometa o con una conjunción planetaria. Otro texto, los Comentarios de Ishodad de Merv, obispo del siglo IX, se cuenta que en la estrella que guiaba a los magos, y que solo podían ver ellos, se podía ver la figura de la Virgen abrazando a su hijo. 

En los evangelios apócrifos también podemos encontrar curiosas informaciones sobre los magos. Así en el Evangelio Armenio de la Infancia se narra que un ángel del Señor se apareció a los Reyes Magos para anunciarles el nacimiento de Jesús. Este evangelio añade que uno de los reyes reinaba sobre la India, otro sobre Persia y el tercero sobre los árabes. En el Liber de infantia Salvatoris se dice que Herodes entregó una diadema y un anillo a los magos para que se lo dieran al recién nacido. 

En el Evangelio Árabe de la Infancia se dice que María entregó a los magos un pañal del niño que llevaron a su regreso a Persia. Por último, en el Evangelio de pseudo Mateo se cuenta que, además del oro, el incienso y la mirra, los magos entregaron a Jesús una moneda de oro cada uno. 

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