Durante la Guerra de la Triple Alianza Sudamérica fue testigo de la utilización de una nueva e innovadora arma usada por primera vez en aquella región, el globo aerostático de observación.
Tras la aplastante victoria paraguaya en Curupayty del 22 de septiembre de 1866, los aliados quedaron estancados en sus posiciones y tuvieron que reorganizar sus fuerzas. A raíz de esta derrota, Pedro II, el emperador de Brasil, nombró el 10 de octubre al Marqués de Caxias como comandante de las fuerzas brasileñas.
Días después, Caxias ordenó construir un globo aerostático para observar las líneas paraguayas, algo ya usado hacía poco tiempo en la Guerra Civil de Estados Unidos. Aunque esta medida ha sido calificada por algunos historiadores como desesperada, ya antes se había intentado observar las líneas enemigas mediante altas torres de vigilancia, los conocidos mangrullos, y así contrarrestar la plana orografía y la vegetación de la región.
A finales de mes Caxias, junto con el globo, partió de Río de Janeiro hacia el frente. En diciembre, la nueva arma, junto al aeronauta francés Louis Doyen, ya estaba en Tuyutí. Sin embargo, este primer globo nunca se pudo utilizar pues se quemó en parte, lo que hizo pensar a los brasileños que Doyen lo había saboteado a propósito. Esta noticia ya aparece en la prensa paraguaya a principios de enero de 1867, lo que da una idea lo bien informados que estaban los de López de lo que ocurría en las líneas enemigas.
Poco después, la prensa paraguaya afirmaba que la presencia de los globos era un ardid de los jefes aliados para engañar a sus propias tropas, a las que anunciaban la ascensión de un gran globo aerostático que tenía como objeto examinar las posiciones paraguayas y arrojarles bombas de mano.
George Thompson, ingeniero británico al servicio de los López, cuenta en su obra sobre la guerra que “para inspirar a sus soldados un odio profundo a los aliados, López inventó diferentes historias”, entre ellas que estos habían “lanzado un globo lleno de un horroroso veneno, que debía exterminar a todo el ejército paraguayo”.
Aunque en la prensa se calificaba a los globos como un cuento de las mil y una noches, más tarde, estas publicaciones afirmarían que bombardear las líneas paraguayas desde los globos era la verdadera intención de Caxias, no solo una vana promesa para animar a sus desmoralizadas tropas.
Tras el fracaso del primer globo, los brasileños contrataron en los Estados Unidos a los hermanos James y Ezra Allen, los cuales partieron en marzo desde Nueva York con dos globos y llegaron a Tuyutí a finales de mayo. Sin embargo, Caxias debió esperar varias semanas ya que hubo inconvenientes con los materiales necesarios para hacer volar los globos.
Estos globos, a diferencia de los modernos, no eran autónomos y los soldados debían sujetarlos con gruesas cuerdas desde tierra. Para moverse era necesario que se hicieran señales con banderas desde la cesta del globo.
Por fin, la primera ascensión tuvo lugar el día 24 de junio. El globo estuvo tripulado por uno de los Allen y por Robert Chodasiewicz, un ingeniero polaco del ejército argentino, los cuales pudieron observar con ayuda de catalejos todo el cuadrilátero paraguayo. Tras la guerra, Chodasiewicz contaría que pretendía bombardear las trincheras paraguayas desde el aire, pero que Caxias no lo consintió.
A pesar del viento y el mal clima, uno de los globos consiguió hacer 20 ascensiones durante el verano, en las que participaron oficiales brasileños e incluso un paraguayo, Ignacio Céspedes. En su “Historia da Guerra do Brasil”, Francisco Félix Pereira relata que se realizaron valiosas observaciones en las que se descubrieron caminos, fortificaciones, trincheras y que se esbozaron mapas, que sin duda, fueron muy útiles para la ofensiva aliada sobre Humaitá de octubre.
Por su parte Louis Schneider, en su obra sobre la Guerra de la Triple Alianza, cuenta que el uso del globo no fue de mucha utilidad y que por eso dejo de usarse. Chodasiewicz señaló que los globos hubieran sido más útiles si se hubieran aproximado más a las líneas paraguayas.
También cuenta Schneider que los paraguayos al ver por primera vez un globo en el cielo se asustaron mucho, aunque cuando se habituaron a verlo perdieron el miedo a que sus líneas fueran bombardeadas. Thompson dice que López “al principio casi sospechaba que el globo iba a bombardear el campamento, y sus maneras acusaban un nervioso lamentable”, aunque esto último lo niega el Coronel Centurión en sus “Memorias”.
Por Thompson sabemos que los paraguayos llegaron a abrir fuego contra el globo, aunque se mantenía fuera de su alcance. Asimismo, Pereira cuenta que durante la primera ascensión de un globo, los paraguayos abrieron fuego de artillería, aunque más adelante cambiaron de táctica y dispararon a los soldados que sujetaban el globo desde tierra, llegando a matar a varios de ellos. Además, para camuflar sus piezas de artillería, las fuerzas de López prendían paja seca y hacían mucho humo para evitar la visibilidad desde el globo.
Por su parte, de la prensa paraguaya se desprende que los globos no impresionaron a sus tropas. Se calificaba la idea de extravagante y con sorna se deseaba buena suerte a los aliados para que, desde el aire, descubrieran después de varios meses sus posiciones. También deseaban que les fueran útiles las observaciones para entablar una batalla que por fin solucionara la guerra.
Este desdén y desprecio paraguayo hacia la nueva arma brasileña se convirtió en un motivo de sátira en su prensa, donde eran frecuentes las chanzas, rimas y caricaturas, muchas de las cuales aparecen en este video. En una de estas publicaciones, el Cacique Lambaré, incluso un globo formaba parte de la alegoría de la Triple Alianza de su portada.
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