sábado, 26 de octubre de 2024

El ataque del mauritano Bogud a Gades según el filósofo Porfirio (FHA V)

 


Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

LAS INVASIONES MAURI DE HISPANIA (47-38 a. C.)

Como hemos visto en otros videos, durante su historia la Hispania romana fue invadida varias veces, casi siempre por el norte, pero es menos conocido que en otras ocasiones fue invadida desde el norte de África. Este fue el caso los ataques llevados a cabo por los mauri  del rey Bogud en el periodo tardorrepublicano. 

La primera noticia que tenemos sobre Bogud es del 49 a. C, año en que comenzó la guerra entre Pompeyo y Julio César. Este último nombró rey de la Mauritania occidental, lo que hoy es el norte de Marruecos, a Bogud, y rey de la Mauritania oriental a Boco, ambos enemigos del pompeyano Juba I, rey de Numidia. 

Debió de ser quizás en está época en la que debamos situar la noticia que nos transmite Suetonio, según la cual Julio César tuvo un amorío con la reina Eunoe, mujer de Bogud, a quienes el romano hizo “multitud de regalos de valor incalculable”. 

La siguiente noticia que tenemos sobre Bogud es de hacia el año 47, momento en el que había estallado una rebelión contra el gobernador cesariano de la Hispania Ulterior. Este, llamado Quinto Casio Longino, llamó en su ayuda a Bogud y a Lépido. Según leemos en las fuentes, Bogud llegó con sus tropas, a las que agregó auxiliares hispanos, y a continuación atacó a los rebeldes, a los que hizo retroceder tras encarnizados combates. No tenemos muchos más detalles, pero Estrabón cuenta que los jinetes mauri luchaban con jabalina, mientras que los que combatían a pie llevaban escudos de piel de elefante y vestían con pieles de león, leopardo y oso. 

Luego, un año después, durante la guerra de África que enfrentó a pompeyanos y cesarianos, Pompeyo el Joven, hijo del difunto Pompeyo, atacó la ciudad de Ascuro con un ejército de esclavos y hombres libres, aunque los ascurianos los derrotaron sin problemas. Sin embargo hay que señalar que aunque las fuentes situan Ascuro en el reino de Bogud, la llamada Mauritania Bogutiana, hay quien cree que en realidad esta ciudad estaba en los dominios de Boco. 

Un año más tarde, en el 45, Julio César se enfrentó a los hijos de Pompeyo en la batalla de Munda, en el sur de Hispania. Según Dion Casio ambos ejércitos “contaban con muchos nativos y mauri además de las tropas de ciudadanos y de mercenarios; Boco (…) mandó sus hijos a Pompeyo [el Joven], mientras que Bogud en persona luchó junto a César”. Sobre Bogud, añade Dion Casio, que cuando el combate estaba más igualado, se lanzó contra el ejército de Pompeyo el Joven con su caballería, lo que provocó que el pompeyano Labieno fuera hacia él. Esto fue interpretado por los pompeyanos como una huida, lo que les desanimó e hizo que los cesarianos cobraran ventaja y finalmente ganaran la batalla, lo que convierte así en decisiva la actuación de Bogud. 

Tan solo un año después de la batalla de Munda, Julio César fue asesinado, perdiendo así Bogud a su patrono y aliado. Tras esto, es posible que debamos situar la noticia de Estrabón sobre la expedición que Bogud realizó contra los etíopes occidentales. 

A continuación, volvemos a encontrar a Bogud en el año 41. A partir de esta fecha, o quizás antes, vemos a Bogud apoyando a Marco Antonio en su guerra contra Octaviano, mientras que este contaba con el apoyo de Boco. Así, hacia los años 41 o 40, durante la guerra de Perusia que enfrentó a Octaviano con la esposa y el hermano de Marco Antonio, este último, llamado Lucio Antonio, persuadió a Bogud para que atacara a Carrinas, el hombre de Octaviano en Hispania. 

Durante ese mismo ataque, o algo después, algunos autores sitúan el asedio de Bogud a Gades, la actual Cádiz, en el sur de España. Esto lo conocemos por el filósofo Porfirio, quien cuenta que Bogud intentó tomar el rico santuario de Heracles que había en esta ciudad. 

Tras esto volvemos a encontrar a Bogud en el año 38, momento en el que se sitúa tradicionalmente su última invasión de Hispania, controlada por entonces por Octaviano. Según cuenta Dion Casio “Bogud el Moro navegó a Hispania, bien por encargo de Antonio bien por decisión propia”. Sobre esto hay que señalar que si hubiera sido por encargo de Marco Antonio, quizás la fecha de la invasión habría que adelantarla o atrasarla, ya que en ese año Octaviano y Antonio estaban en paz. 

Sea como fuere, Dion Casio añade que Bogud “causó  muchos males”, quizás en referencia al ataque al santuario de Heracles en Gades que algunos historiadores fechan en este momento y no en el 41-40. Luego Dion Casio dice que aparte de los daños causados, Bogud también los sufrió, ya que durante su ausencia los mauri de la zona de Tingis, la actual Tánger, se sublevaron contra él, por lo que el rey tuvo que abandonar Hispania. Sin embargo, Bogud no pudo retomar sus dominios, ya que Boco, en unión a los hombres de Octaviano en Hispania, le arrebató su reino, por lo que el destronado rey marchó a Oriente junto a Marco Antonio. 

Finalmente, las últimas noticias que tenemos de Bogud es que mientras luchaba para Marco Antonio en Grecia en el año 31 fue asesinado por Agripa en la ciudad de Metone, en el suroeste del Peloponeso, tiempo antes de la batalla de Actium, aunque Plutarco dice que el rey mauritano sí llegó a participar en este combate.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

domingo, 20 de octubre de 2024

Las costumbres de los hunos y de los alanos según Amiano Marcelino (libro XXXI)









Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/channel/UC8Rx6U8r2-DGtHYDxIIThAg/videos
 

LAS DOS MUJERES QUE SALVARON AL IMPERIO ROMANO

En el verano del año 378 d. C. los godos derrotaron a los romanos en la batalla de Adrianópolis, lo que llevó al Imperio a un momento crítico que amenazó su misma supervivencia, aunque la actuación de dos mujeres, Dominica y Mavia, lo evitó. 

Como hemos dicho, todo sucedió en el 378. El 9 de agosto de ese año un ejército de godos y alanos liderado por Fritigerno venció a las tropas romanas cerca de la ciudad de Adrianópolis, en lo que hoy es la Turquía europea. En la misma batalla o poco después pereció el emperador del Oriente romano, Valente, lo que dejó a aquella parte del Imperio descabezada y a esa zona de los Balcanes en manos de los godos. 

Tras la batalla, los godos asediaron Adrianópolis en busca de los tesoros de Valente, aunque se vieron obligados a abandonar el sitio debido a la encarnizada resistencia que encontraron. Después, los godos se dirigieron hacia el sureste y se asentaron junto a Perinto, ciudad situada a orillas del mar de Mármara y a solo dos días al oeste de Constantinopla, la actual Estambul. En este punto, cuenta el historiador Amiano Marcelino que contingentes de hunos y alanos se unieron a Fritigerno. 

En ese momento los godos y sus aliados asolaron toda la región. Luego, desde Perinto, “como su ansia por conseguir ricos botines era insaciable, en una marcha rápida, conservando las formaciones cuadradas por temor a las emboscadas, se dirigieron a Constantinopla dispuestos a realizar todo tipo de intentos para destruir esta famosa ciudad”. 

Por entonces Constantinopla era la capital del Oriente romano y la ciudad más importante de todo el Imperio, cuya toma por los godos hubiera herido de muerte al Imperio romano. Sin embargo, dos mujeres lo evitaron, la emperatriz Dominica, viuda de Valente, y Mavia, reina de los sarracenos, en otro tiempo rebelde contra los romanos y ahora fiel aliada. El papel de ambas en la defensa de Constantinopla ya fue puesto de relieve por varios autores de la Tardoantigüedad, como Sócrates Escolástico y Sozomeno de Gaza. 

Como hemos dicho, los godos se dirigieron a Constantinopla, se acercaron a sus murallas y devastaron sus suburbios. En ese momento Dominica se puso al frente de la resistencia, hizo que se distribuyera dinero del tesoro imperial entre todos aquellos ciudadanos que se habían armado y presentado voluntarios para salir a luchar contra los godos. Un historiador, Teófanes el Confesor, incluso dice que fue Dominica la que sacó a la gente de la ciudad para luchar contra los bárbaros. 

Además de estos voluntarios, se nos cuenta en varias historias que tropas sarracenas, es decir, árabes, enviadas por la reina Mavia se distinguieron en la defensa de Constantinopla. Sobre estas tropas hay varias dudas. En primer lugar, si se trata de los mismos sarracenos que fueron usados por Valente para expulsar a los godos de los alrededores de Constantinopla antes de la batalla de Adrianópolis y si este raid realmente sucedió; en segundo lugar, su número, ya que unas fuentes hablan de un pequeño contingente y otras de un ejército; y en tercer lugar, su verdadero estatus, si eran meros federados o si como sostiene algún autor moderno eran tropas de élite de la guardia personal de Valente, primero, y de Dominica, después. 

Sea como fuere, según el mencionado Amiano, los sarracenos “se dispusieron a la lucha y salieron confiados de la ciudad. Tras un combate largo y duro, ambos bandos se retiraron con pérdidas similares”. A continuación, este autor añade que “los orientales cobraron ventaja tras un hecho insólito nunca antes visto. Y es que uno de sus hombres, con pelo largo y con [casi] todo el cuerpo desnudo (...), lanzando un alarido ronco y lúgubre, sacó un puñal y se lanzó en mitad de la tropa de los godos. Entonces, mató a uno de los enemigos, acercó los labios a su garganta y bebió la sangre que se estaba derramando. Los bárbaros, aterrados ante esta monstruosa escena, no mostraron ya su ferocidad habitual y, cada vez que intentaban hacer algo, avanzaban con paso vacilante. Posteriormente, su audacia disminuyó aún más cuando advirtieron la gran longitud de las murallas, las grandes dimensiones de los bloques, las riquezas inaccesibles de la ciudad y la populosa población que la habitaba, (…) [por lo que,]  después de recibir más bajas de las que causaron, abandonaron aquella zona y se dispersaron por las provincias del norte, (…)”. 

De este modo, el pueblo armado por Dominica y las tropas árabes de Mavia vencieron a los godos, quienes se retiraron de Constantinopla, la cual se salvo así de forma heroica.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/channel/UC8Rx6U8r2-DGtHYDxIIThAg/videos


domingo, 13 de octubre de 2024

1912, el bombardeo italiano de Beirut

 


Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

LA ASOMBROSA HISTORIA DE BEIRUT

A raíz de los sucesos de estos días, durante los siguientes minutos haremos un breve repaso a la convulsa y poco conocida historia de Beirut, ciudad que a lo largo de su larga vida a pasado por manos egipcias, macedonias, romanas, cruzadas y hasta rusas. 

Aunque se sabe que lo que hoy es Beirut estuvo poblada desde hace miles de años, este puerto levantino parece que entró en la historia gracias a sus contactos con los egipcios en el siglo XVIII a. C., durante el Imperio Medio. Más tarde, en el siglo XVI o XV, durante el Imperio Nuevo, es posible que Beirut, como el resto de la región sirio-palestina, cayera en manos egipcias. Luego, en el siglo XIV en las cartas de Amarna encontramos referencias al “rey de Biruta”, es decir, Beirut. A continuación, durante el siglo XIII, parece que Beirut fue una de las ciudades más importantes de la región, aunque esto acabó con la llegada de los Pueblos del Mar. 

Tras esto, durante los siguientes siglos no tenemos muchas noticias sobre Beirut, pero, como el resto de las ciudades-estado fenicias, debió caer en manos sucesivamente de los imperios neoasirio, neobabilónico y persa aqueménida. 

El dominio persa acabó en el año 332 antes de nuestra era cuando toda la región fue tomada por Alejandro Magno. Luego, tras su muerte, sus sucesores se repartieron su imperio, estando Fenicia en manos de varios de ellos hasta que hacia el año 300 toda la costa sirio-palestina quedó bajo el dominio de los Ptolomeos durante el siguiente siglo, hasta que hacia el 200 pasó a depender de los seléucidas. En ese tiempo la actual Beirut se conoció como Berytos, Laodicea en Fenicia y Laodicea en Canaán. Años después, hacia el 143, el usurpador Trifón destruyó Berytos. Más tarde, aprovechando las guerras civiles entre los últimos seléucidas, el armenio Tigranes II ocupó Siria y Fenicia entre los años 83 y 69. 

A continuación, tras una breve reconquista seléucida, Siria y Fenicia cayeron en manos de los romanos. Lo más destacable de los primeros años de dominación romana fue la invasión parta del año 40; el dominio de Marco Antonio sobre el Oriente romano; y la donación de Siria y Fenicia que este hizo a Ptolomeo, uno de los hijos que tuvo con Cleopatra. 

Luego, a principios de época imperial, la actual Beirut fue llamada Colonia Iulia Augusta Felix Berytus. Los eventos más destacables de este periodo son en primer lugar la creación en Berytus de una afamada escuela de derecho; luego los palmirienses Odenato y Zenobia ocuparon temporalmente gran parte del Oriente romano en las décadas del 260 y 270 de nuestra era; en tercer lugar, el gran terremoto del año 358; y por último, los posibles efectos que pudo tener sobre la ciudad la invasión huna de Oriente Próximo en el año 395. 

Tras la época romana llegó el periodo bizantino. Lo más destacable de la Beirut de aquel tiempo fue el terremoto que la destruyó por completo en el año 551. Más tarde, hacia el 613, los persas sasánidas conquistaron Beirut y el resto de Levante durante la guerra en la que se hicieron con todo Oriente Próximo, aunque años después el emperador bizantino Heraclio I reconquistó todos los territorios perdidos. 

Sin embargo, esta reconquista fue efímera, ya que los musulmanes se hicieron con todo Levante entre los años 634 y 638. Durante los siguientes siglos todo aquel territorio estuvo en manos del Califato Rashidun, primero, del Califato Omeya, después, y del Califato Abasí, por último. 

A continuación, en la segunda mitad del siglo IX, toda la región sirio-palestina cayó en manos del Egipto Tuluní, aunque a principios del siglo X se produjo la reconquista abasí. Luego, tras esta breve reconquista, en la década del 940 otra dinastía radicada en Egipto, los Ijshidís, se hizo con todo el Levante, pero tres decenios después, el Califato Fatimí, también con su centro en Egipto, conquistó toda la franja sirio-palestina. 

Lo más destacable de está época fue la efímera reconquista llevada a cabo en el año 974 por el emperador bizantino Juan I Tzimisces de Beirut y de todo el Levante. Luego, un siglo más tarde, serían los turcos selyúcidas los que se hicieran con todo Oriente Próximo, aunque serían los fatimís los que perdieron definitivamente Beirut a manos de los cruzados en el año 1110. 

Entonces se creó el Señorío de Beirut dentro del Reino de Jerusalén, el cual a lo largo de los años pasó por las manos de distintas familias, hasta que en el año 1187 la ciudad cayó en manos del Saladino. Un década después los cruzados reconquistarían la ciudad de Beirut, que fue entregada a la familia Ibelín. Años más tarde, en la segunda mitad del siglo XIII, toda la región sirio-palestina fue invadida varias veces por los mongoles de Ilkanato, aunque parece que esto no afectó a Beirut. 

Finalmente, en el año 1291, Beirut fue tomada por los mamelucos de Egipto, siendo su última señora cristiana Eschiva de Ibelín. Los sucesos más llamativos del periodo mameluco son el ataque genovés del año 1382 y el franco-genovés de 1403. 

Un siglo después, en 1516, los otomanos conquistaron todo el Levante. Cuatro años más tarde Beirut fue atacada por una flota francesa, aunque al desembarcar fueron masacrados. Mucho después, en la década de 1770, en el marco de la Sexta Guerra Ruso-Turca, Beirut, tras ser bombardeada, fue ocupada en dos ocasiones por los rusos. 

Tras esto, llegamos a la Edad Contemporánea, una de las épocas más convulsas en la historia de Beirut. Lo más destacable del siglo XIX es la ocupación egipcia de la ciudad y de todo el Levante en la década de 1830. La ocupación de Beirut llegó a su fin en 1840 cuando los británicos la bombardearon y luego la asaltaron junto a sus aliados otomanos y austriacos. Años después, en 1860, debido a la violencia interreligiosa, los franceses ocuparon Beirut para restablecer el orden. 

Más tarde, en 1903, marines estadounidenses desembarcaron en la ciudad para proteger el consulado de su país. Años después, en 1912, durante la guerra Italo-Turca, naves italianas atacaron a las naves otomanas surtas en el puerto de Beirut, viéndose la ciudad también seriamente afectada. 

Luego, en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, Beirut fue bombardeada por aeroplanos británicos. Tras esto, Beirut y el resto de Levante fue ocupada por fuerzas de la Entente. Poco después, en 1920, se declaró la República del Gran Líbano con Beirut como su capital, aunque solo tres años más tarde, Líbano y Siria pasaron a ser un Mandato bajo administración francesa. 

Posteriormente, en julio de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, se produjo la batalla de Beirut, en la que fuerzas británicas, indias, australianas y de la Francia Libre vencieron a tropas de la Francia de Vichy. Dos años más tarde, los libaneses declararon su independencia, aunque los franceses intentaron evitarlo por la fuerza. Luego, en 1945, Beirut y el resto de la región fue testigo de graves incidentes que desembocaron en una crisis entre franceses y británicos. Durante estos incidentes tenemos noticias de disturbios en Beirut y de tropas senegalesas abriendo fuego contra manifestantes beirutís. 

A continuación, en las siguientes décadas, los eventos más destacados son el desembarco estadounidense en Beirut en 1958 debido a una crisis interna en el Líbano y el ataque israelí al aeropuerto de Beirut en 1968. 

Luego, entre 1975 y 1990, durante la Guerra Civil Libanesa, Beirut, como el resto del país, se vio afectada por la lucha entre varias facciones: chiis, cristianos maronitas, palestinos, sirios, fuerzas de la O.N.U. e israelís. En ese tiempo la ciudad fue testigo, entre otras cosas, de la batalla de los Hoteles entre el '75 y el '76, de la Guerra de los Cien Días en el '78, del sitio israelí del '82, de los ataques a la embajada y a los cuarteles estadounidenses en el '83 o de la guerra de los Campos entre el '85 y el '88. Tras esto y hasta la actualidad, Beirut se ha visto afectada por varios ataques israelís relacionados con el conflicto palestino.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

domingo, 6 de octubre de 2024

Los guerreros hunos de Alarico (Zósimo, Nueva Historia, V, 37, 1-2)

 


Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/channel/UC8Rx6U8r2-DGtHYDxIIThAg/videos

BOA, REINA DE LOS HUNOS (528)

Como es por todos sabido durante la Antigüedad tardía varios pueblos bárbaros cruzaron las fronteras del Imperio romano primero y del Imperio bizantino después, unas veces como aliados y otras como invasores. Estos pueblos estaban dirigidos por valerosos y carismáticos caudillos como el godo Alarico, el huno Atila o el vándalo Genserico, sin embargo, es poco conocida la existencia de una poderosa reina bárbara, Boa, que en el siglo VI se alió con los bizantinos durante la guerra que estos mantenían contra los persas sasánidas.

Esta guerra, la conocida como guerra de Iberia, enfrentó a bizantinos y sasánidas entre los años 526 y 532. En esos años las tropas de los emperadores Justino I, en primer lugar, y Justiniano I, después, se enfrentaron a los ejércitos del sasánida Cabades I a lo largo de la frontera entre los dos imperios, principalmente en los territorios de Lázica, Iberia, Persarmenia y Osroena, lo que hoy son aproximadamente Georgia, el este de Turquía y el norte de Siria. 

En el contexto de este conflicto a gran escala ambos contendientes buscaron aliarse con los pueblos bárbaros de la estepa póntica. Así, tenemos noticias de como en el año 526 Justino envió al Bósforo al patricio Probo para que se atrajera con riquezas a un ejército huno que debería ser enviado a Iberia para proteger aquel territorio de los ataques persas, aunque Probo fracasó en su misión. Igualmente los sasánidas también buscaron tropas entre los hunos, como nos recuerda el famoso historiador Procopio de Cesarea, quien dice que Cabades contaba entre sus tropas con los belicosos hunos sabiros, 3.000 de los cuales envió en una ocasión a Armenia. 

Sin embargo, el que mayor partido sacó a las tropas de hunos sabiros fue Justiniano, quien consiguió aliarse con su poderosa reina, Boa, como nos cuentan varios historiadores bizantinos, entre ellos Juan Malalas. Según estos autores, Boa, o Boarex como la llaman algunos, gobernaba las tierras de los hunos sabiros tras la muerte de su marido, Blach. Aunque sobre esto hay que puntualizar que los sabiros de las fuentes bizantinas en realidad no eran hunos, sino un pueblo de origen oscuro, quizás turco, que habitaba desde hacía algunos años al norte del Cáucaso, entre el río Don y el delta del Volga. 

Los cronistas añaden que Boa tenía dos hijos pequeños y que era una mujer de complexión y sabiduría varoniles, que gobernaba con vigor y que tenía bajo su mando a 100.000 hombres, cifra probablemente exagerada que algún historiador moderno cree que es fruto de la propaganda bizantina. 

A continuación nuestras fuentes nos dicen que Justiniano pudo aliarse con Boa gracias a los numerosos regalos que le entregó, entre los que habían vestimentas imperiales, vasos de plata y mucho dinero. Al mismo tiempo el emperador sasánida Cabades se alió con Glom y Tyranx, dos reyes de otra raza de hunos situados más allá de los territorios de Boa. 

Luego se nos dice que en el año 528 Boa venció en batalla a Glom y Tyranx cuando estos se disponían a pasar a territorio persa o bien cuando se dirigían a través de su territorio hacia Persia, y aunque no sabemos el lugar de este combate, las fuentes si nos cuentan que las tropas de Boa aniquilaron casi por completo al ejército de 20.000 hombres de Glom y Tyranx, y a pesar de que es un dato que se omite, ambos ejércitos debieron estar constituidos en su totalidad por jinetes, algo típico de los pueblos nómadas de las estepas. 

Por su parte, la suerte de ambos reyes hunos no fue mucho mejor que la de su ejército. Glom fue muerto en la batalla por las tropas de Boa, mientras que Tyranx fue capturado y enviado encadenado como prisionero a Justiniano, siendo finalmente ejecutado en Constantinopla. Respecto a esto, el copto Juan de Nikiu dice que Tyranx fue colgado de un árbol y clavado a él. Por último, Teófanes el Confesor y Jorge Cedreno nos dicen que tras esto Boa mantuvo la paz y la alianza con Justiniano, siendo esta la última información que tenemos sobre la reina de los sabiros, desapareciendo así de los registros históricos.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/channel/UC8Rx6U8r2-DGtHYDxIIThAg/videos

jueves, 26 de septiembre de 2024

1945, Tokio anuncia que globos con pilotos kamikaze bombardearán los EE. UU.


Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

MÉXICO Y EL ARMA SECRETA JAPONESA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Como hemos visto en otros videos, pese a la distancia, América también se vio envuelta en la Segunda Guerra Mundial. Así, podemos mencionar los ataques a barcos en el Caribe, o los bombardeos de una isla puertorriqueña y de un puerto costarricense, sin embargo, es muy poco conocida la llegada a México de globos-bomba japoneses en 1945. 

Todo empezó en 1942, ya comenzada la Guerra del Pacífico y tras los primeros bombardeos estadounidenses de Japón. Para devolver el golpe los japoneses se propusieron atacar suelo estadounidense y para ello rescataron un viejo proyecto de los años '30, el de los Fu-Go, globos capaces de transportar y lanzar bombas. En un principio los globos debían ser lanzados desde submarinos, pero la idea fue descartada y se optó por lanzarlos desde suelo japonés y que la corriente en chorro que circula en dirección oeste-este sobre el océano Pacífico los llevara desde Japón hasta los Estados Unidos. 

Los globos, fabricados de papel y con un diámetro de 10 metros, constaban de un mecanismo que regulaba el hidrógeno que los hacía ascender, bolsas de lastre y un dispositivo de control de altitud, incluso algunos llevaban radiosondas para seguir su movimiento. En cuanto a la carga, los globos transportaban varios dispositivos incendiarios y una bomba antipersona o, en otros casos, una bomba incendiaria que debían dejar caer. A este tipo de globo, el A, hay que sumar el desarrollado por la Armada del Japón, hecho de seda y recubierto de goma, conocido como Tipo B. 

Finalmente, los globos-bomba comenzaron a ser lanzados desde principios de noviembre de 1944 desde varias estaciones de lanzamiento al este de Honshu, la principal isla de Japón. La ofensiva nipona se extendió hasta abril de 1945, cuando se agotaron todos los recursos para fabricar nuevos globos, aunque estos siguieron llegando a Norteamérica durante las siguientes semanas. Durante aquellos meses se cree que fueron lanzados cerca de 9.300 globos. 

El primer globo se detectó en Hawaii a mediados de aquel mismo noviembre. Ya en diciembre varios fueron encontrados en distintos puntos de Estados Unidos. Durante los siguientes meses casi 300 globos que consiguieron llegar a Norteamérica fueron encontrados en las islas Aleutianas, Alaska, Canadá y sobre todo en el oeste y el noroeste de los Estados Unidos, siendo los estados de Washington, Oregón, Idaho y Montana donde se efectuaron más hallazgos, aunque hay noticias de varias decenas de globos que llegaron mucho más al este, como a Iowa, Texas e incluso Michigan. Sin embargo, a pesar del elevado número de globos llegados a Norteamérica solo se registró algún incendio y la muerte de una familia que encontró y manipuló una de las bombas, por lo que se puede decir que los globos japoneses no tuvieron el éxito esperado por sus creadores.

Por otro lado, a pesar de la magnitud de la ofensiva, la censura consiguió que la noticia de la llegada de los globos apenas trascendiera. El objetivo de este silencio era el de no crear alarma entre la ciudadanía y el de no dar pistas a los japoneses sobre el recorrido y la efectividad de su nueva arma. 

Solo a partir de mayo de 1945, cuando el ataque acabó, se comenzaron a publicar noticias sobre lo ocurrido. Así, a final de ese mes podemos leer en la prensa mexicana titulares como “Japón Ataca a Estados Unidos Usando Globos de Papel”. Días después se publicaron declaraciones de un portavoz militar japonés que amenazaba con atacar a los Estados Unidos con globos tripulados. Además, este portavoz afirmaba que los estadounidenses no eran sinceros en cuanto a los verdaderos daños que los globos habían causado en su territorio. 

A continuación, el 7 de junio, la prensa mexicana mencionaba una información estadounidense según la cual habían caído globos-bomba japoneses en México, aunque el subsecretario de la Defensa Nacional, Francisco Urquizo, declaró no tener noticias al respecto. Otro alto funcionario, el general Leobardo Ruiz, dijo que “en el caso de que los japoneses atacasen así el territorio mexicano, la Secretaría de la Defensa Nacional adoptaría contundentes medidas para controlar y neutralizar los efectos de tales globos”.

Sin embargo, a pesar de estas declaraciones, investigaciones posteriores revelaron que al menos tres globos cayeron en México. El primer globo del que tengamos noticias que llegara a México se encontró el 19 de marzo en Sonoyta, en el Estado de Sonora, cerca de la frontera con Estados Unidos. Según uno de los estudios sobre globos Fu-Go, se cree que el globo fue derribado por un avión de combate estadounidense. 

Un segundo globo fue encontrado el 28 del mismo mes en Laguna Salada, en el Estado de Baja California, también cerca de la frontera con Estados Unidos. Según una de las investigaciones, un avión de combate estadounidense derribó un globo al sur de Valle Imperial, California, aunque los restos se estrellaron al otro lado de la frontera, sin embargo, no se sabe si los restos fueron recuperados por los estadounidenses. Y es que podemos leer en uno de los estudios mencionados que los mexicanos, al no tener equipos de recuperación y al carecer casi de información, habían dado su aprobación a los estadounidenses para penetrar en su territorio sin previo aviso si había actividad de globos allí. 

Semanas después, el 20 de abril, un tercer globo fue encontrado en el Estado de Coahuila, aunque carecemos de más información. Tras este no hay más noticias confirmadas al respecto, aunque hay relatos orales que señalan que algún globo pudo llegar tan al sur como el Estado de Querétaro. 

De este modo México, que por entonces ya se encontraba en guerra con Japón, fue alcanzado de forma involuntaria por la que se considera la primera arma intercontinental de la historia.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

jueves, 19 de septiembre de 2024

Las siete maravillas de la Antigüedad según la Excerpta Vaticana (= De incredibilibus)

 


Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

LAS SIETE MARAVILLAS DESCONOCIDAS DEL MUNDO ANTIGUO

Durante la Antigüedad y la Edad Media fue común la confección de listas de las siete maravillas del mundo. Salvo algún cambio, la lista más o menos definitiva era la que incluía, entre otras obras, a las Pirámides de Egipto, los Jardines Colgantes de Babilonia y el Coloso de Rodas. Sin embargo, hubo otras listas y menciones en las que podemos encontrar varias decenas de obras más, algunas poco conocidas. Con las más llamativas y espectaculares de todas ellas hemos elaborado nuestra propia lista de la que hablaremos a continuación. 

El primer monumento del que hablaremos, y quizás el más extraordinario, es la estatua flotante de Belerofonte. Según un relato medieval, en la ciudad de Esmirna, en Asia Menor, había una estatua del héroe Belerofonte montando a Pegaso en el borde de un acantilado. Pegaso estaba sujeto discretamente detrás de una pezuña y se balanceaba si se le tocaba con suavidad, pero permanecía firme si se le empujaba con fuerza. Por su parte, otros autores que incluyen a esta estatua entre las siete maravillas del mundo, la sitúan en Roma y dicen que era de hierro y que flotaba en el aire, sin estar sostenida por cadenas ni vigas, sino por grandes imanes, los cuales, distribuidos uniformemente hacían levitar a esta obra que pesaba varias miles de libras. 

Autores modernos que han estudiado el magnetismo en la Antigüedad señalan que si bien en esa época se conocían las propiedades de los imanes y hay noticias de estatuas flotantes, en este caso es posible que se hayan fusionado dos noticias diferentes o que se halla producido un error textual que no permita discernir como era en realidad esta estatua que maravilló a varios autores medievales. 

La segunda maravilla de la que hablaremos es el Palacio de Ciro II el Grande en Ecbatana, antigua residencia real meda y persa próxima a la moderna ciudad iraní de Hamadán. Creemos que esta obra es incluida por primera vez en una lista de maravillas en época augustea. Concretamente lo hace el hispano Higino, el cual dice: “el palacio de Ciro, que hizo Memnón con piedras brillantes de varios colores, unidas con oro”. Tras Higino, el escritor Ampelio dice que estaba construido con piedras blancas y negras unidas con oro, y que estaba decorado con columnas de varios colores, ventanas de plata y tejas de piedra verde. Luego, en la tardoantigüedad, encontramos nuevas referencias, pero mucho más escuetas. 

Sin embargo, quien da más detalles sobre este complejo palacial es Polibio en el siglo II a. C. El autor griego describe una construcción que recuerda a la famosa Persépolis, pero con una decoración mucho más lujosa. Cuenta Diodoro que el palacio tenía un perímetro de más de un kilómetro y que las partes de madera eran de ciprés y cedro; las vigas, los techos y las columnas estaban forradas de plata o de oro, y las tejas eran todas de plata, aunque todo fue robado en época de Alejandro Magno y de los Seléucidas, por lo que no se puede comprobar cuanto de real hay en los relatos grecolatinos. 

La siguiente maravilla de la que hablaremos también es persa. De ella solo nos habla el obispo galorromano Gregorio de Tours en el siglo VI. En una de sus obras Gregorio hace una lista de siete maravillas entre las que incluye el Arca de Noé y el Templo de Salomón. En cuarto lugar de su lista sitúa la Tumba de Amatista de un rey persa. Según la descripción de la tumba, la cual hemos intentado recrear, esta estaba “labrada con maravillosa factura en una sola piedra de amatista hueca, grabada en bajorrelieve, y en el exterior había efigies de hombres, bestias y pájaros en altorrelieve. También tenía árboles con hojas y frutos tallados en altorrelieve”. 

Se ha pensado que aquí Gregorio se confunde y que en realidad habla del Mausoleo de Halicarnaso o del Palacio de Ciro en Ecbatana, aunque la descripción de la tumba de amatista no se parece a estas construcciones. Así que o bien Gregorio habla de una obra desconocida o utilizó una fuente lo suficientemente deformada como para que sea imposible identificar a que construcción se refiere. 

La cuarta obra de nuestra lista es el Altar de Cuernos de Delos, también conocido como Keratón. Según el poema de Calímaco cuando el dios Apolo tenía cuatro años construyó cerca del lago sagrado de Delos un altar tejiendo las cabezas de cabras que Artemisa cazaba. Construyó los cimientos con cuernos, edificó el altar con cuernos y levantó una muralla alrededor también con cuernos. Por su parte, una lista de maravillas del mundo que encontramos en el texto conocido como Sobre fenómenos increíbles, dice: “el altar de marfil de Delos, del que se cuenta que fue hecho gracias a las ofrendas de los cuernos diestros presentados al dios en un solo día”. También Plutarco diría que “el altar de cuerno que es celebrado entre las llamadas 'Siete Maravillas', pues sin necesidad de cola ni de ningún otro material aglutinante está ensamblado y articulado exclusivamente a base de cuernos del lado derecho”, aunque en otro pasaje hablaría de cuernos izquierdos. 

Sin embargo, a pesar de ser admirado en la Antigüedad y muy importante en las ceremonias de Delos desconocemos con seguridad tanto el aspecto como la ubicación exacta de este altar, aunque autores modernos han hecho varias propuestas para su identificación. Así, algunos han pensado en el “Monumento del Ábside” o en el “Templo 42”, o lo han intentado imaginar como un edificio circular, una especie de tholos, en el que se realizaban sacrificios y a alrededor del cual se efectuaban danzas rituales. 

La quinta maravilla de la que hablaremos es el Templo de Adriano en Cízico. Este monumento, del que Elio Arístides dijo que era “el más grande de todos” y Dion Casio que era el “más grande y hermoso de todos los templos”, fue construido en el siglo II d. C., pese a ello, solo aparece en listas de maravillas del periodo bizantino. Así, un texto anónimo de hacia el año 500 menciona el Templo de Adriano “que se alza firme sobre un largo acantilado”, en referencia a que estaba situado en una altura sobre la costa del mar de Mármara, en la moderna Turquía. Años después, el cronista Juan Malalas diría que “Adriano construyó un templo muy grande en Cízico, una de las maravillas, y colocó allí en el techo del templo una estatua de mármol, un busto muy grande de sí mismo, en el que inscribió 'Divino Adriano'”. 

Hoy día, debido a una larga serie de terremotos, solo quedan algunos restos de este templo, sin embargo son suficientes para dar la razón a los autores antiguos, ya que esta colosal construcción mediría entre 90 y 120 metros de largo, siendo así uno de los templos más grandes del mundo grecolatino. En sus lados frontal y posterior el templo tenía ocho columnas y en sus laterales quince, todas ellas rematadas con enormes capiteles corintios. Este templo y su recinto eran tan grandes, que Elio Arístides dijo que en el cabía una ciudad. Además, por los restos conservados y por una descripción del siglo XV, sabemos que el templo estaba ricamente decorado con relieves de todo tipo. 

La sexta maravilla de nuestra lista es quizás la más conocida, la Atenea Pártenos. Está estatua crisoelefantina de la diosa Atenea estaba situada en el interior del Partenón de Atenas. Fue obra de Fidias y de sus discípulos, y se concluyó hacia el año 438 a. C. Esta obra solo está incluida en tres listas tardías de maravillas del mundo, pero no se la describe, por lo que hay que recurrir a autores como Pausanias o Plinio el Viejo y a varias copias posteriores para conocer cómo era. 

La estatua, que estaba hecha de madera y revestida de oro y marfil, tenía según Pausanias en mitad del casco “una figura de la Esfinge y a uno y otro lado (…) grifos esculpidos”. Pausanias añade que la “estatua de Atenea es de pie con manto hasta los pies, y en su pecho tiene inserta la cabeza de la Medusa de marfil; tiene una Nike de aproximadamente cuatro codos [en una mano] y en la [otra] mano una lanza; hay un escudo junto a sus pies y cerca de la lanza una serpiente; esta serpiente podría ser Erictonio. En la base de la estatua está esculpido el nacimiento de Pandora”. A esto agrega Plinio que medía 26 codos de altura y que en la parte exterior del escudo estaba esculpida la guerra de las Amazonas y en su parte interna la Gigantomaquia. 

Por último, la séptima maravilla de la que hablaremos es el Obelisco de Babilonia. El único autor que nos habla de esta obra es Diodoro de Sicilia en el siglo I a. C. Según Diodoro la mítica reina “Semíramis cortó una piedra de las montañas armenias de ciento treinta pies de longitud y de veinticinco de anchura y espesor; la trajo con un gran número de yuntas de mulas y de bueyes hacia el río y la subió sobre una balsa; y, tras conducirla sobre ella corriente abajo hasta Babilonia, la levantó junto a la calle más conocida, asombroso espectáculo para los transeúntes; a la cual algunos denominan obelisco por su forma, y que cuentan entre las siete obras renombradas”. 

De ser cierta esta información de Diodoro querría decir que este obelisco mediría casi 40 metros, solo algo menos que el gran obelisco inacabado de Asúan, el más grande que se conoce. Sin embargo, hay que indicar que aunque en Mesopotamia se conocían los obeliscos, no hay noticias de que hubiera ninguno ni remotamente parecido en tamaño al descrito por Diodoro. Por tanto, es posible que este autor se equivocara en su información, que en realidad hablara de Egipto o que en realidad se refiriera a otro tipo de construcción típica de Mesopotamia, el zigurat.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

sábado, 7 de septiembre de 2024

Relación que dió Juan de Areizaga de la navegación de la armada de Loaisa hasta desembocar el Estrecho, y de los sucesos de la nao Santiago que se separó allí y aportó á Nueva-España

 




Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

LOS EXPLORADORES GRIEGOS DE URUGUAY, ARGENTINA Y CHILE (II): LOAYSA Y ALCAZABA (1525-1538)

Como vimos en el anterior video, varios marinos griegos, miembros de la expedición de Magallanes, participaron en el descubrimiento y exploración de las costas de las actuales Uruguay, Argentina y Chile. Sin embargo, estos no fueron los últimos, y en los siguientes años otros griegos visitaron aquellas costas. 

Tras Magallanes, una expedición encabezada por el comendador García Jofre de Loaísa que también se dirigía a las Molucas recorrió aquellos litorales entre diciembre de 1525 y mayo de 1526. En esta armada iban unos quince marinos griegos, entre ellos el buzo Jorge Griego, el maestre Nicolás de Rodas y el marinero Francisco de Paris. 

Tras pasar por lugares como la “tierra de los humos” o la isla de los patos, la expedición de Loaísa, que navegaba disgregada, llegó a mediados de enero a la entrada del estrecho de Magallanes, momento en que una tormenta hundió una de las naves, como nos cuenta Francisco de Paris en su relato. En esta nave, de la que se pudo rescatar a la mayoría de los hombres, iban a bordo tres griegos, el buzo Jorge Griego, el marinero Nicolás de Nápoles y el grumete Bautista de Xio. 

Días después, el resto de las naves entró en el estrecho y llegaron a la que Paris llamó bahía de la Victoria, ya en aguas de lo que hoy es Chile, donde pasaron varios días. En ese tiempo, como nos dice Paris, una tormenta dañó una de las naves y otras dos desertaron, una de ellas se perdió cuando intentaba llegar a las Molucas a través del cabo de Buena Esperanza y otra consiguió arribar a España. 

Luego el resto de las naves salió del estrecho y fueron al río de Santa Cruz a efectuar reparaciones durante las siguientes semanas, volviendo a entrar en el estrecho el 8 de abril. De lo que pasó durante la travesía por el estrecho no nos habla Paris, pero otros relatos nos cuentan como pasaron por lugares como el puerto de la Concepción, el puerto de las Sardinas o el puerto de San Juan de Portalatina, hasta que alcanzaron el océano Pacífico el 26 de mayo. Tras esto Paris cuenta que las naves se separaron, una consiguió llegar a Nueva España, otra a la isla de “Sant Guin”, otra a Tidore, en las Molucas, y una, la San Lesmes, se cree que pudo llegar a Nueva Zelanda y Australia. 

Años después, una expedición enviada por Hernán Cortés encontró a varios supervivientes en Tidore, entre ellos estaban tres griegos, Francisco de Paris, Juan Griego y Pablo Griego. Más tarde, Paris sería uno de los escasos supervivientes que consiguieron regresar a España, convirtiéndose así en uno de los pocos hombres en completar la segunda vuelta al mundo. 

Tras esta, otras expediciones con marinos griegos entre sus tripulantes llegaron a aguas de Sudamérica. Así, en la expedición encabezada por el veneciano Sebastián Caboto sabemos que había varios griegos, aunque al parecer solo dos, el marinero Juan Griego y el carpintero Juan Cazagurri, navegaron entre 1526 y 1530 por las aguas del Río de la Plata, el Paraná y el Paraguay. 

En ese tiempo otra expedición llegó al Río de la Plata y el Paraná, la encabezada por Diego García de Moguer, aunque desconocemos si algún griego iba a bordo. 

En esa misma época en España el portugués Simón de Alcazaba preparaba la Armada de la Especiería que debería dirigirse a las Molucas a través del estrecho de Magallanes. Por la documentación sabemos que en esta expedición estaban enrolados tres griegos: los maestres Nicolao Griego y Marcos de Candía, y el marinero Nicolao de Rodas. Sin embargo, la expedición se suspendió en 1529 cuando España renunció a la posesión de las Molucas. 

Ese mismo año Alcazaba recibió el gobierno de todos los territorios al sur del Perú, lo que se llamó la gobernación de Nueva León, por lo que comenzó a preparar una armada para explorarlos y tomar posesión de ellos. Por fin, en septiembre de 1534 la armada de Alcazaba zarpó. En esta flotilla de solo dos naves, se encontraba el piloto Nicolao Griego, quizás el mismo mencionado anteriormente. Tras una escala en las Canarias, la expedición no volvió a tomar tierra hasta llegar a las costas patagónicas en enero de 1535, concretamente lo hizo en el litoral chubutense y en río Gallegos. Luego la armada entró en el estrecho de Magallanes donde pasó un mes, aunque el mal tiempo hizo que diera la vuelta y anclara en la bahía Gil, en la moderna provincia de Chubut, donde en febrero fue fundado “Puerto de los Leones”. 

A continuación, Alcazaba organizó una expedición armada que avanzó hacia el interior del territorio cerca de 100 leguas. Esta, según los relatos que se conservan, estaba guiada por un piloto que hacia uso de sus instrumentos de navegación para ello, y que según parece era Nicolao Griego, el cual se convirtió así en uno de los primeros exploradores de la Patagonia. Sea como fuere, la expedición acabó en desastre, los hombres se amotinaron y mataron a Alcazaba, consiguiendo tras muchos problemas llegar una de las naves a Santo Domingo en septiembre, siendo uno de los supervivientes el piloto Nicolao Griego. 

Ese mismo año partió de España la armada de Pedro de Mendoza, el cual fundaría Buenos Aires, aunque de los cientos de hombres que componían la expedición parece que ninguno era griego. 

Por último hablaremos de la expedición comercial del genovés León Pancaldo, quien con dos naves pretendió llegar desde España al Perú a través del estrecho de Magallanes, sin embargo, al perder en noviembre de 1537 una de ellas en el “río de Gallegos”, al sur de la Patagonia, la otra se dirigió a Buenos Aires, frente a donde se hundió a finales de abril de 1538. Aunque no conocemos a todos los tripulantes de esta expedición sabemos que varios eran genoveses y, teniendo en cuenta que por entonces Génova aún tenía posesiones en el Egeo, no sería descabellado pensar que hubiera griegos entre los hombres de Pancaldo. 

Tras esta hubo otras expediciones a aquellas costas, como la enviada por el obispo de Plasencia o la de Juan Ladrillero, aunque desconocemos la presencia de griegos entre sus tripulantes.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

domingo, 1 de septiembre de 2024

La expedición de Fernando de Magallanes en Brasil (nov. 1519 - ene. 1520) según el relato del griego Francisco Albo

 





Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/watch?v=0VlqjIpfskI

LOS EXPLORADORES GRIEGOS DE URUGUAY, ARGENTINA Y CHILE (I): LA EXPEDICIÓN DE MAGALLANES (1520)

Como hemos visto en otros videos, durante la exploración, conquista y colonización de América encontramos entre las huestes castellanas a personas de otras nacionalidades, como ingleses, húngaros o griegos. En el caso de los griegos es poco conocido su papel en el descubrimiento y exploración de las costas de lo que hoy son Uruguay, Argentina y Chile durante los primeros decenios del siglo XVI, empresa en la que destacaron como avezados navegantes. 

Dejando a un lado alguna expedición y supuestos viajes de los que no tenemos mucha información, las primeras noticias fehacientes de la presencia de marinos griegos en el Río de la Plata, la Patagonia y el estrecho de Magallanes son de 1520. 

Todo comenzó el año anterior, cuando nueve o diez marinos griegos se enrolaron en la expedición de Fernando de Magallanes al Maluco, también conocido como las islas Molucas o las islas de las Especias, en lo que hoy es Indonesia. De estos griegos destaca uno de ellos, Francisco Albo, natural de la isla de Quíos, que fue contramaestre de una de las naves de la expedición, la nao Trinidad, y que nos dejó uno de los primeros relatos en los que se describen las costas del Río de la Plata, la Patagonia y el estrecho del Magallanes. 

Cuando la armada zarpó de España en agosto de 1519 uno de los griegos, el grumete Antonio Gómez de Axio, quedó en tierra. Luego, tras navegar en paralelo a la costa de África, la expedición cruzó el Atlántico hasta las costas de Brasil, las cuales recorrieron hacia el sur durante las últimas semanas del año. En ese tiempo fue ejecutado el maestre Antonio Salomon, griego según unos documentos o siciliano según otros. 

A continuación, hacia el 9 de enero de 1520, la expedición llegó a las aguas del actual Uruguay. En aquella costa otro miembro de la expedición, el italiano Antonio Pigafetta, menciona que vieron a un caníbal de “estatura gigantesca” al que intentaron capturar, cosa que no cuenta Albo. Luego, el día 10, según el relato del griego, navegaron cerca del cabo de Santa María, dirigiéndose después hacia el oeste, hacia el “río de los Patos” y a lo que él llamó “Monte Vidi”, lo que hoy es Montevideo. 

Seguidamente, durante las siguientes semanas, dice Albo que exploraron el “río de Solís”, el actual Río de la Plata, en busca de un pasaje para pasar al Mar del Sur, es decir, el océano Pacífico. Tras no hallarse este pasaje, la expedición continuó su travesía hacia el sur, llegando el 7 de febrero a la “punta de San Antón”, el 8 al “cabo de Santa Polonia” y el 9 a “punta de las Arenas”. En la actualidad estos lugares son conocidos como cabo San Antonio, punta Médanos y punta Mogotes, situados los tres en la moderna provincia de Buenos Aires. 

Luego, según el marino griego, navegaron hacia el oeste por una costa que califica de muy buena con “montecitos verdes y tierra baja”. Durante los siguientes días la expedición permaneció en bahía Blanca, navegando a continuación hacia el sur. El día 24 Albo cuenta que llegaron a una bahía muy grande, a la que bautizaron como “bahía de San Matías”, que según se cree no se corresponde con el actual golfo de San Matías, sino con Golfo Nuevo, situado algo más al sur, en la moderna provincia de Chubut. Luego, el 27, capturaron algunos lobos marinos en unos islotes de la costa chubutense, la cual Albo describe como “buena tierra y lindos campos sin árboles, y muy llana tierra”. 

A continuación, durante los siguientes días navegaron hacia el sur recorriendo la costa patagónica, llegando a finales de marzo al puerto de San Julián, en la actual provincia de Santa Cruz, donde permanecieron todo el invierno. Allí cuenta Albo que se les presentaron muchos indios vestidos de pieles de una especie de camellos sin joroba, es decir, guanacos. Sin embargo, Albo no dice que fueran gigantes, como si dice Pigafetta, quien menciona incluso el intento de capturar a varios de estos gigantes para llevarlos a España. Tampoco menciona el griego el naufragio de una de las naves de la armada, ni el motín frustrado contra Magallanes en el que es posible que participaran algunos de los griegos de la expedición. 

Finalmente, la expedición zarpó del puerto de San Julián el 24 de agosto, llegando dos días después al que llamaron “río Santa Cruz”, donde permanecieron hasta el 18 de octubre. Tres días después, el 21, Albo dice que llegaron al cabo Vírgenes y a una abertura en cuya entrada había una punta de arena, la actual punta Dungeness, donde hoy está la frontera entre Argentina y Chile, tras lo cual la expedición entró en el canal, ya en aguas chilenas. 

Albo menciona en su relato lo que se conoce como Primera Angostura, tras lo cual encontraron un gran ancón con muchos bajíos, llegando después a la Segunda Angostura, tras la cual hallaron “una bahía muy grande […] y unas islas”, sin duda siendo una de ellas isla Isabel. Luego en su relato, el griego cuenta como en aquel “estrecho hay muchos ancones, y las sierras son muy altas y nevadas, y con mucho alboledo”. 

Lo que Albo no dice en su relato, es que mientras recorrían el estrecho, una de las naves, la nao San Antonio, se sublevó y dio marcha atrás para volver a España. Aquel barco, en el que estaba el marinero y artillero griego Simón de Asio, se cree que pudo llegar a unas islas que fueron después conocidas como Sansón, quizás las actuales Malvinas. 

Sea como fuere, tras esto Albo cuenta como llegaron a la altura de lo que hoy se conoce como isla Dawson, desde donde tomaron dirección noroeste, viendo muchas islas durante aquel tramo de la travesía, llegando finalmente al final del estrecho, donde había dos cabos, uno al que llamaron “cabo Fermoso” y al otro cabo Deseado. 

Ya en el océano Pacífico se dirigieron hacia el norte, viendo el 1 de diciembre tierra, quizás la isla chilena de Campana. Durante los siguientes días se alejaron de la costa, volviéndose a aproximar a ella hacia el día 12 y navegando hacia el norte cuatro días más, hasta que el día 16, a la altura de la moderna ciudad de Concepción, tomaron rumbo noroeste, internándose así en el Pacífico. 

Por último hay que señalar que tras muchas peripecias en este océano y en las islas de Indonesia, donde desertaron Juan Griego y Mateo de Gorfo, dos de los griegos de la expedición, los supervivientes de la armada atravesaron el Índico, doblaron el cabo de Buena Esperanza en mayo de 1522 y llegaron a las islas de Cabo Verde en julio, donde los portugueses capturaron a varios hombres, entre ellos al marinero griego Felipe de Rodas, consiguiendo llegar a España en septiembre solo dieciocho hombres, incluidos los griegos Francisco Albo, Miguel de Rodas, Nicolao de Nápoles y Miguel Sánchez, haciéndolo tiempo después el mencionado Felipe junto a otros hombres. 

Pero estos, como veremos en el siguiente video, no fueron los únicos griegos que participaron en la exploración de las costas de las actuales Uruguay, Argentina y Chile.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

lunes, 26 de agosto de 2024

1949, Perú rompió relaciones diplomáticas con Cuba

 


Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

EL CONFLICTO TERMONUCLEAR FRANCO-PERUANO (1973)

Como hemos visto en otros videos, a lo largo de la historia de América se han dado innumerables conflictos diplomáticos producidos por todo tipo de causas, resultando algunos insólitos por los motivos que los ocasionaron. Este es el caso del conflicto franco-peruano provocado por las pruebas nucleares francesas llevadas a cabo en el Pacífico Sur. 

Todo comenzó en 1963. Ese año el gobierno peruano tuvo conocimiento de que Francia estaba construyendo en la Polinesia Francesa instalaciones para realizar pruebas nucleares. En esas fechas Perú, Nueva Zelanda y Australia protestaron y pidieron explicaciones a Francia al respecto. En el caso de Perú, las autoridades de este país se mostraron preocupadas por los efectos que esas pruebas pudieran tener en los recursos marinos. 

Más tarde, en 1966, las autoridades peruanas protestaron y denunciaron la peligrosidad de aquellas pruebas. Días después, la Cámara de Diputados de Perú las condenaron y las calificaron de “amenaza para la paz mundial”. 

A pesar de las protestas, Francia realizó varias pruebas nucleares entre 1966 y 1968,  provocando nuevas quejas peruanas. Entre 1970 y 1971 se llevaron a cabo más de una docena de nuevas pruebas, lo que llevó al gobierno de Juan Velasco Alvarado a enviar un ultimátum al presidente francés Georges Pompidou en agosto de 1971. En este ultimátum podemos leer: 

“en resguardo de la salud, seguridad y supervivencia de su pueblo, ante los efectos perjudiciales que originan las explosiones nucleares que realiza Francia en [el atolón de] Mururoa, reitera su más enérgica protesta”. 

A continuación, se requería a Pompidou la suspensión inmediata de las pruebas nucleares, de lo contrario, el Gobierno de Perú rompería relaciones diplomáticas con el Gobierno de Francia. 

Un año más tarde, en 1972, varios países de la región apoyaron a Perú y condenaron las pruebas nucleares francesas por el peligro que representaban para el hombre y para la naturaleza. 

Tiempo después, en 1973, leemos en prensa que el embajador francés en Lima recibió amenazas a raíz de las pruebas nucleares en la Polinesia, materializándose estas a principios de julio cuando una bomba explotó en los exteriores de la embajada francesa. 

Semanas más tarde, el 21 de julio, Francia llevó a cabo el test Euterpe en el atolón de Mururoa, en el archipiélago de Tuamotu. Dos días después, el 23, Velasco propuso a los presidentes de Ecuador y Colombia el rompimiento conjunto de relaciones con Francia. Ese mismo día y como resultado del ultimátum de 1971, el Gobierno de Perú rompió relaciones diplomáticas con Francia al considerar que los franceses habían desoído sus reiteradas protestas y que aquellas pruebas ponían en riesgo la salud de los peruanos, aunque el ministro Edgardo Mercado Jarrín puntualizó que la ruptura diplomática no afectaría a las relaciones comerciales. 

Sin embargo, esto no hizo mella en los ánimos franceses y el ministro de Asuntos Exteriores francés Michel Jobert anunció que las pruebas proseguirían, como así fue el día 28 de julio y varias veces más durante las siguientes semanas. 

El día 31 leemos en prensa que el Gobierno de Perú estaba dispuesto a reanudar las relaciones diplomáticas con Francia, siempre y cuando este país suspendiera las pruebas nucleares en la Polinesia. 

Poco después, el 3 de agosto, varios países de América, el conocido como Grupo Andino, volvieron a protestar por las pruebas nucleares atmosféricas que consideraban “contrarias a los altos intereses de la paz y seguridad internacional”. 

Días más tarde podemos leer en prensa las declaraciones de un médico peruano que aseguraba que, tras las pruebas nucleares francesas, en Lima habían aumentado las enfermedades respiratorias, oftálmicas y dermatológicas. 

Finalmente, hay que señalar que a pesar de las protestas peruanas las pruebas nucleares francesas continuaron durante las siguientes décadas, lo que no impidió que las relaciones entre ambos países se reanudaran en agosto de 1975.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

jueves, 15 de agosto de 2024

Capitulación de Isidro Barradas (cuartel general de Puebloviejo de Tampico, 11 de septiembre de 1829)


Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos

LA REPÚBLICA FEDERAL DE CENTROAMÉRICA CONTRA ESPAÑA (1828-1830)

Como hemos visto en otros videos, aunque a finales de la década de 1820 la independencia de las repúblicas americanas era un hecho, aún persistía el peligro del regreso de los españoles. Para ello, las nuevas repúblicas tomaron medidas, siendo un caso poco conocido el de la efímera República Federal de Centroamérica, que pese a su tamaño, escasos recursos y problemas internos se mostró muy hostil con su antigua metrópoli. 

En esa época la presencia española en Cuba y Puerto Rico y el envío desde la península de expediciones militares aún representaban una amenaza, por ello el 7 de julio de 1828 en la República Federal de Centroamérica se emitieron dos decretos contra los españoles. 

En uno de los decretos se decía que “todos los puertos de la República habilitados para el comercio exterior en sus costas del Norte y del Sur, se cierran al Pabellón español, y a los frutos y producciones del suelo y de la industria de España, sus colonias y dependencias”. Asimismo, se prohibía “la exportación de frutos naturales y manufacturas de Centro américa, con destino a cualquier puerto sujeto al gobierno español”. 

Por su parte, en el otro decreto podemos leer que “a ningún súbdito del Gobierno español, de cualquier clase, edad y condición que sea, se permitirá entrar al territorio de la República, ni desembarcar en sus puertos”. 

Un año después, en julio de 1829, el brigadier español Isidro Barradas comandó una expedición que desembarcó en México con intención de reconquistar aquel país. Esto, unido a noticias previas de supuestos planes españoles para invadir Centroamérica, motivó que las autoridades de la República Federal y las de sus respectivos Estados se preocuparan. 

Lo primero que hizo el presidente centroamericano José Francisco Barrundia fue lanzar una proclama el 3 de septiembre, curiosamente, solo unos días antes de la de capitulación española en México. En esta proclama Barrundia se negaba a que América volviera a caer bajo la tiranía española y advertía de la posibilidad de que los españoles intentaran atacar Centroamérica, y para evitar esto hacía un llamamiento a los milicianos para defender la patria. 

Poco después, el 9 de septiembre, la Asamblea legislativa del Estado de Guatemala, ante la invasión española de las costas mexicanas y motivada por la proclama de Barrundia, tomó medidas para proteger el territorio guatemalteco, para lo cual decretó la pena capital para los que traicionaran al Gobierno. Asimismo, se consideraría traidores, entre otras cosas, a los espías, a los que proporcionaran ayuda al enemigo y a los que se pasasen a su campo. 

Más tarde, el 3 de octubre el Congreso federal de la República de Centroamérica dictó un decreto que unificaba los decretos de 1828 en los que se prohibía la entrada de los españoles a aquel territorio y comerciar con España. 

Semanas después, aunque las fuerzas de Barradas ya habían sido expulsadas de México, se temía que los españoles residentes en Guatemala pudieran fomentar algún intento de reconquista. Por esto, el 23 de noviembre, considerándose que en aquel territorio había bienes pertenecientes a súbditos españoles cuyas rentas engrosaban los fondos con los que se podría sufragar una tentativa de reconquista, la Asamblea legislativa del Estado de Guatemala decretó la ocupación de “todas las propiedades que existan en el Estado, y pertenezcan a cualesquiera súbditos de la monarquía española”, cuyo importe sería devuelto cuando España reconociera la independencia de la República Centroamericana. 

Más tarde, ante las sospechas de una nueva tentativa española contra México y que esta podría extenderse hasta Centroamérica, donde residían hombres de origen español, la Asamblea de Nicaragua decretó el 27 de mayo de 1830 excluir de cualquier cargo público, civil y militar a todo español hasta que España reconociera la independencia de América. Asimismo, se contemplaba su expulsión del territorio. Además, ante la amenaza de una nueva expedición española, se consideró necesario organizar la defensa del país, por lo que en el mismo decreto se tomaron varias disposiciones para garantizarla. 

Ese mismo año, por interés público, el Congreso Federal, aunque aún se consideraba en guerra con España, suavizó el decreto del 3 de octubre de 1829 que prohibía el comercio con los españoles. Más tarde, tras disiparse el peligro de la reconquista española, estos decretos se fueron derogando con el tiempo.

Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos