jueves, 30 de diciembre de 2021

LOS REYES MAGOS EN EL EVANGELIO ARMENIO DE LA INFANCIA

 


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La historia de los DOCE Reyes Magos

Aunque los Reyes Magos -quizás sacerdotes persas, quizás astrólogos- son figuras populares en el cristianismo, únicamente se les menciona brevemente en el Evangelio de Mateo, en el cual solo se dice que eran magos de oriente que siguieron una estrella hasta Jerusalén. Allí hablaron con Herodes y luego se dirigieron a Belén, donde encontraron al niño Jesús y le adoraron. A continuación, le dieron oro, incienso y mirra y regresaron a su país. 

Todo lo demás que sabemos de ellos proviene de la tradición cristiana occidental. Sus nombres, con ligeras variables, son Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque en textos medievales podemos encontrar otros nombres como Dionisius, Rusticus y Leuiterius o Aureolus, Thureolus y Myrrheolus. 

Su número se suele fijar en tres, pero también existen divergencias, así, en el arte paleocristiano podemos encontrar representaciones de dos, cuatro u ocho magos. Esta última cifra aparece mencionada en la Crónica de Miguel el Sirio, el cual menciona que otros autores pensaban que, en base a una profecía de Miqueas, los magos fueron ocho. 

Sin embargo, en diferentes textos del cristianismo oriental y en los evangelios apócrifos podemos encontrar otras informaciones poco conocidas sobre los magos. Así, la obra conocida como la Caverna de los Tesoros, de hacia el año 600, se menciona a Hormizdah, rey de Persia, a Izgarad, rey de Sabha, y a Perozadh, rey de Sheba. En otros textos se dan nombres diferentes, por ejemplo, en un ostraca copto hallado en el yacimiento egipcio de Medinet Habu se leen los nombres de Bathezora, Melchior y Thaddias. 

Por su parte, en diferentes textos se dan otros nombres y una cifra de magos que llega a doce, como en un comentario en latín del Evangelio de Mateo del siglo V, aunque la tradición más rica sobre los doce Reyes Magos es la siríaca medieval. 

Los nestorianos Teodoro Bar Koni, Hasan Bar Bahlul y el Libro de la Abeja de Solomon de Basora ofrecen listas de doce magos con nombres que recuerdan a la historia babilónica, aqueménida y sasánida. Nombres semejantes podemos encontrarlos en las listas de Moshe Bar Kepha, Dionisio Bar Salibi y Miguel el Sirio. 

En varios de estos textos aparece un nombre, Gundaphar, que ciertos historiadores han identificado con el rey indo-parto Gondophares, cuyo nombre transcrito en algunas lenguas se asemeja al de Gaspar, lo que conectaría a uno de los magos con una figura histórica. 

En otra tradición, la etíope, encontramos listas de tres o doce magos con nombres variopintos. Así, en el conocido como El Libro de Adán y Eva, del siglo VI, se les llama Hor, rey de Persia, Basantar, rey de Saba, y Karsundas, rey del Este. En otros textos aparecen nombres como Mensuram, Likon y Badsiba. En Ibn at-Tayyib encontramos una lista de solo once magos con nombres como Sadaf, Arsak, Aduq o Sarduh. 

Tras hablar de listas de tres o doce magos, hay que señalar una tradición intermedia según la cual eran tres los reyes y nueve los notables que les acompañaban, o bien, doce reyes, pero solo tres fueron los que llegaron a Jerusalén. 

En cuanto al lugar de origen de los magos, en las diferentes listas podemos encontrar países conocidos como Asiria, Persia o Saba, en el sur de Arabia, pero también lugares más insospechados. Por ejemplo, en un texto siríaco conocido como La Revelación de los Magos conservado en la Crónica de Zuqnin aparecen varios datos inéditos sobre los doce magos, entre ellos se dice que procedían del Lejano Oriente, de un lugar llamado Tierra de Sir, que algunos han identificado con Seres, el nombre que en el mundo clásico se daba a China. 

En otro texto, esta vez armenio, aparece una lista de los doce magos en la que tres de ellos figuran como reyes de “Tharsis y de las Islas”, un topónimo que aparece varias veces mencionado en el Antiguo Testamento, como en el Salmo 72, y que se correspondería con la Tartessos del sur de España. 

Pero en el cristianismo oriental no solo podemos encontrar datos sobre los nombres, el número y el origen de los magos, también podemos hallar otras informaciones sobre ellos. Por ejemplo, Miguel el Sirio cuenta que los magos hicieron su camino con un cortejo de miles de soldados. En La Revelación de los Magos se dice que los magos eran descendientes de Seth, hijo de Adán. 

En la Caverna de los Tesoros se narra que la Estrella de Belén apareció dos años antes de que naciera el Mesías, lo que echaría por tierra algunas de las explicaciones modernas que identificaban la estrella con un cometa o con una conjunción planetaria. Otro texto, los Comentarios de Ishodad de Merv, obispo del siglo IX, se cuenta que en la estrella que guiaba a los magos, y que solo podían ver ellos, se podía ver la figura de la Virgen abrazando a su hijo. 

En los evangelios apócrifos también podemos encontrar curiosas informaciones sobre los magos. Así en el Evangelio Armenio de la Infancia se narra que un ángel del Señor se apareció a los Reyes Magos para anunciarles el nacimiento de Jesús. Este evangelio añade que uno de los reyes reinaba sobre la India, otro sobre Persia y el tercero sobre los árabes. En el Liber de infantia Salvatoris se dice que Herodes entregó una diadema y un anillo a los magos para que se lo dieran al recién nacido. 

En el Evangelio Árabe de la Infancia se dice que María entregó a los magos un pañal del niño que llevaron a su regreso a Persia. Por último, en el Evangelio de pseudo Mateo se cuenta que, además del oro, el incienso y la mirra, los magos entregaron a Jesús una moneda de oro cada uno. 

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lunes, 27 de diciembre de 2021

CARTA DE BOLÍVAR A SUCRE SOBRE PUERTO RICO (1827).

 




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EL PLAN DE SIMÓN BOLÍVAR PARA INVADIR PUERTO RICO

Sobre las numerosas campañas de Simón Bolívar es mucho lo que se sabe, pero son menos conocidos sus planes para libertar o anexar Puerto Rico y así acabar con el peligro español en América. 

Ya en 1823 el puertorriqueño Antonio Valero de Bernabé propuso un “Plan para la Independencia de Puerto Rico”, según el cual el Estado de Puerto Rico formaría parte de la Gran Colombia, país desde donde saldría una expedición comandada por el General Carlos Soublette. También en esta época el vicepresidente colombiano Francisco de Paula Santander expresaba su voluntad de que Puerto Rico se uniera a la Gran Colombia. 

En diciembre de 1824 Bolívar transmitía a Santander la posibilidad de que, sí España no hacía la paz y no les reconocía, las fuerzas colombianas tomarían La Habana y Puerto Rico, aunque reconocía que era más conveniente lo primero que lo segundo. 

Durante 1825 el peruano Hipólito Unanue y Santander, entre otros, notificaron a Bolívar una serie de rumores sobre el desembarco de tropas francesas en Puerto Rico y Cuba para guarnecerlas. Santander también escribió a Bolívar sobre sus planes de enviar al corsario francés Nicolás Joly a Puerto Rico. Asimismo, Santander comunicó a Bolívar que a través de su agente en Francia había consultado al ministro Villèle sobre si los franceses defenderían La Habana y Puerto en caso de ataque colombiano, aunque no conocemos la respuesta. 

Poco después, Santander informaba a Bolívar que Francia había ofrecido a España conservar sus últimas colonias a cambio de reconocer a las nuevas repúblicas, pero que los españoles seguían obcecados en recuperar las posesiones perdidas. Más tarde, a comienzos de 1826, Santander continuaba contándole sus planes a Bolívar. En esta ocasión hablaba sobre bloquear La Habana, Puerto Rico o Canarias, e incluso atacar la misma España. 

Por aquellas fechas los Estados Unidos intentaron frenar cualquier operación colombiana en las Antillas, donde ellos también tenían pretensiones. Estados Unidos quería apaciguar el ardor guerrero colombiano por un lado porque se veía con buenos ojos que España conservara sus últimas posesiones, y por otro, no querían que se malograsen las negociaciones que Rusia mantenía con España para el reconocimiento de las nuevas repúblicas. 

En verano, el futuro de Puerto Rico se discutió en el Congreso Anfictiónico de Panamá. En este Congreso se debatió si en caso de emancipar la isla, se debía agregar a alguna república o dejar que se constituyera independiente. En agosto Bolívar escribió a los representantes colombianos en el Congreso para indicarles que uno de los puntos del Tratado que se tenía que concluir con México y Guatemala debería ser el de expedicionar contra La Habana y Puerto Rico, y luego contra España si para entonces no quería la paz aún. 

En estas fechas tenemos noticias de que mexicanos y colombianos conversaron sobre un posible ataque a Cuba y Puerto Rico, y del interés colombiano incluso en anexionar esta última isla. También de esta época son los ofrecimientos peruanos y bolivianos para colaborar en la empresa de Puerto Rico. No obstante, no fue hasta 1827 cuando el plan para invadir Puerto Rico estuvo más cerca de realizarse. 

El momento propicio llegó cuando España, aprovechando la crisis portuguesa, se entrometió en los asuntos internos de este país. Por este motivo Inglaterra, aliada de Portugal, meditaba en declarar la guerra a España. Bolívar, conocedor de esto, quería aprovechar la situación para invadir Puerto Rico. 

Así, en enero Bolívar pidió a los generales Mariano Montilla y José Padilla que prepararan una flota para esta expedición. A Pedro Briceño le escribió para que alistara la corbeta “Ceres” y el Batallón de Granaderos. A Andrés de Santa Cruz le comunicó que Inglaterra les daría buques y dinero para la expedición, además le pidió que tuviera preparadas a las tropas peruanas. Por otras cartas también sabemos que en la expedición participarían los futuros presidentes Rafael Urdaneta y José Antonio Páez. 

Por el Secretario de Estado José Rafael Revenga sabemos que el plan consistía en concentrar una flota en el puerto de La Guaira y mientras los mexicanos realizaban un ataque de distracción a Cuba, los colombianos deberían tomar Puerto Rico. Por su parte, Páez, en su Autobiografía, dice que él sería el enviado a las Antillas con 10.000 hombres de infantería y 1.000 de caballería. Añade, que a continuación se formaría un ejército de negros libertos que sería enviado a España para apoyar a los liberales de allí. 

A principios de febrero Bolívar informaba a Sucre sobre la operación y le cuenta que el ejército, de 5 o 6.000 hombres, estaría dirigido por Páez y la marina por Padilla, y tras una toma rápida de Puerto Rico, quizás se lanzaría sobre La Habana. Sin embargo, a continuación Bolívar comunica que ha tenido noticias de que la esperada guerra entre Inglaterra y España no tendrá lugar, siendo está la premisa fundamental para atacar Puerto Rico, por lo que la expedición quedaba suspendida, pues sin la colaboración inglesa nada se podría hacer. Así también se lo comunicó a Urdaneta y a los demás generales. 

Días después de la suspensión de la campaña Bolívar, a la espera de nuevas noticias de Europa, se mostraba más esperanzado en poder llevar a cabo la expedición. A principios de marzo Santander señalaba a Bolívar que esta campaña podría distraer al pueblo y sofocar la discordia civil. También apuntaba que había dos inconvenientes con respecto a la expedición de Puerto Rico, primero, que no era segura le guerra anglo-española, y segundo, la falta de dinero para la campaña. Aún así, Santander seguía con los preparativos y comunicaba a Bolívar sobre la disponibilidad del Batallón Girardot y de Antonio Valero de Bernabé. 

Pero finalmente, todo el proyecto quedó en suspenso de forma definitiva a mediados de mes al comprobarse que no habría guerra en Europa. A pesar de ello, tenemos noticias de que corsarios colombianos y venezolanos visitaron Puerto Rico varias veces entre 1816 y 1829. 

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lunes, 20 de diciembre de 2021

LA TREGUA DE 1833 ENTRE BOLIVIA Y PARAGUAY DURANTE LA GUERRA DEL CHACHO.

 



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LA TREGUA DE NAVIDAD DE 1932 ENTRE PARAGUAY Y BOLIVIA DURANTE LA GUERRA DEL CHACO

Es de sobra conocido que en la Navidad de 1914, durante la Primera Guerra Mundial, se produjo una tregua espontánea en varios puntos del frente, principalmente entre las fuerzas anglo-francesas y las alemanas, en la que soldados de ambos bandos confraternización durante algunas horas. Pero pocos saben que en 1932, durante la Guerra del Chaco que enfrentó a Bolivia y a Paraguay, se produjo otra tregua de Navidad, pero muy distinta a la de la Primera Guerra Mundial. 

Ya durante el verano de 1932, cuando se habían desencadenado las primeras hostilidades entre ambos países pero la guerra no había comenzado de forma oficial, la Comisión de Neutrales propuso una tregua de 30 días que finalmente no se llevó a cabo. 

En diciembre el papa Pío XI intercedió a través del Nuncio Apostólico en la región, Felipe Cortesi, ante los gobiernos de Bolivia y Paraguay para conseguir una tregua por el día de Navidad. 

Según la prensa, mientras que Paraguay deseaba una tregua de 3 días, el Comandante en Jefe de las tropas bolivianas, el alemán Hans Kundt, se negó en rotundo pues en ese momento las fuerzas bolivianas se encontraban en una posición ventajosa y temía que durante una tregua tan prolongada se perdiera esta. 

No sabemos con certeza sí, como dicen algunas noticias, el mismo papa telegrafió a ambos gobiernos, pero fuera como fuera, los beligerantes aceptaron la petición del sumo pontífice y se acordó una tregua de 24 horas que comenzaría a en la noche del día 24 y duraría hasta la noche del 25. 

El suceso tuvo eco en el discurso de Navidad del papa y todo parece indicar que en la mente de Pío XI este cese del fuego podría ser el inicio de una tregua más larga o incluso de la paz, pero nada más lejos de la realidad. 

En vísperas de la tregua ambos contendientes quisieron asegurar sus posiciones y llevar a cabo unos últimos golpes, en este contexto se enmarca el ataque aéreo boliviano sobre Puerto Pacheco, la Bahía Negra paraguaya, con tres aeroplanos. 

Ya durante la tregua, por informaciones bolivianas sabemos que los paraguayos usaron aquellas horas de tregua para realizar movimientos de tropas en sectores como el de Campo Jordán. También que, aunque cesaron los ataques de su aviación y de su artillería, se registraron disparos aislados. Por otro lado, no tenemos noticias sobre rupturas de la tregua por parte boliviana, pero es de suponer que se produjeran pequeños incidentes también desde sus líneas. 

Durante la tregua se aprovechó para realizar las celebraciones religiosas propias de aquellas fechas, pero al parecer, sin los momentos de confraternización vividos durante la tregua de Navidad de 1914. 

A continuación, como podemos ver en la prensa de la época, una vez terminada la tregua los combates se reanudaron en lugares como el “Kilómetro 7”, en el sector de Saavedra. 

Pero está no sería la última tregua entre ambos países, un año después, en 1933, se acordó un alto el fuego de varios días también en Navidad. 

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jueves, 9 de diciembre de 2021

EL SUBMARINO ITALIANO LUIGI TORELLI EN AVILÉS (1942).

El 3 de junio de 1942 el submarino italiano Luigi Torelli partió desde la base BETASOM, en Burdeos, rumbo a las Antillas, pero un bombardeo británico le descubrió en el Golfo de Vizcaya un día después, causándole grandes daños. El sumergible acabó varado en la costa española, pero consiguió llegar al puerto de Avilés. Desde allí partió el día 6 con la intención de llegar a Burdeos. En su camino fue descubierto por otro avión británico. A continuación, sufrió otro ataque aéreo británico, sufriendo graves daños, pero consiguió llegar a Santander, donde fue reparado durante varios días, consiguiendo llegar finalmente a Burdeos.

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ATAQUES ITALIANOS EN AMÉRICA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Es sabido por la mayoría que durante la Segunda Guerra Mundial la Alemania Nazi y el Imperio del Japón atacaron o intentaron atacar diversos lugares de América, pero es poco conocido el papel de la Italia fascista en las ofensivas del Eje en aguas americanas entre 1942 y 1943. 

En el verano de 1940 la marina italiana, la Regia Marina, obtuvo permiso para establecer una base de submarinos en Burdeos, en la Francia ocupada. Esta base recibió el nombre de BETASOM y fue desde allí desde donde partieron las operaciones italianas a aguas americanas. 

En el marco de la Batalla del Caribe las fuerzas del Eje lanzaron una expedición en aguas americanas a principios de 1942 conocida por unos como Operación Neuland y por otros como Operación Westindien. Junto a varios U-boat alemanes cinco submarinos de la Regia Marina cruzaron el Atlántico entre enero y febrero hasta una zona de operaciones que se extendía desde Florida hasta Brasil, donde atacaron decenas de barcos entre febrero y marzo. Estos submarinos fueron el Luigi Torelli, el Leonardo da Vinci, el Enrico Tazzoli, el Giuseppe Finzi y el Francesco Morosini

El Tazzoli se situó en la zona de las Bahamas y, entre otros, atacó el barco uruguayo Montevideo y el panameño Cygnet. El Torelli actuó frente a las costas de las Guayanas, donde hundió el petrolero panameño Esso Copenhagen. Los otros tres submarinos operaron al este de las Antillas. Es probable que el  Da Vinci estuviera implicado en la desaparición de barco brasileño Cabedello y sus decenas tripulantes y pasajeros. Este mismo submarino hundió un barco letón poco después. El Morosini, por su parte, atacó varios petroleros, cuya mercancía era vital para los aliados. 

Aunque el principal objetivo de la ofensiva del Eje en el Caribe era atacar la producción y el suministro de combustible de los Aliados, ningún submarino italiano participó en el ataque a Aruba del 16 de febrero, donde se refinaba petróleo venezolano. 

Algo después, en abril, el Pietro Calvi llegó a aguas brasileñas y actuó entre el Cabo de San Roque y el Archipiélago de San Pedro y San Pablo, donde hundió el petrolero estadounidense Eugene V. R. Thayer, que cubría la ruta Buenos Aires-Venezuela, a 250 kilómetros de Fortaleza. Poco después también  hundió la nave noruega Balkis y el petrolero panameño Ben Brush

En mayo de ese mismo año una segunda expedición fue enviada a aguas brasileñas. En esta ocasión los submarinos italianos fueron el Alpino Bagnolini, el Agostino Barbarigo, el Comandante Cappellini, el Archimede y el Da Vinci, los cuales centraron sus operaciones entre Recife y Fortaleza. El Barbarigo hundió el mercante brasileño Comandante Lira. Poco después, este mismo submarino atacó dos navíos de guerra estadounidenses y a continuación fue atacado por un B-25 Mitchell brasileño, aunque pudo escapar y consiguió más adelante hundir un mercante británico cerca de las Islas de Fernando de Noronha. 

El Cappellini consiguió hundir un barco sueco y un petrolero británico, el Dinsdale. El Archimede atacó sin éxito al Milwaukee y al Moffett, dos barcos de guerra estadounidenses. Por su parte, el Da Vinci se desvió a aguas africanas, donde hundió varios barcos, entre ellos el panameño Reine Marie Stewart

Hay que señalar que existen noticias según las cuales los italianos a mediados de año planificaron un ataque contra Nueva York utilizando minisubmarinos, aunque finalmente no fue llevado a cabo. 

Entre junio y agosto los submarinos italianos llevaron a cabo una tercera expedición a aguas americanas. Participaron el Torelli, el Morosini, el Finzi, el Tazolli, el Calvi y el Reginaldo Giuliani. Entre los ataques más destacados están los del Kastor y Havsten, al este de Trinidad. Estos ataques y los anteriores llevaron a Brasil a entrar en la guerra a finales de agosto. 

Pero estos no serían los últimos ataques de submarinos italianos en América. En noviembre el Da Vinci operó frente a las costa brasileñas. En enero de 1943 el Ammiraglio Cagni también patrulló las aguas brasileñas entre el Cabo de San Roque y la Isla de San Pablo. En marzo el Barbarigo hundió el barco de pasajeros brasileño Alfonso Penna.  El 24 de febrero el mismo submarino hundió frente a las costas de Brasil el barco español Monte Igueldo, algo que resulta curioso si tenemos en cuenta que España era un país amigo de la Italia fascista. Por último, sabemos que el Bagnolini y el Arquimede también merodearon por aguas brasileñas en marzo y abril, siendo este último hundido por un avión estadounidense con base en Natal. 

El armisticio entre Italia y los aliados en septiembre de 1943 puso punto y final a los ataques de la Regia Marina en aguas americanas. Las ataques italianos se concentraron sobre todo contra mercantes y petroleros, ocasionando así grandes perdidas de suministros a los aliados, por lo que estos debieron derivar importantes recursos desde los principales teatros de operaciones a aguas americanas para su defensa.

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lunes, 6 de diciembre de 2021

MEMORIA DEL JEFE COMANCHE GUONIQUE A AGUSTÍN DE ITURBIDE (1823)

 


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EL TRATADO COMANCHE-MEXICANO DE 1822

Sobre la Independencia de México y el Primer Imperio es mucho lo que se conoce, pero no tanto que en este periodo se firmó un Tratado entre el gobierno imperial y los comanches para defenderse de un posible retorno de los españoles. 

A principios del siglo XVIII los comanches habían migrado desde la zona de Wyoming hacia el sur, a un territorio que se conoció como Comanchería y que estaba formado por el centro y norte de Texas y partes de Nuevo México, Kansas, Colorado y Oklahoma. Muy pronto los comanches entraron en conflicto con los españoles que, en las mismas fechas, se estaban expandiendo por estos territorios desde Nueva España. 

Tras la Independencia las autoridades mexicanas mantuvieron negociaciones con los comanches para parar sus incursiones y alcanzar la paz. Paralelamente a estos primeros contactos con los comanches los mexicanos habían negociado y firmado tratados con los apaches lipanes, cuyo territorio se extendía entre Texas y Coahuila. 

Sin embargo, el tratado con los comanches no se firmó hasta finales de 1822. Podemos leer en la Gaceta del Gobierno Imperial de México que los comanches se encontraban alzados por culpa del hostigamiento a los que fueron sometidos por Joaquín de Arredondo, el último Comandante General de las Provincias Internas de época virreinal. 

Debido a esto, según la Gaceta, los comanches asolaron “las provincias saqueando los pueblos, las haciendas y ranchos, llevándose cautivos á los habitantes que no perecían en las acciones, los ganados, las semillas y cuanto se encontraba su encono y furor en represalia de los con que se les afligió”. Y añade la Gaceta que eran más de 2.500 personas las cautivas por los comanches. 

En marzo tuvo lugar una gran asamblea de comanches donde el Jefe Pitsinampa, aconsejado por el coronel Francisco Ruiz, habló en favor de hacer la paz con el nuevo gobierno y su Emperador. De este modo se votó por unanimidad tratar la paz entre la Nación Comanche y los mexicanos, para así evitar el retorno de los españoles o de cualquier otra potencia. Para este fin fue enviado a Ciudad de México el Jefe Guonique. Del lado mexicano fue elegido Juan Francisco de Azcárate, que, entre otros cargos, era el enviado extraordinario a Londres. Finalmente, el 13 de diciembre se firmó un tratado de 14 puntos. 

En el primer artículo se decía: “Habrá paz y amistad perpetua entre ambas naciones; cesan las hostilidades de todas clases y se olvida lo ocurrido durante el Gobierno Español”. En el segundo artículo se acordaba la restitución de los prisioneros. En el tercero se decía que los comanches defenderían las fronteras de Texas, Coahuila, Nuevo Reino de León y Nuevo Santander de las invasiones de las naciones bárbaras. 

Asimismo, en los artículos quinto y sexto se acordaba que los comanches defenderían la frontera de los españoles o de cualquier nación europea, y que en caso de desembarco extranjero, los comanches deberían auxiliar a las fuerzas imperiales. También se añadían estipulaciones entorno al comercio y a la forma de relacionarse entre ambas naciones. Por último, en el artículo 14 el Emperador se ofrecía a educar en su corte a un pequeño grupo de jóvenes comanches para que su Nación se civilice. 

Semanas más tarde, el 8 de enero de 1823, el Jefe Guonique abandonó México, sin embargo, el día 10, conocedor de una revuelta contra el Emperador a la que se habían unido Nicolás Bravo y Vicente Guerrero, el comanche dirigió a Iturbide un escrito en el que le ofrecía movilizar a miles de guerreros para sostener al Imperio. Guonique también solicitó una audiencia con Iturbide, la cual tuvo lugar el día 12. 

En esta audiencia Iturbide agradeció sus ofrecimientos a Guonique, aunque, por el momento, rechazó usar las tropas de la Nación Comanche del Oriente, pues con el Ejército Trigarante era suficiente. Aún así, Guonique insistía en poner a disposición de Iturbide en el plazo de seis meses un ejército de 27.000 comanches, subordinados y aliados. Finalmente, Guonique regresó a su territorio junto a su comitiva el día 14.

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lunes, 22 de noviembre de 2021

PROCLAMA DE FELIPE VARELA (6 DE DICIEMBRE DE 1866).

 


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BOLIVIA Y LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

Es sabido por todos que fueron cuatro las naciones enfrentadas en le Guerra de la Triple Alianza, pero a veces se olvida el papel secundario de otros países durante la contienda. Este fue el caso de Bolivia, que por diferentes motivos, estuvo muy cerca de unirse a Paraguay en este conflicto. 

En 1866, al tiempo que la Triple Alianza estaba en guerra con Paraguay, la Cuádruple Alianza, formada por Perú, Chile, Ecuador y Bolivia, lo estaba con España. En ese año varios hechos a punto estuvieron de empujar a Bolivia a la guerra contra la Triple Alianza y, a su vez, a arrastrar a sus aliados del Pacífico también al conflicto en virtud de la Alianza Ofensiva y Defensiva a la que se había unido en marzo. 

En aquel año las repúblicas del Pacífico se ofrecieron a mediar entre Paraguay y la Triple Alianza, sin embargo, los aliados no admitieron esa mediación. Más tarde, a principios de julio Perú en nombre de las repúblicas del Pacífico protestó contra el Tratado Secreto de la Triple Alianza que recientemente se había hecho público. Según esta protesta el Tratado atentaba contra la integridad territorial y la soberanía de Paraguay y señalaba que “hacer del Paraguay una Polonia americana sería un escándalo que la América no podría presenciar sin cubrirse de vergüenza”. 

En las mismas fechas Bolivia protestó enérgicamente contra el Tratado de la Triple Alianza ya que en el artículo 16º Argentina se adjudicaba los territorios a la derecha del río Paraguay, es decir, el Chaco Boreal, un territorio que en la actualidad es parte de Paraguay, pero que en aquella época reclamaba Bolivia como suyo. Argentina respondió señalando lo injustificado de la protesta y apuntando que en ningún caso ese artículo significaba una usurpación de territorios bolivianos, pues dicho artículo estaba subordinado a los acuerdos entre Bolivia y Argentina sobre límites. 

No sabemos hasta que punto pudieron convencer a los bolivianos estas explicaciones, pero todo indica que Bolivia y su presidente, Mariano Melgarejo, se acercaron a Paraguay tras esto. Por esa época ya se hablaba en los círculos diplomáticos sobre la alianza entre Bolivia y Paraguay y la entrada de esta república en la Cuádruple Alianza tan pronto como se pudieran entablar relaciones formales con Francisco Solano López, presidente paraguayo. Para contrarrestar este posible acuerdo, la diplomacia peruana sospechaba que los miembros de la Tripla Alianza intentaban seducir a Bolivia “con la idea de darle participación en el despojo del Paraguay”. 

Sin embargo, del 30 de agosto es una supuesta carta dirigida por Melgarejo a López. En esta carta podemos ver a Melgarejo adherirse a la causa paraguaya y prometer ir a Paraguay con su ejército, además, afirmaba tener una columna de 12.000 bolivianos preparada para unirse a los heroicos paraguayos. 

No conocemos la respuesta a esta carta, si es que la hubo, pero sí sabemos que la opinión pública boliviana se mostraba inclinada del lado paraguayo. Así, podemos ver en octubre al boliviano Tristán Roca haciendo un llamamiento a sus compatriotas para que unieran su “brío al valor de las ilustres huestes paraguayas”. 

Semanas más tarde comenzó una rebelión federal en el noroeste argentino encabezada, entre otros, por Juan Saá y Felipe Varela. Esta revolución tuvo desde un principio conexiones con Bolivia, con cuyo Presidente los cabecillas de la rebelión tenían comunicación. También existían conexiones con Paraguay que podemos ver en la Proclama de Varela de diciembre en la que pone de manifiesto que uno de sus objetivos era la paz y amistad con Paraguay. 

Pronto surgieron rumores en el gobierno argentino sobre la participación boliviana en la rebelión, incluso se creía que Melgarejo iba a enviar un ejército o que ya lo había enviado, algo que estaría motivado por las desavenencias entre Bolivia y Argentina por el Chaco. Esta rebelión, de forma intencional, o no, fue positiva para Paraguay, pues distrajo recursos militares argentinos del frente paraguayo, algo que sin duda fue una buena noticia para el Mariscal López. 

Poco después tenemos otras noticias que ponen de nuevo en relación a los bolivianos con la Guerra del Paraguay. En diciembre se publicó en la prensa paraguaya como había desertado un grupo de soldados bolivianos del ejército argentino. Estos dijeron que habían sido obligados a alistarse en el ejército argentino y llevados encadenados a Paraguay desde Jujuy. 

También tuvo Bolivia un papel fundamental en el comercio con Paraguay durante la guerra. Al iniciarse el conflicto Paraguay quedó aislada del mundo pero, a inicios de 1865, durante la campaña del Mato Grosso, los paraguayos tomaron Corumbá, en el curso alto del río Paraguay. Tras mucho esfuerzo, los paraguayos abrieron una ruta desde el río Paraguay a Corumbá y de allí a Santo Corazón, en Bolivia. Esta ruta se convirtió en vital para Paraguay, tanto que López decretó en febrero de 1867 el libre comercio con Bolivia a través de esta vía. 

Poco después de la apertura de la vía los comerciantes bolivianos comenzaron a llegar a Paraguay. En mayo el gobierno boliviano anunció al paraguayo la apertura de un Consulado General en Asunción, muestra de las estrechas relaciones entre ambos países. Sin embargo, las relaciones comerciales se cortaron tras el abandono paraguayo de Corumbá. 

Pero no acabaron aquí las relaciones boliviano-paraguayas. En julio de 1868, Quintín Quevedo, el Enviado Extraordinario boliviano a Paraguay, Brasil, Uruguay y Argentina, hizo una nueva propuesta de mediación, pero las repúblicas aliadas la rechazaron.

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miércoles, 17 de noviembre de 2021

Hoja de servicios de Hipólito Bouchard (1812).

 


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HAWAIANOS EN LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANAS

El 9 de julio de 1817 zarpó desde el Río de la Plata la fragata “La Argentina”, comandada por el francés Hippolyte Bouchard, con una patente de corso extendida por el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata para atacar y hostilizar tanto a las naves, como a las posesiones ultramarinas españolas. La nave cruzó el Atlántico Sur y dobló el Cabo de Buena Esperanza, llegando a Madagascar en septiembre. Desde allí siguió su viaje a través del Índico hasta alcanzar las Indias Orientales Holandesas. 

En su ruta hacia las Filipinas, “La Argentina” tuvo que enfrentarse a piratas malayos. Por fin, en enero de 1818, el navío rioplatense llegó a las Filipinas y bloqueó el importantísimo puerto español de Manila. Tras dos meses de bloqueo, Bouchard decidió ir al norte en busca de presas, y después de operar en esta zona algunas semanas, se encaminó a China, aunque finalmente cambió de rumbo y se dirigió a las Islas Hawaii, conocidas entonces como Islas Sandwich, donde llegaron en agosto de aquel año. 

En estas islas supieron de la presencia de otro navío corsario de las Provincias Unidas que había desertado, el “Santa Rosa”, también conocido como el “Chacabuco”, el cual había sido vendido por sus tripulantes a Kamehameha, el rey de Hawaii. Bouchard consiguió que el rey le devolviera el barco y, a continuación, recorrió el resto de las islas, donde consiguió el reembarque de parte de los amotinados del “Santa Rosa” y ejecutó al líder de los mismos. También reclutó a Peter Corney, un marino inglés que allí vivía, así como a 80 isleños, 30 de los cuales embarcaron en el “Santa Rosa” y 50 en “La Argentina”. 

A continuación, ambas naves se dirigieron hacia la Alta California, donde llegaron en noviembre. En Monterrey, capital del territorio, tuvo lugar un enfrentamiento del que salieron vencedores los corsarios, consiguiendo el día 24 tomar la fortaleza y el pueblo durante varios días, haciendo ondear la bandera patria. 

Cuenta Corney que durante la batalla, los hawaianos fueron a la vanguardia armados de picas, consiguiendo que la caballería española huyera. Además, uno de ellos fue el primero en arriar la bandera enemiga. Seguidamente, una vez que el pueblo fue tomado, los hawaianos, que iban casi desnudos, se vistieron con ropas españolas y, junto al resto de la tropa, se dedicaron a saquear y a destruir todo. Más adelante, en diciembre, los corsarios navegaron hacia el Rancho el Refugio, el cual saquearon. Siguieron su viaje primero hacia Santa Bárbara y luego hacia la misión de San Juan, la cual tomaron e incendiaron. A continuación, el día 20 llegaron a la Isla de Cedros, en la Baja California. 

El 24 de enero de 1819 recalaron en las Islas Tres Marías, frente a la costa de México. Aquí cuenta Corney que los hawaianos encontraron una raíz parecida a otra que se halla en sus islas, la cocinaron y se envenenaron al comerla, agonizando durante varios días, llegando a morir doce de ellos. Tras esta desgracia, los corsarios se dirigieron a México y bloquearon el puerto de San Blas, donde capturaron un navío español. A continuación, navegaron hacia Acapulco, y después a Sonsonate y El Realejo, en las actuales El Salvador y Nicaragua, donde siguieron atacando y capturando naves españolas, para, seguidamente, dirigirse a Chile en abril. 

Debió de ser en aguas centroamericanas cuando tuvo lugar un confuso hecho. Según un informe ruso, en junio llegó a Nuevo Arcángel, actual Sitka, en la Alaska rusa, un navío con siete hawaianos. Según declararon estos, en Monterrey, las fuerzas de Bouchard capturaron un barco español, a continuación, tuvo lugar un motín en el que el francés murió, entonces, el navío español fue entregado a los hawaianos, que debían seguir a las fragatas rioplatenses hacia el sur, pero, incapaces de seguir a “La Argentina” y a la “Santa Rosa”, los isleños decidieron ir a Hawaii, aunque, al no saber pilotar la nave correctamente, acabaron en Alaska. Allí los rusos apresaron a dos de los isleños, mientras a los otros cinco fueron llevados a Hawaii. Lo que realmente debió suceder es que en sus operaciones en Centroamérica, los corsarios apresaron varios barcos, entre ellos el “Nuestra Señora de Guadalupe”, que fue entregado a los isleños para que lo llevaran a un puerto amigo, pero estos desertaron e, intentando llegar a Hawaii, acabaron en Alaska. 

Como dijimos, en abril Bouchard dejo las aguas centroamericanas, en julio llegó a Valparaíso, donde las naves corsarias y sus presas fueron retenidas por la fuerza por Thomas Cochrane, comandante de la flota chilena, bajo la acusación de que Bouchard había cometido actos de piratería. Según algunas noticias, los chilenos dejaron desembarcar a los extranjeros, entre ellos a varios hawaianos gravemente enfermos. Tras unos meses, se llevó a Bouchard a juicio, el cual quedó absuelto finalmente. 

No sabemos bajo que circunstancias, pero en septiembre de ese año algunos hawaianos embarcaron en la flota de Cochrane. Esta flota llevó a cabo acciones en Chile y Perú contra los españoles, para seguidamente, en 1821, encaminarse a México. Según el Teniente Vowell, a bordo del navío “Independencia” había varios kanakas, es decir, hawaianos. Cuenta que en el Golfo de Fonseca vio a uno de ellos cazar una tortuga marina con gran destreza, y aunque a los chilenos les repugnaba comerlas, en momentos de escasez no había más remedio. Tras esta noticia no volvemos a saber nada más de los hawaianos, pero sin duda debieron de participar junto a los demás tripulantes del “Independencia” en los ataques que efectuaron entre febrero y marzo de 1822 en la Baja California. 

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miércoles, 10 de noviembre de 2021

TESTIMONIOS SOBRE LA "ISLA DE YUCATÁN".

-“In insulam incidunt ingentem, nomine Iucatanam, cuius initium incolae Eccampi uocant”, Pedro Mártir de Anglería (De insulis nuper repertis, et de moribus, 1532). 

-“... se excusaba él que no iba a poblar, sino a rescatar y descubrir si aquella tierra de Yucatán era isla”, Francisco López de Gómara (Historia de la Conquista de México, 1551, cap. VI). 

-“A causa de estar Yucatán rodeado de agua casi por todas partes y parecer una isla, Pedro Mártir dice que lo es; pero se equivoca en otras muchas cosas”, Francisco López de Gómara (Vida de Hernán Cortés = De rebus gestis Ferdinandi Cortesii, c. 1552). 

-“... dixeron que la tierra de Yucatán era isla y que aquella agua dividía las dos tierras, haciéndolas islas”, Francisco Cervantes de Salazar (Crónica de la Nueva España, 1564, Lib. II, cap. IV). 

-“Que Yucatán no es isla, ni punta que entra en la mar, como algunos pensaron, sino tierra firme,...”, Diego de Landa (Relación de las cosas de Yucatán, 1566). 

-“Como acordamos de ir la costa adelante hacia el Poniente, descubriendo puntas y bajos y ancones y arrecifes, creyendo que era la isla, como nos lo certificaba el piloto Antón de Alaminos,...”, Bernal Díaz del Castillo (Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, 1568, cap. III).

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CUANDO YUCATÁN FUE UNA ISLA (1517-1526)

Durante el descubrimiento y conquista de América fue frecuente que los exploradores y cartógrafos cometieran errores al describir la geografía de los nuevos territorios. Algunos de estos errores, mayúsculos, son conocidos, como el de que se creyera que la península de la Baja California era una isla; otros, también de este calibre, son casi desconocidos, como la creencia de que la península de Yucatán era una isla. 

A principios de la década de 1510 se produjeron los primeros contactos entre los marinos españoles y Yucatán, pero no fue hasta las expediciones de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva, en 1517 y 1518 respectivamente, cuando se exploraron con más detenimiento las costas de este territorio y cuando surgió la confusión. 

El error, que los cronistas achacan al piloto Antón de Alaminos, surgió en primer lugar al no haberse bordeado por entero la península y, en segundo, al pensarse que la Laguna de Términos era la entrada de un canal que separaba Yucatán del continente. 

La creencia de la insularidad de Yucatán queda reflejada en varios documentos de la época, como por ejemplo en el “Itinerario de la armada del rey católico á la isla de Yucatán” que relata la travesía de Grijalva. En este texto se menciona varias veces a la “isla de Yucatán”, donde los españoles pudieron ver ruinas mayas. 

En otros textos de la época podemos ver como Yucatán también es llamada Santa María de los Remedios, bautizada así, según el cosmógrafo Juan López de Velasco, durante la expedición de 1517. Poco después del viaje de Grijalva, en documentos de 1519 podemos ver como a Diego Velázquez, gobernador de Cuba, se le llama Adelantado de la Isla de Yucatán. 

Años después el error aún persistía y esto queda reflejado en la petición que en 1526 hizo Francisco de Montejo para poblar Yucatán y en la licencia que ese mismo año se le dio para “conquistar y poblar las dichas Islas de Yucatán y Cozumel”. 

A mediados de siglo Gonzalo Fernández de Oviedo en su “Historia general y natural de las Indias” corroboró que aquellos primeros exploradores pensaron que Yucatán era una isla. El mismo autor también menciona que esta isla fue llamada “Isla Rica”. Asimismo, fray Bartolomé de las Casas se refiere a Yucatán como “Isla Rica de Yucatán”. 

Por su parte, cuenta Diego López de Cogolludo en el siglo XVII, que cuando se descubrió Yucatán fue denominada como isla Carolina. El famoso humanista Juan Luis Vives dice que este nombre fue en honor del soberano español Carlos I. Esta designación la podemos encontrar en varios documentos pontificios y reales. 

Así, en 1518, poco después del descubrimiento de Yucatán, se solicitó a la Santa Sede la creación de un obispado en aquel territorio. El papa León X emitió en 1519 una bula confirmando la creación del obispado. En este documento se lee que por entonces no se sabía con certeza si Yucatán era isla o continente. Se dice que allí, en 1517, Hernández de Córdoba fundó la villa de Nuestra Señora de los Remedios. También se dice que el obispado se erigiría en una ciudad llamada Carolina y que su obispo sería conocido como carolense. En otros documentos eclesiásticos posteriores podemos encontrar referencias al Obispado Carolense y a isla Carolina, nombre que al parecer se siguió utilizando hasta el siglo XVIII. 

A juzgar por la cronología de estos documentos, la creencia en insularidad de Yucatán debió desaparecer después de la década de 1520, sin embargo, en la cartografía el error persistió hasta la segunda mitad del siglo XVI. 

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martes, 2 de noviembre de 2021

LA CAÍDA DE VILLARRICA EN 1602 SEGÚN DIEGO DE ROSALES.

Viendo que no se rendian, se juntó toda la tierra a hazer el ultimo esfuerzo, y marchando a siete de Febrero del año de 1602 se anticipó un cacique de la cordillera llamado Cuminaguel, que quiere dezir Tigre Roxo, con un hijo del capitán Rodrigo Bastidas, a quien llebaba por delante para que le sirvisse de page de armas y como su captivo, y hízole que hablasse a su Padre y le digesse que se rindiesse antes que la multitud de los barbaros que venian llegasse, porque con el furor de la pelea a él y a todos los avian de matar, y que rindiéndose le darian la vida y a todos los que con él estaban. 

Y no haziendo caso, les dixo que viniessen, que ya estaba hecho a pelear con ellos, y que tres años avia que estaba alli defendiéndose sin socorro ninguno y esperaba en Dios se defenderia, y que si no era con la muerte, no avia de aceptar partido con otro. Acometieron con esto los esquadrones, tocando sus cornetas y dando grandes alaridos, cercando el estrecho fuerte por todas partes, y poniendo escalas y tablones obligaron a algunos captivos ya un mestizo, poniéndoles las lanzas a los pechos, a que subiessen los primeros y pegassen fuego al fuerte, y hubiéronlo de hazer, aunque al mestizo le derribaron de un balazo los de adentro. Peleaban los españoles, las mugeres apagaban el fuego, unas daban pólvora y otras echaban agua. 

Y como esta se acabasse, prevaleció la llama y abrasósse el fuerte y le entró el enemigo, y matando al capitán Becerra, a Domingo de Urasandi, a don Gabriel de Villagra y al Vicario los primeros, a los demás los llevaron captivos a los quarteles con el capitán Bastidas y Juan Sarmiento de León, que les tocó por suerte ser ellos y sus mugeres presos de sus propios indios de encomienda, y a las pobres señoras servir a sus criados de mugeres y de cocinar y hazer chicha como las demas indias: que a esta desdichada suerte traxo la fortuna a todas las españolas de esta ciudad rica, y a que se viessen tan pobres y desnudas que apenas tenian una mala manta con que cubrir sus delicadas carnes, descalzas, maltratadas de las indias que antes las servian, y hechas mofa y escarnio de las demás. 

Muy triunfantes y gozosos quedaron los caciques con aver conseguido lo que tanta sangre y desvelos les avia costado por tres años de cerco, y juntándose para ver si se avia de dar muerte o vida al capitán Rodrigo Bastidas, porque los caciques de su encomienda dezian que se le diesse la vida por aver sido tan gran capitán y tan valeroso, pero los demás, que estaban lastimados por los muchos vasallos y caciques que por causa de su resistencia avian muerto en aquel cerco, dezian que muriesse. Y prevaleciendo estos, le cogió el cacique Cuminaguel y trayéndole con una soga al cuello y desnudo en medio de la junta, llegó su muger llorando a abrazarse con él y a cubrirle por la decencia; mas un cacique imperioso y soberbio la cogió de los cabellos y la llebó arrastrando, maltratándola de obra y de palabras, porque siendo ella captiva se atrevia a ayudar a un captivo aunque fuesse su marido. 

Puesto en medio el capitán Bastidas, hizo el cacique Cuminaguel un parlamento engrandeciendo su valor por aver ganado el fuerte y captivado a tan grande capitán y dado tantos despoxos a todos sus vasallos. Y díxoles que para solemnizar la fiesta y beber con gusto, era necesario dar de beber de la sangre de aquel capitán a sus flechas y a sus lanzas, y diziendo esto, dieron al capitán con una porra en la cabeza y luego se la cortaron, y sacaron el corazón palpitando, y su sangre untaron las flechas y las puntas de las lanzas, y poniendo sobre una la cabeza cantaron victoria, repartiendo el corazón a pedacitos entre los caciques. Y este fué el fin que tubo este valeroso y constante capitán y la famosa ciudad de la Villarica. Volvamos ahora a lo que fué obrando el Gobernador en las fronteras de la guerra.

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CANÍBALES ESPAÑOLES EN LA GUERRA DEL ARAUCO (1601)

Sobre la Conquista de Chile y la larga Guerra del Arauco se podrían narrar infinidad de hechos y batallas, pero en esta ocasión hablaremos de un suceso poco conocido: el de los caníbales españoles de Villarrica. 

En 1552 fue fundada la ciudad de Santa María Magdalena de Villarrica, la cual tuvo una azarosa vida salpicada de abandonos, destrucciones y refundaciones. Sin embargo, el momento decisivo de Villarrica llegó durante la rebelión mapuche iniciada a finales de 1598. Tras la Batalla de Curalaba Villarrica quedó sitiada. Tiempo después la ciudad cayó en manos de un ejército de 7.000 indios y los españoles tuvieron que retirarse al fuerte, donde el hambre pronto les azotó. 

Es en el fuerte, en 1601, donde sucedieron las horrorosas escenas de antropofagia entre los asediados. La única fuente que tenemos al respecto es la “Historia general de el Reyno de Chile, Flandes Indiano” del cronista Diego de Rosales. Se conocen sucesos similares durante la Conquista de América, pero el relato de Rosales es quizás el más detallado sobre españoles caníbales. 

Comienza así el relato de Rosales: “Con esto volvió el hambre a apurarlos, de suerte que si no es hierbas, romaza y yerbabuena, no comían otra cosa, y al irlos a coger, el enemigo, que estaba de emboscada, los cogia, (...)”. 

“Señaláronse notablemente Pedro Saucedo y Gabriel Martín en el ánimo y atrevimiento de salir de noche del fuerte e ir al campo enemigo y hurtarle caballos para traer que comer a la gente”. 

Pero una vez acabada la carne de caballo, continúa Rosales, la escasez de alimentos era tal que estos alcanzaron un gran precio y añade que un hombre estaba tan hambriento que llegó a comer jabón. Pero lo peor de la narración, aún por llegar, prosigue así: 

“Una mujer se comió, acabada de parir, la criatura de sus entrañas. Carne humana la comieron muchos, y de los indios que mataban hacian cecina”. 

“Creció tanto la necesidad que los hombres querían echar a suertes para comerse unos a otros. Mas el esforzado Capitán Bastidas, con su ánimo y mucha prudencia, les disuadió de una cosa tan abominable persuadiéndoles a lo que era menos mal, que comiesen la carne de los indios que se mataban, diciéndoles que con eso estarían más valientes y más gallardos para pelear, porque a la gallardía de su valor juntarían la valentía de los indios convirtiéndola en su sustancia”. 

“La gente más flaca, como las mujeres y los niños, se caían muertos de hambre, y ya las dejaban irse al enemigo por no verlas morir a sus ojos, (...)”. 

Prosigue Rosales diciendo que, como los hombres eran necesarios para la defensa del fuerte, salían las mujeres a recoger hierbas para comer, pero el enemigo se las llevaba. También cuenta el cronista como en otra ocasión hombres, mujeres y niños salieron a coger manzanas, pero fueron emboscados por los indígenas. En otra ocasión narra Rosales como un sacerdote, empujado por el hambre, salió en busca de un caballo para comer, pero fue capturado por los araucanos, los cuales primero lo azotaron y a continuación lo ensartaron en un palo y lo asaron. 

Finalmente, en febrero del año 1602, tras tres años de asedio y cuando solo quedaban en Villarrica algunos hombres y mujeres, los araucanos lanzaron el asalto definitivo, durante el cual los defensores perecieron y las mujeres fueron cautivadas. Siendo este un paso decisivo para que los españoles fueran expulsados del territorio al sur del río Biobío. 

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lunes, 25 de octubre de 2021

ACTA DE LA INDEPENDENCIA PARAGUAYA DE 1842.

 




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1845, PARAGUAY DECLARA LA GUERRA A JUAN MANUEL DE ROSAS (BUENOS AIRES)

Sí hablamos del siglo XIX paraguayo es imposible no pensar en la Guerra de la Triple Alianza, pero en esta centuria Paraguay tuvo que hacer frente a otros conflictos, como el poco conocido contra Juan Manuel de Rosas entre 1845 y 1846. 

Las fricciones surgieron en noviembre de 1842 cuando Paraguay declaró formalmente su independencia y sus cónsules, Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se lo notificaron a Rosas, gobernador de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina. Sin embargo, Rosas, el 26 de abril de 1843, respondió a los cónsules negándose a reconocer la independencia paraguaya. 

Durante los siguientes meses hubo un intercambio de cartas entre los cónsules y Rosas, en las que los primeros le alentaban a este a reconocer la independencia de Paraguay, pero el argentino se mostraba contrario. Además, el enfrentamiento se fue enquistando más cuando Rosas comenzó mediante una serie de decretos a entorpecer el comercio paraguayo con la Confederación Argentina. 

Esta fue la gota que colmó el vaso y la que empujó a López, ya presidente de Paraguay a firmar el 11 de noviembre de 1845 un Tratado de Alianza Ofensiva y Defensiva con el Estado de Corrientes y con el General José María Paz, también enfrentados a Rosas. 

Según podemos leer en el Tratado contra Rosas, este había abierto las “hostilidades contra la independencia, comercio y navegación de la República del Paraguay”, por lo que esta nación tenía el deber de defenderse. En el segundo artículo se dice que el Tratado tiene como objetivo impedir que Rosas “continúe en el uso del poder despótico, ilegítimo y tiránico”. En el tercer artículo se dice que se debe asegurar la independencia de Paraguay “como Estado enteramente separado y distinto de la República Argentina”, así como “la navegación libre por los ríos Paraná y Plata”. Y en el cuarto artículo se aclara que la guerra no se hace a los argentinos, sino a Rosas. 

A este Tratado se añadió una Convención Adicional por la que Paraguay debería aportar un máximo de 10.000 soldados y sus fuerzas fluviales. También se reconocía a José María Paz la dirección de la guerra y se denominaba al ejército aliado como Ejército Aliado Pacificador. Como curiosidad, en el séptimo artículo de esta Convención se dice que Corrientes suministraría caballos y ganado a las tropas paraguayas, y Paraguay aportaría yerba y tabaco a los argentinos y correntinos. Por último, al Tratado y a la Convención Adicional se adjuntaron una serie de artículos secretos en los que se estipulaban los límites de Paraguay. 

Un mes después, el 4 de diciembre, López lanzó una Proclama a la nación en la que se decía: “Hoy el mismo Invasor, dirigido por un Gobierno ambicioso y tiránico, intenta combatir de nuevo la Independencia nacional, y violar vuestros lares, el Sagrado Territorio de la Patria. Conviene no esperarlo, conviene ir a su encuentro, y obligarlo a retroceder sobre sus criminosos pasos”. 

A continuación, el mismo día, López declaró la guerra a Rosas. En esta declaración se hacia un recorrido por la historia de los ultrajes a los que Rosas sometía a Paraguay, y terminaba con estas palabras: “el Presidente de la República del Paraguay, invocando a la Providencia y al mundo entero por testigos de su razón y de justicia, forzado a olvidarse de los sacrificios y calamidades de la guerra, rompiendo su preciosa paz cultivada desde tantos años, declara la guerra al Dictador de Buenos Aires; guerra justa y santa, que cesará luego que él respete la justicia de los pueblos y los preceptos del Criador”. 

Al día siguiente, López nombró a su hijo, Francisco Solano, de solo 18 años y Coronel Mayor, como General en Jefe del Ejército Nacional destinado a Corrientes. Sin embargo, esto no gustó al General Paz, el cual, en sus “Memorias” criticó la falta de conocimientos del joven López. 

El día 7 el presidente López publicó una nueva Proclama en la que alentaba a las tropas paraguayas y en la que podemos leer: “(...) el Dictador de Buenos Aires ambicioso y pérfido nos obliga a la guerra; no consiente que seamos independientes y libres; quiere que seamos sus esclavos; no podíamos sin afrenta sujetarnos a sus caprichos, y nos ha hecho la guerra sin declararla; nosotros más nobles y honrados la hemos declarado, antes de hacerla. Soldados: a vosotros encomienda la Patria esa gloriosa misión; (...)”. Y concluye: "Soldados: os he dado la prenda más preciosa de mi estimación, haciéndoos conducir por un otro yo: por mi Hijo (...)”. 

El día 9 López enviaba a su hijo una serie de instrucciones para la guerra que se avecinaba. Entre estas prevenciones López aconsejaba a su hijo que acampara separado de los correntinos y que no se crearan unidades mixtas, aunque sí podría aceptar oficiales aliados en el ejército paraguayo en calidad de instructores. También le aconsejaba ser afable con sus tropas pero evitando la familiaridad, y que prohibiera entre sus hombres gritos del tipo “matar a Rosas”. 

El día 14 Francisco Solano escribiría a su padre para agradecerle el nombramiento e informarle sobre los preparativos de la expedición. Un día más tarde, el General López lanzaba una Proclama a sus tropas en la que, entre otras cosas, decía: “Vamos a encontrar al enemigo que pérfido niega y ataca nuestra Independencia; hagámosle desistir de la marcha cruel, sangrienta y bárbara que sigue, y volveremos a nuestra Patria a disfrutar de aquella paz sólida y duradera, que tranquilos gozábamos”. 

En los días siguientes el General López y las tropas paraguayas pasaron a Corrientes para iniciar la guerra contra Rosas, pero esa es otra historia.

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martes, 19 de octubre de 2021

La biografía de Fortunato Flores (en "Diccionario Uruguayo de Biografías, 1810-1940").





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LOS DESEMBARCOS ESTADOUNIDENSES EN URUGUAY (1855-1868)

De la larga historia de Uruguay aún hay hechos y eventos poco conocidos, como son los desembarcos estadounidenses y de otras naciones que se produjeron en Montevideo a mediados del siglo XIX. 

En agosto del año 1855 se produjo en Montevideo la Rebelión de los Conservadores contra el gobierno de Venancio Flores, y pese a los reclamos gubernamentales de ayuda a las tropas brasileñas que se encontraban en el país desde el año anterior, estas no intervinieron. Como la situación era delicada por el avance de los conservadores, el 28 de agosto de 1855 los Marines de la corbeta Germantown desembarcaron para proteger las propiedades y las vidas norteamericanas, regresando a su nave el día siguiente, cuando la situación se sosegó. 

Meses más tarde, una vez que Venancio Flores había dejado el cargo y Manuel Basilio Bustamante ejercía la presidencia interina del país tuvo lugar otro alzamiento conservador encabezado por José María Muñoz, Fernando Torres y Eduardo Bertran. Enseguida se sucedieron los enfrentamientos entre las fuerzas rebeldes y las fuerzas gubernamentales que sumió a Montevideo en la violencia durante tres días. El mismo día que estalló todo, el 25 de noviembre, los Marines y marineros del Germantown, al mando del teniente Nicholson, junto a fuerzas de Francia, España e Inglaterra, volvieron a desembarcar en Montevideo para custodiar los consulados de esas naciones y la aduana. Dos días después, Nicholson y sus Marines, con algunos refuerzos, impidieron la masacre de un grupo de insurgentes que ya se habían rendido a las tropas gubernamentales. Las fuerzas estadounidenses permanecieron en tierra hasta el día 30, cuando la situación se tranquilizó. 

A finales de 1857 tuvo lugar un nuevo alzamiento conservador, esta vez contra el presidente Pereira. Días después, en enero, el militar César Díaz intentó tomar Montevideo sin éxito. El 2 de enero, un destacamento de Marines de la fragata St. Lawrence y de la corbeta Falmouth al mando del Comandante French Forrest desembarcaron en Montevideo, y junto a fuerzas británicas, protegieron los consulados de ambas naciones, la aduana, así como las propiedades y las vidas de sus nacionales. Los Marines permanecieron en suelo uruguayo hasta el día 27 de ese mes. 

Diez años después, en 1868, los sucesos internos de Uruguay provocaron nuevos desembarcos extranjeros. El Coronel Fortunato Flores, al mando del Batallón “Libertad”, junto a su hermano Eduardo, hijos del Gobernador Provisorio Venancio Flores, se alzaron contra el gobierno de su padre. Las autoridades uruguayas, temerosas, pidieron ayuda al cónsul estadounidense, James D. Long, para que les protegiera. El 7 de febrero Marines y marineros de los navíos Guerriere, Quinnebaug, Shamokin, Wasp y Kansas desembarcaron en Montevideo por el requerimiento uruguayo, así como para proteger la aduana, bancos y otros intereses extranjeros. En esta ocasión también desembarcaron fuerzas de Brasil, Francia, Gran Bretaña, Italia y España, creando una fuerza combinada comandada por Almirante italiano Amilcare Anguissola. Horas más tarde, cuando la situación en Montevideo se tranquilizó, las fuerzas extrajeras se retiraron. 

Poco después, el 19 de febrero, el expresidente Bernardo Berro y la facción de los blancos se alzaron y tomaron varios edificios gubernamentales. Ese mismo día fue asesinado Venancio Flores y como represalia también fue muerto su rival, Bernardo Berro. Debido al caos que se produjo en Montevideo, Marines y marineros del Kansas y del Wasp volvieron a desembarcar en Montevideo para proteger la aduana y a los residentes extranjeros. Allí permanecieron hasta el día 27, cuando el presidente provisional, Pedro Varela, les requirió su marcha. 

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jueves, 14 de octubre de 2021

LIBRO SÉPTIMO, TÍTULO V, LEY XXVI. QUE EN EL CASTIGO DE MOTINES, Y SEDICIONES DE NEGROS NO SE HAGAN PROCESOS (Felipe III, Lisboa, 14-9-1619).

Porque en casos de motines, sediciones y rebeldías con actos de salteamientos y de famosos ladrones, que suceden en las Indias con negros cimarrones, no conviene hacer proceso ordinario criminal, y se debe castigar las cabezas ejemplarmente, y reducir a los demás a esclavitud y servidumbre, pues son de condición esclavos fugitivos de sus amos, haciendo justicia en la causa, y excusando tiempo y proceso. Mandamos a los Virreyes, Presidentes Gobernadores y a las justicias a quien toca, que así lo guarden, y cumplan en las ocasiones que se ofrecieren.

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