El 9 de julio de 1817 zarpó desde el Río de la Plata la fragata “La Argentina”, comandada por el francés Hippolyte Bouchard, con una patente de corso extendida por el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata para atacar y hostilizar tanto a las naves, como a las posesiones ultramarinas españolas. La nave cruzó el Atlántico Sur y dobló el Cabo de Buena Esperanza, llegando a Madagascar en septiembre. Desde allí siguió su viaje a través del Índico hasta alcanzar las Indias Orientales Holandesas.
En su ruta hacia las Filipinas, “La Argentina” tuvo que enfrentarse a piratas malayos. Por fin, en enero de 1818, el navío rioplatense llegó a las Filipinas y bloqueó el importantísimo puerto español de Manila. Tras dos meses de bloqueo, Bouchard decidió ir al norte en busca de presas, y después de operar en esta zona algunas semanas, se encaminó a China, aunque finalmente cambió de rumbo y se dirigió a las Islas Hawaii, conocidas entonces como Islas Sandwich, donde llegaron en agosto de aquel año.
En estas islas supieron de la presencia de otro navío corsario de las Provincias Unidas que había desertado, el “Santa Rosa”, también conocido como el “Chacabuco”, el cual había sido vendido por sus tripulantes a Kamehameha, el rey de Hawaii. Bouchard consiguió que el rey le devolviera el barco y, a continuación, recorrió el resto de las islas, donde consiguió el reembarque de parte de los amotinados del “Santa Rosa” y ejecutó al líder de los mismos. También reclutó a Peter Corney, un marino inglés que allí vivía, así como a 80 isleños, 30 de los cuales embarcaron en el “Santa Rosa” y 50 en “La Argentina”.
A continuación, ambas naves se dirigieron hacia la Alta California, donde llegaron en noviembre. En Monterrey, capital del territorio, tuvo lugar un enfrentamiento del que salieron vencedores los corsarios, consiguiendo el día 24 tomar la fortaleza y el pueblo durante varios días, haciendo ondear la bandera patria.
Cuenta Corney que durante la batalla, los hawaianos fueron a la vanguardia armados de picas, consiguiendo que la caballería española huyera. Además, uno de ellos fue el primero en arriar la bandera enemiga. Seguidamente, una vez que el pueblo fue tomado, los hawaianos, que iban casi desnudos, se vistieron con ropas españolas y, junto al resto de la tropa, se dedicaron a saquear y a destruir todo. Más adelante, en diciembre, los corsarios navegaron hacia el Rancho el Refugio, el cual saquearon. Siguieron su viaje primero hacia Santa Bárbara y luego hacia la misión de San Juan, la cual tomaron e incendiaron. A continuación, el día 20 llegaron a la Isla de Cedros, en la Baja California.
El 24 de enero de 1819 recalaron en las Islas Tres Marías, frente a la costa de México. Aquí cuenta Corney que los hawaianos encontraron una raíz parecida a otra que se halla en sus islas, la cocinaron y se envenenaron al comerla, agonizando durante varios días, llegando a morir doce de ellos. Tras esta desgracia, los corsarios se dirigieron a México y bloquearon el puerto de San Blas, donde capturaron un navío español. A continuación, navegaron hacia Acapulco, y después a Sonsonate y El Realejo, en las actuales El Salvador y Nicaragua, donde siguieron atacando y capturando naves españolas, para, seguidamente, dirigirse a Chile en abril.
Debió de ser en aguas centroamericanas cuando tuvo lugar un confuso hecho. Según un informe ruso, en junio llegó a Nuevo Arcángel, actual Sitka, en la Alaska rusa, un navío con siete hawaianos. Según declararon estos, en Monterrey, las fuerzas de Bouchard capturaron un barco español, a continuación, tuvo lugar un motín en el que el francés murió, entonces, el navío español fue entregado a los hawaianos, que debían seguir a las fragatas rioplatenses hacia el sur, pero, incapaces de seguir a “La Argentina” y a la “Santa Rosa”, los isleños decidieron ir a Hawaii, aunque, al no saber pilotar la nave correctamente, acabaron en Alaska. Allí los rusos apresaron a dos de los isleños, mientras a los otros cinco fueron llevados a Hawaii. Lo que realmente debió suceder es que en sus operaciones en Centroamérica, los corsarios apresaron varios barcos, entre ellos el “Nuestra Señora de Guadalupe”, que fue entregado a los isleños para que lo llevaran a un puerto amigo, pero estos desertaron e, intentando llegar a Hawaii, acabaron en Alaska.
Como dijimos, en abril Bouchard dejo las aguas centroamericanas, en julio llegó a Valparaíso, donde las naves corsarias y sus presas fueron retenidas por la fuerza por Thomas Cochrane, comandante de la flota chilena, bajo la acusación de que Bouchard había cometido actos de piratería. Según algunas noticias, los chilenos dejaron desembarcar a los extranjeros, entre ellos a varios hawaianos gravemente enfermos. Tras unos meses, se llevó a Bouchard a juicio, el cual quedó absuelto finalmente.
No sabemos bajo que circunstancias, pero en septiembre de ese año algunos hawaianos embarcaron en la flota de Cochrane. Esta flota llevó a cabo acciones en Chile y Perú contra los españoles, para seguidamente, en 1821, encaminarse a México. Según el Teniente Vowell, a bordo del navío “Independencia” había varios kanakas, es decir, hawaianos. Cuenta que en el Golfo de Fonseca vio a uno de ellos cazar una tortuga marina con gran destreza, y aunque a los chilenos les repugnaba comerlas, en momentos de escasez no había más remedio. Tras esta noticia no volvemos a saber nada más de los hawaianos, pero sin duda debieron de participar junto a los demás tripulantes del “Independencia” en los ataques que efectuaron entre febrero y marzo de 1822 en la Baja California.
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