viernes, 29 de diciembre de 2023

Carta del cabildo secular de Panamá dando cuenta del ataque de piratas ingleses a Nombre de Dios en julio de 1572, y que han perturbado todo el reino aliándose con los negros cimarrones. Solicitan armas y municiones para poder defenderse

 




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UNA COLONIA DE ESCLAVOS CIMARRONES EN EL ESTRECHO DE MAGALLANES (h. 1580)

Como hemos visto en otros videos, a lo largo de la historia de la América española hubo numerosos planes extranjeros para su conquista, como el plan marroquí del año 1600 para invadir las Indias Occidentales o el plan judío de 1655 para la conquista de Chile. Sin embargo, hay otros planes poco conocidos aún, como el proyecto inglés que pretendía colonizar el Estrecho de Magallanes con esclavos cimarrones de Panamá. 

El artífice de este plan fue el escritor Richard Hakluyt, quien hacia finales de 1580 escribió un breve documento en el que exponía su proyecto para la conquista inglesa del Estrecho de Magallanes y su colonización con cimarrones. 

Hakluyt comenzó su escrito señalando lo perjudicial, en especial para el comercio inglés, que era que el rey Felipe II de España se hubiera anexionado Portugal y sus colonias. Para contrarrestar esto, Hakluyt apuntó a tres acciones que deberían ser llevadas a cabo. Primero, la conquista del Estrecho de Magallanes; segundo, el establecimiento de un asentamiento inglés en la isla brasileña de San Vicente y en los territorios adyacentes; y tercero, el desarrollo del comercio en el noreste, territorio que debería explorarse.

En lo referente al primer punto, el que nos interesa, Hakluyt basaba su proyecto en las informaciones obtenidas por los ingleses durante la travesía del corsario Francis Drake por el Estrecho de Magallanes en 1578. 

Primeramente, Hakluyt señalaba la importancia estratégica de este estrecho, al que consideraba la llave de las Indias Occidentales. Además, el escritor inglés apuntaba a lo fácil que sería que una gran armada se refugiara en aquel lugar, donde abundaba la madera, el agua dulce y las provisiones. 

A continuación, Hakluyt proponía que un tal Clerke, un pirata por entonces encarcelado, expedicionara sobre el Estrecho de Magallanes a cambio de la obtención de un perdón. A este Clerke se le ha identificado con el pirata Thomas Clarke, aunque no hay ninguna certeza de ello. 

Según Hakluyt, este pirata debería llevar cañones de hierro fundido para defender la posición y a un experto en fortificaciones para que fortificara el lugar. Seguidamente, Hakluyt proponía fortificar ambas orillas del estrecho para poder así repeler los ataques de los indios y las posibles contraofensivas españolas, sin embargo, este sería el primer paso, siendo lo recomendable tomar ambas entradas del estrecho para garantizar su posesión. 

Para mantener esta conquista Hakluyt pretendía transportar al estrecho a cientos o miles de cimarrones y colonizar con ellos aquel territorio. Los cimarrones eran aquellos esclavos negros que se fugaban y se refugiaban en lugares agrestes donde formaban comunidades, algunas de cierta importancia, que las tropas españolas solo podían tomar después de muchos esfuerzos, si es que lo conseguían. 

Según Hakluyt, los cimarrones, que odiaban a los españoles, podrían ser llevados al estrecho por Drake o por cualquier otro inglés. Pero, ¿por qué pensó Hakluyt en aquel famoso corsario? Todo se remonta a los años 1572 y 1573. En esa época Drake se encontraba incursionando en el territorio de lo que hoy es Panamá, donde se alió con los cimarrones del lugar. Por tanto, Hakluyt, buen conocedor de la amistad de Drake con los cimarrones, creyó que él sería la persona idónea para transportarlos al Estrecho de Magallanes. 

Hakluyt pensaba que sería fácil inducir a los cimarrones a vivir bajo el suave gobierno inglés y asentarlos en el estrecho. Creía además que con los cimarrones, unos cuantos capitanes ingleses y una buena armada, se podría defender el estrecho y someter las minas de oro del Perú y toda la costa del Mar del Sur, es decir, del océano Pacífico. 

El escritor inglés pensaba que los cimarrones, criados como esclavos, podrían soportar la crudeza del frío del estrecho mejor que los españoles y, tras ser liberados del tiránico gobierno español, vivirían allí bajo el gobierno de los ingleses. A los cimarrones, decía Hakluyt, se podrían sumar hombres y mujeres ingleses convictos. 

Por último, terminaba Hakluyt el texto de su proyecto añadiendo varios datos sobre el estrecho obtenidos en la expedición de Drake, como su geografía o su fauna. 

Obviamente, el plan de Hakluyt no se llevó a cabo, pero los ingleses nunca olvidaron la idea de la importancia de tomar y colonizar el Estrecho de Magallanes, cosa, que como vimos en otro video, trataron de hacer un siglo después.

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viernes, 22 de diciembre de 2023

Información de Matías Romero, Embajador de México en Estados Unidos, sobre el bombardeo francés de Acapulco (2 de abril de 1863)

 



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EL BOMBARDEO FRANCÉS DE ACAPULCO (1863)

Durante la Segunda intervención francesa en México tuvieron lugar famosas batallas como la de Puebla o la de Totoapan, sin embargo sucedieron otros enfrentamientos menos conocidos, como la batalla de Acapulco, que por alguno de los eventos acaecidos fue calificada en aquella época como “acto de barbarie”. 

Todo comenzó el 8 de enero 1863. Ese día se presentó frente a Acapulco la División Naval francesa del Océano Pacífico compuesta por la fragata Pallas, el aviso Diamant y las corbetas Galathée y Cornélie. Por los testimonios conservados sabemos que el Contraalmirante francés Bouet dirigió, a través del agente estadounidense Van Brunt, una serie de exigencias a Diego Álvarez, comandante de Acapulco. 

Luego, Bouet envió al Diamant al interior de la bahía y a través de su capitán, Eugène Le Bris, dirigió a Álvarez las mismas exigencias, según las cuales, este debería desmentir un artículo que consideraba hostil e injurioso sobre la corbeta francesa Bayonnaise que había publicado el general ítalo-mexicano Luis Ghilardi dos meses antes. 

Una vez sucediera esto, según Bouet, se firmaría con el comandante de la provincia una convención de neutralidad por la cual “los buques de guerra franceses tendrán todas las facilidades deseables para proveerse de víveres, agua y carbón, todas las veces que se presenten en Acapulco. Por su parte los buques de la división francesa del Océano Pacífico se abstendrán de todo acto de hostilidad contra la plaza de Acapulco”. 

Además, Bouet decía que cumplidas estas condiciones, renunciaría a la demanda de la desmantelación de las baterías que había hecho al gobernador. A esto se añadió poco después la exigencia de que el padre de Diego Álvarez, Juan Álvarez, general en jefe de la División del Sur, destituyera Ghilardi. 

En respuesta a las exigencias de Bouet, Diego Álvarez le comunicó a Le Bris que en lo referente a Ghilardi, debería ser este el que desmintiera su propio escrito. Además, Álvarez señaló que el italiano ya había sido apartado del mando y que se encontraba fuera del Estado. En cuanto a los suministros, Álvarez se negó a que fueran entregados a los franceses, pues estaría traicionando su deber y a su país. A continuación, respecto a la convención, Álvarez se mostró sorprendido por la propuesta, pues no entendía como un territorio que formaba parte de México, podría declararse neutral en la guerra entre Francia y México. 

Mientras tanto, varios comerciantes extranjeros radicados en Acapulco dirigieron con permiso de Álvarez una nota a Bouet para que respetara sus intereses en aquel puerto, aunque este no les dio respuesta ni plazo de evacuación. 

Al día siguiente, el 9, Le Bris insistió en la retractación de Ghilardi y comunicó a Álvarez la intención de Bouet de entrar pacíficamente en la bahía de Acapulco para proveerse de víveres, agua y carbón, y que confiaba en no encontrar hostilidad alguna. A esto respondió nuevamente Álvarez en que debería ser Ghilardi el que se retractara y no él. En cuanto a las provisiones, Álvarez dijo que no estaba facultado para otorgárselas. Sin embargo, según un relato francés, el mexicano habría aceptado entregar víveres a Bouet, pero sin comprometerse por escrito. 

Luego, según este mismo relato, Álvarez habría manifestado su intención de conocer a Bouet. Este decidió entrar en la bahía, pero temiendo una emboscada, hizo preparativos para el combate. Así, a las 8.30 de la mañana del día 10, los franceses entraron en la bahía de Acapulco y poco después, hacia las 8.45, los fortines que rodeaban la plaza comenzaron a disparar contra los barcos enemigos, atrapando a dos de ellos en un fuego cruzado. 

De inmediato, los buques franceses respondieron y con su mayor potencia de fuego, sobre todo el de la Pallas, consiguieron acabar con los cañones del fortín Guerrero en menos de una hora, solo recibiendo este buque algún impacto en su línea de flotación. Minutos después, sucedió lo mismo con el fortín Iturbide y a las 10 con el fortín Galeana. En cuanto a los fortines Hidalgo y Morelos, según el parte de Álvarez, los franceses se habían colocado fuera de su alcance. 

A continuación, de acuerdo con el testimonio de un comerciante español presente en Acapulco, tras neutralizar a estos tres fortines -llamados Grifo, Hornos y Cameron en otras fuentes- los franceses comenzaron a las 11 a disparar hacia la población con una gran cantidad de bombas, sin respetar ni siquiera las casas identificadas con la bandera española, país amigo del Segundo Imperio Francés. Según este testimonio, el bombardeo cesó a las 4 de la tarde, y el resto del día la colonia española se dedicó a apagar los incendios que se habían producido en sus almacenes. 

Luego, hacia el medio día, la Pallas atacó el fortín Álvarez, situado en el cerro de la Mira y al que los franceses se referían como el Gran Fuerte. Este ataque tenía como objetivo proteger a los destacamentos franceses que desembarcaron para inutilizar los cañones de las baterías que ellos llamaron Rouge y Cocotiers, el Hornos y el Cameron o Camarón de otras fuentes. Una vez allí, los franceses encontraron a sus defensores hechos pedazos por sus balas. 

Según la comunicación que Álvarez dirigió a su padre, el fortín Álvarez no pudo responder a la escuadra enemiga ya que estaba situada fuera del alcance de sus cañones, además se lamentaba del mal montaje de los mismos. Sin embargo, según la versión francesa, fueron los estragos de sus balas los que hacían huir a los defensores de aquella posición, lo que impedía así que dispararan sus cañones. 

También señalaba Álvarez en su comunicación que los franceses se habían ensañado con el puerto, ocasionando el derrumbe de algunos edificios, varios muertos y heridos, aunque apuntaba que la moral de la tropa y del pueblo se mantenía alta. Según informaciones francesas, sus bombas habían derribado varias casas, aunque los mexicanos habían tomado la precaución de evacuar la ciudad. 

Al día siguiente, el 11 hacia las 6 de la mañana, los franceses, al parecer solo con la Pallas, reanudaron el bombardeo contra el fortín Álvarez, el cual siguió resistiendo. Según el comandante de Acapulco, en aquel momento sus fuerzas se hallaban desperdigadas por el puerto para evitar que los franceses desembarcaran o que intentaran proveerse de agua. Sin embargo, estos consiguieron desembarcar y clavar varios cañones, arrojando otros a la bahía. 

Luego, el tercer día, el 12, los franceses volvieron a abrir fuego contra el fortín Álvarez a las 6 de la mañana, con especial intensidad entre la 1 y las 5. Álvarez contaría que los fuegos enemigos acribillaron la bandera mexicana, dejándola hecha trizas, aunque aguantando esta sobre el mástil hasta el último momento. 

Tras esto, poco después de las 5 de la tarde, la escuadra francesa abandonó la bahía, siendo despedida por los cañones del fortín, más como gesto de celebración que con intención de alcanzarla. A continuación, las naves francesas, fueron a reparar sus averías y a hacer aguada a Zihuatanejo, o La Manzanilla según otras versiones, y luego a Mazatlán. 

Según el comerciante español antes mencionado, el ataque se saldó con 10 muertos y 15 heridos mexicanos, por ninguno de los franceses. Por su parte, Juan Álvarez informó al ministro de Guerra que se continuaba preparando la defensa de Acapulco ante un más que probable regreso de la escuadra francesa, cosa que sucedió meses después, aunque esa es otra historia.

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miércoles, 6 de diciembre de 2023

El Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata autoriza a Hipólito Bouchard a capturar la corbeta Santa Rosa de Chacabuco

 


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CHILENOS CONTRA ARGENTINOS EN NICARAGUA (1819)

Como vimos en el anterior video, en 1819 dos corsarios americanos que luchaban contra los españoles se encontraron fortuitamente en aguas de América Central y se enfrentaron entre ellos en un combate en aguas de Nicaragua. 

El primero de estos corsarios era un navío de Chile llamado El Chileno que en 1818, durante su primera expedición, capturó varios buques españoles en aguas de Perú y del golfo de Guayaquil, llegando a enfrentarse a dos fragatas realistas. Tiempo después, durante su segunda expedición, volvió ha hacer presas en aguas peruanas, para, a continuación,  dirigirse hacia el norte, a California. Desde allí puso rumbo al sur, a aguas de Acapulco, donde capturó a la fragata española Cazadora en febrero de 1819. Seguidamente, El Chileno se dirigió al norte, a San Blas, donde se enfrentó a un corsario de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la actual Argentina. 

Este corsario era la corbeta Santa Rosa de Chacabuco, o simplemente Santa Rosa, un navío de turbulenta historia. En 1817, mientras se encontraba en aguas de Chile, la tripulación se amotinó y se dirigió a las islas Hawái. Más tarde, en agosto de 1818, otro corsario de las Provincias Unidas, la fragata La Argentina, lo encontró allí. La Argentina, capitaneada por el francés Hipólito Bouchard, había zarpado del Río de la Plata en junio de 1817 y, tras atravesar, no sin problemas, el Atlántico Sur y el Índico, incursionó en las islas españolas de las Filipinas, después de lo cual se dirigió a Hawái. Allí, tras varias vicisitudes, Bouchard recuperó la Santa Rosa y, a continuación, ambas naves partieron hacia California, aún en manos españolas. En California, ya en noviembre de 1818, los corsarios, entre otras cosas, atacaron y tomaron Monterrey, para luego dirigirse hacia el sur, a aguas de México. 

A finales de febrero de 1819 los dos corsarios de las Provincias Unidas comenzaron a bloquear el puerto novohispano de San Blas. El 1 de marzo, mientras seguían en San Blas, El Chileno se aproximó a aquel puerto, entonces la Santa Rosa se dirigió hacia él, de inmediato El Chileno, haciéndose pasar por un buque español, izó la bandera de aquel país y disparó 7 u 8 cañonazos a la Santa Rosa. Esta enarboló la insignia de las Provincias Unidas y respondió con otros tantos cañonazos, pero El Chileno, más veloz, consiguió retirarse sin que se le pudiera dar caza. Bouchard y los suyos esperaron un par de días el regreso de aquel buque que creían español, sin embargo, desistieron y se dirigieron a Acapulco, aunque durante la travesía lo avistaron a la lejanía. 

Al llegar a Acapulco los corsarios comprobaron que el puerto estaba desierto, por lo que decidieron continuar su travesía hacia el sur, llegando a finales de mes al puerto salvadoreño de Sonsonate, donde la Santa Rosa hizo una presa. Luego se dirigieron al puerto nicaragüense de El Realejo, donde llegaron a principios de abril y donde, tras un combate contra las defensas del lugar, capturaron cuatro navíos españoles. 

En esos momentos, según el relato de Bouchard, la Santa Rosa avistó a El Chileno. De inmediato se dio aviso a Bouchard y este se trasladó a la Santa Rosa, barco que en aquel momento tenía a bordo pocos marineros capaces ya que muchos eran isleños de Hawái. Como dejó escrito Bouchard en su parte el combate que se inició entonces se desarrolló así: 

“El bergantín se vino encima de nosotros con bandera española, haciéndonos fuego. Fijando yo la de la patria, y teniéndolo en proximidad, le contesté con un costado. El se colocó a distancia de tiro de pistola por la popa, y amagando abordarnos, descargó todo un costado, y un cañón de a veinte y cuatro con los fuegos de fusilería”. 

“Su amago de abordaje me obligó a ordenar mi gente para esperarlo; y en esta situación hizo las descargas dichas, me mató tres hombres, me hirió tres, que morirán sin duda, y me hizo varios y remarcables daños en el casco del buque, y en el cureñaje. Aquí es el momento de una sorpresa, por lo que va a escuchar Vuestra Excelencia. Después del combate referido, y en el acto de hacer el bergantín las terribles descargas ya dichas, y héchome aquellos estragos, arría la bandera española y enarbola la de Chile”. 

“La admiración y el coraje sucedieron al dolor de ver aquella sangre vertida tan bárbaramente. Yo habría hecho el debido escarmiento, pero no tenía la bastante fuerza por faltarme La Argentina. Llamé al comandante del bergantín por quien supe apellidarse Coll y que el buque era El Chileno, Corsario contra los españoles. Las reconvenciones sobre su inicuo manejo se me atropellaron, y él no tuvo que contestar más que con la confusión que le causaban”. 

“Le pedí su cirujano para curar los heridos, pues el mío estaba dentro del canal [de El Realejo]; y aunque le exigía momentos para instruir a Vuestra Excelencia de muchas cosas substanciales a la ilustre causa que sostenemos, él se hace a la vela por protestos de ninguna consideración”. 

Por último, termina Bouchard su relato diciendo que La Argentina mientras tanto se ocupó en capturar a un barco que había avistado. Esta nave era la Cazadora, y al darse cuenta de que era la presa de El Chileno la liberaron, no sin antes tomar sus cañones, con los cuales armaron a una de sus presas. 

Tras esto, El Chileno y su presa pusieron rumbo a Valparaíso, donde el corsario se hundió a principios de julio. Por su parte, Bouchard y sus naves también pusieron rumbo hacia el sur, siendo detenidos por la marina chilena en Valparaíso por esas mismas fechas, aunque esa es otra historia.

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domingo, 26 de noviembre de 2023

Noticia sobre el corsario El Chileno en la Gazeta de Buenos Ayres (17-6-1818, nº 75, p. 217)


 


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EL CORSARIO EL CHILENO (1817-1819)

Durante los primeros años de vida de la República de Chile, en la época de la Patria Nueva, el peligro español aún estaba presente, por lo que los chilenos, como otras naciones, armaron corsarios para luchar contra su antigua metrópoli. Uno de estos corsarios fue El Chileno, que en dos expediciones consiguió asestar varios golpes a los realistas. 

El Chileno, un bergantín o bergantín-goleta construido al parecer en los Estados Unidos, había estado destinado al comercio con el nombre Adeline hasta que fue adquirido en 1817 por el comerciante chileno Felipe Santiago del Solar, el cual le cambió el nombre y solicitó una patente de corso para así poder actuar contra los españoles y, según él, “quemar, destruir, o apresar todos los buques enemigos que se encuentren durante la guerra,...”. 

Tras serle concedida la patente el 20 de noviembre por la Junta Suprema Delegada, a El Chileno se le dotó de 12 piezas de artillería y de una tripulación de 90 hombres, capitaneados por Enrique Santiago o Enrique James, quizás un inglés o estadounidense. A continuación, hacia finales de año, el navío zarpó de Valparaíso y llegó a aguas peruanas a comienzos del siguiente año. 

Ya el 7 de enero de 1818 el corsario chileno capturó al bergantín Zaeta a la altura de Arica, del cual tomó su cargamento de cacao, arroz y legumbres, para a continuación incendiarlo. Una semana más tarde a la altura de El Callao, El Chileno capturó al buque San Francisco de Paula, aunque no tenemos más noticias al respecto. 

El virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, enterado de esto, envió dos navíos de guerra en su búsqueda, el bergantín Justiniano y la fragata Palafox. Debió ser esta última embarcación la que se enfrentó a El Chileno cerca de El Callao a finales de enero, haciendo huir, según algún testimonio, los corsarios a los realistas. A este mismo combate quizás se refiera una noticia recogida en una gaceta española, según la cual, la Palafox se enfrentó a un bergantín-goleta corsario cerca de Pisco y le hizo huir. 

Poco después, El Chileno se presentó en el fondeadero de Huanchaco, al norte de Perú, donde capturó e incendió los bergantines Litre y Vigilante, que estaban cargados de trigo y arroz. Luego, días después, capturó al bergantín Mercedes en Paita, el cual fue enviado a Valparaíso con su cargamento de cacao y tabaco. 

A continuación, El Chileno se dirigió al Golfo de Guayaquil, en el moderno Ecuador, donde el 6 de febrero abordó y capturó al navío San Ignacio, también conocido como El Diamante. Según publicaría meses después la Gazeta Ministerial de Chile, el San Ignacio, que se dirigía al puerto salvadoreño de Sonsonate, transportaba una gran cantidad de cacao. 

Tras esto, el 11 de febrero, El Chileno avistó y persiguió a un convoy escoltado por la fragata española Tagle, a la cual alcanzó y con quien sostuvo un breve intercambio de disparos, haciéndola huir según un testimonio de la época, aunque según una gaceta española, fue la Tagle la que hizo huir al corsario. 

Luego, El Chileno y el San Ignacio fueron a las islas Galápagos para hacer aguada. Tras unos días en aquellas islas, El Chileno siguió su expedición por aguas peruanas, mientras que al San Ignacio se le ordenó dirigirse a Valparaíso, a donde llegó en mayo. En ese mismo mes o en abril, El Chileno capturó cerca del río Tumbes, en el norte de Perú, a la fragata Inspectora, regresando finalmente a Valparaíso a finales de junio. 

Tras este exitoso crucero, El Chileno volvió a salir a la mar en septiembre de ese mismo año, esta vez parece que con mejor preparación y quizás teniendo por capitán a un tal Coll. La primera presa del corsario chileno fue el bergantín Bolero frente a Huanchaco en diciembre, al cual solo pudo capturar tras un combate de una hora, y al que luego envió a Valparaíso. Tras esto, días después fue capturado el San Antonio en aguas del Golfo de Guayaquil. 

A continuación, El Chileno se dirigió a aguas de Nueva España, el actual México, llegando, según algunos autores, ya en 1819, a aguas californianas, donde al parecer habría capturado varios barcos frente a San Francisco y en el golfo de California, llegando a recalar en Monterrey, aunque sobre esto no tenemos mucha información. 

Luego, más al sur, el 18 de febrero El Chileno capturó a la fragata Cazadora frente a Acapulco, la cual quedó en manos del segundo capitán del buque corsario. Según el relato posterior, la tripulación de la Cazadora no se resistió al no tener listas las armas para el combate. Así, tras unos días como prisioneros, los tripulantes de la Cazadora fueron dejados en tierra por los marineros de El Chileno, los cuales son llamados ingleses en documentos de la época. 

Días después, a principios de marzo, y como veremos con más detalle en el siguiente video, El Chileno tuvo un enfrentamiento frente al puerto mexicano de San Blas con la Santa Rosa de Chacabuco, una corbeta corsaria de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Poco después, El Chileno fue avistado de nuevo por estos corsarios, pero se alejó a toda velocidad. 

Más tarde, a principios de abril, El Chileno volvió a enfrentarse con la Chacabuco frente al puerto nicaragüense de El Realejo, y tras causarle algunos daños, prosiguió su travesía hacia el sur, llegando a Valparaíso en junio, donde naufragó a principios de julio.

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lunes, 20 de noviembre de 2023

Carta de Abraham Lincoln a Francisco Solano López por el fallecimiento de su padre.

 



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ESTADOS UNIDOS CONTRA PARAGUAY, 10 DATOS DESCONOCIDOS

Como hemos visto en otros videos, entre 1854 y 1856 se produjeron una serie de incidentes entre Paraguay y los Estados Unidos que a punto estuvieron de provocar la invasión estadounidense del país sudamericano, sin embargo, aún hay datos casi desconocidos sobre este conflicto. 

Los incidentes a los que nos referimos son la disputa entre el gobierno paraguayo y Edward Hopkins, el cónsul estadounidense en Paraguay, que precipitó su expulsión del país; la expropiación de los bienes de una empresa vinculada a Hopkins; el intercambió de disparos entre la fortaleza paraguaya de Itapirú y el navío estadounidense Water Witch que ocasionó la muerte de un marino norteamericano; y por último, la negativa del presidente paraguayo, Carlos Antonio López, a ratificar el Tratado de Amistad firmado por ambas naciones. 

Como resultado de su expulsión del país, Hopkins intentó que el gobierno de Estados Unidos tomara represalias contra Paraguay. Además, a mediados de 1856 publicó en Buenos Aires un panfleto titulado “La Tiranía del Paraguay, a la Faz de sus Contemporáneos”, en el que atacaba al presidente López y a los paraguayos. En este texto Hopkins acusaba a López de crímenes y actos bárbaros, le llamaba déspota y, entre otras cosas, decía que la sociedad paraguaya carecía de sentido moral. 

A pesar de los esfuerzos de Hopkins, el asunto cayó en el olvido durante un tiempo y hubo que esperar hasta finales de 1857 para que el presidente de Estados Unidos, James Buchanan, reviviera la cuestión en su mensaje anual al Congreso, en el que incluso llegó a considerar el uso de la fuerza contra Paraguay. 

Sin embargo fue otro individuo el que se mostró más beligerante con Paraguay. Nos referimos al senador James Mason, miembro del partido Demócrata y férreo partidario de la esclavitud, el cual fue el mayor defensor en abril de 1858 de una resolución que proponía dar autorización a Buchanan para usar la fuerza contra Paraguay en el caso de que este país se negara a ajustar sus diferencias con Estados Unidos. En su defensa de esta resolución, Mason llegó a calificar a López de bandolero y de ignorante a la población mestiza de aquella región. 

Finalmente, a principios de junio las cámaras estadounidenses dieron autorización a Buchanan para usar la fuerza contra Paraguay en caso de que el gobierno paraguayo se negara a satisfacer las reclamaciones de Estados Unidos. A partir de ese momento se comenzó a preparar la que se conoció como la Paraguay Expedition. Esta expedición estuvo integrada por 19 buques y 2.500 hombres, entre los que se encontraban algunos de los mejores marinos estadounidenses de la época, lo que demuestra lo en serio que Buchanan se tomó el asunto. 

Uno de estos marinos fue el comodoro William Shubrick, el comandante en jefe de la escuadra y un hombre de amplia experiencia. Siendo aún muy joven, Shubrick entró en la marina de Estados Unidos. En la Guerra de 1812 participó en varias acciones contra los británicos. Luego estuvo destinado en Brasil y el Caribe, y entre 1847 y 1848, durante la guerra entre Estados Unidos y México, participó en el bloqueo y captura de Guaymas y Mazatlán. Otro de los participantes de la Paraguay Expedition fue Thorton Jenkins, el cual había servido en un crucero contra piratas en aguas de Cuba y más tarde, durante la guerra contra México, dirigió los desembarcos estadounidenses en Tabasco y Tuxpan. 

Luego, en agosto, mientras se preparaba la expedición, el presidente Buchanan escribió a Isaac Toucey, el Secretario de la Armada de Estados Unidos, para informarle sobre su conversación con William Ouseley, un diplomático británico que había servido durante muchos años en Brasil y Argentina, y que por tanto era buen conocedor de los asuntos de Paraguay. Este le dijo a Buchanan que el presidente López era un hombre astuto, sin escrúpulos e insincero, además de un tirano y un déspota. También aconsejó a Buchanan que, debido a las características de los ríos Paraná y Paraguay, lo mejor era usar en la expedición barcos de ruedas y no de hélices, ya que estos últimos podrían dañarse por la poca profundidad del agua. 

Asimismo Ouseley informó al presidente sobre las fortificaciones que López había estado construyendo en los últimos años. También aconsejó el británico a Buchanan sobre la conveniencia de asegurarse la amistad de la Confederación Argentina en el conflicto con Paraguay y de lo importante que sería obtener información de los exiliados paraguayos radicados en Buenos Aires. Por último, Ouseley dijo que con algunos regalos se podría animar a los indios del Chaco para que entraran en guerra contra López. 

Semanas más tarde, a finales de octubre, el buque insignia de Shubrick, la fragata USS Sabine, que transportaba a James Bowlin, el comisionado que debía negociar con López, a punto estuvo de ser hundida, pero no por los cañones paraguayos de Humaitá, sino por un huracán en su travesía hacia Sudamérica que le causó algunos daños y la obligó a atracar en las Bermudas para efectuar varias reparaciones. Curiosamente, años antes, en enero de 1846, un huracán tumbó tres barcos y mató a varios soldados paraguayos que participaban en una expedición en Corrientes. 

Meses después, en enero de 1859, varias naves de la escuadra estadounidense habían remontado el río Paraná y se encontraban en el puerto argentino de Corrientes. Allí, un miembro de la expedición, un tal Fred Mowbray, escribió una canción en la que se deja patente la hostilidad estadounidense. En uno de los versos se habla de plantar los estandartes de Estados Unidos en los fuertes de Paraguay. Más adelante, en otro verso se menciona el temblor del presidente López por la llegada de la escuadra estadounidense. Luego, al final, aunque se alude a que la paz es el mayor deseo, se dice que el objetivo de la flota es vengar los insultos proferidos por Paraguay a Estados Unidos. 

Finalmente, la mayor parte de las reclamaciones se zanjaron pacíficamente y paraguayos y estadounidenses firmaron un tratado el 4 de febrero. Semanas más tarde, en marzo, el brigadier general Francisco Solano López, Ministro de Guerra y Marina e hijo del presidente paraguayo, promulgó desde la fortaleza de Humaitá una proclama dando las gracias a los soldados movilizados contra la expedición estadounidense. En esta proclama podemos leer lo siguiente: 

“Soldados: Habéis sido llamados a las armas, cuando la Patria estaba amenazada; cuando parecía necesaria sostener con la sangre, sus derechos sacrosantos; cuando era necesario mostrar al mundo, el entusiasmo y el valor del soldado paraguayo. […] No hay uno solo de vosotros que no haya estado resuelto a discutir con el hierro y el plomo las grandes cuestiones que se agitaban entre los dos polos de América.” 

Meses después, en agosto, el presidente Buchanan escribió una carta a su homólogo paraguayo en términos amistosos en la que se alegraba por el arreglo de las desavenencias entre ambos gobiernos. Además, Buchanan da un dato que desconocíamos, la supuesta intención de López de enviar a su hijo a Estados Unidos para el canje de las ratificaciones del Tratado firmado en febrero. Las amistosas palabras de Buchanan en esta carta contrastan con las que el mismo escribiría en su biografía, en la que se refiere al presidente López con más antipatía y le acusa de haber desafiando a Estados Unidos por creerse protegido por su lejana y apartada posición. 

Años más tarde, en 1862, ya durante la Guerra de Secesión, algunos ciudadanos estadounidenses seguían reclamando a Paraguay ciertas cantidades económicas, lo que, como vemos en algunos documentos, obligó a intervenir al famoso presidente Abraham Lincoln. 

También durante la Guerra de Secesión volvemos a encontrarnos con varios miembros de la Paraguay Expedition, pero en esta ocasión luchando contra la Unión como marinos al servicio de la Confederación. Uno de ellos fue John McIntosh Kell que sirvió a bordo del CSS Sumter, un corsario confederado que en 1861 capturó varias naves en aguas de Cuba y Venezuela. A continuación, en 1862 encontramos a Kell a bordo del CSS Alabama, otro corsario confederado que recorrió el Atlántico y el Índico durante los siguientes dos años, en los que capturó o quemó más de 60 naves. Tras esto, ya al final de la guerra, Kell capitaneó el CSS Richmond en el río James, en Virginia.

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sábado, 11 de noviembre de 2023

La conquista de Gaza por Alejandro Magno (Anábasis de Arriano, II, 25-27)






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LA DESTRUCCIÓN JUDÍA DE GAZA (95 a. C.)

Cómo estamos viendo estos días, la historia de la ciudad de Gaza ha estado plagada de guerras, sin embargo, alguna de ellas es poco conocida, como la que acabó con su destrucción a manos de los judíos en el año 95 a. C. 

Pero primero hagamos un breve resumen de la historia de Gaza. Ya en el segundo milenio antes de nuestra era, la Gaza pre-filistea fue ocupada por los egipcios, luego, en época filistea, fueron continuas las guerras, primero con judíos, y luego, con asirios y babilonios. Tras esto llegó la ocupación persa, la cual acabó con la conquista de la ciudad por parte de Alejandro Magno en el año 332. 

Luego, después de la muerte de Alejandro, la Gaza helenística no dejó de cambiar de manos durante el siguiente siglo y medio. En ese tiempo, primero los Diádocos y luego los reyes seléucidas de Siria y los ptolomeos de Egipto se disputaron el control de Gaza y del resto de la región sirio-palestina. 

Después del fin de estas luchas, Palestina no encontró la tranquilidad y se vio sacudida por la revuelta judía encabezada por los Macabeos y por las guerras por el trono que azotaban el reino seléucida. Durante una de estas guerras, hacia el año 144, según el primer Libro de los Macabeos, Jonatán Apfús, hermano de Judas Macabeo, se alió con el niño rey Antíoco VI Dionisio y con su regente Diodoto Trifón en contra de otro seléucida, su antiguo aliado Demetrio II Nicátor, lo que le valió a Jonatán que Antíoco lo confirmara como sumo sacerdote y lo nombrara gobernador de Judea. 

Tras esto, Jonatán recorrió la región sirio-palestina y consiguió que las ciudades de aquel territorio abandonaran a Demetrio y se unieran a Antíoco. Sin embargo, al llegar a Gaza, las puertas se le cerraron. Según el Libro de los Macabeos y el historiador judío Flavio Josefo, los habitantes de Gaza, aunque habían abandonado a Demetrio, decidieron no unirse a Antíoco. Entonces Jonatán sitió la ciudad y saqueó y devastó sus alrededores. Los de Gaza, desesperados, aceptaron firmar un tratado de amistad con Jonatán, a pesar del cual, el macabeo tomó como rehenes a los hijos de los jefes y los envió a Jerusalén. 

Poco después, con el inicio de una nueva guerra por el trono seléucida, Gaza volvió a unirse a Demetrio, enfrentado esta vez a Trifón, que había usurpado la corona. Luego, durante las siguientes décadas no sabemos nada, hasta que llegamos al año 108 aproximadamente, en el que la ciudad-estado de Gaza se hizo autónoma, quizás aprovechando el conflicto entre los seléucidas Antíoco VIII Gripo y Antíoco IX Ciciceno. 

Más tarde, a finales de siglo, la región fue testigo de la guerra que enfrentó al depuesto rey de Egipto Ptolomeo IX Látiro contra su madre, su hermano y Alejandro Janeo, segundo rey de Judea de la dinastía de los Asmoneos. Durante el conflicto Gaza se alió con Ptolomeo, el cual llegó a pasar varios meses allí, antes de ser obligado a retirarse a Chipre. 

Tras esto, por fin llegamos al año 95. Ese año, según algunos historiadores, o algo antes según otros, Alejandro Janeo se cruzó en el destino de Gaza. Según cuenta Josefo en el libro XIII de su obra Antigüedades Judías, Alejandro libre de la presencia de Ptolomeo, emprendió una campaña contra varias ciudades de Transjordania y después se dirigió a la región de la costa, donde tomó Rafia, la actual Rafah, y Antedón, una situada al sur de Gaza y la otra muy próxima a esta, al noroeste, junto al mar. 

A continuación, irritado con los habitantes de Gaza por haber estado del lado de Ptolomeo, Alejandro sitió la ciudad y saqueó su territorio. Entonces, según Josefo, una noche Apolódoto, general del ejército de Gaza, o tirano de esta según otros, atacó el campamento judío junto a 2.000 mercenarios y 10.000 esclavos. En un primer momento el ataque sorprendió y confundió a los judíos, los cuales llegaron a pensar que el que atacaba era Ptolomeo. Ya de día, los judíos se reagruparon y atacaron a los de Gaza, que sufrieron unas 1.000 bajas. 

Pero, como cuenta Josefo, “los de Gaza resistían y no cedían ni por la falta de recursos ni por la suma de sus muertos (pues consentían sufrir todo lo que fuera antes de caer en poder del enemigo)”. Además, el ánimo de los de Gaza se mantenía alto ya que habían llamado en su ayuda a Aretas II, rey de los árabes nabateos. 

Pero antes de que Aretas llegara y cuando el asedio cumplía un año se produjo la tragedia. Lisímaco, hermano de Apolódoto, lo mató por la envidia que sentía hacia él al estar este tan bien considerado en Gaza. A continuación, puso de su parte al ejército y entregó la ciudad a Alejandro. 

El asmoneo en un primer momento se mantuvo en calma, pero luego permitió que sus tropas tomaran represalias contra los habitantes de Gaza, comenzando así una matanza. Sin embargo, como dice Josefo, los habitantes de Gaza se defendieron y mataron a un buen número de judíos, en una escena que recuerda a los combates librados entre los de Gaza y las tropas de Alejandro Magno casi 250 años antes. 

Al mismo tiempo, parte de los habitantes de la ciudad prendieron fuego a sus casas para impedir que los enemigos obtuvieran botín y otros, según Josefo, mataron a sus mujeres e hijos para evitar que se convirtieran en esclavos de los judíos. Por último, 500 senadores de Gaza que se habían refugiado en el templo de Apolo, fueron ejecutados por Alejandro, el cual, tras haber arrasado la ciudad, se retiró a Jerusalén. 

Sin embargo hay autores que creen que esto es una exageración de Josefo y que Alejandro nunca habría destruido Gaza, al tratarse en aquella época de una ciudad bien fortificada e importante enclave comercial desde el cual las mercancías nabateas llegaban al Mediterráneo, lo cual daría importantes beneficios al reino asmoneo. 

 Sea como fuere, tras la toma de Gaza, nuevas guerras asolaron la región. Durante los siguientes años Alejandro se enfrentó a seléucidas, a nabateos y a rebeliones internas. Por su parte Gaza, o lo que quedaba de ella, permaneció bajo el dominio Asmoneo hasta que el general romano Pompeyo decretó su libertad hacia el año 63, siendo tiempo después reconstruida, o mejor dicho, refundada, algo más al sur por orden de Aulo Gabinio, el gobernador romano de Siria.

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sábado, 28 de octubre de 2023

Frova, un espía ítalo-uruguayo en la Segunda Guerra Mundial

 


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BOVE, UN ESPÍA URUGUAYO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Como vimos en otro video, las redes de espionaje de la Alemania Nazi se extendieron a lugares tan lejanos como el Cono Sur, sin embargo es poco conocida la existencia de espías uruguayos al servicio de los alemanes, como fue el caso, entre otros, de Juan Alberto Bove Trabal. 

Una de las primeras noticias que tenemos sobre la relación de Bove con grupos de ideología fascista es de finales de los años '30. En esa época ya estaba vinculado a la agrupación uruguaya Acción Nacional, un grupúsculo de corte totalitario. En ese mismo tiempo se sabe que Bove se carteó con miembros del partido fascista brasileño Acción Integralista Brasileña, el cual protagonizaría en 1938 un levantamiento contra el gobierno brasileño. 

Años después, en 1942, Bove viajó a Europa con el político nacionalista argentino Juan Carlos Goyeneche, el cual mantuvo reuniones con reconocidos jerarcas de la España franquista, de la Alemania nazi y de la Italia fascista. Sobre que hizo Bove en su estancia en Europa no tenemos noticias, salvo que publicó varios artículos en periódicos españoles de ideología fascista. En uno de estos artículos culpaba a judíos y masones de la Leyenda Negra que recaía sobre los pueblos hispánicos, y en otro alababa la instauración del nacionalsocialismo en Alemania. 

Más tarde, a principios de 1943, de regreso a Uruguay, Bove fue reclutado por un ciudadano brasileño para la red de espionaje nazi que operaba en ese país, la cual estaba dirigida por el suizo José Pfeffer, al que conoció poco después. Durante los siguientes meses Bove realizó varios viajes entre Montevideo y Buenos Aires llevando valiosas informaciones, como los movimientos norteamericanos en Montevideo, lo que le convirtió en una importante pieza del entramado nazi en Sudamérica y le granjeó la amistad de Hans Harmeyer, uno de los espías nazis más importantes de Argentina. 

En uno de estos viajes, el realizado el 4 de noviembre de 1943, Bove llevó correspondencia de Pfeffer a Harmeyer. Tras la entrega Bove se reunió con Arturo Brinkmann, un militar argentino de origen alemán vinculado a la Legión Cívica Argentina que, según la inteligencia británica, filtraba información del gobierno argentino a Johannes Siegfried Becker, líder del espionaje nazi en aquel país. 

En esta reunión Brinkmann solicitó a Bove informaciones sobre los exiliados argentinos residentes en Montevideo. Además, Bove confesaría después que durante la reunión se hallaban presentes un boliviano de ascendencia alemana y dos argentinos, Ireneo Ernesto Banchs y Guillermo Lasserre Mármol, vinculado este último al Partido Fascista Argentino. 

Luego, el 7 de noviembre, cuando regresaba a Montevideo, Bove fue detenido. Según la prensa y las informaciones del S. I. S., el Servicio Especial de Inteligencia de Estados Unidos, el espía uruguayo transportaba propaganda pro-alemana, pro-italiana y contra los países que luchaban contra el Eje. Pero no fue solo propaganda lo que encontró la policía. Bove también transportaba dos cartas, una en alemán, cuya traducción reflejaba la existencia de un sistema de envío de información desde Montevideo a Buenos Aires a través de correos. 

Según el S. I. S., el Ministro de Relaciones Exteriores argentino, el general Alberto Gilbert, ofreció al embajador uruguayo en Buenos Aires la cooperación argentina en la investigación, lo que se creyó que se hacía en realidad para que no se hicieran públicos los nombres de altos funcionarios o miembros del gobierno argentino que pudieran estar involucrados en la red de espionaje nazi. 

Sea como fuere, Bove permaneció detenido durante algún tiempo mientras que la policía uruguaya y agentes del S. I. S. investigaban el caso, sin embargo, fue puesto en libertad por falta de pruebas en aquel momento, aunque esto no impidió que perdiera su empleo como taquígrafo en el Senado uruguayo y que sus actividades continuaran siendo vigiladas de cerca. 

Pero esta no fue la última vez que se supo de Bove. En base a las investigaciones de la Comisión Investigadora de Actividades Antinacionales y de la policía de Montevideo, se pudo relacionar a la red de espionaje descubierta en Argentina en 1944 con Bove y así se pudo determinar que en Uruguay existía una red de espionaje al servicio de los nazis, dependiente de la red que operaba en Buenos Aires, que recibía ordenes directas del S. D., el servicio de inteligencia de las S. S. 

De este modo, el 5 de enero de 1945, Bove y dos de sus hermanos fueron detenidos en Raigón, en el Departamento de San José. Asimismo, fueron detenidos otros 13 individuos, incluidos varios de origen alemán e italiano, y dos brasileños miembros de Acción Integralista Brasileña, aunque la mayoría fueron puestos en libertad poco después, Bove y otros 5 fueron enviados a la Cárcel Central de Policía. Sin embargo, no todos los miembros de la red pudieron ser detenidos. Dos se encontraban en Argentina y un tercero, Pfeffer, que había huido a Argentina tras la primera detención de Bove, había muerto allí después de que fuera detenido en 1944. 

De los que quedaron detenidos junto a Bove dos llaman la atención, Luis Alfredo Sciutto y Teodoro Muhlbauer. Sciutto era empleado de la aduana y reportero. En 1936 estuvo en Berlín cubriendo los Juegos Olímpicos, luego, en 1937, durante la Guerra Civil Española, visitó el frente junto a elementos nacionales, fue capturado por los republicanos y sentenciado a muerte, aunque finalmente fue liberado. En ese tiempo Sciutto se convirtió en ferviente filofranquista. Más tarde, fue reclutado por Bove para la red de Pfeffer. Como reportero, viajaba frecuentemente a Buenos Aires sin levantar sospechas, y como empleado de la aduana, logró valiosa información para la organización. Luego, tras acabar la guerra y ser liberado, sabemos que trabajó para Clarín. 

En cuanto a Muhlbauer, había nacido en Alemania pero vivía en Uruguay desde hacía tiempo. También había vivido en los Estados Unidos, por lo que dominaba el inglés a la perfección, lo que le fue útil para confraternizar con los marineros estadounidenses que llegaban a Montevideo, llegando a subir como visitante a un barco de guerra de ese país. 

Estas detenciones debieron parecer lo suficientemente importantes como para que el embajador estadounidense en Uruguay, William Dawson, escribiera de inmediato al Secretario de Estado, Edward Stettinius. En su carta Dawson señalaba algo llamativo, y es que varios de los detenidos habían trabajado no solo con la propaganda nazi, sino también con los servicios de inteligencia argentinos. Esta y otras cosas se descubrieron durante los interrogatorios a los detenidos. En el de Bove, nombre en clave “Juan”, el uruguayo confesó, como hemos dicho, cuando fue reclutado, el nombre de sus contactos en Argentina, quien integraba la red y su papel en la misma. 

Un año después, en enero de 1946, ya acabada la Segunda Guerra Mundial, Edward Sparks, un miembro de la Legación estadounidense en Montevideo, escribió al nuevo Secretario de Estado estadounidense, James Byrnes, para comunicarle que los seis miembros de la red de espionaje nazi de Uruguay que seguían presos habían sido puestos en libertad provisional a lo largo de diciembre sin que el asunto fuera publicado en prensa. Además, Sparks señalaba que la liberación de Bove se habría debido a posibles presiones ejercidas sobre la Suprema Corte de Justicia de Uruguay por personas interesadas y apuntaba que Bove tenía importantes conexiones familiares, ya que en su familia había reconocidos militares. 

Semanas mas tarde, vemos en la prensa como Néstor Mermot, otro miembro de la red uruguaya de espionaje nazi fue entregado por Gran Bretaña cuando era conducido a aquel país junto a varios espías alemanes y marinos del Graf Spee

Poco después, del 22 de febrero, es la última noticia que tenemos sobre Bove. Ese día Byrnes escribió a Dawson para decirle que podía informar al presidente uruguayo Juan José de Amézaga que habían averiguado que el S. D. había estado detrás de la reunión entre Brinkmann y Bove, y que la información facilitada por este había sido transmitida por Brinkmann al ejército argentino y al S. D.

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sábado, 21 de octubre de 2023

1827, los berberiscos de Orán capturan un corsario de la Gran Colombia

 


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EL PLAN DE BOLÍVAR PARA INVADIR ESPAÑA

A mediados de la década de 1820 los españoles habían sido prácticamente expulsados de América y solo conservaban Cuba, Puerto Rico y algunos reductos en el continente. Aún así, el peligro de que los españoles atacaran a las nuevas repúblicas e intentaran reconquistar los territorios perdidos era patente, por lo que Simón Bolívar y otros Libertadores comenzaron a pensar incluso en invadir la mismísima España para así forzar al gobierno español a reconocer su independencia y de este modo garantizar la libertad de sus países. 

Desde que a finales de 1824 Bolívar convocara el Congreso de Panamá empezamos a encontrar referencias a un ataque a España. Así en febrero de 1825 Francisco de Paula Santander, vicepresidente de la Gran Colombia, menciona que en el Congreso debería tratarse, entre otras cosas, la alianza ofensiva y defensiva contra España, y la posibilidad de expedicionar sobre Cuba, Puerto Rico, las Canarias y las Filipinas para emanciparlas. 

En ese mismo mes, y durante los siguientes, podemos leer en varias gacetas que uno de los puntos a tratar en el Congreso sería el de las “medidas para llevar de común acuerdo la guerra á los mares, y costas de España” y si estas medidas deberían hacerse extensivas a las islas Canarias y Filipinas. Aunque, hay que señalar, que los corsarios americanos ya operaban en aguas españolas desde hacía años. 

Meses después, el 21 de enero de 1826, Santander escribió a Bolívar para comunicarle su plan contra España, que consistía en que las armadas combinadas de la Gran Colombia y México atacaran a la escuadra española anclada en La Habana y a continuación “bloquear a Cuba, Puerto Rico o Canarias, o cruzar sobre los mares de Europa y reducir al Gobierno español a una situación muy triste y embarazosa”. Más tarde, en abril, Bolívar respondió a Santander dándole el visto bueno a su proyecto. 

Ese mismo mes el prócer Pedro Briceño escribió a Bolívar para hablarle sobre su proyecto de crear una escuadra federal con la que defenderse de los españoles y dar la libertad a Cuba, Puerto Rico y Canarias, y “hostilizando luego las costas de la misma Península”, conseguir de España el reconocimiento a la independencia de las repúblicas americanas. 

Tiempo después, en junio, en unas conversaciones preliminares, ya durante el Congreso de Panamá, el representante colombiano Pedro Gual dijo a los representantes peruanos que se debería tener una Escuadra Confederada para que España quedara incomunicada de Cuba, Puerto Rico y las Canarias, y que así estos territorios pudieran independizarse sin necesidad de recibir auxilios. 

Luego, en julio y cuando el Congreso estaba a punto de acabar, Antonio José de Sucre, envió instrucciones a los diputados de Bolivia presentes en el mismo. En ellas podemos leer que uno de los objetivos primordiales de las fuerzas de mar y tierra de los aliados americanos debería ser “expedicionar contra las islas de Cuba y Puerto Rico” y “expedicionar contra España, si tomadas estas islas no hiciere la paz con los confederados”. 

Semanas más tarde, en agosto, Bolívar envió instrucciones semejantes a los representantes colombianos en el Congreso, en las que se dice que tras expedicionar contra La Habana y Puerto Rico, se marcharía contra España con mayores fuerzas si no quisieran los españoles hacer la paz. 

Poco después, en septiembre, Javier de Medina, representante de la Gran Colombia en Nueva York, escribió a Santander para informarle de la gran actividad corsaria colombiana contra España. Como prueba de ello, en las gacetas españolas de la época podemos leer como entre julio y agosto varios navíos fueron capturados o hundidos por corsarios colombianos en las costas del norte de España. Para finalizar su carta, Medina decía que si México se uniera a ellos expidiendo patentes de corso, los españoles no podrían soportar el bloqueo y se verían obligados a otorgar el tan ansiado reconocimiento. 

De meses más tarde provienen las informaciones que nos proporciona en sus Memorias el futuro presidente de Venezuela José Antonio Páez. Según Páez, Bolívar le comunicó en 1827 que sus planes eran que después de tomar Cuba, con los negros libertos de allí se formaría “un ejército sin perdida de tiempo, para transportarlos á España y auxiliar al partido liberal, en muestra de la grandeza de Colombia y para pedir reconocimiento oficial por quien quiera que las ideas del siglo coloquen en el trono de Fernando”. Es decir, el plan de Bolívar según Páez era invadir España, derrocar al rey Fernando VII y obtener del nuevo gobernante el reconocimiento a la independencia americana. 

Respecto a la idea de auxiliar a los liberales españoles, Bolívar mencionó en una carta de abril de ese año su idea de convencer al general liberal español Mina para acometer “el glorioso proyecto de libertar a España”. 

Finalmente, como diría Páez, los problemas internos de las nuevas repúblicas imposibilitaron realizar cualquier expedición contra Cuba o Puerto Rico, y mucho menos contra España.

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jueves, 12 de octubre de 2023

Biografía de Simón de Casseres en la Encyclopaedia Judaica, vol. 4, p. 331

 


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EL PLAN JUDÍO PARA INVADIR CHILE (1655)

Como es bien sabido, a lo largo de la historia de la América española varios países enemigos de España planearon, intentaron, y en muchos casos consiguieron, conquistar una parte de las Indias. Sin embargo aún hay muchos de estos planes que son poco conocidos, como es el caso del plan del judío Simón de Casseres para invadir y conquistar Chile. 

Casseres, o Cáceres, fue un notable comerciante judío de origen portugués o español, y por tanto sefardí, probablemente nacido en Ámsterdam, muy interesado en el comercio con América y con importantes conexiones en el norte de Europa que hacia septiembre de 1655 presentó un plan para invadir Chile a Oliver Cromwell, Lord Protector de la Mancomunidad de Inglaterra, Escocia e Irlanda tras la decapitación del rey Carlos I. Este plan ha llegado hasta nosotros gracias a la publicación en el siglo XVIII de los papeles de John Thurloe, secretario, primero del Consejo de Estado y luego de Cromwell y de su hijo Richard. 

Comenzaba Casseres su propuesta planteando que se deberían preparar cuatro buques de guerra, concretamente fragatas, y cuatro barcos de abastecimiento cargados de provisiones y municiones, los cuales deberían transportar alrededor de 1.000 soldados. 

Casseres se ofrecía a ir a Holanda y, mediante engaños, enrolar en la expedición a aquellos que en 1643 habían ido con Hendrick Brouwer a Chile. Además de a estos, Casseres pretendía llevar en la expedición a jóvenes de su nación, es decir, judíos, y ser él el jefe o al menos detentar un alto cargo en la misma, en las condiciones que Cromwell estimara oportunas. Por último, en referencia a la composición de la expedición, Casseres propuso que los oficiales fueran ingleses y que los judíos que fueran en ella deberían hacerlo como ingleses y al servicio del Lord Protector. 

La expedición, según Casseres, debería internarse en los mares del Sur, es decir, el océano Pacífico, a través de la ruta del cabo de Hornos previo paso por el estrecho de Le Maire o por el sur de la isla de los Estados, donde el mar es más amplio. 

Una vez llegada al océano Pacífico, la expedición debería dirigirse a las costas de Chile, concretamente a la ciudad de Valdivia, de donde los españoles habían sido expulsados por los araucanos hacía más de cincuenta años, sin embargo Casseres parece ignorar que en el momento de presentar su plan, los españoles habían comenzado a repoblar aquella zona. 

Además de esto, Casseres señalaba que isla Mocha podría ser una buena base de operaciones ya que estaba solo a unas leguas al norte de Valdivia y en ella se podrían obtener provisiones, como se sabe que ya habían hecho en el pasado otras expediciones, como la del holandés Yoris Fan Spilbergen en 1615. Añadía Casseres que en isla Mocha encontrarían un buen fondeadero donde refugiarse, que allí se podría construir un fuerte y que entre aquellos indios estarían seguros, pues eran enemigos mortales de los españoles. 

Tras esto, Casseres pasaba a explicar los beneficios de aquella expedición. Según él, Chile, en especial la región de Valdivia, tenía más oro que Perú o que cualquier otro lugar del mundo, y que este se hallaba sin explotar. Aquí Casseres demuestra tener noticias de la existencia de oro en la zona de Valdivia, donde fue explotado por los españoles durante la segunda mitad del siglo XVI. Luego decía Casseres que el clima del país era bueno y que el territorio era rico en frutas, maíz, pescado, aves y ganado. 

A continuación, indicaba Casseres que sería fácil aliarse con los indios de aquella zona, los más guerreros de todos, pues eran enemigos irreconciliables de los españoles, los cuales les habían infligido mucho daño en el pasado. 

Seguidamente, en un pasaje algo confuso, Casseres parece decir que las fragatas de la expedición también podrían utilizarse para golpear o recorrer la costas del Pacífico americano y capturar las naves españolas que transportaban el tesoro de Chile a Arica y de ahí a Panamá. 

A continuación, Casseres señalaba que las fragatas también servirían para apoderarse de los buques cargados de riquezas de las Indias Orientales que cada año llegaban desde las islas Filipinas a Acapulco, en Nueva España, y que estos ataques, unidos a los que los ingleses efectuaban en el Caribe, desesperarían a los españoles, los cuales quedarían destrozados. 

Por último, terminaba Casseres su exposición diciendo que Chile sería el territorio español más provechoso y más fácil de conquistar, y ponía como ejemplo la expedición holandesa de 1643, la cual había conseguido llegar al territorio de Valdivia y asentarse efímeramente en el antes de regresar a Europa. 

Finalmente, Cromwell no llevaría a cabo el plan de Casseres, pero hay autores modernos que piensan que la expedición del inglés John Narborough a Chile en 1670 se basaría en parte en el plan de Casseres.

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viernes, 6 de octubre de 2023

Protesta alemana por el bombardeo boliviano de varias poblaciones paraguayas (1934)

 



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1934, BOLIVIA AMENAZA CON BOMBARDEAR LA CAPITAL DE PARAGUAY

Durante la terrible Guerra del Chaco que enfrentó a Paraguay y Bolivia entre 1932 y 1935 es poco conocido que los bolivianos a punto estuvieron de bombardear la capital paraguaya varias veces, lo que quizás hubiera cambiado el curso del conflicto. 

Ya en septiembre de 1932, recién comenzada la guerra, podemos leer en la prensa como, ante las supuestas ejecuciones de prisioneros bolivianos por parte de los paraguayos durante la batalla del Boquerón, manifestantes pedían en La Paz que la aviación boliviana bombardeara Asunción. La amenaza fue tomada en serio en Paraguay, por lo que incluso podemos ver en la prensa de aquel país consejos en caso de bombardeo. 

Tiempo después, en enero de 1933 encontramos dos noticias al respecto. Según la primera, aviones bolivianos lanzaron sobre posiciones paraguayas octavillas en las que se amenazaba con bombardear Asunción. En la segunda noticia leemos como la ciudad paraguaya de Concepción fue ametrallada por la aviación boliviana, llegándose a hablar en algunos casos incluso de bombardeo, algo que fue desmentido por los bolivianos, los cuales afirmaron que solo se había tratado de un reconocimiento aéreo al tratarse aquel lugar de un punto de concentración de tropas y donde se hallaban grandes depósitos de material de guerra. 

Meses más tarde, en mayo, volvemos a encontrar noticias sobre las intenciones bolivianas de bombardear Asunción, aunque fue en agosto cuando la aviación boliviana estuvo más cerca de atacar la capital paraguaya. Según señalan varios autores, el Comandante en Jefe de las fuerzas bolivianas, el alemán Hans Kundt, tenía previsto que el 6 de agosto varios aviones bombardearan el puerto y el arsenal de Asunción, aunque en el último momento el presidente de Bolivia, Daniel Salamanca, abortó la misión por las graves consecuencias que podría acarrear aquel ataque. 

Sin embargo, fue en 1934 cuando el asunto revistió mayor gravedad. El 2 de mayo de ese año la aviación boliviana bombardeó dos pequeños enclaves del Alto Paraguay, Puerto Guaraní y Puerto Mihanovich, causando importantes daños materiales y varios muertos y heridos, entre ellos un ciudadano alemán. Según los bolivianos aquellos objetivos eran dos puestos militares, aunque según los paraguayos se trataban de plantas de uso civil dedicadas a la extracción de tanino. 

Al día siguiente la legación de Alemania en Asunción protestó por el bombardeo de Puerto Guaraní, donde un ciudadano alemán había resultado herido. Además, el representante  alemán en Paraguay se mostró preocupado por los daños que sus conciudadanos pudieran sufrir en nuevos ataques y señaló que ya había puesto en conocimiento de su gobierno lo sucedido. 

El día 5 el gobierno paraguayo de Eusebio Ayala dio instrucciones a su representante en la Liga de las Naciones para que protestara por los bombardeos porque “es de notoriedad que esos establecimientos no poseen guarnición militar ni sirven para fin alguno militar...”, además, se señalaba que el gobierno paraguayo “se cree desobligado de respetar en relación a Bolivia reglas de Derecho violadas por ella abierta y deliberadamente”. 

Al mismo tiempo como podemos leer en la prensa de la época, el embajador paraguayo en Estados Unidos, Enrique Bordenave, anunció, como ya había hecho el ministro de Defensa de su país, que Paraguay tomaría “represalias contra prisioneros bolivianos mientras Bolivia continúe realizando ataques aéreos contra los civiles” y que Paraguay se declaraba, “en lo referente a Bolivia, libre de obligaciones con respecto a las reglas de la Ley Internacional, la cual Bolivia ha violado abierta y deliberadamente”. 

En respuesta a esto, el ministro de Defensa boliviano anunció el día 6 que “en vista de la declaraciones del ministro de Defensa del Paraguay, anunciando que se tomarían represalias contra los prisioneros bolivianos, como resultado de nuestros bombardeos aéreos hacia los puestos militares enemigos, el Ministerio de Defensa Nacional declara que, caso que el Paraguay ejecute tales actos de represalia, las fuerzas aéreas de Bolivia bombardearán la ciudad de Asunción”. 

A continuación aparecieron en prensa informaciones que decían que Paraguay ya había empezado a castigar a prisioneros bolivianos. Se decía que estas represalias afectaban al “régimen de alimentación y comunicaciones de los prisioneros”. Además, se publicó que se habían comenzado a sortear a los oficiales y soldados bolivianos que iban a ser fusilados. IMAGENES 29-30 Esto, aunque fue desmentido por los paraguayos, provocó que el ministro de Defensa boliviano dijera que esperaba “informes confirmatorios de que Paraguay ha tomado represalias contra los prisioneros bolivianos para bombardear la capital de la nación enemiga inmediatamente”. Asimismo, la Cancillería boliviana envió una nota en similares términos a la Liga de las Naciones. 

Poco después, el día 12, los paraguayos volvieron a afirmar que Puerto Guaraní y Puerto Mihanovich no tenían “carácter militar ni defensas que justificaran ataque alguno”. Además, las autoridades paraguayas señalaban que varios países habían solicitado a Bolivia que dejara de bombardear centros civiles, y añadían los paraguayos “que si Bolivia se niega a atender estas indicaciones, el Paraguay se verá obligado a tomar represalias proporcionadas a las trasgresiones de las reglas de la guerra”. 

Luego, el día 17, en la asamblea de la Liga de las Naciones se hizo un llamamiento a los representantes de Bolivia y Paraguay a fin de impedir actos que violaran los principios fundamentales del Pacto de la Liga. Sin embargo, el representante paraguayo comunicó que debido a la actitud boliviana, su país se veía obligado a no respetar dicho Pacto. 

Días después, el 29, el ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, Justo Pastor Benítez, puntualizó que su país aún no había violado ninguna regla del derecho internacional, algo que reiteró un día más tarde en una carta a su homólogo argentino, Carlos Saavedra Lamas, en la cual indicaba que su país solo se apartaría de la Ley Internacional en caso extremo. 

Finalmente no se produjo el tan anunciado bombardeo de Asunción, pero la guerra aún duraría un año más, culminando el conflicto con la victoria paraguaya.


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