viernes, 10 de enero de 2025

Julio de 1861, el corsario confederado CSS Sumter en aguas de Cuba.

 


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EL EXPRESIDENTE VENEZOLANO QUE QUISO TOMAR EL PODER CON AYUDA CONFEDERADA (1861)

Como vimos en otro video, durante la Guerra Civil Americana corsarios confederados recorrieron las costas venezolanas en busca de mercantes de la Unión. En una de estas travesías un expresidente venezolano intentó conseguir la ayuda confederada para abandonar su exilio y regresar a Venezuela. 

Todo comenzó en 1859, recién iniciada la Guerra Federal en Venezuela. En ese tiempo era presidente interino del país Julián Castro, liberal que encabezaba un gobierno de unidad nacional. Sin embargo, está unidad duró poco y los conservadores derrocaron a Castro a principios de agosto pretextando que este quería asumir el programa de los rebeldes. Luego, un año después, Castro fue juzgado por el delito de traición y declarado culpable, partiendo para el destierro a finales de julio de 1860. 

Meses después, en los Estados Unidos comenzó la guerra civil que enfrentó a la Unión y a la Confederación. Al comenzar la guerra los confederados convirtieron un mercante en crucero de guerra, lo rebautizaron como CSS Sumter y lo pusieron bajo el mando de Raphael Semmes. A finales de junio de 1861 el Sumter abandonó las aguas de Nueva Orleans rompiendo el bloqueo unionista y se dirigió a aguas cubanas, donde comenzó sus actividades corsarias. En los alrededores de Cuba los confederados capturaron ocho mercantes, siete que enviaron al puerto de Cienfuegos y otro que incendiaron, aunque después las autoridades españolas obligaron al Sumter a abandonar Cienfuegos y liberaron a los mercantes por haber sido capturados en aguas de Cuba. 

Tras esto, el Sumter siguió su singladura hacia el sur, pasó por las islas Caimán y Jamaica, llegando a mediados de julio a la Bahía de Santa Ana, en la isla neerlandesa de Curaçao, situada frente a las costas de Venezuela. Poco después, el jueves 18, mientras el barco era reparado, Semmes recibió la visita de un venezolano de nombre desconocido que le trasladó una controvertida propuesta. Según el relato del comandante confederado esto fue lo que pasó: 

“Hoy me visitó un venezolano que hablaba inglés y que se presentó como mensajero o agente del presidente Castro, que ahora está aquí en el exilio con cuatro de sus ministros de gabinete, y que me propuso, de parte de Castro, llevarlo a él y a unos veinte oficiales con algunas armas y municiones al continente de enfrente (es decir, a Venezuela)”. 

A esto Semmes respondió lo siguiente: 

“Rechacé esta proposición. Primero, porque yo no iba en la dirección indicada y, en segundo lugar, si lo hiciera, sería una intromisión indebida por parte de un neutral con los partidos revolucionarios que ahora luchan por el control de Venezuela”. 

Por último, Semmes añadiría: “Se remarcó que Castro era el presidente de iure, a lo que respondí que no investigábamos esos asuntos, ya que el partido contrario estaba en posesión de facto del Gobierno”. 

Y así fue como Semmes rechazó la petición de Castro. Tras esto, los confederados continuaron las reparaciones del Sumter durante los siguientes días, hasta que el 24 abandonaron Curaçao. A continuación, el Sumter navegó a lo largo de la costa venezolana y el 25, cerca de La Guaira, capturó un navío que Semmes pretendió dejar en Puerto Cabello, pero el gobernador de aquel puerto, al que Semmes llama “oponente de mi amigo Castro”, puso impedimentos a esto al temer que aquellos confederados pudieran estar implicados en alguna conspiración rebelde. Sin embargo, Semmes, entre desprecios a Venezuela, cuenta que en realidad lo que aquel gobernador temía era a los cañones unionistas. Sea como fuere, finalmente el Sumter continuó su navegación por las costas de Venezuela, aunque esa es otra historia.

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domingo, 5 de enero de 2025

1 de febrero de 1931, es ejecutado el anarquista Severino Di Giovanni

 


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ATAQUES ANARQUISTAS CONTRA ESTADOS UNIDOS EN ARGENTINA Y URUGUAY (1926-1928)

Hace casi un siglo una oleada de atentados anarquistas contra objetivos estadounidenses sacudieron las ciudades de Buenos Aires y Montevideo. Estos ataques, ya olvidados, estuvieron motivados por el controvertido juicio, encarcelamiento, sentencia y posterior ejecución de los anarquistas Sacco y Vanzetti en Estados Unidos. 

Todo comenzó en 1920 con la detención en Estados Unidos de los anarquistas italoamericanos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, a los que se acusaba de dos atracos y dos asesinatos. Durante los siguientes años el caso alcanzó relevancia internacional al considerarse que Sacco y Vanzetti eran inocentes y que detrás de su injusta acusación existían prejuicios anti-italianos, anti-inmigración y anti-anarquistas, sin embargo, a pesar de las protestas y de varios atentados, finalmente Sacco y Vanzetti fueron declarados culpables, sentenciados a muerte y ejecutados en la silla eléctrica en agosto de 1927. Como veremos a continuación, varios de estos ataques se llevaron a cabo en Argentina y Uruguay entre 1926 y 1928. 

El primer atentado tuvo lugar en la puerta de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires a última hora de la noche del 16 de mayo de 1926, solo unos días después de ser rechazada la apelación de la defensa de Sacco y Vanzetti. Según leemos en la prensa la explosión causó dos heridos y algunos daños en la legación. De inmediato se señaló al Comité local para la defensa de Sacco y Vanzetti, efectuándose varias detenciones durante los siguientes días. 

Semanas más tarde, en la mañana del 4 de junio, en medio de un clima de agitación y de apoyo a Sacco y Vanzetti, explotó otra bomba, esta vez en la embajada de Estados Unidos en Montevideo. En la prensa de la época leemos que, a pesar de que la embajada estaba bien vigilada por la policía, un artefacto explosivo repleto de metralla fue colocado cerca del despacho del embajador y, aunque no causó heridos, sí provocó desperfectos en el edificio. Días después fueron arrestadas una veintena de personas. 

Tras esto hubo que esperar más de un año hasta los siguientes atentados. Estos se produjeron en Buenos Aires la noche del 22 de julio de 1927, solo unas semanas antes de la ejecución de Sacco y Vanzetti. Aquella noche explotó una bomba junto a la estatua de George Washington situada en el Parque 3 de Febrero, la cual causó algunos daños en el monumento. 

La misma noche explotó otra bomba frente a una sucursal de la empresa automovilística estadounidense Ford situada en la esquina de las calles Victoria y Perú, la cual produjo algunos desperfectos, mientras que una segunda bomba no llegó a explotar. A raíz de estos ataques se llevaron a cabo varios arrestos entre los círculos anarquistas de la ciudad, siendo la detención más destacada la del famoso militante Miguel Arcángel Roscigna, a quien se señalaba como responsable de estos atentados y de los de las embajadas. Además, el gobierno argentino presentó sus excusas ante el de los Estados Unidos por lo sucedido. 

A continuación, ya en vísperas de las ejecuciones de Sacco y Vanzetti, las protestas y disturbios se multiplicaron en diversos lugares del mundo. En el caso de Argentina, tenemos noticias de un ataque contra la casa de un jefe de policía el 16 de agosto y de la explosión de una bomba en los talleres de Ford en la ciudad de Córdoba cinco días después. Según dijo la prensa, la explosión se escuchó en toda la ciudad y causó muchos daños en el edificio de Ford y en otros próximos. 

Los siguientes atentados se produjeron meses después, ya muertos Sacco y Vanzetti. Así el 24 de diciembre dos bancos estadounidenses, el Boston Bank y el National City Bank, fueron atacados con bombas casi de forma simultánea en Buenos Aires. En el caso del ataque al National City Bank la explosión causó muchos desperfectos y varias víctimas entre muertos y heridos. Las posteriores investigaciones policiales llevaron a numerosas detenciones y se concluyó que el responsable de los ataques era el grupo liderado por el anarquista italiano Severino Di Giovanni. 

Sin embargo, a pesar de las detenciones, los ataques continuaron y el grupo de Di Giovanni puso su mira en el cónsul italiano en Buenos Aires, un reconocido fascista. Así, con el objetivo de acabar con él se colocó una bomba en el Consulado Italiano de la ciudad el 23 de mayo de 1928. La brutal explosión no acabó con la vida del cónsul, pero sí hirió y mató a decenas de personas que se encontraban en el interior del edificio. 

Ese mismo día, poco después, fue colocada otra bomba en una farmacia de La Boca propiedad de un reconocido fascista, aunque esta no hizo explosión al ser manipulada por un niño. Luego, en la siguientes horas, fueron detenidos más de 200 individuos anarquistas y comunistas. 

Tras este atentado se produjeron otros ataques, asesinatos y asaltos durante los siguientes años, pero el único que tuvo relación con los Estados Unidos fue un complot que tenía como objeto asesinar al presidente electo de aquel país, Herbert Hoover, quien, durante su gira por  Sudamérica, debía llegar a Argentina a mediados de diciembre de 1928. Sin embargo, este plan fue descubierto y desbaratado, aunque de el hablaremos con más detalle en otro video.

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domingo, 29 de diciembre de 2024

414-415, los reyes visigodos Ataúlfo, Sigerico y Walia en Hispania según Orosio (Historias Contra los Paganos, VII, 43)

 






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HUNILA, LA EMPERATRIZ GODA DE HISPANIA (280 d. C.)

A lo largo de la historia de la Hispania visigoda existieron decenas de reinas, siendo quizás la más conocida la romana Gala Placidia, sin embargo, mucho antes que ellas, durante los últimos años de la Crisis del siglo III, es posible que la goda Hunila llegara a ser emperatriz consorte de Hispania y de buena parte del Occidente romano. 

Sobre Hunila, cuyo nombre al parecer significa 'osezna', no sabemos nada con certeza o si realmente existió, ya que toda la información sobre ella proviene de la Historia Augusta, un texto cuyas informaciones suelen ser dudosas y en ocasiones incluso ficticias. Desconocemos su fecha de nacimiento, aunque este debió acontecer hacia mediados del siglo III en algún punto del bajo Danubio, donde una parte de los godos estaban asentados y desde donde por entonces incursionaban en el Imperio romano. Además, Hunila debió ser pagana, ya que los godos no fueron cristianizados hasta la segunda mitad del siglo IV. 

La Historia Augusta nos dice que Hunila era de familia noble, “una doncella de estirpe real”, quizás hija del caudillo godo Cannabaudes, al que algunos identifican con el famoso Cniva, el rey godo que acabó con el emperador Decio en el 251. Este Cannabaudes sería muerto a su vez en combate por el emperador Aureliano en el 271. 

En aquel combate fueron capturadas diez godas que lucharon “con atuendo varonil” contra los romanos, una de las cuales, según algún autor moderno, pudo ser Hunila. Lo siguiente que sabemos sobre estas 'amazonas' es que fueron parte del cortejo triunfal de Aureliano que se celebró en Roma en el año 274. 

Fuera o no Hunila parte de aquellas 'amazonas' y de aquel cortejo, a continuación la Historia Augusta nos dice que Aureliano la casó con el general Bonoso, “para conocer por él todos los proyectos de los godos”, y que el emperador les entregó magníficos regalos. Esta misma fuente nos dice que “Bonoso fue descendiente de una familia hispana, britano de origen, aunque su madre era gala,...” y que era dux limitis Raetici, es decir, “jefe de la frontera de Recia”, territorio que en la actualidad se corresponde aproximadamente con los Alpes suizos y austríacos. De él añade la Historia Augusta que “bebía más que ningún otro hombre” y que Aureliano decía de él que había “nacido para beber, no para vivir”. 

A continuación, la Historia Augusta cuenta que años después, hacia el 280 o el 281, en tiempos del emperador Probo, un tal Próculo tomó el poder en Lugdunum o quizás en Agripina, la capital de la Germania Inferior, la actual ciudad alemana de Colonia. Luego se nos dice que los germanos se apoderaron de algunas naves romanas en el río Rin y que el general Bonoso, temeroso de las consecuencias, “se apoderó del trono” en Agripina

Sobre la relación entre ambos usurpadores, la cronología exacta de sus rebeliones o incluso de su existencia hay serias dudas. Sea como fuere, la Historia Augusta nos dice que Próculo y Bonoso reclamaron “para sí todas las provincias de Britania, de Hispania y de la Galia Bragada”, convirtiéndose así Hunila en emperatriz consorte de gran parte del Occidente Romano. 

Sobre la extensión real del Imperio de Bonoso es posible que esta no sobrepasara los límites de la Germania Inferior, aunque autores modernos han sugerido que al menos una parte de Hispania pudo estar en manos de los rebeldes Próculo y Bonoso y que el emperador Probo pudo llevar a cabo una campaña contra ellos en aquel territorio. Esto se ha conjeturado en base al hallazgo de varias ocultaciones monetarias, a que algunas inscripciones de Probo fueron borradas en el este y norte de Hispania y a ciertas destrucciones en aquella zona. 

Lo siguiente que nos dicen las fuentes es que los usurpadores Próculo y Bonoso fueron derrotados, aunque no está claro ni el como ni el donde, si fue a la vez o si fue por separado. Orosio dice que Probo los venció en combate singular en Agripina, aunque otras fuentes nos dicen que fueron vencidos en batalla. La Historia Augusta añade que Probo contó con la ayuda de los germanos y que venció a Bonoso “tras una dura y larga batalla” y que este, a continuación, se quitó la vida. 

Tras esto, lo último que sabemos de Hunila es que Probo perdonó a sus dos hijos y que a ella le concedió una pensión hasta el día de su muerte.


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sábado, 21 de diciembre de 2024

409, el emperador Honorio recluta a 10.000 hunos contra el godo Alarico (Zósimo, Nueva Historia, V, 50, 1)

 


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395, LOS HUNOS INVADEN ORIENTE PRÓXIMO

A mediados del siglo V d. C. el huno Atila estuvo a punto de destruir el Imperio romano, sin embargo, es menos conocido que decenios antes, en el 395, el año en el que se cree que nació este rey bárbaro, las hordas hunas arrasaron el Oriente romano. 

Aquel año fue crítico para el mundo romano. Hacía solo unos meses que había finalizado una sangrienta guerra civil, el emperador Teodosio había fallecido en enero, sus jóvenes hijos, Honorio y Arcadio, gobernaban el Imperio de Occidente y el Imperio de Oriente respectivamente, aunque estos estaban tutelados por Estilicón y Rufino, que estaban enfrentados entre sí, además, y por si fuera poco, el godo Alarico había invadido Grecia. 

Hacia el final del invierno de ese convulso año los caudillos hunos Basich y Kursich cruzaron el río Don con un gran ejército, atravesaron la cordillera del Cáucaso y entraron en Armenia, que por entonces se encontraba dividida entre el Imperio romano de Oriente y el Imperio persa Sasánida. Sobre la motivación de esta invasión las fuentes antiguas dan tres explicaciones. Unas dicen que se debió a las intrigas de Rufino, que invitó a los hunos a entrar en territorio romano; otras dicen que los hunos llegaron con la intención de tomar botín y esclavos; por último, un historiador menciona una hambruna que asolaba el territorio huno, que por entonces se extendía desde el río Danubio hasta más allá del río Volga. 

Sea como fuere, hacia el verano, los hunos penetraron en la alta Mesopotamia desde Armenia e invadieron los territorios de Sofena, Osroena, Eufratensis y Melitene, los cuales en la actualidad se corresponden aproximadamente con el sureste de Turquía, el noreste de Siria y el noroeste de Irak. 

En ese extenso y montañoso territorio la crónica de Juan de Éfeso dice que los hunos sometieron varias regiones y ciudades, entre ellas Amida y Samósata. En esta parte del relato Juan de Éfeso dice, quizás por error, que los romanos aniquilaron a los hunos, sin embargo a continuación se nos dice que los hunos sitiaron la fortaleza de Ziatha y algo más al sur, en la región entorno a Amida, la gente huyó y se refugió en las fortalezas. 

En el caso de Ziatha, situada entre los ríos Tigris y Deba, esta crónica dice que los hunos cortaron el abastecimiento de agua de la fortaleza, lo que provocó que los hombres del interior la entregaran, a pesar de lo cual los hunos masacraron a muchos y esclavizaron a otros, prendiendo finalmente fuego a la fortaleza. Más al suroeste, en Edesa, otro texto nos dice que siendo ya el año 396 los romanos se encerraron entre los muros de esta ciudad y no hicieron frente a los hunos, quienes tomaron prisioneros y devastaron todo aquel territorio. 

A continuación, o quizás simultáneamente, los jinetes hunos invadieron Cilicia, donde realizaron una gran matanza, y luego avanzaron tan al oeste como Capadocia y Galacia, y tan al sur como la Celesiria, lo que ahora es el sur y el este de Siria. Según el poeta Claudiano los territorios de Capadocia y Galacia, en el centro de la moderna Turquía,  fueron asolados y en ellos los hunos hicieron un gran número de esclavos y capturaron muchos rebaños que llevaron a su país. En estos lugares, según se cree, el eunuco Eutropio hizo frente con éxito a aquellos bárbaros. 

En cuanto a la devastación causada por los hunos en todo el Oriente romano, San Jerónimo, que por entonces vivía en la ciudad palestina de Belén, cuenta en una de sus cartas que: “los lobos (...) del lejano norte, se soltaron sobre nosotros desde los lejanos peñascos del Cáucaso y en poco tiempo invadieron provincias enteras. ¡Cuántos monasterios conquistaron, cuántos ríos se tiñeron de sangre humana! Sitiaron Antioquía y todas las demás ciudades del Halis, del Cidno, del Orontes y del Éufrates. Se llevaron tropas de cautivos. Arabia, Fenicia, Palestina y Egipto, aterrorizados, se sintieron ya esclavizados”. 

En otra carta, San Jerónimo dice que cuando los ejércitos hunos se pusieron en movimiento desde el que hoy se conoce como mar de Azov, todo el Oriente tembló y que las tropas romanas no pudieron hacerles frente ya que estaban ausentes debido a la pasada guerra civil entre Teodosio y Eugenio. A continuación, San Jerónimo dice: “En todas partes su llegada fue inesperada, superaron los rumores con su velocidad y no perdonaron ni a la religión, ni al rango, ni a la edad; es más, ni siquiera tuvieron piedad de lo niños que lloraban”. 

Por último, el santo cuenta que “corría el rumor de que [los hunos] se dirigían a Jerusalén y que su excesiva codicia por el oro los impulsaba a acudir a esa ciudad. Las murallas de Antioquía, abandonadas en los descuidados días de paz, fueron reparadas a toda prisa. Tiro, deseosa de separarse de la tierra, buscó de nuevo su antigua isla. También nosotros nos vimos obligados a preparar barcos y a esperar en la orilla del mar como medida de precaución ante la llegada del enemigo;...”. 

Otro testimonio contemporáneo, el del poeta Cirilona, habla del cautiverio al que estaba sometido el Oriente y a la devastación de las ciudades, que se encontraban deshabitadas, y menciona la amenaza de una segunda invasión huna. 

Pero la invasión de los hunos no afectó solamente al Oriente romano, también hay noticias de que invadieron el Imperio Sasánida. Según una crónica, los hunos, tras asolar Sofena, Armenia, Mesopotamia, Siria, Capadocia y Galacia, se dispusieron a regresar a su país pero se internaron en territorio Sasánida descendiendo por los ríos Éufrates y Tigris, llegando hasta la capital sasánida de Ctesifonte, situada a unos 25 kilómetros al sureste de la moderna Bagdad. Allí, según esta crónica, no hicieron daño, pero sí asolaron y saquearon las regiones circundantes, donde mataron a muchos y capturaron a muchos más. 

Luego, al saber que los sasánidas marchaban contra ellos, los hunos se prepararon para huir, pero los sasánidas les persiguieron y aniquilaron a una parte de los invasores mediante sus arqueros, consiguiendo recuperar la mayor parte del botín tomado y liberar a 18.000 cautivos. A continuación, los hunos, temiendo ser perseguidos, volvieron a su país a través de una ruta diferente, acabando así este primer gran ataque huno al Imperio romano.

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domingo, 8 de diciembre de 2024

34 a. C., Donaciones de Alejandría según Plutarco (Vida de Antonio, 54, 5-9).

 



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CLEOPATRA, REINA DE PALESTINA

Más de 2.000 años después de su muerte la figura de la reina Cleopatra VII continúa fascinando, siendo uno de los personajes de la Antigüedad que más curiosidad despierta. Sobre su belleza, sus amoríos o su tumba se ha escrito mucho, sin embargo otros aspectos de su vida a veces se dejan en segundo plano, cómo sus ambiciones territoriales. Dentro de estas pretensiones, resulta llamativa el especial interés que Cleopatra sentía por Palestina y sus regiones circundantes, territorios que habían pertenecido a sus antepasados. 

A mediados del siglo I a. C., cuando Cleopatra llegó al trono de Egipto, la situación en Oriente era compleja. El Egipto ptolemaico había perdido sus otrora posesiones en el Egeo, Anatolia y la costa sirio-palestina, además de la Cirenaica y Chipre. Por su parte, en Levante, los romanos controlaban Siria, varias ciudades costeras eran independientes, el reino de Judea estaba en declive y el reino nabateo se encontraba en su apogeo. 

En ese tiempo, aprovechando las guerras civiles romanas y sus relaciones con Julio César y Marco Antonio, Cleopatra agrandó su reino. Así, en el año 47 logró que Julio César la confirmará como reina de Egipto. Años después, en el 41, Antonio, perdidamente enamorado de ella, le concedió Cilicia, Chipre y partes de Creta. Sin embargo las principales ganancias territoriales de Cleopatra se produjeron tiempo más tarde, sobre todo en el año 36. 

Según cuenta el historiador Flavio Josefo, contrario en su obra a Cleopatra, esta pretendía hacerse con toda Judea y con el reino nabateo acabando con la vida de sus respectivos reyes. Este autor cuenta que Herodes el Grande se quejaba de que la egipcia intentaba enemistarlo con Antonio ya que codiciaba el trono de Judea. Sin embargo, Antonio no cedió ante las pretensiones de su amada, aunque sí le concedió el territorio de Celesiria para consolarla. La cesión de este territorio, correspondiente al sur de Siria, también es mencionada por Plutarco y prueba de ella es la acuñación de moneda con la efigie de Cleopatra en la ciudad de Damasco. 

A continuación, Flavio Josefo cuenta que la reina de Egipto ambicionaba hacerse con toda Siria, y aunque no la consiguió en su totalidad logró obtener el pequeño reino de Iturea, situado al este de la cordillera del Líbano. Según varias fuentes esto lo consiguió tras convencer a Marco Antonio de que ejecutara al rey itureo Lisanias bajo la acusación de haber colaborado años atrás con los invasores partos. Incluso se sabe que en la ciudad iturea de Calcis del Líbano, cuya situación se desconoce, se acuñaron monedas de Cleopatra con una nueva era que tenía su inicio en el momento en el que la ciudad pasó a formar parte de sus dominios. 

Pero esto debió ser poco para Cleopatra, quien siguió presionando a Antonio para hacerse con el reino de Judea y con el reino nabateo. Sin embargo, Antonio, que no quería cometer esa iniquidad ni tampoco negarse del todo a lo que ella le pedía, solo arrebató algunos territorios de Judea y otros del rey nabateo Malco y se los entregó a la reina de Egipto. 

En el caso del reino de Judea, al parecer fueron varios los territorios obtenidos por Cleopatra, pero solo tenemos noticias de Jericó, al norte del Mar Muerto, y de su región circundante donde habían palmerales y donde se producía un afamado bálsamo, sin embargo, Herodes siguió controlando estos territorios mediante el arriendo. La cesión a Cleopatra de estos territorios también es mencionada por Plutarco y Dion Casio, quien incluso cuenta que Antonio regaló a sus hijos tenidos con la reina de Egipto muchas regiones de la Arabia de Malco, de Iturea, de Fenicia, de Palestina y algunas zonas de Creta, Cirene y Chipre, siendo esto así un adelanto de lo que pasaría después en las Donaciones de Alejandría. 

En el reino de Judea Cleopatra también trató de hacerse con Idumea, un territorio situado al oeste del Mar Muerto. Según Flavio Josefo, Costóbaro, el gobernador de Idumea, conspiró contra Herodes y ofreció este territorio a Cleopatra. Pero la reina de Egipto “fracasó en su intento cuando pidió a Antonio hacerse con el control de este país” y este se negó. 

En cuanto al reino nabateo, Plutarco y Dion Casio mencionan la cesión de partes de este territorio a Cleopatra y, aunque no tenemos datos concretos sobre que partes fueron exactamente, todo hace pensar que serían los puertos del golfo de Áqaba, el desierto del Néguev y zonas del Sinaí, regiones importantes por las rutas comerciales que las atravesaban. A estos territorios habría que sumar, según historiadores modernos, todo el norte de la Transjordania, donde se encontraba la Decápolis. 

A estos territorios, además Antonio, a excepción de Tiro y Sidón, entregó a Cleopatra todas las ciudades de las costas de Fenicia y Palestina, muchas de las cuales habían permanecido autónomas hasta entonces. Entre estas ciudades se encontraban la actual Beirut, Dor, Ascalón, Antedón y Gaza, acuñándose monedas con el rostro de Cleopatra en varias de ellas. 

Sin embargo, Cleopatra aún quería más y en el año 31, en tiempos de la guerra entre Antonio y Octaviano, lanzó a Herodes contra su vecino Malco. Según Flavio Josefo, si triunfaba Herodes, “ella se convertiría en la soberana de Arabia, y, en caso contrario, sería reina de Judea. En ambos casos derrocaría a uno de los reyes por medio del otro”. 

Entonces, Herodes atacó a los nabateos, pero según Flavio Josefo y el Quinto Libro de los Macabeos, Cleopatra, con el objetivo de hacerse con ambos reinos, conspiró junto a los nabateos para atacar a las exhaustas tropas de Herodes, aunque estas consiguieron reponerse y vencieron a los nabateos. Sin embargo, Cleopatra no pudo recoger los frutos de aquella victoria ya que al mismo tiempo Antonio y ella habían sido derrotados por Octaviano en la batalla de Actium. Meses más tarde, los dos amantes morirían y Octaviano devolvió a Herodes “el territorio del que había sido despojado por los ardides de aquella mujer”.

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sábado, 23 de noviembre de 2024

Los aliados de Marco Antonio antes de la batalla de Actium (Plutarco, Vida de Antonio, 61, 1-4)

 


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EL EJÉRCITO DE GLADIADORES DE MARCO ANTONIO Y CLEOPATRA

Como vimos en el anterior video, a lo largo de la historia romana los gladiadores fueron utilizados en numerosas ocasiones como soldados en los campos de batalla. En el caso que trataremos a continuación, serán los propios gladiadores los que se constituyan en ejército para ayudar a sus señores, Marco Antonio y Cleopatra. 

La primera noticia que tenemos sobre estos gladiadores es del año 35 a. C. En ese año Sexto Pompeyo, hijo del difunto Pompeyo el Grande, atacó por tierra y mar Cízico, en el noroeste de la moderna Turquía, sin embargo el ataque fue repelido, pues en aquel momento se encontraba en la ciudad una guarnición de Antonio que vigilaba a los gladiadores que allí se instruían. 

Años después, en septiembre del 31, tuvo lugar en Grecia la batalla naval de Actium entre las naves de Octaviano y las de Antonio. Ya durante la batalla, Cleopatra se retiró a Egipto previendo la derrota. Al producirse esta, Antonio, abandonado por los suyos, huyo a Egipto junto a su amada. 

Tras la batalla, cuenta el historiador Dion Casio que los reyes de Oriente que tanto habían recibido de Antonio y Cleopatra los abandonaron, “mientras que aquellos entrenados como gladiadores, quienes figuran entre la escoria de la humanidad,” permanecieron fieles y lucharon con valor por ellos. 

Estos, como dijimos antes, entrenaban en Cízico para los juegos por la victoria que se debían de celebrar tras el triunfo de Antonio sobre Octaviano. Sin embargo, los gladiadores, al conocer la derrota de Antonio y de Cleopatra, abandonaron Cízico y “partieron para Egipto con la intención de prestarles ayuda”, aunque desconocemos si les acompañaba la guarnición que mencionamos anteriormente. 

Lo que si podemos suponer es que estos gladiadores emprendieron un camino tan largo por tierra al no conseguir naves o al considerar la ruta terrestre más segura al temer encontrarse en el mar con la flota de Octaviano, o incluso que creyeran que encontrarían ayuda entre los aliados que Antonio tenía a lo largo de Asia. 

Sobre los gladiadores que conformaban este ejército desconocemos su origen, condición y número, aunque podemos suponer que los había de varios tipos, cómo reciarios, tracios o mirmilones. Por su parte, en cuanto a su número podemos pensar que fueron varios millares si tenemos en cuenta que a lo largo de la historia romana se hicieron espectáculos con cientos, incluso con miles de parejas de gladiadores, y que fueron lo suficientemente numerosos como para poner en serios aprietos a varios reyes orientales. 

El primer rey contra el que lucharon los gladiadores de Antonio fue Amintas. Este había sido durante años aliado del antiguo triunviro y había recibido de él los reinos de Galacia, Pisidia y Licaonia, y partes de Frigia y Panfilia, aunque esto no fue óbice para que el gálata le traicionara y cambiara de bando poco antes de la batalla de Actium. 

Según Dion Casio, pese a que Amintas era el rey más poderoso de Asia Menor, los gladiadores consiguieron atravesar sus territorios tras luchar con valentía y llevar a cabo muchas hazañas, y aunque no conocemos detalles de estos combates, lo dicho por Dion Casio revela el poderío de este ejército de gladiadores. 

Tras esto los gladiadores continuaron su periplo hacia el sureste, llegando al reino de Cilicia. Allí lucharon con éxito contra Laios, Tarcondimotos, Julia y Filopátor, los hijos del rey Tarcondimotos. Este y sus hijos habían sido aliados de Antonio y Cleopatra, sin embargo, tras morir Tarcondimotos en un combate naval poco antes de la batalla de Actium, sus hijos se pasaron al bando de Octaviano. 

Luego los gladiadores de Antonio llegaron a las fronteras de Siria y lucharon contra Quinto Didio, el gobernador designado por Octaviano. Según Dion Casio, Didio les impidió el paso y para ello, conforme nos dice el historiador Flavio Josefo, contó con la ayuda que le envió Herodes el Grande. Este había sido un fiel aliado de Antonio y había sido nombrado rey por él, pero cuando Herodes le aconsejó matar a Cleopatra y el antiguo triunviro se negó, el rey de Judea abandonó a su antiguo benefactor y se pasó al bando de Octaviano. 

Así, en los primeros meses del año 30 las fuerzas combinadas de Didio y Herodes impidieron el paso hacia Egipto a los gladiadores. Estos, “incluso cuando fueron totalmente rodeados, no aceptaron ninguna propuesta de rendición aunque Didio les había prometido muchas cosas. En su lugar hicieron llamar a Antonio con la idea de que lucharían mejor en Siria bajo su mando. Pero como ni Antonio acudió ni les envió noticia alguna, creyendo que había muerto, llegaron al acuerdo, contra su voluntad, de no servir como gladiadores en ningún lugar. De Didio recibieron Dafne, el [rico] suburbio de Antioquía, para que se instalaran allí hasta que se informara de todo a Octaviano”. 

Más tarde, hacia el año 29, ya muertos Antonio y Cleopatra y siendo Mesala el nuevo gobernador de Siria, este engañó a los gladiadores, siendo cada uno “enviado a un lugar diferente, bajo la creencia de que iban a ser alistados en el ejército, [siendo sin embargo] eliminados de la manera que pareció más oportuna”, acabando así la aventura de este grupo de gladiadores dos años y más de 1.000 kilómetros después.

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viernes, 15 de noviembre de 2024

206 a. C., un combate de gladiadores en Hispania (Tito Livio, Historia de Roma, XXVIII, 21)

 



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GLADIADORES: SICARIOS, REBELDES Y SOLDADOS DE ÉLITE

A pesar de que dejaron de existir hace siglos, los gladiadores de la antigua Roma siempre han maravillado y despertado curiosidad. Sus tipos, sus armas, sus combates, todo ha llamado la atención, sin embargo es menos conocido su papel fuera de la arena, donde a lo largo de la historia de Roma se rebelaron en varias ocasiones y en otras fueron utilizados en infinidad de ocasiones como sicarios o como soldados en los campos de batalla. 

El hecho más famoso protagonizado por gladiadores fuera de la arena de los anfiteatros tuvo lugar en el 73 a. C. Ese año varias decenas de gladiadores de Capua encabezados por Espartaco, Crixo y Enomao se amotinaron y escaparon. Con el tiempo se unieron a ellos miles de esclavos, dando lugar así a la Tercera Guerra Servil. 

Años más tarde, en la década de los '50, las distintas facciones políticas de Roma se dotaron de bandas de gladiadores con las que atacar a sus rivales, siendo las más famosas las de Milón y Clodio, enfrentadas entre sí y que sumieron a Roma en la violencia durante un tiempo. 

Tras esto, entre los años 49 y 30, durante las guerras civiles romanas, encontramos varias referencias al uso de gladiadores en actividades militares. Así por ejemplo, podemos mencionar que en el 49, nada más empezar la guerra entre Julio César y Pompeyo, un pompeyano intentó reclutar a cambio de su libertad a los 5.000 gladiadores que Julio César tenía en Capua, pero ante el peligro de que se rebelaran, Pompeyo decidió  distribuirlos por toda la Campania. Tiempo después, en el año 48, Pompeyo, tras la derrota de Farsalia, reclutó gladiadores antes de huir a Egipto, aunque de poco le sirvieron ya que fue asesinado nada más llegar al país del Nilo. 

Ya muerto Pompeyo, sus partidarios se refugiaron en África. Allí, uno de ellos, Considio, se atrincheró en el año 46 en la ciudad de Tisdra, en la actual Túnez, junto a un ejército de gétulos, esclavos y a una cohorte de gladiadores. En un primer momento Julio César renunció a tomar aquella plaza, pero tiempo después, Considio, al conocer la derrota pompeyana en la batalla de Tapso, intentó huir, pero fue asesinado por sus propios hombres. 

Solo dos años después Julio César fue asesinado en los idus de marzo. Según varios autores antiguos, ante la previsión de encontrar resistencia, los conjurados apostaron no muy lejos del Senado a un gran número de gladiadores armados que pertenecían a Décimo Bruto. Tras matar a Julio César, los asesinos huyeron y, escoltados por los gladiadores, se refugiaron en el Capitolio. Solo unos meses más tarde, Marco Antonio sitió Mutina, la actual Módena, donde se refugiaba Décimo Bruto junto a numerosos gladiadores y tres legiones. 

Años más tarde, en el verano del año 41, Ahenobarbo, miembro del partido de los asesinos de Julio César, reunió una gran flota y un ejército de arqueros, honderos y gladiadores con la que asoló las costas del Adriático y atacó el puerto de Brindisi, territorios controlados por entonces por el Segundo Triunvitaro. 

Meses después uno de los triunviros, Octaviano, el futuro Augusto, se enfrentó a Fulvia y Lucio, la mujer y el hermano de Marco Antonio, otro de los triunviros. Durante este conflicto Octaviano sitió la ciudad de Perusia, donde los gladiadores de Lucio acabaron con la vida de muchos de sus soldados en combates cuerpo a cuerpo. Incluso Suetonio nos cuenta que Octaviano a punto estuvo de perder la vida frente a las murallas de Perusia cuando una tropa de gladiadores salió de forma abrupta de la ciudad. 

Más tarde, en el año 31, tras la batalla de Actium, el último gran episodio de las guerras civiles romanas, un numeroso grupo de gladiadores perteneciente al derrotado y huido Marco Antonio que se encontraban entrenando en Cízico, en el noroeste la actual Turquía,  abandonaron la ciudad e intentaron reunirse con él en Egipto, sembrando el caos durante su viaje, aunque de esto hablaremos con más detalle en el siguiente video. 

Décadas después, en el año 21 d. C., en época de Tiberio, el eduo Julio Sacroviro se rebeló en las Galias y armó un numeroso ejército, en el que se incluían esclavos entrenados como gladiadores que llevaban armadura completa de hierro y eran conocidos como crupelarios, los cuales, según Tácito “están en condiciones poco propicias para herir, pero son impenetrables a los golpes que reciben”, aunque eso no impidió que los romanos vencieran a las fuerzas de Sacroviro cerca de la moderna Autun, donde los legionarios cargaron contra los crupelarios con hachas, siendo luego derribados con horcas, quedando así inmovilizados en el suelo. 

Años más tarde, en el 41, tras ser asesinado el emperador Calígula, un grupo de senadores trató de hacerse con el poder, pero cuando un considerable número de gladiadores se unió a Claudio, desistieron y este fue entronizado como nuevo emperador. 

Tiempo después, en el 63, en época de Nerón, se produjo una rebelión de gladiadores en Preneste, cerca de Roma, pero cuando la gente ya hablaba atemorizada de los tiempos de Espartaco, el destacamento militar que custodiaba a aquellos gladiadores los sometió. 

Luego, en el 69, tras la muerte de Nerón, tuvo lugar el “Año de los cuatro emperadores”, donde cuatro generales que fueron nombrados emperadores se disputaron el trono. Uno de ellos, Otón, hizo uso de 2.000 gladiadores en la guerra contra su rival Vitelio, aunque fueron aniquilados por las tropas bátavas de este en un combate que tuvo lugar en una isla del río Po. Meses después, a final del año, en Terracina, las tropas de Vitelio derrotaron a otro grupo de gladiadores, esta vez pertenecientes a Vespasiano. 

Años después, en el 96, el hijo de Vespasiano, Domiciano, fue asesinado por varios conspiradores que, según Suetonio, contaron con la ayuda de algunos gladiadores. 

Mucho tiempo más tarde, en tiempos del emperador Marco Aurelio, hay noticias de que se reclutaron gladiadores para ser usados en las guerras marcomanas. 

Años después, en el 193, durante su breve reinado, Didio Juliano ordenó armar a los gladiadores de Capua para que le ayudaran a conservar el poder, cosa que no consiguió. 

Décadas más tarde, en el año 238, el senador Galicano formó un ejército con el pueblo de Roma y con gladiadores pertrechados con sus propias armas para ir contra los soldados del emperador Maximino el Tracio. Este ejército atacó el campamento de los legionarios, quienes repelieron el ataque y consiguieron matar a los gladiadores. 

Más tarde, en algún momento del reinado de Probo, entre los años 276 y 282, Zósimo nos cuenta que 80 gladiadores, quizás en Roma, “se concertaron, aniquilaron a sus guardianes y a continuación salieron de la ciudad para saquear cuanto encontraban, uniéndoseles, como suele ocurrir, muchos. Pero también contra ellos envió el Emperador tropas que los exterminaron”. 

Mucho después, en el 350, en el tiempo en el que el usurpador Magnencio dominaba el occidente romano, Nepociano, sobrino de Constantino el Grande, tomó el poder en Roma y fue nombrado emperador con ayuda de un grupo de gladiadores que tomó las armas, sin embargo, solo veintiocho días después los generales de Magnencio acabaron con él. 

Por último hablaremos de como en el año 388 el obispo Marcelo de Apamea utilizó a soldados y a gladiadores para atacar y derruir un templo pagano en el oeste de Siria, aunque él mismo pereció a manos de los paganos.

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sábado, 2 de noviembre de 2024

Noticia en la GAZETA DE MADRID sobre la expedición inglesa a Chile (nº 104, 23 de diciembre de 1806)

 


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EL PLAN INGLÉS PARA INVADIR CHILE (1806-1807)

Como hemos visto en otros videos, a lo largo de la historia del Chile español varias potencias europeas atacaron o planearon conquistar aquel territorio. Estos ataques o planes de ocupación se sucedieron desde la época de Francis Drake hasta los últimos días del dominio español, ejemplo de ello fue el plan inglés de 1806 para conquistar Chile. 

Todo comenzó a finales de junio de ese año, en plena guerra anglo-española. En aquellos días una fuerza británica dirigida por William Beresford consiguió ocupar Buenos Aires, capital del virreinato del Río de la Plata, aunque solo unas semanas después, en agosto, los británicos fueron derrotados y la ciudad recuperada. 

Debido a la distancia las noticias tanto de la ocupación, como de la reconquista de Buenos Aires llegaron a Gran Bretaña con semanas de retraso. Esto llevó al gobierno británico a cometer un error de cálculo. Viendo el éxito de la toma de Buenos Aires, pero sin conocer su posterior perdida, planearon extender las conquistas británicas a Chile. Así, el 30 de octubre, William Wyndham, primer ministro británico, remitió dos cartas con instrucciones al respecto a Robert Craufurd, a quien se había puesto al mando de la expedición. 

En la primera de estas cartas se consideraba que, en base al triunfo que representaba la ocupación de Buenos Aires y al descontento de la población de Chile por la opresión española, un intento de tomar un punto en las costas occidentales del continente tendría éxito. 

Para llevar a cabo esto a Craufurd se le entregarían varios batallones de infantería, a los que se agregaría una fuerza naval a las ordenes del vicealmirante George Murray. Este, según las instrucciones de Wyndham, debería elegir para llegar a Chile el camino de Nueva Gales del Sur, en Australia, o el del Cabo de Hornos, aunque al parecer Murray ya había elegido días antes la primera opción. 

Luego Wyndham decía que el “objeto de la expedición es la captura de los puertos de mar y fortalezas, y la total reducción de la provincia de Chile...”, aunque se dejaba claro que las operaciones, a diferencia de planes anteriores, deberían limitarse solo a Chile, renunciando a extenderlas a Perú o a intentar capturar Lima, empresas que Wyndham consideraba desproporcionadas para la reducidas fuerzas de Craufurd ya que pondría en riesgo tanto la conservación de Chile, como futuras operaciones a gran escala. 

A continuación, se decía en las instrucciones que sí se tomaba la ruta del cabo de Hornos, la isla Mocha, frente a las costas de Chile, sería un excelente lugar de reunión. Luego se señalaba a Valparaíso como un lugar propicio para llevar a cabo el primer ataque, y se le recordaba a Craufurd “que el establecimiento de una fuerte posición militar en la costa occidental de América, que apoye las futuras operaciones, es el objeto principal de vuestra operación”. 

Después, en caso de tomar todo o parte de Chile, se pedía a Craufurd que no usara la fuerza contra los habitantes de aquel territorio para evitar revueltas y que debería dirigir sus esfuerzos al mantenimiento de la tranquilidad y del orden interior. Además, se le decía que en caso de carecer de medios, no debería animar insurrecciones en los territorios vecinos. 

Luego, tras dar varias indicaciones sobre la administración de Chile, Wyndham decía que tras la toma de Valparaíso y Santiago, habría que entrar en comunicación con Beresford a través de una cadena de puestos para conectar militar y comercialmente las provincias de Chile y Buenos Aires. 

A continuación, en su segunda carta, Wyndham pedía a Craufurd que en caso de tomar un puerto en Chile lo pusiera bajo la protección del rey y convenciera a la población de lo ventajoso de estar junto al gobierno británico. Además, se le aconsejaba defender los intereses de los particulares y los de la provincia, y no ofender los sentimientos religiosos de los habitantes de aquel lugar. Luego Wyndham, entre otras cosas, ordenaba que se suspendiera la importación de esclavos, y seguidamente daba indicaciones sobre el fomento del comercio británico en aquellas costas. 

Finalmente, la expedición comandada por Craufurd zarpó el 12 de noviembre de Inglaterra  y puso rumbo al Atlántico Sur. La escuadra estaba compuesta por numerosos transportes que llevaban a más de 4.000 soldados de infantería y artillería, y por varios buques de guerra de escolta, en total cerca de 40 naves. 

Mientras tanto, en Chile se encendieron todas las alarmas al conocerse en agosto que Buenos Aires había sido ocupada por los británicos en junio. Luego llegó la noticia de la reconquista de la ciudad, pero sabiendo que los británicos aún representaban un peligro, se comenzó a preparar la defensa de Chile, aunque la escasez de tropas y de armas representó un serio contratiempo. 

Así, ante la imposibilidad de defender toda la costa chilena, se decidió establecer un sistema de vigías que diera el aviso ante la llegada de naves enemigas para que la población y el ganado pudieran ser llevados hacia el interior. Asimismo, se haría un alistamiento general y se comenzaría la instrucción militar de todos los hombres lo mejor posible, siendo armados con lanzas y cuchillos si fuera necesario. 

Con el paso de las semanas, ya en 1807, el temor en Chile creció ante las noticias de la llegada de refuerzos británicos al Río de la Plata y del ataque a Montevideo y su posterior ocupación. Estos temores crecieron considerablemente al saberse de la existencia de la expedición Craufurd, lo que provocó que todos los preparativos militares se intensificaran en Chile. 

Sin embargo, Chile se libró del ataque británico ya que en las primeras semanas de aquel año se informó a Murray y a Craufurd que Buenos Aires se había perdido en el agosto anterior, por lo que la invasión de Chile se había cancelado y sus fuerzas habían sido destinadas al Río de la Plata, donde se unieron a otros contingentes británicos que tomaban parte en la conocida como “Segunda invasión inglesa al Río de la Plata”. Luego, meses más tarde, se supo en Chile que los británicos habían sido vencidos nuevamente en Buenos Aires, disipándose así definitivamente el peligro.

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sábado, 26 de octubre de 2024

El ataque del mauritano Bogud a Gades según el filósofo Porfirio (FHA V)

 


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LAS INVASIONES MAURI DE HISPANIA (47-38 a. C.)

Como hemos visto en otros videos, durante su historia la Hispania romana fue invadida varias veces, casi siempre por el norte, pero es menos conocido que en otras ocasiones fue invadida desde el norte de África. Este fue el caso los ataques llevados a cabo por los mauri  del rey Bogud en el periodo tardorrepublicano. 

La primera noticia que tenemos sobre Bogud es del 49 a. C, año en que comenzó la guerra entre Pompeyo y Julio César. Este último nombró rey de la Mauritania occidental, lo que hoy es el norte de Marruecos, a Bogud, y rey de la Mauritania oriental a Boco, ambos enemigos del pompeyano Juba I, rey de Numidia. 

Debió de ser quizás en está época en la que debamos situar la noticia que nos transmite Suetonio, según la cual Julio César tuvo un amorío con la reina Eunoe, mujer de Bogud, a quienes el romano hizo “multitud de regalos de valor incalculable”. 

La siguiente noticia que tenemos sobre Bogud es de hacia el año 47, momento en el que había estallado una rebelión contra el gobernador cesariano de la Hispania Ulterior. Este, llamado Quinto Casio Longino, llamó en su ayuda a Bogud y a Lépido. Según leemos en las fuentes, Bogud llegó con sus tropas, a las que agregó auxiliares hispanos, y a continuación atacó a los rebeldes, a los que hizo retroceder tras encarnizados combates. No tenemos muchos más detalles, pero Estrabón cuenta que los jinetes mauri luchaban con jabalina, mientras que los que combatían a pie llevaban escudos de piel de elefante y vestían con pieles de león, leopardo y oso. 

Luego, un año después, durante la guerra de África que enfrentó a pompeyanos y cesarianos, Pompeyo el Joven, hijo del difunto Pompeyo, atacó la ciudad de Ascuro con un ejército de esclavos y hombres libres, aunque los ascurianos los derrotaron sin problemas. Sin embargo hay que señalar que aunque las fuentes situan Ascuro en el reino de Bogud, la llamada Mauritania Bogutiana, hay quien cree que en realidad esta ciudad estaba en los dominios de Boco. 

Un año más tarde, en el 45, Julio César se enfrentó a los hijos de Pompeyo en la batalla de Munda, en el sur de Hispania. Según Dion Casio ambos ejércitos “contaban con muchos nativos y mauri además de las tropas de ciudadanos y de mercenarios; Boco (…) mandó sus hijos a Pompeyo [el Joven], mientras que Bogud en persona luchó junto a César”. Sobre Bogud, añade Dion Casio, que cuando el combate estaba más igualado, se lanzó contra el ejército de Pompeyo el Joven con su caballería, lo que provocó que el pompeyano Labieno fuera hacia él. Esto fue interpretado por los pompeyanos como una huida, lo que les desanimó e hizo que los cesarianos cobraran ventaja y finalmente ganaran la batalla, lo que convierte así en decisiva la actuación de Bogud. 

Tan solo un año después de la batalla de Munda, Julio César fue asesinado, perdiendo así Bogud a su patrono y aliado. Tras esto, es posible que debamos situar la noticia de Estrabón sobre la expedición que Bogud realizó contra los etíopes occidentales. 

A continuación, volvemos a encontrar a Bogud en el año 41. A partir de esta fecha, o quizás antes, vemos a Bogud apoyando a Marco Antonio en su guerra contra Octaviano, mientras que este contaba con el apoyo de Boco. Así, hacia los años 41 o 40, durante la guerra de Perusia que enfrentó a Octaviano con la esposa y el hermano de Marco Antonio, este último, llamado Lucio Antonio, persuadió a Bogud para que atacara a Carrinas, el hombre de Octaviano en Hispania. 

Durante ese mismo ataque, o algo después, algunos autores sitúan el asedio de Bogud a Gades, la actual Cádiz, en el sur de España. Esto lo conocemos por el filósofo Porfirio, quien cuenta que Bogud intentó tomar el rico santuario de Heracles que había en esta ciudad. 

Tras esto volvemos a encontrar a Bogud en el año 38, momento en el que se sitúa tradicionalmente su última invasión de Hispania, controlada por entonces por Octaviano. Según cuenta Dion Casio “Bogud el Moro navegó a Hispania, bien por encargo de Antonio bien por decisión propia”. Sobre esto hay que señalar que si hubiera sido por encargo de Marco Antonio, quizás la fecha de la invasión habría que adelantarla o atrasarla, ya que en ese año Octaviano y Antonio estaban en paz. 

Sea como fuere, Dion Casio añade que Bogud “causó  muchos males”, quizás en referencia al ataque al santuario de Heracles en Gades que algunos historiadores fechan en este momento y no en el 41-40. Luego Dion Casio dice que aparte de los daños causados, Bogud también los sufrió, ya que durante su ausencia los mauri de la zona de Tingis, la actual Tánger, se sublevaron contra él, por lo que el rey tuvo que abandonar Hispania. Sin embargo, Bogud no pudo retomar sus dominios, ya que Boco, en unión a los hombres de Octaviano en Hispania, le arrebató su reino, por lo que el destronado rey marchó a Oriente junto a Marco Antonio. 

Finalmente, las últimas noticias que tenemos de Bogud es que mientras luchaba para Marco Antonio en Grecia en el año 31 fue asesinado por Agripa en la ciudad de Metone, en el suroeste del Peloponeso, tiempo antes de la batalla de Actium, aunque Plutarco dice que el rey mauritano sí llegó a participar en este combate.

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