Herodes, célebre por su crueldad al ordenar la Matanza de los Inocentes, es por todos conocido por lo que la Biblia nos dice de él, sin embargo, a través de autores como Flavio Josefo, Plutarco o Nicolás de Damasco tenemos abundante información sobre su figura y gracias a ella, en este y en el próximo video, hablaremos de aspectos poco conocidos del que fuera rey de Judea.
I. Las primeras guerras de Herodes.
Podemos decir que Herodes, hijo del insigne idumeo Antípatro y de la árabe nabatea Cipro, entró en la historia en la época en que tanto Judea como la República romana estaban siendo sacudidas por conflictos internos. En ese tiempo, en el 47 a. C., Herodes fue nombrado por su padre gobernador de Galilea, donde según el historiador Flavio Josefo se enfrentó a los bandoleros liderados por Ezequías, aunque sería más apropiado hablar de rebeldes. Luego, sobre el año 46, el gobernador romano de Siria le hizo gobernador de Celesiria y Samaria, tras lo cual intentó, debido a viejas rencillas, derrocar al rey de Judea, Hircano II.
A continuación, hacia el año 43, Casio Longino, uno de los asesinos de Julio César, nombró a Herodes procurador de Siria y le prometió la corona de Judea al acabar la guerra. En ese tiempo Herodes restableció el orden en Samaria donde había estallado una revuelta, tras lo cual consiguió vengarse del hombre que mató a su padre tiempo atrás. Esto provocó disturbios en Judea y Herodes se vio obligado a intervenir en aquel territorio y retomar varias fortalezas, luego expulsó de Galilea al tirano de Tiro y a continuación tuvo que enfrentarse al príncipe asmoneo Antígono, quien aspiraba a la corona de Judea. Tras esto, en el año 41, el triunviro Marco Antonio nombró a Herodes y a su hermano Fasael tetrarcas de Judea.
II. La lucha por Judea.
Un año más tarde los invasores partos de Siria, encabezados por el príncipe arsácida Pacoro, fueron sobornados para avanzar hacia Judea y entronizar a Antígono. En aquellos momentos los choques entre las dos facciones judías en liza eran continuos en Jerusalén. Luego, llegado Pacoro a Judea, los partos intentaron capturar a Herodes mediante artimañas, aunque este consiguió huir hasta Masada, no sin antes matar a muchos de sus perseguidores. A continuación, al sur de Jerusalén, Herodes venció en batalla a los partidarios de Antígono. Tras esto, los partos se esparcieron por toda la región y entronizaron a Antígono. Mientras tanto, Herodes se dirigió al reino nabateo para conseguir ayuda, sin embargo fue expulsado de aquel territorio, tras lo cual se dirigió al Egipto de Cleopatra, desde donde zarpó hacia Roma.
Allí, con el apoyo de Marco Antonio y Octaviano, el Senado votó a favor de nombrar a Herodes rey de Judea. Seguidamente este regresó a Oriente, formó un ejército de judíos y mercenarios y con ayuda de las legiones romanas, y tras la retirada parta de Judea, tomó varias fortalezas, tras lo cual se presentó en Jerusalén, de la que se retiró poco después. Luego dirigió campañas contra los seguidores de Antígono en Idumea y Galilea, venciendo en este último lugar a los que Josefo llamó “bandidos de las cuevas”, aunque poco después las fuerzas de Antígono volvieron a alzarse en Galilea. A continuación, ya en el año 37, Herodes, tras muchas vicisitudes, tomó Jerusalén tras sitiarla, después de lo cual Antígono fue ejecutado, quedando así Herodes como único rey de Judea.
III. Auxiliar de los romanos.
Pero aquí no acabaron las guerras de Herodes. Durante los siguientes años sus tropas participaron en guerras en el exterior como auxiliares de los ejércitos romanos, además él tuvo que hacer frente a la oposición en el interior, a las ansias anexionistas de Cleopatra y a varias conspiraciones, algunas originadas en el seno de su propia familia.
Las dos primeras de estas guerras fueron en el año 31. Según cuenta Plutarco, Herodes envió a Marco Antonio un contingente de tropas para luchar contra Octaviano, aunque este terminó venciendo en la batalla de Actium. Al mismo tiempo Cleopatra lanzó a Herodes contra el reino nabateo de Malco. Según Josefo, si triunfaba Herodes, “ella se convertiría en la soberana de Arabia, y, en caso contrario, sería reina de Judea. En ambos casos derrocaría a uno de los reyes por medio del otro”. Así, Herodes atacó a los nabateos, pero según Josefo y el Quinto Libro de los Macabeos, Cleopatra, con el objetivo de hacerse con ambos reinos, conspiró junto a los nabateos para atacar a las exhaustas tropas de Herodes, aunque estas consiguieron reponerse y vencer.
Meses después, a finales del 31 o principios del año 30, Herodes ayudó al gobernador romano de Siria a frenar a un ejército de gladiadores que se dirigía a Egipto desde Cícico para ayudar a Marco Antonio y Cleopatra.
Años más tarde, en el año 26, “envió Herodes en ayuda de César Augusto quinientos soldados [judíos], escogidos entre su escolta personal, que Elio Galo” llevó en su expedición a la Arabia Feliz, el actual Yemen.
Poco después, hacia el año 24 o 23, Augusto concedió a Herodes las regiones de Traconítide, Batanea y Auranítide, en el suroeste de la moderna Siria, para que acabara con los bandoleros de Zenodoro que asolaban los territorios vecinos.
A continuación, en el año 14, Herodes se unió al general romano Marco Agripa en las costas del Mar Negro, quien estaba a la espera de actuar en el reino del Bósforo, lo que ahora es Crimea. Según Josefo “durante esta campaña Herodes fue todo para él: colaborador en las obras que habían de realizarse y consejero en los asuntos particulares,...”.
IV. Las últimas campañas de Herodes.
Luego, hacia el año 9, estando Herodes en Roma los rebeldes de Traconítide volvieron a las andadas, teniendo que ser reducidos por los generales del rey, aunque sus líderes escaparon al reino nabateo, desde donde realizaron incursiones en Judea y Celesiria. A continuación, al regresar de Roma, Herodes emprendió una campaña de castigo en Traconítide contra las familias de aquellos rebeldes, lo que provocó la ira de estos y nuevas incursiones que asolaron Judea. Herodes, tras exigir sin éxito la entrega de los rebeldes, penetró en territorio nabateo con el permiso de los legados romanos y tomó la fortaleza de Raepta, al sureste de Damasco, donde se cobijaban aquellos rebeldes. Luego, tropas nabateas acudieron en ayuda de Raepta, pero también fueron vencidas.
A continuación, en Roma Sileo, el hombre fuerte del reino nabateo, acusó falsamente a Herodes ante Augusto de haber arrasado todo el país, provocando de este modo la ira del emperador contra Herodes, lo que incitó a los rebeldes y a los nabateos a llevar a cabo incursiones en Idumea. Aunque finalmente el enviado de Herodes, Nicolás de Damasco, logró la reconciliación entre el emperador y el rey.
Años después, al final de su reinado, Josefo nos cuenta que Herodes tuvo que fundar una ciudad para frenar las incursiones de los habitantes de Traconítide y desde la cual poder atacarlos. Además en la provincia de Batanea, para que actuarán de escudo defensivo, asentó al judío Zamaris y a sus numerosos seguidores llegados desde Babilonia, entre los que había 500 arqueros a caballo.
V. La guerra más misteriosa de Herodes.
A estas guerras habría que sumar otra que supuestamente enfrentó al famoso rey Abgar y a Herodes en sus últimos meses de vida y de la que solo nos habla el historiador armenio Moisés de Corene en el siglo V. Según este autor, en el reino de Armenia, tributario de Roma, los comisionados romanos que debían realizar el censo colocaron estatuas de Augusto en todos los templos. Poco después Herodes exigió que sus estatuas se colocaran junto a las de Augusto, a lo que Abgar se opuso, siendo todo en realidad el pretexto que buscaba Herodes para atacar a Abgar. Entonces Herodes envió un ejército de tracios y germanos para incursionar en territorio parto a través de los dominios de Abgar, aunque este se negó alegando que la orden de Augusto era atravesar el desierto, no su reino. A continuación, Herodes, incapaz de actuar por si mismo por la enfermedad con la que había sido castigado por el trato que le había dado a Cristo, envió a su sobrino José. Este llegó a Mesopotamia con un considerable ejército pero en el combate que libró contra las fuerzas de Abgar cayó muerto y sus tropas se dieron a la fuga.
Sin embaro, todo esto, tal y como se cuenta, nunca sucedió. En primer lugar, Abgar en realidad era rey de Osroene, en la Alta Mesopotamia, además, en esa época reinaba la paz entre romanos y partos, y por último, Herodes jamás envió a sus fuerzas contra Armenia, ni contra Osroene ni contra el Imperio parto. Por tanto, el relato de Moisés de Corene, en el que se fusionan diversos elementos recogidos de la Biblia y Josefo, solo parece ser algún tipo de leyenda con la que reforzar los orígenes del cristianismo armenio mediante una victoria sobre el malvado Herodes.
VI. Los mercenarios de Herodes. En cuanto a las tropas empleadas por Herodes en sus guerras, además de judíos, sabemos que como tantos otros en la Antigüedad usó mercenarios extranjeros, siendo los contingentes más destacados los de los tracios, germanos y gálatas, es decir, los celtas de Asia Menor. Ya a su regreso de Roma, hacia el año 39, Josefo nos dice que Herodes reclutó extranjeros para su ejército. A continuación encontramos a estos mercenarios en las operaciones frente a Jerusalén. Tiempo después, se nos dice que Herodes reclutó a 800 itureos de las montañas del Líbano.
Años más tarde, en el 30, Herodes, tras la muerte de Antonio y Cleopatra, se reunió con Octaviano en Egipto, el cual le hizo entrega de una guardia personal de 400 gálatas “que antes habían constituido el cuerpo de escolta de Cleopatra”.
La siguiente mención que tenemos de los mercenarios de Herodes es, como dijimos, el supuesto envío de un ejército de tracios y germanos al Imperio parto a través del territorio del rey Abgar. Por último, los mercenarios de Herodes son mencionados una última vez cuando, hacia el año 4, participaron en su cortejo fúnebre. Según Josefo, “el batallón tracio, los germanos y los gálatas” vistieron su uniforme de campaña aquel día.
Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/channel/UC8Rx6U8r2-DGtHYDxIIThAg/videos
No hay comentarios:
Publicar un comentario