jueves, 18 de marzo de 2021

TOMIRIS, LA REINA BÁRBARA QUE ACABÓ CON CIRO EL GRANDE.

A mediados del siglo VI a. C. Ciro II, mejor conocido como Ciro el Grande, de la dinastía aqueménida accedió al trono de Persia, se rebeló contra su abuelo, Astiages, rey de Imperio Medo, al que venció y arrebató su reino. Este fue el nacimiento del Imperio Persa. A continuación, conquistó el reino de Lidia y el Imperio Neobabilónico, pero cuando Ciro se disponía a extender su imperio hacia el norte, terminó vencido por unos bárbaros y su reina, Tomiris, la cual acabó con la cabeza del persa entre sus manos. 

Cuenta Heródoto que, hacia el año 530 o 529, Ciro, confiando en su invencibilidad, se lanzó contra el territorio de los nómadas maságetas, que ocupaban una inmensa llanura de Asia Central, más allá del río Oxus, el actual Amu Daria. Así también lo relata el historiador Jordanes, que señala a la vanidad de Ciro como causa de su ruina. Por entonces reinaba sobre los maságetas Tomiris, o Támiris, como la llaman otros historiadores. Tomiris, tras la muerte de su marido, había obtenido el mando sobre los maságetas. Otros autores llaman a este pueblo getas o escitas. 

Ciro envió un mensajero a Tomiris para solicitar su mano, pero esta, que sabía que el persa en realidad no quería su mano sino su reino, le prohibió entrar en sus tierras. Este cortejo también se menciona en la Suda, la gran enciclopedia bizantina. Ciro, en vista de que no tenía éxito con su estratagema, marchó de inmediato hacia el río Araxes, al sur del Cáucaso, y preparó abiertamente una campaña contra los maságetas, echando puentes sobre el río para el paso del ejército. Que Heródoto sitúe la acción en este río debe tratarse de un error o, como apuntan algunos historiadores, el Araxes era otro nombre del Oxus. Por su parte, Amiano Marcelino, sitúa la campaña de Ciro en Europa, más allá del Bósforo. 

Mientras tanto, Tomiris le envió un mensajero a Ciro en el que pedía que se conformara con su imperio y que dejara en paz a los maságetas. Aún así, si el rey quería seguir adelante con sus planes, Tomiris le invitaba a pasar a su país confiada en que la victoria le sería más fácil en su territorio, o bien, ella pasaría al del persa para luchar. A pesar de que la mayoría de los consejeros de Ciro eran de la opinión de que lo mejor era dejar a Tomiris entrar en territorio persa, Creso, el antiguo rey de Lidia y ahora consejero de  Ciro, le aconsejó que fueran los persas lo que entraran en el país de los maságetas, pues si era vencido, además de la batalla, también perdería su imperio. A continuación, Creso expuso su plan: establecer el campamento, preparar un banquete, dejar a las peores tropas y fingir la retirada del resto del ejército, para atraer a los maságetas. 

Ciro aceptó el plan de Creso y avanzó hacia el país de los maságetas, instaló el campamento y retrocedió. Entonces, un tercio del ejército maságeta invadió el campamento persa y acabaron con las tropas de Ciro que habían quedado. A continuación, los maságetas disfrutaron de la comida y del vino del banquete persa y, cuando se habían quedado dormidos por la embriaguez, los persas les atacaron, acabaron con muchos de ellos y capturaron a otros, entre ellos al hijo de la reina Tomiris, el joven Espargapises. El macedonio Polieno, en sus Estratagemas, dice, por el contrario, que la que tendió esta trampa fue Tomiris a los persas. 

Tomiris, al saber lo sucedido, envió un mensaje a Ciro en el que le decía que liberara a su hijo y se marchara, o le saciaría de sangre. Poco después, el hijo de Tomiris pidió su libertad y los persas se la concedieron, pero una vez libre se quitó la vida ante la vergüenza de haber caído en aquella trampa. 

Tomiris, al no haber hecho caso Ciro de su mensaje, reunió todas sus tropas y le atacó. La batalla, según Heródoto, fue muy reñida, aunque finalmente triunfaron los maságetas. Fue aniquilado la mayor parte del ejército persa y con el, su rey, Ciro. Entonces Tomiris mandó llenar un odre de sangre humana y buscar el cadáver de Ciro entre los persas muertos; y cuando lo encontró, introdujo su cabeza en el odre, cumpliendo así su promesa de saciarlo de sangre. Por su parte, los historiadores Justino y Orosio dicen que Tomiris tendió una emboscada a Ciro en un desfiladero y que mató, a la exagerada cifra, de 200.000 persas, y después le cortó la cabeza a Ciro y la metió en un odre lleno de sangre, pronunciando estas palabras: “sáciate de la sangre que ansiaste y de la que siempre fuiste insaciable”. Julio Frontino, en su obra Estratagemas, aúna ambas versiones y dice que, tras un combate reñido, Tomiris emboscó a Ciro en un desfiladero. Esta victoria de Tomiris llevaría al sofista Elio Teón a considerar a la reina de los maságetas como la más valerosa de todas las mujeres. 

Termina su relato Heródoto diciendo que esa es una de las versiones sobre la muerte de Ciro y, efectivamente, hay otras. Diodoro cuenta que Tomiris crucificó a Ciro; Ctesias dice que murió de una herida que le causaron durante una campaña contra el pueblo de los Derbices, en la frontera oriental; Beroso cuenta que Ciro murió en una batalla contra los escitas Daai; por su parte, Jenofonte dice que Ciro murió de viejo, algo que concuerda con que su cuerpo pudiera ser enterrado en Pasagardas. 

Cuenta Jordanes, que Tomiris, animada por el botín capturado a los persas, dirigió una campaña hacia Mesia, entre las actuales Bulgaria y Rumanía, y fundó una ciudad, Tomis, la moderna Constanza. 

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