miércoles, 31 de marzo de 2021
EL "PLANHER VUELH EN BLACATZ" DE SORDEL
LUIS IX DE FRANCIA, ¿TAMBIÉN REY DE CASTILLA?
A principios del siglo XIII sucedió un hecho casi desconocido que a punto estuvo de cambiar la historia de la España y la Europa medieval: la entronización como rey de Castilla de un príncipe francés, Luis, futuro Luis IX de Francia. Pero antes de conocer esto hay que retrotraerse al año 1214 para comprender todo lo sucedido.
En ese año murió el rey de Castilla, Alfonso VIII, y le sucedió su hijo, Enrique I, siendo aún un niño. La regencia debía recaer en su madre, Leonor Plantagenet, pero está murió a los pocos días. Entonces la regencia fue a parar a la hermana mayor de Enrique, Berenguela, esposa que fue de Alfonso IX de León hasta 1203, cuando su matrimonio fue anulado por el papa Inocencio III. Al poco tiempo, debido a la oposición de la Casa de Lara, Berenguela tuvo que renunciar a la regencia, aún así, el enfrentamiento entre ambos bandos nobiliarios continuó.
En 1217 el rey niño murió por accidente. Al no existir un sucesor varón, la legítima heredera fue Berenguela. Esta, aunque siguió siendo llamada reina y ejerció como tal en ciertas circunstancias, cedió sus derechos a su hijo Fernando, que pasó ser rey, primero, de Castilla y, desde 1230, también de León, con el nombre de Fernando III. Aún con este nuevo rey, los enfrentamientos entre el partido de Berenguela y el de los Lara continuó, a los que se sumó el rey de León, que atacó las fronteras de Castilla al principio del reinado de su hijo.
En el contexto de estas luchas surgió la primera noticia sobre los supuestos derechos de un príncipe francés al trono de Castilla. En una versión de la Crónica de 1344 se dice que tras la muerte de Enrique, los Lara, enemigos de Berenguela, debieron dar los castillos a Blanca por ser la hermana mayor. Esta Blanca es Blanca de Castilla, hija de Alfonso VIII, y por tanto hermana de Enrique y de Berenguela, esposa y madre, respectivamente, de los futuros Luis VIII y Luis IX de Francia. Pero esta crónica contiene un error o una falsedad intencionada, ya que Blanca no era mayor que Berenguela, sino menor. Aún así, cierta historiografía francesa mantendría lo contrario y menciona que el rey de Francia, Felipe Augusto, rehusó este ofrecimiento para evitar una guerra.
Poco después, en un momento indeterminado del breve reinado de Luis VIII, entre 1223 y 1226, varios miembros de la nobleza castellana rebelados contra Fernando, con Rodrigo Díaz de Cameros y Gonzalo Pérez de Lara a la cabeza, se dirigieron al monarca francés y se declararon sus vasallos. En una serie de nueve cartas, estos nobles decían que Alfonso VIII, en unas supuestas últimas voluntades, les había ordenado que devolvieran el reino de Castilla, como parte de su herencia, a un hijo del rey de Francia, si su propio heredero Enrique, el futuro Enrique I, moría sin descendencia. A continuación, estos nobles, pedían al rey de Francia que les enviara a su hijo lo antes posible, prometiendo recibirlo como señor y asegurarle el trono. Esta petición podría considerarse un intento desesperado de parte de la nobleza castellana en su pugna contra Berenguela y Fernando, al que consideraban un extranjero por haber nacido en León.
Los supuestos derechos de un hijo de Luis VIII al trono de Castilla vendrían por su madre, Blanca, hija de Alfonso VIII. Aunque los derechos de Blanca eran inferiores a los de sus hermanas mayores, Berenguela y Urraca, reina consorte de Portugal, ya fallecida, y a los de los hijos de estas. Por otro lado, no conocemos la reacción de Luis VIII ni de Blanca, como regente de su hijo desde 1226, a este ofrecimiento, pero probablemente la reina de Francia sabía que sus derechos eran muy endebles.
Una referencia a esta cuestión sucesoria la encontramos hacia 1237 cuando el trovador Sordel, en una de sus obras, hace mención a estos supuestos derechos y dice que Luis IX perdió Castilla por ineptitud. Más tarde, en el siglo XVII Antonio Lupian, en su Epitome de la vida y muerte de la reina Doña Berenguela, desmintió a varios cronistas que mantenían la primogenitura de Blanca.
A esta improbable unión personal de las coronas de Francia y Castilla, el príncipe Luis, futuro Luis IX, podría haber sumado la de Inglaterra y haber formado un Imperio Capeto, mucho mayor que el recientemente desaparecido Imperio Angevino, ya que en 1216 los barones ingleses, en rebeldía contra el rey Juan Sin Tierra, habían ofrecido el trono de Inglaterra al padre de Luis, el cual llegó a ocupar Londres, en virtud de los derechos de su mujer Blanca, nieta de Enrique II de Inglaterra. Aunque como en el caso de Castilla, estos derechos eran frágiles, pues Blanca tenía parientes que le precedían en la línea sucesoria.
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miércoles, 24 de marzo de 2021
LA EXPEDICIÓN DE COCHRANE A FILIPINAS SEGÚN BARTOLOMÉ MITRE ("HISTORIA DE SAN MARTÍN Y DE LA EMANCIPACIÓN SUDAMERICANA").
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EL IMPERIO MARÍTIMO CHILENO DE COCHRANE Y O'HIGGINS
De entre todas la historias y hazañas llevadas a cabo durante las guerras de independencia hispanoamericanas algunas son aún poco conocidas, este es el caso del intento chileno para conquistar el Océano Pacífico.
Durante el tiempo en el que el marino escocés Thomas Cochrane estuvo al servicio de Chile, entre 1818 y 1822, planeó convertir a Chile en un Imperio Marítimo, lo que se conoce como una Talasocracia, que tuviese como modelo y aliado al Imperio Británico. Una vez que acabara la hegemonía española en las costas del Pacífico, la marina chilena impondría su poder en este océano para crear una vasta red comercial.
El plan que Cochrane presentó a Bernardo O'Higgins, Libertador y Director Supremo de Chile fue el de, una vez tomadas Valdivia y Chiloé, establecer bases navales en El Callao y Guayaquil e ir mucho más allá, conquistar las Filipinas, posesión española en Asia.
Cuenta el historiador Francisco Javier Mariátegui que supo de este plan, años después, de boca del General Francisco Antonio Pinto. Según este historiador, Cochrane propuso a O'Higgins que le entregara la escuadra chilena, que le prestase 200.000 pesos del Tesoro y le permitiese tomar tropas y oficialidad con las que emprender una campaña contra las Filipinas españolas, las que tomaría y en las que conseguiría una gran suma con la que sufragar la expedición. Añade Mariátegui, que el plan fue discutido en Santiago por la junta de Ministros, pero que finalmente fue rechazado. Aún así, como veremos a continuación, los pasos de Cochrane parece que fueron encaminados a realizar este plan.
En 1819 Cochrane atacó El Callao dos veces, y pese a los graves daños infringidos a la escuadra española, no consiguió tomar la ciudad. Más adelante, se personó en Guayaquil, aunque tampoco la tomó. Meses más tarde, a principios de febrero de 1820, consiguió tomar Corral y Valdivia, en el sur de Chile.
Poco después Cochrane intentó tomar Chiloé, aunque los realistas aguantaron la embestida patriota. Chiloé, último enclave español en Sudamérica, a pesar de los varios intentos chilenos por tomarlo no sería anexado por Chile hasta 1826.
En octubre de 1820 Guayaquil se independizó, algo, que paradójicamente, fue un contratiempo para los planes de Cochrane y O'Higgins, ya que, aunque esta ciudad ya no estaba en poder español, tampoco estaba en el suyo. Pero pasado el tiempo O'Higgins no había olvidado Guayaquil. El 12 de noviembre de 1821, O'Higgins escribió a Cochrane revelándole sus planes sobre este puerto y le decía: “si Guayaquil estrecha sus relaciones con Chile, de modo que ningún Gobierno pueda disolverlas […] esta República puede dominar y marchar con rapidez a su grandeza”. Y termina O'Higgins con una mención a una campaña contra las Filipinas, de la que desea hablar privadamente con Cochrane.
Poco después, el 15 de noviembre, O'Higgins escribía a Cochrane, ante el peligro de reconquista española de Guayaquil: “Si la pérdida es efectiva y si usted considerase que podía ser capturada, sería conveniente apoderarse de Puná o algún punto equivalente donde izar el pabellón chileno […] Estando Guayaquil en nuestro poder, las islas Galápagos […] serán nuestras”.
Algo parecido a lo sucedido con Guayaquil pasó un año después, en septiembre de 1821, cuando El Callao se rindió a las fuerzas del Libertador José de San Martín, con lo que la ciudad peruana escapaba al control chileno, algo contrario a los planes de Cochrane y O'Higgins. Más tarde, El Callao volvió a pasar a manos españolas y no fue tomado definitivamente hasta 1826.
Unos meses más tarde, en abril de 1822, según cuenta Cochrane en sus “Memorias”, llegó a El Callao y se entrevistó con el ministro Bernardo de Monteagudo. Este ofreció a Cochrane una considerable hacienda y la condecoración del Sol con tal de que aceptará mandar las marinas reunidas de Chile y Perú en una expedición para capturar las Filipinas, que debían encontrarse mal defendidas por los españoles, donde haría una gran fortuna. Pero el escocés se negó ya que se encontraba enemistado con San Martín, por aquel entonces Protector del Perú.
Poco después, Cochrane regresó a Chile, país que también abandonó para ponerse al servicio de Brasil, poniendo punto y final a los planes imperialistas que intentó llevar a cabo junto a O'Higgins.
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jueves, 18 de marzo de 2021
LA DINASTÍA AQUEMÉNIDA.
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TOMIRIS, LA REINA BÁRBARA QUE ACABÓ CON CIRO EL GRANDE.
A mediados del siglo VI a. C. Ciro II, mejor conocido como Ciro el Grande, de la dinastía aqueménida accedió al trono de Persia, se rebeló contra su abuelo, Astiages, rey de Imperio Medo, al que venció y arrebató su reino. Este fue el nacimiento del Imperio Persa. A continuación, conquistó el reino de Lidia y el Imperio Neobabilónico, pero cuando Ciro se disponía a extender su imperio hacia el norte, terminó vencido por unos bárbaros y su reina, Tomiris, la cual acabó con la cabeza del persa entre sus manos.
Cuenta Heródoto que, hacia el año 530 o 529, Ciro, confiando en su invencibilidad, se lanzó contra el territorio de los nómadas maságetas, que ocupaban una inmensa llanura de Asia Central, más allá del río Oxus, el actual Amu Daria. Así también lo relata el historiador Jordanes, que señala a la vanidad de Ciro como causa de su ruina. Por entonces reinaba sobre los maságetas Tomiris, o Támiris, como la llaman otros historiadores. Tomiris, tras la muerte de su marido, había obtenido el mando sobre los maságetas. Otros autores llaman a este pueblo getas o escitas.
Ciro envió un mensajero a Tomiris para solicitar su mano, pero esta, que sabía que el persa en realidad no quería su mano sino su reino, le prohibió entrar en sus tierras. Este cortejo también se menciona en la Suda, la gran enciclopedia bizantina. Ciro, en vista de que no tenía éxito con su estratagema, marchó de inmediato hacia el río Araxes, al sur del Cáucaso, y preparó abiertamente una campaña contra los maságetas, echando puentes sobre el río para el paso del ejército. Que Heródoto sitúe la acción en este río debe tratarse de un error o, como apuntan algunos historiadores, el Araxes era otro nombre del Oxus. Por su parte, Amiano Marcelino, sitúa la campaña de Ciro en Europa, más allá del Bósforo.
Mientras tanto, Tomiris le envió un mensajero a Ciro en el que pedía que se conformara con su imperio y que dejara en paz a los maságetas. Aún así, si el rey quería seguir adelante con sus planes, Tomiris le invitaba a pasar a su país confiada en que la victoria le sería más fácil en su territorio, o bien, ella pasaría al del persa para luchar. A pesar de que la mayoría de los consejeros de Ciro eran de la opinión de que lo mejor era dejar a Tomiris entrar en territorio persa, Creso, el antiguo rey de Lidia y ahora consejero de Ciro, le aconsejó que fueran los persas lo que entraran en el país de los maságetas, pues si era vencido, además de la batalla, también perdería su imperio. A continuación, Creso expuso su plan: establecer el campamento, preparar un banquete, dejar a las peores tropas y fingir la retirada del resto del ejército, para atraer a los maságetas.
Ciro aceptó el plan de Creso y avanzó hacia el país de los maságetas, instaló el campamento y retrocedió. Entonces, un tercio del ejército maságeta invadió el campamento persa y acabaron con las tropas de Ciro que habían quedado. A continuación, los maságetas disfrutaron de la comida y del vino del banquete persa y, cuando se habían quedado dormidos por la embriaguez, los persas les atacaron, acabaron con muchos de ellos y capturaron a otros, entre ellos al hijo de la reina Tomiris, el joven Espargapises. El macedonio Polieno, en sus Estratagemas, dice, por el contrario, que la que tendió esta trampa fue Tomiris a los persas.
Tomiris, al saber lo sucedido, envió un mensaje a Ciro en el que le decía que liberara a su hijo y se marchara, o le saciaría de sangre. Poco después, el hijo de Tomiris pidió su libertad y los persas se la concedieron, pero una vez libre se quitó la vida ante la vergüenza de haber caído en aquella trampa.
Tomiris, al no haber hecho caso Ciro de su mensaje, reunió todas sus tropas y le atacó. La batalla, según Heródoto, fue muy reñida, aunque finalmente triunfaron los maságetas. Fue aniquilado la mayor parte del ejército persa y con el, su rey, Ciro. Entonces Tomiris mandó llenar un odre de sangre humana y buscar el cadáver de Ciro entre los persas muertos; y cuando lo encontró, introdujo su cabeza en el odre, cumpliendo así su promesa de saciarlo de sangre. Por su parte, los historiadores Justino y Orosio dicen que Tomiris tendió una emboscada a Ciro en un desfiladero y que mató, a la exagerada cifra, de 200.000 persas, y después le cortó la cabeza a Ciro y la metió en un odre lleno de sangre, pronunciando estas palabras: “sáciate de la sangre que ansiaste y de la que siempre fuiste insaciable”. Julio Frontino, en su obra Estratagemas, aúna ambas versiones y dice que, tras un combate reñido, Tomiris emboscó a Ciro en un desfiladero. Esta victoria de Tomiris llevaría al sofista Elio Teón a considerar a la reina de los maságetas como la más valerosa de todas las mujeres.
Termina su relato Heródoto diciendo que esa es una de las versiones sobre la muerte de Ciro y, efectivamente, hay otras. Diodoro cuenta que Tomiris crucificó a Ciro; Ctesias dice que murió de una herida que le causaron durante una campaña contra el pueblo de los Derbices, en la frontera oriental; Beroso cuenta que Ciro murió en una batalla contra los escitas Daai; por su parte, Jenofonte dice que Ciro murió de viejo, algo que concuerda con que su cuerpo pudiera ser enterrado en Pasagardas.
Cuenta Jordanes, que Tomiris, animada por el botín capturado a los persas, dirigió una campaña hacia Mesia, entre las actuales Bulgaria y Rumanía, y fundó una ciudad, Tomis, la moderna Constanza.
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lunes, 15 de marzo de 2021
ARTICULO 13º DEL TRATADO DEL PARDO DEL 11 DE MARZO DE 1778.
Deseando Sus MAJESTADES CATÓLICA Y FIDELÍSIMA promover las ventajas del comercio de sus respectivos súbditos, las cuales pueden verificarse en el que recíprocamente hicieren de compra y venta de negros, sin ligarse á contratas y asientos perjudiciales, como los que en otro tiempo se hicieron con las compañías portuguesa, francesa é inglesa, las cuales fué preciso cortar ó anular, se han convenido los dos altos príncipes contrayentes en que para lograr aquellos y otros fines y compensar de algún modo las cesiones, restituciones y África renuncias hechas por la Corona de España en el Tratado preliminar de límites de 13, de Octubre de 1777, cedería Su MAJESTAD FIDELÍSIMA, como de hecho ha cedido y cede por sí y en nombre de sus herederos y sucesores á Su MAJESTAD CATÓLICA y los suyos en la Corona de España, la isla de Annobón, en la costa de África, con todos los derechos, posesiones y acciones que tiene á la misma isla, para que desde luego pertenezca á los dominios españoles del propio modo que hasta ahora ha pertenecido á los de la Corona de Portugal; asi mismo todo el derecho y acción que tiene ó puede tener á la isla de Fernando del Po en el golfo de Guinea, para que los vasallos de la Corona de España puedan establecer en ella, y negociar en los puertos y costas opuestas á la dicha isla, como son los puertos del río Gabaon, de los Camarones, de Santo Domingo, de Cabo Fermoso y otros de aquel distrito, sin que por eso se impida ó estorbe el comercio de los vasallos de Portugal, particularmente de los de las islas del Principe y de Santo Tomé, que al presente van, y que en lo futuro fueren á negociar en dicha costa y puertos, comportándose en ellos los vasallos españoles y portugueses con la más perfecta armonía, sin que por algún motivo ó pretexto se perjudiquen ó estorben unos á otros.
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LAS ISLAS AFRICANAS DEL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA.
Muchos saben que a grandes rasgos el Virreinato del Río de la Plata lo formaron Uruguay, Paraguay, Bolivia y extensas regiones de las actuales Argentina y Chile, pero pocos conocen que unas lejanas islas africanas también pertenecieron a este virreinato.
En los años 1777 y 1778 España y Portugal firmaron los Tratados de San Ildefonso y el Pardo. Estos tratados fijaron los límites entre el Virreinato del Río de la Plata y Brasil, pero habían unos artículos que hacían referencia a territorios en el Golfo de Guinea, en África, en los que Portugal cedía a España las Islas de Fernando Poo, actual Bioko, y Annobón, aunque en realidad la soberanía de Portugal sobre estas islas era, cuanto menos, endeble.
Con estas adquisiciones, España tenían como objetivo la creación de una base desde la que abastecer de esclavos sus territorios ultramarinos, en especial al recién creado Virreinato de la Plata. Así mismo, los españoles querían convertir estas islas en una escala en la ruta de Filipinas.
Con estas posesiones en África, España creó la Gobernación de Fernando Poo y Annobón y la hizo dependiente del Virreinato del Río de la Plata. El caso del Virreinato del Río de la Plata y las islas del Golfo de Guinea no es único. Tenemos el ejemplo de Filipinas y algunos archipiélagos de Oceanía, que dependieron del Virreinato de Nueva España, con su centro en México, durante casi 250 años.
España, para hacerse cargo de las islas, envió en 1778 una expedición desde Montevideo. Dado que estas islas eran parte del Virreinato del Río de la Plata, fueron su Virrey, Pedro de Cevallos, y la Real Hacienda de este territorio, los que organizaron y sufragaron esta expedición, perteneciendo algunas de sus tropas al Regimiento Fijo de Buenos Aires.
Las fuerzas navales estuvieron dirigidas por José Varela y las terrestres por el Brigadier Conde de Argelejo, que había sido nombrado Gobernador de las Islas. En un principio el destino de la expedición se mantuvo en secreto y solo se reveló en alta mar, así se evitaba que los ingleses lo descubrieran.
Una vez llegados a la isla portuguesa de Príncipe, los españoles debieron esperar durante varios meses al comisario portugués que debía formalizar la entrega de las islas. Por fin, en octubre, españoles y portugueses llegaron a Fernando Poo y los primeros tomaron posesión, aunque, tanto las malas condiciones de los expedicionarios como del lugar elegido, les hicieron desistir de asentarse allí.
A continuación, tras un breve paso por Príncipe y Santo Tomé, se dirigieron a Annobón, pero en el trayecto murió Argelejo, siendo sustituido por el teniente coronel Joaquín Primo de Rivera, su segundo. Una vez en Annobón, la población se negó a reconocer la soberanía del rey de España, llegando a producirse momentos de tensión. Incluso, los habitantes de Annobón salieron “en procesión con crucifijos, santos, calaveras y otros huesos humanos”. Entonces, la expedición se retiró a Santo Tomé y esperó refuerzos de España para un segundo intento en 1779, ya en época del virrey Vértiz.
A finales de este año regresaron a Fernando Poo y fundaron un establecimiento, Concepción, aunque para ello tuvieron que enfrentarse primero con los nativos, reacios a permitir la colonización de los españoles. Pero las bajas y las enfermedades hicieron que las tropas españolas se amotinaran, tomaran preso a Primo de Rivera, abandonaran el asentamiento y se retiraran a Santo Tomé en 1780. Finalmente, los pocos supervivientes de la expedición regresaron, previo paso por Brasil, a Montevideo en 1783, firmando así el fracaso de la expedición.
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martes, 9 de marzo de 2021
EL LIBER HISTORIAE FRANCORUM Y SAN VICENTE MÁRTIR.
«Qui ait: 'Domine, tunica beati Vincenti martyris deportant et cum ipsa, ut eis Dominus misereatur, exorant. Et ille ait: 'Vade, dice episcopo civitatis, ut cum fiducia veniat ad nos, nihil dubitans'. Ille vero cum haec episcopo nunciasset, ipse cum muneribus occurrit eis, Childebertus quoque postolans, ut ei reliquias beati Vincenti daret. At ille dedit eis tolam eius. Tamen memorati reges, adquesita maxima parte Hispaniae, cum multis spoliis reversi sunt. Childebertus vero Parisius veniens, ecclesiam in honore beati Vincenti martyris edificavit».
541, LA INVASIÓN MEROVINGIA DE HISPANIA.
Son conocidas las guerras civiles de los visigodos, sus guerras contra los suevos o las que mantuvieron contra los bizantinos, pero es prácticamente desconocido que en el siglo VI los visigodos se enfrentaron a los francos de la dinastía merovingia cuando estos invadieron Hispania.
En el año 507, tras la derrota visigoda en la batalla de Vouillé, los godos perdieron la mayor parte de sus territorios en la Galia, conservando únicamente una franja de tierra en el sureste, la conocida como Septimania. Desde entonces los visigodos se asentaron definitivamente en Hispania y pasaron a controlar la mayor parte del territorio.
Años después de Vouillé gobernaba Hispania el ostrogodo Teudis. Durante su reinado, en el año 541 o 542, según otros, los reyes francos Clotario I y Childeberto I, hermanos e hijos de Clodoveo I, acompañados de un gran ejército y, según algunas fuentes, por otros tres reyes francos, cruzaron los Pirineos occidentales, pasaron por Pamplona, y a continuación se dirigieron a Caesaraugusta, la actual Zaragoza, a la que pusieron sitio. Según Isidoro de Sevilla está invasión se produjo en el año 569 de la Era Hispánica, es decir, el año 531.
Para unos historiadores la invasión tuvo como objetivo anexionarse territorios, para otros era una mera expedición de saqueo y para otros se pretendía vengar las ofensas que el anterior rey de los visigodos, Amalarico, había hecho años atrás a su mujer, Clotilde, hermana de los reyes francos.
Según Gregorio de Tours, en su Historia Francorum, los habitantes de Zaragoza se volvieron hacia Dios, ayunaron, se vistieron de cilicio y sacaron en procesión alrededor de la muralla la túnica del Beato Vicente Mártir. Las mujeres seguían esta procesión vestidas de luto y con los cabellos cubiertos de cenizas. Ante está visión, los francos se asustaron y creyeron que se trataba de algún hechizo, por lo que levantaron el sitio, que duró, según la Crónica Caesaraugustana, 49 días.
Esta crónica también dice que los francos devastaron casi toda la provincia Tarraconense, algo que coincidiría con lo que cuenta Gregorio de Tours al decir que los francos conquistaron gran parte de Hispania, a lo que añade que regresaron a la Galia con gran botín.
Otra versión, la del Liber Historiae Francorum, dice que el rey Childeberto levantó el sitio de Zaragoza solo cuando consiguió que le entregaran la túnica del Beato Vicente Mártir, la cual llevó hasta París, donde le dedicó una iglesia en la que más tarde ser haría enterrar. Esta iglesia es la hoy conocida como Abadía de Saint-Germain.
Una tercera versión dice que la retirada de los francos no fue tan tranquila ya que el duque Teudigiselo interceptó la retirada franca en los Pirineos. Estos, tras un primer enfrentamiento desfavorable, pagaron a Teudigiselo un fuerte rescate para que les dejara retirarse durante un día, tras el cual, los francos rezagados fueron masacrados por los visigodos.
Por su parte, la Crónica Albeldense nos dice que Teudis venció a los reyes francos en el territorio de las Hispanias, aunque no sabemos si esta mención hace referencia a una batalla que no conocemos o a la victoria del duque Teudigiselo sobre los francos en los Pirineos.
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jueves, 4 de marzo de 2021
DECRETO DE INDEMNIZACIÓN DE PARAGUAY A FRANCIA Y A ALGUNOS DE SUS CIUDADANOS.
EL CONFLICTO FRANCO-PARAGUAYO DE 1855-1858.
Anteriormente hablamos de la historia de la colonia Nueva Burdeos, en Paraguay, en esta ocasión nos ocuparemos de la crisis diplomática surgida entre Paraguay y el Segundo Imperio francés debido a los problemas entre el primer país y los colonos franceses de Nueva Burdeos, crisis que pudo haber desembocado en un conflicto armado.
El 22 de noviembre de 1855 el cónsul francés en Paraguay, Lucien de Brayer, se quejó de que a uno de los colonos de Nueva Burdeos, relacionado con un intento de fuga, se le había maltratado. De inmediato las autoridades paraguayas abrieron una investigación, aunque poco después el Ministro paraguayo de Relaciones Exteriores calificaría estas quejas de 'falsas'. Quizás, debido a la protesta del cónsul francés, el Presidente López absolvió dos días después a un grupo de colonos que habían sido detenidos intentando fugarse de la colonia.
A pesar de que la mayoría de los colonos abandonaron Nueva Burdeos a finales de 1855, las quejas por parte del cónsul francés continuaron. En enero del año 1856 el cónsul se quejó por la expulsión de Paraguay de un francés, Luis Naud, ajeno a la colonia. El Ministro de Relaciones Exteriores, Nicolás Vázquez, contestó al cónsul que la expulsión se debía a la mala conducta de Naud y, lo que es más increíble, le recordó al cónsul que fue él mismo el que solicitó en el pasado varias veces la expulsión de su compatriota. Aún así, el cónsul francés insistiría en su queja.
En febrero el cónsul volvió a protestar por las deudas y el precio de los pasajes que el Gobierno de Paraguay reclamaba a los excolonos. De nuevo, en febrero, el cónsul se quejó al Gobierno de Paraguay por los documentos retenidos a cierto excolono. En este mes se decretó que se dieran empleos a los excolonos para que pudieran pagar sus deudas, pero poco después, el cónsul francés protestó por considerar estos empleos como trabajos forzados, casi esclavos. Con estas nuevas quejas la polémica se fue volviendo más áspera, llegando Nicolás Vázquez a sugerir que el cónsul francés actuaba por cuenta propia y no siguiendo ordenes del Gobierno de Francia, además de ser la mano oculta tras las protestas de algunos excolonos.
Durante los meses siguientes continuó el intercambio de notas entre Lucien de Brayer y Nicolás Vázquez, a los que en mayo se sumó el conde Alejandro Walewski, hijo natural de Napoleón y Ministro de Exteriores francés, quejándose por algunas de las disposiciones que hacia los excolonos había tomado el gobierno paraguayo. El ministro francés llegó a notificar que el Gobierno del Emperador había prohibido que cualquier nacional emigrase a Paraguay.
A mediados de 1856 llegó a Paraguay Tomás Guido, ministro plenipotenciario de la Confederación Argentina, para negociar ciertos asuntos de su país, pero, según la prensa francesa, también para mediar entre el gobierno paraguayo y los excolonos. El Gobierno de Paraguay, para evitar altercados con los excolonos, en junio, les condonó las deudas para facilitar que salieran del país.
Aún así los problemas continuaron. Entre otros reclamos, el cónsul francés solicitaba una indemnización para los excolonos por pagos que habían efectuado de forma injusta y otra indemnización para Francia por los gastos ocasionados por socorrer a sus nacionales y por su transporte al exterior de la República.
Ya en julio se menciona por primera vez el rumor de la próxima llegada de una escuadra francesa para apoyar los reclamos del cónsul. Mientras, siguieron las discusiones entre el cónsul de Brayer, su sucesor, Armand de Brossard, y las autoridades paraguayas. En marzo de 1857 aparece otra noticia de un barco de guerra francés, el 'Le Bisson', en aguas de Paraguay llevando a cabo observaciones sospechosas de las defensas paraguayas. Sin embargo, finalmente se aclaró que el navío francés solo tenía intereses científicos.
Solamente en febrero de 1858, cuando Paraguay indemnizó a Francia y a sus ciudadanos, cesaron los rumores de intervención naval francesa. Y aunque el Gobierno de Paraguay con esto no reconocía nada, prefirió el pago de estas indemnizaciones por el bien de su tranquilidad y de las buenas relaciones con el Imperio francés.
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lunes, 1 de marzo de 2021
EL CONTRATO PARA LA COLONIZACIÓN FRANCESA DE PARAGUAY.
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1855. NUEVA BURDEOS, UNA COLONIA DE FRANCESES EN PARAGUAY.
En 1854, durante su viaje a Europa, Francisco Solano López se encargó de encontrar en Francia a colonos para llevar a Paraguay. En un principio el objetivo fue conseguir 500 colonos españoles, pero no pudo hacerse. Luego se firmó un contrato con Antonio López, un armador de Bordeaux, por el que se realizaría una emigración de 800 a 900 operarios rurales y algunos artesanos. Los colonos deberían ser capaces de trabajar, ser vascos, franceses o españoles, y de religión católica.
El 14 de Mayo de 1855, apareció el decreto de Carlos Antonio López sobre la creación de la colonia de La Nueva Burdeos, actual Villa Hayes. El preámbulo de este decreto nos da alguna información sobre las motivaciones de esta colonia. Se pretendió que la llegada de los colonos aumentara la población y mejorara la agricultura. La colonia se estableció junto al Paraguay, unos kilómetros río arriba de Asunción, en un punto del Gran Chaco conocido por el lugar de la antigua Reducción del Paraguayo Don Amancio González Escobar.
Los colonos contratados recibirían tierras y herramientas. También recibiría habitación y animales, cuyo coste deberían abonar posteriormente, junto con el del pasaje desde Europa. Además, se decretaba que para la seguridad de la colonia, esta contaría con una guarnición del ejército. Los colonos fueron llegando en varias etapas a Paraguay durante los primeros seis meses del año. Ya que en un primer momento la colonia no estaba preparada, los colonos fueron asentados temporalmente en Asunción y más tarde en la Villa del Pilar. A principios de julio, el 'Eco del Paraguay' anuncia la llegada a Asunción de más de 200 colonos. A finales de julio Francisco Solano López fue invitado por los colonos de Nueva Burdeos para que celebrara su cumpleaños. En la noticia que recoge el evento se nos describe como era aquel pueblo, llegando a decir que era “el país de las esperanzas”. En agosto llegó otro grupo a bordo del Aquitaine, barco que, tras su compra, sería llamado Río Blanco.
Los problemas con los colonos empezaron pronto. En mayo, antes del decreto de creación de la colonia, ya tenemos noticias de alborotos causados por algunos colonos durante la travesía y en su estancia en la Villa del Pilar. A mediados de julio varios de ellos desertaron de Nueva Burdeos con sus armas. Para evitar esto, el gobierno prohibió que los colonos salieran a cazar sin permiso. A finales de agosto fueron apresados varios colonos que intentaban huir y, al parecer, internarse en el Chaco, aduciendo que las tierras de Nueva Burdeos no eran buenas o que ellos no eran agricultores. A estos, ya excolonos, se les permitió abandonar la colonia y se les reasentó en otros puntos del país.
Las deserciones y la no llegada de todos los colonos que un principio se deseaba, hizo que a principios de septiembre, el Presidente López ordenara que, ante la falta de mano de obra, fueran llevados a Nueva Burdeos ciudadanos paraguayos para poblarla.
A raíz de las deserciones, el 27 de septiembre se dispuso que aquel que intentara fugarse “...será castigado con todo rigor, y hasta con la pena de muerte, según las circunstancias”. Aún así, a finales de octubre otro grupo de franceses fue apresado cuando intentaba huir a Corrientes, en la Confederación Argentina. En noviembre, tras una nueva fuga, se endurecieron las normas sobre la posesión de armas para que los colonos no se mantuvieran de la caza durante sus fugas.
En esas fechas llegaron las primeras quejas del cónsul francés, Lucien de Brayer, por el trato que uno de los colonos apresados recibió durante el interrogatorio, iniciándose así una crisis diplomática. Quizás, debido a las quejas de Brayer, el Presidente López decidió perdonar a varios de los desertores.
Se puede decir que el 29 de diciembre se puso punto y final a Nueva Burdeos. En esa fecha se dio permiso a la mayoría de los franceses para que abandonasen la colonia, quedando muy pocos en ella, sin embargo, aquellos que dejaran Nueva Burdeos deberían pagar al Tesoro Nacional sus deudas por el pasaje y la manutención. Para que esto sucediera, se decretó en febrero de 1856 que se diera ocupación a los excolonos que se encontraban en Asunción para que así pudieran pagar sus deudas con parte de su sueldo. A pesar de ello, muchos excolonos, para no pagar su deuda, rechazaban estos trabajos. El Gobierno, para evitar altercados con ellos, en junio, les perdonó las deudas para facilitar así que salieran del país. En esta decisión debió influir la mediación de Tomás Guido, ministro plenipotenciario de la Confederación Argentina, recientemente llegado a Paraguay.
Muchos de los franceses, que un principio querían volver a su país, acabaron dispersándose por la Confederación Argentina.
La crisis diplomática franco-paraguaya siguió con el sucesor de Brayer, Armand de Brossard, al punto de que Napoleón III consideró intervenir militarmente en Paraguay. Solamente en febrero de 1858, cuando Paraguay indemnizó a Francia y a sus ciudadanos, cesaron los rumores de intervención naval francesa. La indemnización a los excolonos se debió al pago de las deudas que algunos de ellos realizaron antes de que dichas deudas fueran condonadas por el Presidente López. La indemnización a Francia tenía su origen en los gastos de este país para socorrer a sus nacionales y de los transportes para sacarlos de Paraguay.
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