miércoles, 3 de febrero de 2021

EL PLAN JAPONÉS PARA CONQUISTAR LAS MALVINAS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

Es relativamente bien conocido el papel de Argentina durante y después de la Segunda Guerra Mundial, también hechos como los de la Batalla del Río de la Plata, pero son menos conocidos los presuntos planes japoneses de invadir las Islas Malvinas. 

Según algunos documentos del archivo de Esmond Ovey, embajador británico, su homólogo japonés en Buenos Aires, el Barón Shu Tomii, habría prometido devolver las islas Malvinas a Argentina. También, conforme a informaciones de espías del MI6 que operaban en Argentina, Japón pretendía hacerse con las islas para usarlas como base para atacar a los barcos de suministros británicos. Hay que recordar que por el Atlántico Sur Gran Bretaña recibía refuerzos y suministros desde Australia, Nueva Zelanda, India y Sudáfrica, y, que a su vez, desde Gran Bretaña eran enviadas tropas a Egipto por este camino, ya que la ruta del Mediterráneo era peligrosa por la presencia de alemanes e italianos. 

A finales de 1941 el Secretario de Estado para las Colonias, Walter Guiness, informaba al gobernador de las Malvinas sobre los presuntos planes japoneses de atacar las islas y destruir los depósitos de combustible, y posteriormente entregárselas a Argentina. La inteligencia británica manejaba dos posibilidades. Que los japoneses tomaran las islas con una pequeña fuerza terrestre, o bien, que usaran aviones para bombardearlas. 

El supuesto plan japonés no parece tan descabellado si tenemos en cuenta que, en los primeros años de la guerra, corsarios alemanes frecuentaron las Islas Kerguelen, en el Océano Índico, y atacaron decenas de objetivos en el Océano Pacífico, llegando a merodear por los alrededores de las Islas Galápagos, perturbando así las rutas comerciales y amenazando incluso el Canal de Panamá. 

Ya en 1941 los británicos eliminaron depósitos de combustible y carbón en la Isla Decepción, en las Islas Shetland del Sur, para evitar que los alemanes pudieran utilizar esta isla como base de suministros. Más tarde, en 1942, el barco corsario alemán Stier navegó por el Atlántico Sur y exploró la posibilidad de crear una base de operaciones en Gough Island. 

Teniendo en cuenta estos antecedentes, el ataque a Pearl Harbor y la expansión japonesa por el Pacífico, Winston Churchill decidió reforzar la defensa de las Malvinas, hasta esa fecha únicamente custodiadas por un pequeño grupo de voluntarios. En un primer momento los británicos intentaron que Canadá o los Estados Unidos se encargaran de la defensa de las Malvinas ya que se encontraban en la Zona de Seguridad Panamerica, aunque finalmente serían fuerzas británicas las encargadas de la defensa de las Malvinas. 

De este modo, en la segunda mitad de 1942, Churchill envió refuerzos a las Islas Malvinas por temor a que el Imperio del Japón invadiera el territorio e interfiriera así las vitales rutas marítimas del Atlántico Sur. Churchill dijo en un mensaje: "Sería algo muy serio perder las Islas Malvinas ante los japoneses y no es un consuelo decir que dañaría a Estados Unidos más que a nosotros mismos”. "Las Islas Malvinas son muy conocidas y su pérdida sería un shock para todo el Imperio". 

Se envió a las Malvinas la Task Force 122, integrada por el 11º batallón del Regimiento de Infantería de West Yorkshire, una unidad de artillería antiaérea, radares, ingenieros y otros efectivos, que sumaban un total de 1.700 tropas que fueron acantonadas principalmente en Stanley. La Task Force 122 también se hizo cargo, junto con un pequeño destacamento noruego, de las Islas Georgia del Sur. 

Con estas fuerzas Churchill esperaba, como así fue, disuadir a Japón o a Alemania de emprender cualquier acción en las Malvinas. Aunque, según documentos de la época, incluso antes de la llegada de las tropas a las Malvinas, los británicos pensaban que un ataque japonés ya era improbable.

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