En relación a los planes inconclusos de Alejandro para conquistar los países de Occidente podríamos mencionar las embajadas que, desde estas regiones, llegaron a Babilonia en el año 323 a. C. Cuenta Diodoro Sículo que tras la muerte de Hefestión, en el año 324, Alejandro dirigió una campaña contra los coseos, un pueblo que habitaba los Zagros. Después de aniquilarlos, Alejandro, en el 323 se encaminó hacia Babilonia. Diodoro primero menciona una embajada de caldeos que informa a Alejandro de una profecía según la cual morirá si entra en Babilonia. A continuación dice que varias embajadas salieron a su encuentro:
“Por este tiempo comparecieron ante Alejandro embajadores de casi todo el mundo habitado, unos para congratularse con sus éxitos, otros para traerle coronas, otros para concertar tratados de amistad y alianza, muchos otros traían magníficos regalos, y algunos para defenderse de ciertas acusaciones. En efecto, aparte de los pueblos y ciudades y príncipes de Asia, también comparecieron los embajadores de Europa y África; de éstos, los cartagineses y afro-fenicios y todos los que habitan la costa hasta las Columnas de Hércules; de Europa enviaron sus legaciones las ciudades de Grecia y de Macedonia, a más de los ilirios y la mayoría de los que habitan en torno al Adriático, las tribus tracias y sus vecinos Gálatas, a quienes entonces por primera vez llegaron a conocer los griegos”, (Biblioteca Histórica, XVII, 113, 2).
Arriano también se hace eco de estas embajadas:
“le salieron al encuentro unos embajadores de los libios, que le dieron la enhorabuena y le ofrecieron coronas como a rey de toda el Asia; igualmente se habían desplazado legaciones de los pueblos de Italia; a saber: brucios, Iucanos y tirrenos, con este mismo motivo. Se dice incluso que acudieron algunos embajadores cartagineses, etíopes y de los escitas europeos, a más de celtas e iberos, solicitando su amistad, siendo ésta la primera vez en que los griegos y macedonios tuvieron conocimiento de la existencia y armamento de estos pueblos. Se dice incluso que estos pueblos acudieron al arbitraje de Alejandro para dirimir sus recíprocas querellas, de suerte que Alejandro aparecía en su estima propia y en la de sus seguidores como señor de toda la tierra y el mar. Según el testimonio de dos historiadores de Alejandro, Aristón y Asclepiades, hasta los romanos enviaron una legación ante Alejandro. Al entrevistarse con él los romanos, aventuró Alejandro que su poderío sería inmenso en el futuro, vista la disciplina de sus hombres, su laboriosidad y libertad, así como el sistema político por el que, según le habían informado, se regían”, (Anábasis, VII, 15, 4-5).
Justino, en su Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo también recoge la noticia de estas embajadas:
“Cuando de las últimas costas del Océano volvía a Babilonia, se le anuncia que embajadas de los cartagineses y de otras ciudades de África, y también de las Hispanias, Sicilia, Galia, Cerdeña, también algunas de Italia, aguardaban su llegada a Babilonia. El temor a su nombre había invadido todo el mundo, hasta el punto que todos los pueblos lo honraban como al rey que les había sido destinado”. (Epítome, XII, 13, 1-2).
Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/channel/UC8Rx6U8r2-DGtHYDxIIThAg/videos
No hay comentarios:
Publicar un comentario