Durante la exploración y conquista de América los españoles tuvieron noticias de lugares extraordinarios que intentaron encontrar, como El Dorado o el territorio de las amazonas. En el caso de las amazonas, estas fueron buscadas en Sudamérica, sin embargo es menos conocido que antes de hacerlo allí, los españoles las buscaron con ahínco en el moderno México.
Las primeras menciones europeas a amazonas en América provienen de los relatos sobre los viajes de Cristóbal Colón en los que se menciona la isla de Matinino, la cual estaba habitada solo por mujeres.
Años después, en 1518, la expedición de Juan de Grijalva exploró las costas de Yucatán y del Golfo de México. En uno de los relatos sobre el viaje se menciona una torre en la costa yucateca en la cual el narrador señala, según informaciones de los guías indígenas, que vivían mujeres, quizás “de raza de Amazonas”. Otro relato diría que aquellas amazonas se habrían retirado tierra adentro ante la llegada de los españoles. Por su parte, algunos cronistas no situarían a las amazonas en la costa, sino frente a ella, en una isla.
Meses más tarde, ese mismo año, Diego Velázquez, gobernador de Cuba, dio instrucciones a Hernán Cortés para ir a las costas de Yucatán en busca de Grijalva. Además de esto, entre otras cosas, Cortés también tenía instrucciones para averiguar en que parte estaban las amazonas, las cuales, según los intérpretes indígenas que le acompañaban, estaban cerca.
Tiempo después, el mito de las amazonas se trasladaría al oeste de México, a las cercanías de lo que hoy es Michoacán. Así, el cronista Francisco Cervantes de Salazar dijo que en 1521, tras la caída de Tenochtitlán, Cortés envió a Francisco Montaño y a otros tres españoles “á que descubriesen la provincia de Mechuacán y la de las Amazonas, que los indios llaman Ciguatlán,...”, nombre que podría traducirse como “lugar de mujeres”. Más adelante el mismo cronista dice que el señor de Mechuacán, el Cazonci, prohibió a los españoles visitar la “tierra de las Amazonas” para evitar que fueran heridos por estas.
Más tarde, en 1524, Hernán Cortés contó al emperador Carlos V en su Cuarta carta de relación que el año anterior había enviado a la provincia de Coliman a Gonzalo de Sandoval con hombres de a caballo, peones e indios aliados para que vengasen a Cristóbal de Olid que había sido derrotado allí en 1522. Según Cortés, Sandoval le dijo que los señores de la provincia de Ceguatán contaban que había “allí una isla toda poblada por mujeres sin varón ninguno […]; y que esta isla está diez jornadas desta provincia”, la cual además es rica en oro y perlas. Terminaba Cortés diciendo que su intención era la de averiguar la verdad sobre esto.
De este modo, en 1524, el conquistador de México envió a su pariente Francisco Cortés a explorar la costa de Colima. Entre sus instrucciones, Francisco tenía el deber de averiguar sobre una “isleta poblada de mujeres” que se encontraba cerca de allí, aunque no sabemos más al respecto.
Años después, en 1530, Nuño de Guzmán buscó a las amazonas al norte de Colima. En julio de ese año, mientras se encontraba en el territorio de Mechuacán, Guzmán escribió al rey para narrarle su expedición. En una parte de esta carta dice que tenía pensado ir a la provincia de Astatlán, entre los modernos estados de Nayarit y Sinaloa, y después iría en busca de las amazonas, que se encontraban a diez jornadas de distancia. Según Guzmán “unos dicen que havitan dentro de la mar, y otros que están en una parte de un brazo de mar y que son ricas y temidas de lo havitadores de la tierra, por dioses; son mas blancas que estas otras, traen arcos y flechas y rodelas, comunícanse cierto tiempo del año con los vecinos, y lo que nace, si es barón, dicen que lo matan, y guardan las mugeres”.
Meses más tarde, ya en 1531, estando en el territorio de Chiametla, entre Nayarit y Sinaloa, Guzmán escribió de nuevo al rey para decirle que tenía noticias de ricas provincias tierra adentro, entre las cuales había una habitada solo por mujeres.
Tiempo después, según varios relatos, los expedicionarios llegaron al pueblo de Ciguatlán, al norte de Chiametla, donde supuestamente estaban las amazonas. Allí vieron que en el pueblo y sus alrededores apenas habían hombres, aunque al carecer de intérpretes no pudieron averiguar el motivo. En otro relato se da la misma información, aunque en lugar de Ciguatlán se habla de “provincia de las Amazonas” y de “pueblo de las Amazonas”. Lo que está claro es que por la situación geográfica descrita en estos relatos esta Ciguatlán no puede ser identificada con la Cihuatlán situada en el moderno Estado de Jalisco.
A continuación, en un relato diferente a estos, la conocida como Tercera Relación Anónima, se dice que las mujeres de la región de Ciguatlán eran diferentes a las vistas hasta ahora. Luego leemos en el texto que los pocos hombres que habían vestían sus ropas de guerra para “defender las señoras amazonas”, aunque a pesar de esto luego se señala que se tomaron muchas de ellas. Seguidamente dice este relato que por las lenguas, es decir, por los intérpretes, se supo “que estas mujeres decían haber venido por la mar” y que entre ellas no consentían estar a los hombres.
Finalmente, en otro relato sobre la expedición de Guzmán, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo dice que mientras los españoles recorrían la costa tuvieron noticias sobre una población de mujeres a la que luego le pusieron el nombre de Amazonas. Entonces el conquistador Cristóbal de Oñate pidió a Guzmán que le encargara la pacificación del territorio de las amazonas, lo cual Guzmán le concedió. De camino a aquel territorio Oñate fue gravemente herido en el pueblo de Quínola, por lo que le sustituyó en aquella empresa Gonzalo López.
Según Oviedo, cuando López llegó a aquel pueblo de Çiguatán las mujeres les dejaron entrar por temor a los caballos de los españoles. Además, señala el cronista que los hombres de aquella comarca iban al pueblo durante cuatro meses al año, tiempo durante el cual trabajaban para aquellas mujeres, las servían y yacían con ellas. Tras esto, si nacían niñas de aquellas uniones se quedaban en el pueblo, pero si eran niños eran enviados con sus padres. Por último, dice Oviedo que en 1547 pudo hablar en España con Guzmán, el cual le negó que aquellas mujeres fueran amazonas y que vivieran sin hombres.
Tras esto, las noticias sobre las amazonas de México parecen desaparecer y el mito se traslada a Sudamérica, donde gozó de mucha popularidad a mediados de siglo, aunque esa es otra historia.
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