PALACIO DE LA ZARZUELA, 5 DE MAYO DE 1982.
Señor secretario general: Ante los acontecimientos que enfrentan a Gran Bretaña y Argentina en los momentos presentes, no me resigno a permanecer en silencio.
Mi Gobierno ha precisado en sucesivas declaraciones oficiales su posición sobre el fondo del problema. Pero permítame, señor secretario general, que sobre la base de dichas declaraciones, me dirija a usted exponiéndole la angustia que como español, como soldado y como Rey experimento en estas horas.
No puedo sentirme impasible ante el enfrentamiento de dos pueblos, ni contemplar sin conmoverme profundamente las pérdidas de vidas humanas a que da lugar.
Pienso que todos los problemas tienen solución justa y honorable mediante conversaciones y medios pacíficos, con espíritu de paz, sin llegar a consecuencias irreparables.
Mi voz, señor Secretario General, le transmite el ruego de que haga llegar a ambas partes en conflicto la solicitud de un alto el fuego que permita continuar las gestiones de negociación, y formule un llamamiento, tanto a los gobiernos de Europa, a la que por tantas razones pertenecemos, como a los de la Comunidad Iberoamericana, a la que nos sentimos tan vinculados por la sangre y por la historia, a fin de que interpongan todas las posibles acciones conducentes ,a evitar la prolongación de las hostilidades.
Mi Gobierno ha puesto a la disposición de los países contendientes sus buenos oficios para una solución pacífica del conflicto.
Por mi parte, ofrezco con el mayor desinterés toda mi buena voluntad y mi ayuda para contribuir, en la forma y medida que se estimen oportunas, a la consecución de la paz y de la justicia.
Muy cordialmente, Juan Carlos, Rey.
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