miércoles, 23 de marzo de 2022

LOBOS, LAS ISLAS PERUANAS QUE ESTADOS UNIDOS QUISO ROBAR EN 1852

El convulso siglo XIX peruano estuvo plagado de conflictos, tanto internos como externos, pero algunos son poco conocidos, como el desencadenado cuando Estados Unidos intentó usurpar unas islas de Perú y el preciado tesoro que albergaban. 

Desde la década de 1840, la exportación del guano, el excremento de aves y murciélagos usado como fertilizante en la agricultura, experimentó un gran auge, llegando a producirse lo que se llamó como “Guano manía”. Esta fiebre del guano llevó a Estados Unidos a aprobar en 1856 la Guano Islands Act, una ley federal que permitía a los estadounidenses tomar posesión de cualquier isla que poseyera depósitos de guano, siempre y cuando no estuviera aún reclamada por algún país. Sin embargo, antes de la aprobación de esta ley Estados Unidos ya quiso apropiarse en 1852 de las islas peruanas de Lobos de Afuera y Lobos de Tierra. 

Tras algún interés francés y sobre todo británico en Lobos, a principios de mayo de 1852, en plena Era del Guano peruana, el presidente José Rufino Echenique publicó un decreto para proteger las islas guaneras de la república. Eso no impidió que el 2 de junio, James Jewett, capitán del barco Philomela, escribiera a Daniel Webster, Secretario de Estado de los Estados Unidos, para saber si algún tratado le impedía tomar el guano de Lobos, islas, que según él, no pertenecían a ningún país. 

El día 5 Webster respondió que aquellas islas no habían sido descubiertas ni por españoles ni por peruanos, pero sí por el Capitán estadounidense Benjamin Morrell en 1823, por lo que los Estados Unidos tenían el deber de proteger a sus ciudadanos que fueran a obtener guano en ellas. Así, decía Webster que pediría al Secretario de Marina que un buque de guerra fuera a Lobos a proteger a los ciudadanos estadounidenses. 

El día 16 William Graham, Secretario de Marina, escribió al Comodoro McCauley para que enviara uno de los barcos de su escuadrón a Lobos para proteger a los ciudadanos y al comercio estadounidense. Desde entonces, decenas de mercantes armados fueron a Lobos aquel verano para cargar miles de toneladas de guano. 

El 24 de junio John Randolph Clay, Encargado de Negocios estadounidense en Perú, informaba a Webster sobre el interés británico en el guano de las Islas Lobos de Afuera, que según ellos habían visitado a principios de siglo y plantado su bandera. Opinaba Clay que, en vista del interés británico, Estados Unidos podría acordar con Perú explotar el guano de Lobos y de otras islas a cambio de garantizar la soberanía peruana sobre aquellos lugares. 

Un día más tarde, Juan Ignacio de Osma, Ministro Plenipotenciario de Perú en Estados Unidos, escribía a Webster respecto a las ambiciones inglesas sobre Lobos y negaba el supuesto envío de naves de guerra británicas para asegurar su dominio sobre aquellas islas, ya que Gran Bretaña reconocía la soberanía peruana sobre Lobos, aunque señalaba el interés de ciertos aventureros por hacerse con ellas y su guano. 

El 3 de julio Osma volvió a escribir a Webster. En esta ocasión le recordaba la entrevista que ambos tuvieron poco antes en la que reclamó “su atención sobre los preparativos que se hacían para atacar las Islas de Lobos, propiedad del Perú”, a lo que Webster respondió “que el Gobierno de los Estados Unidos no reconoce en el Perú ningún derecho exclusivo sobre dichas Islas de Lobos; que las considera como Islas desiertas, que habían sido descubiertas por el Capitán Morrell del servicio mercante americano y que en consecuencia el Gobierno de los Estados Unidos protegerá a todos sus súbditos que vayan a aquellas Islas con el propósito de tomar el Guano que contiene”. 

El día 24 de ese mismo mes, Osma escribió a William Hunter, Subsecretario de Estado, reprochándole que su Gobierno iba a apoyar a las personas que pretendían despojar al Perú de aquellas islas, a pesar de las repetidas reuniones que ambos habían tenido y de los documentos presentados donde se manifestaban los derechos peruanos sobre Lobos. Osma terminaba su carta advirtiendo que Perú “sabrá defender sus derechos y su dignidad en la medida en que sus recursos y fuerzas se lo permitan”. Durante los siguientes días las relaciones fueron empeorando y comenzaba a vislumbrarse un conflicto armado. 

El 7 de agosto, Clay informaba a Webster sobre una reunión que había mantenido con José Manuel Tirado, Ministro peruano de Relaciones Exteriores. Este le pedía explicaciones sobre las noticias que le habían llegado respecto a que en puertos estadounidenses se preparaban barcos para ir a Lobos a cargar guano y de que estos barcos serían protegidos por naves de guerra de ese país. 

A continuación, Clay adjuntaba un Memorándum que Tirado le había entregado. En este documento se decía que las islas habían sido descubiertas por Francisco Pizarro y aparecían en mapas, obras históricas y tratados. Además, Lobos eran visitadas por indios de la costa y eran objeto de decretos e investigaciones durante los últimos años, por lo tanto, de ninguna manera eran un territorio sin dueño que los Estados Unidos pudiera reclamar. 

Seguidamente, Clay informaba que el tema de Lobos había excitado a la opinión pública y, junto a otras circunstancias, había hecho que el Gobierno peruano pretendiera comprar y armar buques. Finalmente, Clay concluía su carta reconociendo la soberanía peruana sobre Lobos y diciendo: “lamento que así sea, porque permite a este gobierno continuar en el goce ininterrumpido de un monopolio de un artículo tan necesario para el interés agrícola de los Estados Unidos...”. 

Poco después Osma escribía de nuevo a Webster para reafirmar la soberanía peruana sobre Lobos, y para ello le aportaba datos que demostraban que las islas se conocían desde época del Virreinato y que por tanto no habían sido descubiertas por los estadounidenses. Osma terminaba su carta diciendo: “el Perú, apoyándose en sus derechos y leyes, está dispuesto a resistir tan injustificable agresión, sin tener en cuenta la superioridad de la fuerza material sobre la que calculan los autores de la misma”. 

El día 21 Webster respondía a las notas de Osma. Según Webster las islas de Lobos eran visitadas por los estadounidense desde hacía más de medio siglo para cazar lobos marinos y que en ese tiempo el gobierno peruano no se quejó, y solo en 1833, debido a la presencia británica, se decretó que los extranjeros tendrían prohibido pescar en las costas e islas peruanas, a pesar de lo cual, tanto británicos como estadounidenses continuaron visitando Lobos sin permiso. 

Con esto Webster pretendía probar que la soberanía de las islas no era exclusiva de Perú y en su larga argumentación intentaba probar que los derechos estadounidenses sobre las islas eran iguales o superiores a los de los peruanos. Uno de los argumentos esgrimidos por Webster era que las islas no estaban lo suficientemente cerca de la costa peruana como para que el Perú reclamara Lobos. Además, sostenía, que como esas islas no podían ser pobladas por su aridez no podían ser poseídas legalmente, por tanto, ellas y lo que contengan debe ser considerado como de la propiedad común de todos. 

Aún así, Webster comunicaba que el Presidente Millard Fillmore había dado instrucciones a sus fuerzas navales de evitar cualquier colisión hasta que la cuestión fuese mejor examinada, además, no prestarían apoyo a cualquier iniciativa privada para hacerse con el guano de Lobos, actos estos que serían considerados de guerra privada, por lo que sus autores perderían la protección del Gobierno estadounidense. Respecto a esto, Clay escribió a Webster el día 25 sobre la conveniencia de enviar un buque del Escuadrón del Pacífico a Lobos para prevenir choques entre barcos estadounidenses y tropas peruanas que pudieran estar protegiendo las islas. De este modo fue anulada la orden del 16 de junio. 

En septiembre, el buque estadounidense Manlius recaló en Lobos para cargar guano, por lo que Tirado, protestó. A finales de ese mes Clay escribió a Webster y le comunicó que había pedido a las autoridades peruanas que se prohibiera la publicación en prensa de cualquier artículo que pudiera provocar la ira popular contra los ciudadanos estadounidenses. Asimismo, comunicaba que el Manlius estaba en Lobos. Por ello había solicitado al USS Raritan que fuera a Lobos para evitar cualquier incidente que condujera una ruptura entre ambas naciones. 

El 23 de octubre Tirado escribió a Clay una larga exposición en la que fundamentaba los derechos peruanos sobre Lobos. En esta exposición se señalaban a los cronistas y cartógrafos españoles que mencionaban Lobos, así como las visitas hechas por incas y españoles a lo largo de los siglos, lo que demostraba que el Capitán Morrell no había descubierto las islas. Además, Tirado invocaba los derechos españoles sobre las islas, derechos heredados por Perú tras su independencia. 

A continuación, señalaba Tirado que el Gobierno peruano había hecho reconocer las islas en los últimos años, asimismo informaba sobre las protestas dirigidas a Gran Bretaña por la presencia en Lobos de navíos de aquella nación. También negaba que las visitas estadounidenses a Lobos les confirieran cualquier tipo de derecho sobre las islas, como suponía Webster. 

Finalmente, el 16 de noviembre Edward Everett, sucesor de Webster, escribió a Joaquín José de Osma, Ministro peruano en Washington, comunicándole que el Presidente Fillmore, tras estudiar los documentos y las alegaciones aportadas por Perú en las últimas semanas, reconocía la soberanía peruana sobre Lobos y que retiraba la protección a los buques estadounidenses que fueran a aquellas islas a cargar guano sin licencia. Solo un día después Osma expresaba su satisfacción, quedando así concluido este conflicto. Aún así, tiempo después buques como el J. W. Paige y Sarah Chase, este armado, llegaron a Lobos para cargar guano, pese a la advertencia peruana.

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