miércoles, 30 de junio de 2021

LA ÚLTIMA CARTA DE NICOLÁS VÁZQUEZ A CHARLES HENDERSON.

 


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LA CUESTIÓN CANSTATT, EL CONFLICTO ANGLO-PARAGUAYO DE 1859-1862 | PARTE II: LAS INJERENCIAS BRITÁNICAS

Como vimos en el anterior video, Santiago Canstatt fue detenido el 18 de febrero de 1859 por su implicación en una conspiración para asesinar a Carlos Antonio López, presidente de Paraguay, pero la verdadera disputa anglo-paraguaya, como veremos, surgió por las injerencias del cónsul británico Charles Henderson en el proceso judicial de Canstatt. 

Inmediatamente después de la detención de Canstatt, este al parecer se comunicó en secreto con Henderson. Al día siguiente, el 19 de febrero, Henderson escribió al Ministro de Relaciones Exteriores paraguayo, Nicolás Vázquez, para quejarse por las circunstancias en las que Canstatt fue detenido, haciendo hincapié en que este era un súbdito británico, cosa que en el anterior video vimos que era una falsedad. Henderson afirmaba  que su deber era proteger a Canstatt de las injusticias y de los excesos de las autoridades paraguayas. Más adelante, Henderson exigía una investigación sobre el trato a Canstatt y terminaba su carta advirtiendo que informaría a su gobierno sobre este asunto. 

Esta nota representó una grave intromisión en los asuntos internos de Paraguay y fue fuente de malestar en el gobierno de López. Sin embargo, pese a la ofensa de Henderson, la respuesta de Nicolás Vázquez fue con la máxima moderación y se limitó a decirle que el caso estaba en proceso. 

A continuación, se inició durante los siguientes meses un intercambio de cartas entre Henderson y Vázquez que fueron agriando progresivamente las relaciones entre ambos países. En su siguiente carta, Henderson advertía que la severidad con la que Canstatt estaba siendo tratado causaría un gran malestar en el Consejo de la Reina. A esto respondió Vázquez que el gobierno de Paraguay no aceptaba sus protestas. No obstante, en sucesivas misivas Henderson insistió en sus quejas. 

Más adelante, Henderson se dirigió al Jefe de Policía con la intención de visitar a Canstatt, cosa que le fue negada, aunque se le permitió comunicarse por escrito. Esto fue un nuevo motivo de protesta del cónsul inglés. 

Toda esta serie de protestas culminaron el 1 de agosto de ese año cuando el gobierno británico, a través de Henderson, lanzó un ultimátum al Gobierno de Paraguay. En el se exigía primero “la inmediata libertad de Santiago Canstatt y una compensación proporcionada a los padecimientos personales que ha sufrido y a los perjuicios que ha experimentado en sus intereses y en su fortuna”. Y segundo “una reparación completa de parte del Gobierno de Paraguay al Gobierno de Su Majestad por la falta de respeto manifestada a las representaciones hechas por el infrascrito en su carácter de Cónsul de Su Majestad”. 

Añadía Henderson que Paraguay tenía tres días para satisfacer estas demandas o de lo contrario cesarían las relaciones y el se retiraría del país. Y terminaba con una sería amenaza, se echaría sobre el gobierno paraguayo  la responsabilidad de las consecuencias del cese de las relaciones amigables. 

Vázquez respondió que esas exigencias eran una ofensa directa a la soberanía paraguaya y que estaba seguro de que eran fruto de informaciones erróneas y, por lo tanto, su gobierno no las aceptaba. Por tanto, Henderson no tuvo más remedio que cumplir su advertencia de abandonar Paraguay, cosa que comunicó a Vázquez el 5 de agosto. 

Tras su salida de Paraguay Henderson continuó actuando contra este país. Por documentos británicos sabemos que los ingleses se planteaban seriamente atacar Paraguay. Según documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, Henderson pensaba que enviando una expedición para atacar o capturar Asunción provocaría el colapso del gobierno de López y un cambio de régimen. No obstante, Henderson creía que López no permitiría que la Cuestión Canstatt desembocara en una guerra con Gran Bretaña y que si se produjera un cambio de gobierno, aunque beneficioso para Paraguay, no lo sería a corto plazo para el Imperio británico. 

Henderson también creía que solo con las amenazas se podría forzar a López a aceptar sus reclamaciones, aunque sí la guerra finalmente se producía, la sola captura de Asunción sería suficiente para doblegar la voluntad de López. Para ello planteó la posibilidad del envío de una docena de cañoneras y mil marinos. 

No obstante, finalmente ninguna expedición fue enviada. Los británicos no tenían suficientes barcos en el Río de la Plata para llevar a cabo tal campaña y además, la Cuestión Canstatt no revestía la suficiente importancia como para organizar una flota de guerra. Aunque, Henderson siguió maniobrando para actuar militarmente contra Paraguay como veremos en el siguiente video. 

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domingo, 27 de junio de 2021

LA PARTIDA DE BAUTISMO DE SANTIAGO CANSTATT.

 


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LA CUESTIÓN CANSTATT, EL CONFLICTO ANGLO-PARAGUAYO DE 1859-1862 | PARTE I: LA CONSPIRACIÓN

Tras los conflictos con Francia por la colonia Nueva Burdeos y con Estados Unidos por el Water Witch, el presidente Carlos Antonio López tuvo que hacer frente a un nuevo intento de agresión exterior. En los próximos días publicaremos cuatro videos en los que explicaremos de forma resumida todos los hechos y eventos relacionados con la Cuestión Canstatt, el conflicto anglo-paraguayo que tuvo lugar entre 1859 y 1862. 

En 1852 llegó a Asunción el uruguayo Santiago Canstatt, también conocido como James Canstatt, y se asentó en el país, donde se dedicó al comercio. Debido a su trabajo viajó con varias veces a Buenos Aires, donde entró en contacto con paraguayos opositores al gobierno de López que se encontraban allí asilados. Estos opositores habían formado la Sociedad Libertadora de Paraguay con el objetivo de cambiar el gobierno de su país. 

El 18 de febrero de 1859 varias personas, entre ellas Canstatt, fueron detenidas bajo la acusación de traición y de conspirar para matar al presidente López. Entre los detenidos se encontraban Luis Calcena, José Mongelos, Luis e Ildefonso Machain, Feliciano Lázaro y los hermanos Teodoro y Gregorio Decoud, miembros de una prominente familia paraguaya. 

Canstatt, pese a estar incomunicado, consiguió comunicarse con Charles Henderson, el cónsul británico en Paraguay. Este de inmediato protestó por la condiciones en que fue detenido y encarcelado Canstatt, al que consideraba ciudadano británico. Y es en este asunto y con este pretexto donde nace todo el conflicto anglo-paraguayo. Los británicos pasaron años afirmando que Canstatt era británico, de ahí que debieran protegerle. Sin embargo, los paraguayos consiguieron probar la falsedad de esta afirmación. 

Durante el tiempo que duró el conflicto los paraguayos recabaron distintos documentos que demostraban la nacionalidad de Canstatt. Según su partida de nacimiento, Santiago Canstatt había nacido en 1833 en Montevideo. Era hijo de la oriental Remigia Carranza y de Bernard Canstatt, ciudadano belga, y no británico como afirmaban los británicos. 

En otro documento, en su pasaporte de 1852, se ve claramente el origen uruguayo de Canstatt. Sin embargo, en 1857 Canstatt consiguió un pasaporte británico. Esto fue interpretado por las autoridades paraguayas como una estratagema para obtener la protección británica en caso de que se descubriera la conspiración para matar al presidente López y conseguir impunidad por sus crímenes. Al parecer en este año Canstatt ya estuvo bajo arresto domiciliario por estar relacionado con el Comité Revolucionario de Buenos Aires. 

A pesar de estas pruebas, los británicos siguieron insistiendo en que Canstatt era súbdito de Su Majestad y que ello les daba derecho a entrometerse en los asuntos paraguayos. Por las protestas de Henderson y por documentos británicos posteriores conocemos detalles sobre el encarcelamiento de Canstatt. 

Sabemos que estando en su casa trabajando, Canstatt fue detenido por un oficial de la policía que estaba acompañado por tres soldados y conducido de inmediato a prisión, donde se le pusieron grilletes y quedó incomunicado. Mencionaba sorprendido el cónsul británico que ni el hermano de Canstatt, Eduardo, podía visitarlo. 

Según los documentos británicos, el día después de su detención, a Canstatt se le leyó el decreto de su arresto y se le obligó a firmarlo. También se le negó defenderse ante el jefe de la policía, así como comunicarse con Henderson. Aunque, como hemos visto en el caso de su nacionalidad, los testimonios británicos hay que tomarlos con mucha cautela. 

Según los británicos Canstatt permaneció aislado con grilletes varios meses, durante los cuales fue interrogado en diferentes ocasiones, además, se le habría negado la posibilidad de presentar pruebas de su inocencia. En este tiempo, se quejaron los británicos de que Canstatt sufrió un ataque de locura y ni siquiera entonces le quitaron los grilletes. Por una carta del hermano de Canstatt también sabemos que el preso se negaba a alimentarse. 

No fue hasta finales de julio cuando se le quitaron los grilletes y le permitieron recibir visitas de su hermano. Tras esta fecha, Canstatt fue objeto de nuevos interrogatorios y confrontaciones con otros acusados en el complot para asesinar a López. 

No fue hasta el 2 de enero de 1860 cuando Canstatt y otros cuatro conspiradores fueron condenados por alta traición y condenados a ser fusilados. Sin embargo, a Canstatt y a otros dos se les conmutó la pena, siendo fusilados solo los hermanos Decoud. A continuación, Canstatt fue liberado y se le invitó a abandonar el país unos días más tarde. 

El perdón a Canstatt y su rápida liberación estuvieron con toda seguridad relacionados con las amenazas británicas al vapor paraguayo Tacuarí, el cual estaba bloqueado en Buenos Aires, aunque esto lo veremos con más detalle en la tercera parte de esta historia. 

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lunes, 21 de junio de 2021

EL ÍSLENDINGABÓK O LIBELLUS ISLANDORUM Y LOS MONJES IRLANDESES DE ISLANDIA.


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795, MONJES IRLANDESES DESCUBREN ISLANDIA.

Tradicionalmente se ha creído que Islandia fue descubierta y poblada por noruegos en la segunda mitad del siglo IX, pero quizás sea el momento, como sucedió con el descubrimiento colombino de América, de desterrar esta idea, y es que Islandia fue descubierta y poblada por monjes irlandeses hacia el año 795, si es que no fue descubierta mucho antes. 

Ya en la Antigüedad es posible que Islandia fuera visitada por griegos y romanos. Las referencias a una isla conocida como Tule en las fuentes antiguas son confusas, algunos identifican esta ínsula con las Shetland, otros con la costa noruega y otros con Islandia. Algunas características de Tule mencionadas por Estrabón y Plinio el Viejo, como la duración de los días o la distancia desde Britania, podrían identificar esta isla con Islandia. Así se desprende al menos del relato de Piteas de Masalia, explorador griego que pudo visitar Islandia hacia finales del siglo IV a. C. A principios del siglo I de nuestra era, Estrabón en su Geografía, basándose en el relato perdido de Piteas, dice que “las tierras de Tule, la más septentrional de las islas britanas, son las últimas habitadas...”. Años después, según cuenta Tácito, el general romano Agrícola avistó Tule durante su circunnavegación de Britania. El hallazgo de tres monedas romanas datadas en el último cuarto del siglo III sería la prueba definitiva de que Islandia fue visitada en la Antigüedad, aunque estas piezas pudieron llegar a la isla en época vikinga. 

Posteriores a estas monedas tenemos algunas noticias sobre Islandia, aunque estas están más cerca de la literatura que de la historia. En algún momento de la historia de la Britania posromana, hacia finales del siglo V o principios del VI, cuenta Geoffrey de Monmouth que el mítico rey Arturo conquistó Islandia. También tenemos relatos sobre monjes y santos irlandeses que en sus viajes por el océano visitaron todo tipo de islas maravillosas, algunas de las cuales podrían identificarse con Islandia. Estos relatos - el Viaje de Máel Dúin, el de Cormac Ua Liatháin, el de San Brandán y el de San Albeo de Emly -, aunque podemos calificarlos de literarios, quizás tengan un trasfondo histórico relacionado con eremitas irlandeses que, como veremos más adelante, pudieron llegar a Islandia. 

A principios del siglo VIII, Beda el Venerable menciona en una de sus obras información de Tule y dice que la recibió de hombres de su época venían de aquellas regiones, con lo que, si identificamos Tule con Islandia, se podría afirmar que esta isla ya era frecuentada al menos desde la Alta Edad Media. 

Más tarde, en el año 825 el monje irlandés Dicuil cuenta en su obra geográfica Liber de Mensura Orbis Terrae que unos treinta años atrás, es decir, hacia el año 795, unos clérigos le contaron que permanecieron en Tule por espacio de seis meses, en los que casi siempre era de día y las noches eran muy cortas. Con esta información podríamos identificar Tule con Islandia, y aunque noticias parecidas podemos encontrarlas desde la Antigüedad, fuentes posteriores dan verosimilitud a lo que nos cuenta Dicuil. En los últimos años, hallazgos arqueológicos, fechados hacia el año 770, demostrarían que Islandia estuvo poblada en fechas cercanas a la noticia proporcionada por Dicuil. 

El Landnámabók y el Íslendingabók, fechados hacia el siglo XII, nos dicen que a la llegada de los noruegos a Islandia estos vieron que monjes irlandeses habían llegado antes que ellos. Estos monjes, a los que llamaron Papar, al ver su paz perturbada por los paganos noruegos, con los que no querían convivir, se fueron y dejaron libros irlandeses, cruces, cayados y campanas. Estos Papar eran monjes ermitaños irlandeses que elegían remotos lugares a los que retirarse para profesar una vida solitaria y ascética. Los Papar son mencionados en las sagas nórdicas y su rastro se encuentra en varios topónimos de lugares como las Orcadas, las Shetland, las Feroe e Islandia. 

No fue hasta la segunda mitad del siglo IX cuando los vikingos se asentaron de forma estable en Islandia. El primero en visitar Islandia, hacia el año 860, fue Naddodd, el cual llamó a aquella isla, Snioland, la Tierra de Nieve. El siguiente en ir a aquel lugar fue Gardar Svavarsson, un vikingo sueco, por cuyo nombre se llamó Gardarshólmi a Islandia. A continuación, el siguiente en navegar hacia Islandia fue Floki el Cuervo, el primero en llamar a aquella isla Islandia. Por último, los siguientes en llegar a Islandia y los considerados como sus primeros colonizadores fueron los hermanos Ingolf y Hiorleif, hacia el año 874. 

Podemos concluir que, aunque Islandia probablemente se conocía desde la Antigüedad y fue poblada por los noruegos desde la segunda mitad del siglo IX, ya había sido habitada antes, al menos hacia el 795, como nos cuenta Dicuil. 

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miércoles, 16 de junio de 2021

LOS RELATOS DE COCHRANE Y VOWELL SOBRE UNA ERUPCIÓN VOLCÁNICA.

 



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1822, LA INVASIÓN CHILENA DE MÉXICO.

Son muchas las expediciones y las batallas libradas durante las guerras de independencia de las jóvenes repúblicas americanas, pero aún existen algunos de estos hechos casi desconocidos, como son los ataques chilenos a algunos pueblos de la Baja California. 

El 18 de octubre de 1821 la flota chilena, comandada por el escocés Thomas Cochrane, que había participado en le Expedición Libertadora del Perú, se encontraba persiguiendo a dos barcos españoles, el “Prueba” y el “Venganza”, que navegaban hacia el norte desde aguas peruanas. La escuadra chilena recaló en Guayaquil, independiente desde el año anterior, donde permanecieron algunas semanas haciendo reparaciones de emergencia, hasta que reanudaron su viaje el 3 de diciembre. Según las “Memorias” de Cochrane, dos días después hicieron escala en Salango, el 11 llegaron a la Isla del Coco. Desde allí, Cochrane envió a una de sus naves, el “Araucano”, comandada por Robert Simpson, a Acapulco, con el fin de interceptar alguna nave española. Mientras, el resto de la flota avistó la costa el día 14, llegando el 19 al Golfo de Fonseca, donde hicieron reparaciones y se aprovisionaron. Allí se le encargó al “Independencia” que inspeccionara varios puertos de las actuales Nicaragua y El Salvador. Posteriormente, la flota se dirigió al Golfo de Tehuantepec, donde arribó el 6 de enero de 1822. 

Entretanto, el “Araucano” llegó a Acapulco a finales de diciembre. Allí, pese a que ondeaba la bandera mexicana, Simpson fue capturado al desembarcar, mientras que el “Araucano” fue obligado a entrar a puerto. A continuación, conocedor el gobernador del Fuerte de San Diego de que esa nave solo era una avanzadilla de la flota chilena, decidió liberar a Simpson, el cual pudo salir del puerto con su nave. Poco después, el 29 de enero, toda la flota chilena se reencontró frente a Acapulco, donde se les permitió entrar. Posteriormente, se les unió el “Mercedes”, otra nave chilena, que había estado reconociendo los puertos panameños en busca del enemigo. 

En Acapulco Cochrane recibió noticias de que las naves españolas navegaban hacia el sur, entonces envió al “Independencia” y al “Araucano”, comandados por Wilkinson, al Golfo de California a aprovisionarse y a buscar a un buque español que podría estar en San Blas. Mientras, el resto de la flota regresaría hacia el sur, llegando a Guayaquil el 13 de marzo, donde encontraron al navío “Venganza”, pero esa es otra historia. 

Entretanto, el “Independencia” y el “Araucano” arribaron a las Islas Tres Marías. Allí las naves se separaron, el “Araucano” fue a Loreto, en la Baja California, a comprar ganado y el “Independencia” a la misión de San José del Cabo, al sur de esta península. En este lugar, el 17 de febrero, el “Independencia”, haciéndose pasar por un barco inglés, consiguió capturar la nave española “San Francisco Javier”, según cuenta el Teniente Vowell en sus “Memorias”. A continuación, las tropas del “Independencia” desembarcaron en San José, aún fiel a España, y tomaron el pueblo, saqueándolo según algunos documentos. Después, tanto el barco español como el pueblo fueron liberados y los chilenos se dedicaron a aprovisionarse de ganado y harina. 

Desde allí Wilkinson envió una pequeña tropa al mando del Teniente Campbell a Todos Santos, donde habían oído que se encontraba un barco español, el cual consiguieron echar a pique, pero poco después la población del lugar acabó con la vida de Campbell, siendo el resto de sus compañeros muertos o capturados y llevados a las minas de San Antonio. 

Enterado de esto, Wilkinson envió al Teniente Monroy a parlamentar con las autoridades del lugar, pero también fue apresado. En ese momento llegó el Padre Superior de las Misiones del Sur de California, el cual hizo liberar a los marineros. A continuación, el Padre Superior, convencido por la presencia de la escuadra chilena de que la causa realista estaba perdida, les invitó a presenciar la lectura de la Declaración de Independencia. Según otras versiones, los corsarios o piratas chilenos, como son llamados por parte de la historiografía, habrían obligado a las autoridades del lugar a declarar la independencia. Otros interpretan que las autoridades locales, aún leales a España, simularon esta declaración para así alejar el peligro chileno. Sea como fuera, según Vowell, la tripulación del “Independencia” participó en las celebraciones posteriores. 

Tras esto, Wilkinson, que no tenía noticias del “Araucano” envió al Teniente Vowell por tierra para que los buscara por todos los puertos de la región. En su camino, cerca de San Antonio, Vowell se encontró con un mensajero del “Araucano” que le contó que había tenido lugar un motín a bordo y parte de los marineros habían sido dejados en tierra, donde estaban siendo atacados por los naturales del lugar. Mientras Vowell regresaba a San José para comunicar esto, llegaron a este pueblo en un pequeño bote el Capitán Simpson y algunos de sus hombres desde Loreto. 

Por lo que sabemos el “Araucano” llegó a Loreto hacia mediados de febrero, quizás, después de visitar otros puertos. La presencia del buque chileno hizo que el Gobernador de la Baja California, José Darío Argüello, huyera hacia el interior junto a otros notables de Loreto. Entonces tomó el mando José María Mata, comandante de la guarnición, que recibió a Simpson y permitió a los chilenos adquirir reses y les cedió un lugar donde preparar la carne. Mientras algunos harían esto, el resto fue a Guaymas a comprar harina. Según algunos datos, en Guaymas los chilenos planearon robar la harina si no se les vendía, aunque al final no fue necesario emplear la fuerza. 

No sabemos en que momento exacto el “Araucano” regresó a Loreto, pero en ese momento o quizás antes, los marineros asaltaron el pueblo y saquearon, entre otras, la iglesia, donde robaron las joyas de la virgen. Mata, junto a algunos voluntarios, se vio obligado a atacarlos y a pedir refuerzos a Argüello para defender el lugar. Entonces, la parte inglesa de la tripulación se amotinó, zarpó y poco después abandonó a algunos chilenos en Puerto Escondido. Lo último que sabemos de “Araucano” es que se dirigió a la Polinesia, hundiéndose finalmente en Tahití. 

Mientras, los que quedaron en Loreto fueron vencidos por Mata, que recuperó parte del botín y consiguió acorralarlos en la misión. Simpson logró enviar un emisario, que se encontró con Vowell como dijimos, y después, el mismo tomó un pequeño bote y fue a pedir auxilio a San José. Simpson y unos cuantos hombres quedaron en este lugar mientras el resto zarpó hacia Loreto. 

El 4 de marzo llegó Wilkinson con el “Independencia” a Loreto, ante lo cual Mata no tuvo más remedio que permitir a la tripulación del “Araucano” embarcar, no sin antes hacerles devolver el resto del botín. Tres días después, quizás influido por la presencia chilena, Mata declaró la independencia. Según algunas cartas, fueron los chilenos los que instigaron a las autoridades locales a que enarbolaran la bandera mexicana y juraran la independencia. 

A continuación, los chilenos fueron a Guaymas a comprar suministros. Tiempo después, apareció en Loreto un bote con Simpson y algunos chilenos que fueron recibidos por Mata y sus hombres. Poco después, el “Independencia” regresó y recogió a Simpson y emprendió el viaje de regreso a Guayaquil, pero un pequeño grupo de hombres quedó en tierra y se acogió a la protección de las autoridades locales, que los envió a Guaymas. 

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miércoles, 9 de junio de 2021

DISTINTAS LECTURAS DEL CIL VI 40416 = CIL VI 920 = CIL VI 31203 = AE 1948, 80 = AE 2004, 38.

 









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ORCADAS, LA PROVINCIA ROMANA OLVIDADA

Todos saben que el Imperio Romano extendió sus fronteras hasta regiones recónditas, como la lejana Britania. Durante mucho tiempo los romanos intentaron conquistar la totalidad de esta isla, pero el extremo norte, Caledonia, la actual Escocia, se resistió. Pese a que se llegaron a ocupar partes de Caledonia, nunca se la llegó de someter del todo. Pero es casi desconocido, que, aunque no se llegara a conquistar Caledonia, si se logró, aparentemente, la sumisión de un territorio aún más al norte, las Islas Orcadas. 

En el año 43 d. C. el emperador Claudio envió una expedición a Britania para conquistarla. Poco después, él mismo fue a la isla, lo que le valió para celebrar un triunfo sobre los britanos, para cuya conmemoración se construyó un arco triunfal que constaba de una inscripción, hoy día solo conservada parcialmente. De esta inscripción se han ofrecido varias reconstrucciones. Según algunas, se dice que once reyes britanos se sometieron a Claudio, o bien, se rindieron o fueron capturados. Entre otras reconstrucciones, la más llamativa es la que en el siglo XVII hizo Gauges de Gozze, según la cual, Claudio capturó rápidamente a los reyes enemigos britanos sin ninguna perdida y fue el primero en agregar al Imperio a las lejanas gentes de las Orcadas. 

Quizás, para esta reconstrucción, de Gozze se basó en los relatos de Eutropio y Orosio. El primero, en el siglo IV nos dice en su Breviarium que Claudio “añadió al Imperio Romano unas islas situadas en el Océano, más allá de las islas Británicas, que se llaman Órcadas”. Orosio, a principios del siglo V, nos cuenta lo mismo. La Crónica de San Jerónimo, que fue seguida por Casiodoro, Beda el Venerable y la Historia Brittonum, también nos da la misma información, aunque esta última fuente añade algo totalmente inverosímil al decir que Claudio navegó a las Orcadas, que igualmente conquistó, y convirtió en tributarias. 

Por esta misma época, el geógrafo hispano Pomponio Mela y, algo después, Plinio el Viejo, mencionan a las Orcadas en sus obras, indicio, quizás, de que se habían conquistado, o al menos explorado, para entonces. 

En el siglo XII, la pseudo Historia de Geoffrey de Monmouth cuenta como Claudio, durante su campaña en Britania, obtuvo la sumisión del rey Arviragus, al cual ofreció la mano de su hija, Venissa, y con cuya ayuda conquistó las Orcadas. Y aunque esta noticia guarda ciertas semejanzas con las anteriores, la verosimilitud de esta Historia siempre hay que tomarla con prudencia. 

A diferencia de este grupo de fuentes, otros autores sostienen que la conquista romana de las Orcadas se produjo hacia el año 83 u 84, en época del emperador Domiciano. Según Tácito, el general Agrícola, durante sus campañas en el norte de Britania y Caledonia, circunnavegó la isla y durante esta travesía avistó las Orcadas, desconocidas hasta ese momento, y las conquistó. El epítome de Dión Casio también menciona la circunnavegación de Britania por Agrícola, pero nada dice de las Orcadas. El poeta Juvenal, que parece que sirvió en Britania y por tanto podría ser buen conocedor de lo sucedido, cuenta en uno de sus versos que las armas romanas llegaron a las Orcadas, recién conquistadas. Tanto Tácito como Juvenal nos dicen que las Orcadas se descubrieron en esa época, lo que entraría en contradicción con las fuentes anteriormente mencionadas, que afirman que ya se habían conquistado en época de Claudio. A favor de Tácito y Juvenal está que escriben poco después de la supuesta conquista de Agrícola, mientras que Eutropio, Orosio y el resto de fuentes que afirman que fue en época de Claudio, lo hacen más de tres siglos después. 

A finales del siglo IV, el poeta Claudiano menciona como el abuelo del emperador Honorio, el Conde Teodosio, llevó a cabo hacia los años 368 o 369 una campaña en las Orcadas contra los sajones. Sin embargo, esta noticia, como las anteriores, es tenida por muchos historiadores como una exageración para ensalzar los triunfos de Claudio, Agrícola o el Conde Teodosio. 

Sea cual sea el momento en que se conquistaron las Orcadas, si es que realmente fueron conquistadas, a mediados del siglo V, Polemio Silvio, en su Laterculus, las menciona como una de las seis provincias en las que se dividía la Diócesis de Britania. Aunque para ser más exactos, es en uno de los manuscritos que recoge la obra de Polemio Silvio en el que aparecen las Orcadas como la sexta provincia britana, algo que ha sido considerado un interpolación, por lo que hay que tomar esta noticia con cautela. 

A estos testimonios escritos y epigráficos podemos sumar los arqueológicos. En los últimos años, en el yacimiento de Mine Howe, en la isla de Mainland, la mayor de las Orcadas, se han encontrado algunos objetos romano-britanos de diferentes cronologías, con una especial representatividad de objetos de época Flavia, es decir, de tiempo de Domiciano y de sus predecesores. Pero, ¿cómo llegaron estos restos a las Orcadas? ¿pertenecían a un asentamiento romano estable o llegaron mediante intercambios comerciales? Parece ser que lo segundo, ya que la falta de material cerámico podría señalar la ausencia de pobladores romanos. Sin embargo, es posible que se produjera una breve dominación romana cuyo impacto material fue escaso. 

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miércoles, 2 de junio de 2021

CARTA DEL DR. FRANCIA A SIMÓN BOLÍVAR.

 


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EL PLAN DE SIMÓN BOLÍVAR PARA INVADIR PARAGUAY

Es mucho lo que se ha escrito sobre las guerras de independencia hispanoamericanas y sobre la historia paraguaya, pero son casi desconocidos los planes de Simón Bolívar, el gran Libertador de Sudamérica, para invadir Paraguay. 

Las primeras noticias sobre la intención de Bolívar de marchar sobre Paraguay las tenemos en 1823. Todo comienza a finales de 1821 cuando el naturalista francés Aimé Bonpland, que se encontraba en Paraguay, fue internado por orden de José Gaspar Rodríguez de Francia, Dictador Perpetuo de aquel país. Tiempo después, en octubre de 1823, Simón Bolívar, gran amigo de Bonpland, escribió a la mujer de este para comunicarle que intercedería para obtener la libertad de su esposo, para lo cual envió varias cartas al Doctor Francia. 

En una de estas cartas Simón Bolívar ruega con gran amabilidad a Francia que libere a su amigo, pero termina la misiva advirtiendo que “sería capaz de marchar hasta el Paraguay sólo para libertar al mejor de los hombres”. Por respuesta, Bolívar obtuvo el silencio del Doctor Francia. 

Las siguientes noticias sobre los planes de Bolívar referentes a Paraguay son de finales de mayo de 1825. En estas fechas Bolívar escribió a Gregorio Funes, conocido como el Deán Funes, su representante en las Provincias Unidas del Río de la Plata, para que averiguase si las autoridades rioplatenses estarían dispuestas a dejarle enviar una expedición a través del río Bermejo para invadir Paraguay con tropas del Perú. Además, añade, que esta operación sería ventajosa en el caso de un futuro conflicto con Brasil. 

Poco después, en otra carta dirigida al diplomático rioplatense Mariano de Sarratea, Bolívar hacia hincapié en esta idea de invadir Paraguay y “sacar a aquel pueblo de las cadenas de Francia”. Bolívar envió una tercera carta en aquellas fechas al General Francisco de Paula Santander, futuro presidente de la Nueva Granada, en la que señalaba la tiranía de Francia y el internamiento de Bonpland, añadiendo que sería más fácil conquistar Paraguay desde Charcas que desde Buenos Aires, así como hacerlo con tropas del Alto Perú, la actual Bolivia, que con tropas bonaerenses. Sin embargo, no sería hasta meses después cuando los proyectos de Bolívar se acelerarían. 

En una carta que no conservamos, Bolívar solicitó a Francia que rompiera el aislamiento de Paraguay y que contribuyera a las guerras de independencia. Francia contestó a esto el 23 de agosto diciendo que no estaba dispuesto a abandonar la política de tranquilidad de su país en pos de las guerras que los ambiciosos pregonan, y que estaría dispuesto a empuñar la espada para defender esto. 

Poco después, el 26 de ese mismo mes, el Deán Funes respondía a Bolívar a la carta que este le escribió a finales de mayo. En esta misiva Funes contaba a Bolívar sus conversaciones con el Ministro de Estado rioplatense sobre la invasión de Paraguay con tropas de Perú a través del río Bermejo. Según Funes el ministro se negaba en rotundo, alegando en primer lugar que no se podía emplear la fuerza para obligar a Paraguay a entrar en el pacto de unión. En segundo lugar, el ministro creía que se podía conquistar el corazón de Francia mediante la negociación. Y en tercer lugar, que los paraguayos contarían con la ayuda de los brasileños. A lo que Funes respondió, que atacando desde el Bermejo, los paraguayos no tendrían tiempo de pedir ayuda a los brasileños. Un mes más tarde, el Deán Funes volvía a escribir a Bolívar para contarle sobre su insistencia al ministro de las Provincias Unidas para que su gobierno autorizara la invasión de Paraguay a través del Bermejo, a lo que este respondió que esa ruta era impracticable. 

Los planes de invasión de Paraguay también son mencionados por el General Daniel O'Leary, amigo y compañero de Bolívar. O'Leary rememora que a principios de octubre, cuando el Libertador llegó a Potosí, este recordaba que Bonpland aún se encontraba retenido en Paraguay y albergaba las esperanzas de poder liberarlo. Además, según O'Leary, Bolívar planeaba entregar Paraguay a las Provincias Unidas y desde allí amenazar al Imperio del Brasil. 

A pesar de las negativas de las autoridades del Río de la Plata a los planes de Bolívar de invadir Paraguay, este escribió el 10 de octubre al General Santander que los representantes de las Provincias Unidas, Carlos María de Alvear y José Miguel Díaz Vélez, le propusieron enviar una expedición a Paraguay para libertar a esta nación de la opresión del Doctor Francia, algo que sería muy beneficioso para Buenos Aires, en particular en la guerra contra el Brasil. Por su parte, O'Leary dice que la propuesta había surgido realmente de Bolívar y que, aunque los representantes rioplatenses la vieron favorablemente, evitaron comprometerse con estos planes. 

Un día más tarde, el Mariscal Antonio José de Sucre, también escribió a Santander, diciéndole que Bolívar estaba dispuesto, si el gobierno argentino se lo pedía, a enviar una expedición formada por tropas del Alto y del Bajo Perú para liberar Paraguay de la tiranía de Francia. 

A finales de año el Deán Funes escribía a Bolívar sobre la guerra entre Brasil y las Provincias Unidas y sobre los temores a que Paraguay se aliara a Brasil, por lo que exhortaba a Bolívar a echarse sobre la provincia paraguaya. 

La última noticia que tenemos sobre el plan para invadir Paraguay es una carta conservada por O'Leary que el General Santander envió a Bolívar en enero de 1826, en respuesta a la que este le remitió en el octubre anterior. En esta carta Santander afirmaba que la Gran Colombia no tenía ningún derecho para intervenir en Paraguay, aún estando este país tiranizado por el Doctor Francia, siendo solo un asunto de las Provincias Unidas. Tras esta misiva no volvemos a saber nada sobre los planes de Bolívar y el proyecto cayó en el olvido. 

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