sábado, 1 de marzo de 2025

1944, ARGENTINA ROMPE CON LAS POTENCIAS DEL EJE

Durante la Segunda Guerra Mundial los distintos gobiernos argentinos apostaron, a diferencia de otros países americanos, por la neutralidad, a pesar de que espías del Eje operaban en Buenos Aires y del hundimiento por submarinos alemanes de tres mercantes argentinos. 

No obstante, esta postura cambió en enero de 1944. El 26 de ese mes, el general Pedro Pablo Ramírez, presidente de facto de Argentina, decretó la ruptura de las relaciones diplomáticas con los gobiernos de Alemania y Japón. Esta medida se justificó por la constatación aquellos días de “la existencia [en suelo argentino] de un sistema de espionaje en beneficio de dichos países, atentatorio de la soberanía nacional y de la seguridad continental”, y que comprometía la neutralidad argentina. Aunque hay que señalar que ya antes se había demostrado que las redes del Eje actuaban en Argentina, en lo que se incidió en aquellas fechas para romper relaciones fue en la reiteración de estos actos de espionaje y que estuvieran involucrados diplomáticos que se amparaban en sus inmunidades y privilegios. 

Sin embargo, esto fue una excusa y el verdadero motivo para romper relaciones fueron las insistentes presiones que Estados Unidos venía haciendo desde el ataque japonés a Pearl Harbor en diciembre de 1941. Estas presiones se hicieron más fuertes tras la toma del poder por parte de Ramírez en junio de 1943, cuyo gobierno se comprometió a romper relaciones con el Eje en agosto de aquel año, aunque después hubo un cambio de opinión bajo el argumento de que el gobierno argentino no tenía causas justificadas para romper con el Eje y que una ruptura sería vista como algo inducido desde el exterior, aunque el ministro de Relaciones Exteriores, el almirante Segundo Storni, señaló en una carta dirigida a las autoridades estadounidenses que la entrega de armamentos a Argentina por parte de Estados Unidos podría provocar un cambio en la opinión pública que conllevaría un giro en la política exterior del país. 

Como es natural, esta negativa a romper con el Eje disgustó a los estadounidenses, quienes, para presionar al gobierno argentino, hicieron pública la carta de Storni, sin embargo esto provocó lo contrario ya que los militares que gobernaban el país se enrocaron en sus posiciones nacionalistas y neutralistas, y Storni, el miembro más pro aliado del gobierno de Ramírez, cayó. 

Tras esto las presiones estadounidenses continuaron, alcanzando en noviembre las relaciones entre Argentina y los Aliados un punto crítico al ser detenido en Trinidad el cónsul argentino Osmar Alberto Hellmuth, enviado en secreto por su gobierno a Alemania para tratar varios asuntos, entre ellos la compra de armas, y a quien los británicos acusaban de ser un agente nazi. Esto, sumado al respaldo argentino a los golpistas bolivianos en diciembre, hizo que el presidente de Estados Unidos, Roosevelt, preparara sanciones económicas contra Argentina. Ramírez, enterado de ello y para evitar la ruptura con los Aliados, no tuvo más remedio que ignorar a los miembros de su gobierno que abogaban por la neutralidad y decidió finalmente, como dijimos anteriormente, romper relaciones con el Eje el 26 de enero de 1944. 

A continuación, un día después, el 27, Ramírez decretó “suspendidas todas las comunicaciones radiotelefónicas y radiotelegráficas con Alemania y Japón, y los países o territorios aliados, ocupados o controlados por ellos. Además, ese mismo día se decretó la suspensión de “todo intercambio comercial y financiero con Alemania, Japón y territorios dominados por esas naciones”. 

Poco después, el 4 de febrero, se declararon interrumpidas las relaciones diplomáticas con la Francia de Vichy, Bulgaria, Hungría y Rumanía. Esto se justificó aduciendo que tras la ruptura con Alemania y Japón el gobierno argentino había perdido contacto con sus representantes consulares en Francia, Bulgaria, Hungría y Rumanía, algo que no se podía achacar al decreto del 27 de enero y que por tanto no se podía continuar con las relaciones con estos países. Luego, el 31, se cancelaron las acreditaciones del cuerpo consular de Alemania y Japón. 

A continuación el día 9 se anunció oficialmente que los intereses argentinos en Alemania y Japón serían defendidos por Suecia y que Suiza cuidaría de los intereses alemanes y japoneses en Argentina. 

Simultáneamente a esto, entre los militares argentinos cundió el descontento con Ramírez por el abandono de la neutralidad, lo que provocó que poco después fuera empujado a abandonar la presidencia y fuera sucedido por Edelmiro Julián Farrell, algo que no sentó bien entre los Aliados, especialmente en Estados Unidos, quienes durante los siguientes meses presionaron al nuevo presidente para que su gobierno abandonara posturas pro Eje, cooperara con la defensa continental y le declarara la guerra a Berlín y Tokio, para ello se llegó incluso a no reconocer al gobierno de Farrell, a la suspensión de relaciones, al aislamiento y a la coerción económica. 

Finalmente, amparándose en las resoluciones de la Conferencia de Chapultepec y considerando, entre otras cosas, la agresión de Japón a los Estados Unidos en Pearl Harbor, Farrell decretó el 27 de marzo de 1945 lo siguiente: “declárese el estado de guerra entre la República Argentina por una parte y el Imperio del Japón por otra”. A continuación, en otro artículo se decía: “declárese igualmente el estado de guerra entre la República Argentina y Alemania, atento al carácter de esta última de aliado del Japón”. 

A este decreto siguieron otros. En uno de ellos se ordenaba la internación de los exrepresentantes diplomáticos y consulares del Japón y de sus familias. En otro se declaraba prisioneros de guerra a los tripulantes del acorazado alemán Graf Spee, hundido a finales de 1939 tras la batalla del Río de la Plata. En un tercer decreto se ordenó la confiscación de los bienes pertenecientes a Alemania y Japón. 

Tras esto, varias naciones reanudaron sus relaciones con Argentina, país que en los siguientes días envió ayuda a los países europeos recientemente liberados. Así el 10 de abril se pusieron a disposición de Italia 100.000 toneladas de trigo, el 28 fueron 40.000 para Noruega y el 28 de enero de 1946 se pusieron a disposición de Luxemburgo miles de pares de zapatos y miles de kilos de alimentos de toda índole.

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