Como vimos en otro video, a mediados de 1866 Bolivia ofreció su mediación a los contendientes que se enfrentaban en la Guerra del Paraguay; luego protestó contra el tratado de la Triple Alianza, tanto por el perjuicio que significaba para Paraguay como para Bolivia en lo referente a su integridad territorial; y a continuación se acercó a Paraguay, llegándose en aquella época a hablar de que ambos países podrían aliarse. Sin embargo, es menos conocido que el descontento de Bolivia y su acercamiento a Paraguay desataron en Argentina el pánico a que los bolivianos invadieran el noroeste del país, lo cual se creyó que podría suceder de forma inminente desde septiembre de 1866.
Este temor a una invasión boliviana de Argentina es palpable en las cartas de los dirigentes del país. Así, a mediados de agosto, el vicepresidente argentino, Marcos Paz, escribió al presidente Bartolomé Mitre para contarle que en Bolivia había gran descontento por el tratado de la Triple Alianza, en el cual se asignaba a los firmantes territorios que los bolivianos reclamaban como suyos. Asimismo, Paz transmitió a Mitre informaciones llegadas de Chile según las cuales “algo siniestro se trama contra la República por aquellos lados”, por lo que creía que se debería enviar a un representante a Bolivia para calmar las aguas.
De dos semanas después es una carta de autenticidad no confirmada enviada por el presidente de Bolivia, Mariano Melgarejo, a su homólogo paraguayo, Francisco Solano López, en la que le decía que pretendía adherirse a la causa paraguaya y prometía ir a Paraguay con una columna de 12.000 hombres. Sin embargo, esta misiva se conoció mucho después, por lo que no pudo ser la causa de los temores argentinos.
Tiempo después, el 22 de septiembre, Pedro José Portal, gobernador de Jujuy, escribió a Paz para decirle que desde hacía tiempo corrían rumores de que Melgarejo estaba concentrando tropas y se disponía a invadir aquella provincia limítrofe con Bolivia. En la misma carta Portal reprodujo una información llegada de Perú que afirmaba que los chilenos querían lanzar a Melgarejo contra la provincia fronteriza de Salta “haciendo así una diversión en favor de los paraguayos”, sin embargo, el informante de Portal rebajaba el peligro ya que Melgarejo ni tenía recursos ni apoyos más allá de la capital boliviana, aunque recomendaba estar prevenidos y proveerse de armas.
Un día más tarde comunicaban a Manuel Taboada, exgobernador de Santiago del Estero, que Bolivia se aprestaba a invadir Jujuy “de acuerdo con Salta...; que Salta no espera más que la aproximación del ejército boliviano para pronunciarse en favor de Paraguay, y que piensa segregarse de la Nación Argentina y anexarse a Bolivia...”. Además se señalaba como instigador de todo a Eugenio Caballero, cónsul boliviano en Salta.
En esas fechas Paz informó a Mitre sobre la grave situación del país. Le hablaba de los apuros financieros, de los desordenes internos y de que tenían que temer a Chile y Bolivia. También en esos días José Benjamín Dávalos, gobernador de Salta, escribió a Paz solicitando armas ante una posible invasión extranjera. Aunque Dávalos la veía poco probable, creía por informaciones recibidas desde Bolivia que chilenos y bolivianos podrían amenazar distintos puntos “y dar por ese medio un aliento a Paraguay”. Asimismo, el gobernador señalaba que la opinión pública salteña estaba preocupada por la posibilidad de una guerra con Bolivia.
Poco después, el 4 de octubre, Absalón Ibarra, gobernador de Santiago del Estero, solicitaba armas a Paz ante la posible invasión boliviana, la cual contaría con el apoyo de Chile y Perú, quienes además estarían “facilitando elementos para un pronunciamiento en las Provincias del Norte”. Luego, el día 10, encontramos noticias en prensa que desmentían los rumores de una invasión boliviana de Argentina, aunque días más tarde Ibarra envió a Paz nueva información sobre los planes de invasión de Bolivia y de “sus aliados los de las Repúblicas del Pacífico”.
El día 24 Paz escribió a Mitre para informarle de los temores existentes en Jujuy, y aunque creía improbable una invasión boliviana, teniendo en cuenta el precedente del paraguayo López, se disponía a comprar armas. Además, decía que ante una invasión sería necesario sacar tropas de Paraguay para enviarlas a las provincias del noroeste. Por último, le informaba que se enviaría a Bolivia como agente diplomático al diputado Uladislao Frías con la misión de obtener información sobre lo que allí se pudiera estar tramando contra Argentina.
Esos días, el diplomático peruano Benigno González Vigil informaba a su gobierno que la prensa argentina se mostraba muy alarmada por los rumores de que Melgarejo invadiría Salta sugestionado por Chile. También un diplomático español informaba a su gobierno sobre estas noticias publicadas en prensa. Según esta información el general Melgarejo “debía invadir al frente de 6.000 hombres la República Argentina, penetrando por la provincia de Salta, en donde le daría su apoyo el Partido Federal, para anexionarse aquella Provincia y las de Jujuy, Catamarca y Tucumán”. A continuación el español decía que otros periódicos desmentían la noticia, aunque a él el Ministro de Relaciones Exteriores, Rufino de Elizalde, le había manifestado su temor a una invasión y le señaló además la mala voluntad hacia Argentina de las Repúblicas del Pacífico por no haberse sumado a la guerra contra España.
Poco después, Paz volvía a restar verosimilitud a la amenaza boliviana, aunque creía que había que tomar precauciones, por lo que iba a enviar fusiles y sables a Salta y Jujuy. Luego, en noviembre, Uladislao Frías escribió a Paz diciéndole que la invasión del general Melgarejo no era cierta, por lo que no le importaría que se suspendiera su misión a Bolivia.
A continuación, a finales de mes y en diciembre, varios altos cargos argentinos informaron sobre la poca probabilidad de una invasión boliviana, ya que aquel país se encontraba agitado internamente y que Melgarejo parecía decidido a marchar contra Perú. También en esas fechas el gobernador de Salta se defendía de ciertas acusaciones de complicidad de su gobierno con el de Bolivia y descartaba por completo la invasión. Esto también lo manifestaba el gobernador de Santiago del Estero, aunque informaba sobre movimientos revolucionarios internos en varios territorios, en referencia a la rebelión de los caudillos federales Felipe Varela y Juan Saá que contaba con el apoyo boliviano.
Poco después, el 9 de diciembre, el militar salteño Pedro José Frías comunicó a Paz que habían desaparecido los rumores de invasión surgidos en septiembre, aunque era conveniente armar a la provincia y le recordaba que en caso de invasión, la población de Salta reproduciría el tipo de guerra llevada a cabo por Güemes durante la Guerra gaucha contra los realistas cincuenta años antes. Un día más tarde el gobernador de Salta escribió descartando cualquier invasión y considerando imposible que Chile y Bolivia atacaran Argentina por más simpatías que sintieran hacia el tirano de Paraguay, aunque pedía armas para estar preparados.
Sin embargo, a pesar de descartarse la invasión en diciembre, en marzo de 1867 surgieron nuevos rumores sobre la inminencia de la misma. En varias cartas enviadas desde Jujuy ese mes se hablaba de aprestos bélicos en la frontera y del reclutamiento de gente en Bolivia con el objeto de invadir el norte de Argentina, invasión que el gobernador Cosme Belaúnde creía que estaba fomentada por Chile. Por todo esto, desde Jujuy se solicitaban armas y se comunicaba que se estaba organizando la Guardia Nacional para poder enfrentarse a Melgarejo.
Tras esto dejamos de tener noticias sobre la supuesta invasión boliviana de Argentina, aunque en septiembre encontramos comunicaciones en las que se señalaba a Melgarejo como colaborador de las montoneras de los caudillos federales Varela y Saá.
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