Como vimos en otro video, desde 1816 el montevideano José Gervasio Artigas, líder de la Liga de los Pueblos Libres, expidió desde su campamento de Purificación numerosas patentes de corso con el objetivo de hacer la guerra naval a España y Portugal. Sin embargo, es menos conocido que estos corsarios no se limitaron a actuar en aguas americanas, sino que algunos de aquellos buques actuaron en aguas del Mediterráneo español, a más de 10.000 km de distancia de las antiguas posesiones del Virreinato del Río de la Plata.
Las primeras noticias sobre la actividad de estos corsarios en el Mediterráneo podemos leerlas en las gacetas españolas en diciembre de 1820, paradójicamente cuando Artigas ya había caído y se encontraba refugiado en Paraguay. En estas publicaciones leemos que en la mañana del 5 de diciembre en el Cabo de Gata, en el sur de España, una goleta insurgente, llamada Argentino, capturó a tres pequeños mercantes que acababan de salir del puerto de Almería.
Poco después, en otra gaceta leemos como la goleta corsaria había apresado a siete mercantes en aquellas aguas. Cuatro de ellos fueron echados a pique tras tomar sus cargamentos de algodón, sardinas y aguardiente. Las tripulaciones de estos barcos, tras llegar a Almería en una embarcación a la que fueron entregadas por los insurgentes, dijeron que “el pirata es una goleta con 40 hombres de todas clases, un cañón de á 18 reforzado, y 2 obuses”. Por último, se nos dice que el día 7 el corsario artiguista persiguió a un navío procedente de Málaga.
Un día más tarde el Comandante militar de marina de la provincia de Almería escribió muy alarmado al ministro de marina para decirle que una goleta pintada de negro estaba “destruyendo el comercio español desde Cabo de Gata hasta Calahonda [en la provincia de Granada]”. A continuación le decía que el Argentino había capturado el día anterior un mercante de Málaga, quizás el mencionado anteriormente, y que “se presentó a la vista de este puerto dando caza á dos buques que entraron”. Además, en esta comunicación se decía que al buque corsario le acompañaba otra nave más pequeña, una escampavía armada, con cuya ayuda capturaba a los mercantes españoles. Luego se señalaba que quizás la guarida del Argentino sería el puerto norteafricano de Orán, donde lleva a sus presas para saquearlas. Por último, se pedía que un bergantín de guerra surto en Cartagena partiera de inmediato hacia aguas de Almería.
Más tarde, el día 28, se escribía desde el puerto de Málaga que una goleta sospechosa merodeaba aquellas aguas, creyéndose que pudiera ser la misma que actuaba en el Cabo de Gata “ú otra de la misma especie de corsarios”. A continuación, en esta carta se pedía que buques de guerra zarparan de Cádiz para evitar los estragos que aquella goleta estaba causando al comercio.
Un día después, el 29, un diario de Barcelona publicaba el testimonio del patrón de un mercante que “fue atacado sobre Sitges […] por una Goleta corsaria insurgente que llebava apresado y de remolque un jabeque, y apesar del fuego de su fusilería pudo abandonarlo y escapar con toda su tripulación”.
Como respuesta a esto, según leemos en las gacetas, “un buque particular en union con otro de los guarda-costas” salió en persecución del corsario que por entonces se encontraba frente al puerto de Sitges. Igualmente, desde Valencia se dio orden de que todos los buques guardacostas de la provincia salieran en busca de aquel corsario.
De esos mismos días es una nota del Capitán General del Departamento de Cartagena comunicando que había partido de aquel puerto el bergantín de guerra Jasson con la orden de “recorrer toda la costa [del Cabo de Gata] cuidadosamente y perseguir, batir y apresar dicho pirata”, el cual estaba causando un grave perjuicio al comercio español.
Poco después, en los primeros días de enero de 1821, el jefe político de Palma de Mallorca informó que al conocer que el buque corsario había capturado dos barcos, uno frente al cabo de San Sebastián y otro frente a Tarragona, dio orden de que tres buques fuertemente armados salieran en busca del corsario artiguista.
Dos semanas más tarde, el día 16, Antonio Riquer, antiguo corsario y ahora comandante de los buques guardacostas de la provincia de Valencia, consiguió a bordo del buque San Antonio capturar al Argentino. Según cuenta Riquer en su informe, estuvo buscando sin éxito al navío insurgente frente a Barcelona, Mataró y el cabo de San Sebastián. Luego fue informado de que el corsario estaba en aguas de la provincia de Tarragona, consiguiendo al mediodía del día 16 avistarlo frente al pueblo de Altafulla mientras intentaba dar caza a un bergantín. A continuación, el Argentino abandonó la persecución y se dirigió hacia el navío de Riquer, quien a su vez se dirigía hacia los corsarios.
Llegada la noche, y estando ambas naves cerca, cuenta Riquer que el corsario “rompió un vivisimo fuego de cañon y fusileria con grande griteria de urrà,...”. Luego, la San Antonio se aproximó al Argentino y lo llamó varias veces, aunque la nave enemiga guardó silenció. A continuación, mientras seguían siendo disparados, los españoles se acercaron aún más, abrieron fuego de cañón y fusilería, y finalmente lo abordaron.
Según Riquer, la lucha, que duró unos tres cuartos de hora, fue muy reñida, aunque consiguió rendir a la goleta, tras lo cual pudo comprobar que “su cubierta y el mar estaban sembradas de cadaveres”, salvando la vida, aunque muy mal heridos, solo 31 de los más de 70 miembros de la tripulación enemiga, mientras que en el lado español solo hubieron dos heridos. Tras esto, la San Antonio y su presa se dirigieron primero a Valencia, donde serían desembarcados los prisioneros, y luego al puerto de Denia.
Poco después, encontramos en las gacetas nuevas informaciones sobre el corsario enemigo. Según leemos, la mayor parte de la tripulación eran negros y en el navío se halló mucho dinero. También se dice que el Argentino había capturado durante su expedición 18 buques entre el Estrecho y Barcelona, que “pertenece al general de marina de los orientales de la América del sur, de los cuales es gefe y protector D. José Artigas”, que había sido armada en Margarita, que en ella había muchos fusiles, pistolas, sables y 10 cañones, y que la comandaba el estadounidense Alfred Guthery.
Asimismo, junto a estas informaciones aparecen otras sobre un segundo buque corsario que acompañaba al Argentino y que había sido avistado entre Villajoyosa y Alicante. Esta nave, a la que se buscó sin éxito, era un bergantín llamado General Rivera comandado por el estadounidense Richard Moon, cuyo objetivo era “manifestarse en estado de guerra, y apresar buques de guerra ó particulares pertenecientes á España y Portugal”.
Sobre Richard Moon sabemos que había sido corsario durante la guerra anglo-estadounidense de 1812. En cuando al General Rivera, hay noticias de que fue alistado en Baltimore en enero de 1820 y que navegó hasta isla Margarita. Más tarde, a mediados de año y antes de operar en Europa, el General Rivera actuó en las costas del Brasil portugués, donde consiguió burlar a sus perseguidores, pero esa es otra historia.
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