Durante la Guerra del Pacífico tuvieron lugar grandes y conocidos hechos de armas, sin embargo hay algunos episodios poco conocidos de este conflicto, como el intento boliviano de usar barcos corsarios contra Chile.
Entre febrero y marzo de 1879 las tropas chilenas ocuparon Antofagasta y el resto del litoral boliviano. Como respuesta, el Presidente de Bolivia, Hilarión Daza, emitió un decreto autorizando el corso contra las naves chilenas. Bolivia, sin apenas tradición marítima, ya había permitido el corso en 1866 durante su guerra contra España. En esta ocasión, según el decreto de Daza, se autorizaba a los corsarios bolivianos a apresar todos los buques chilenos, así como sus cargas.
Ese mismo día, Joaquín Godoy, representante diplomático de Chile en Lima, informaba a su Gobierno que el coronel boliviano Aramayo iba a viajar a los Estados Unidos para colocar patentes de corso allí, aunque por lo que sabemos solo compró rifles.
Semanas después varios países, principalmente Estados Unidos, protestaron por el peligro que el corso podría entrañar. Finalmente el corso boliviano no actuó durante la guerra, sin embargo, hay noticias de que justo antes de que el decreto de Daza se expidiera, un barco llegó a armarse contra los chilenos.
En algún momento indeterminado de marzo de 1879 cinco marinos peruanos se pusieron de acuerdo con los diplomáticos bolivianos en Lima para organizar, a costa de la marina chilena, una escuadra de cruceros bajo bandera boliviana. Primero compraron el vapor Laura, ya que con su “reducido porte y débil construcción no podía inspirar recelo”. Lo proveyeron del carbón y de los “víveres necesarios para el viaje que debía hacer”. “Se procuraron ocho piezas de artillería rayada para armarlo en guerra” y se “contrataron los oficiales de mar y numerosos tripulantes que demandaba la realización de la empresa”.
Según la biografía de uno de estos cinco marinos, Guillermo García y García, aparecida en la Revista Peruana a finales de 1879, el objetivo del Laura, que se bautizaría como Antofagasta, sería capturar el vapor chileno Itata, de la Compañía Sud Americana de Vapores, en las proximidades de la isla de San Lorenzo, frente al Callao, el 22 de marzo.
A continuación, ambos barcos navegarían hacia el sur y deberían capturar el vapor Loa, de la misma compañía, a su paso por la isla de San Gallán, al suroeste de Pisco. Una vez armados ambos vapores, los conspiradores pretendían navegar hacia el sur y capturar el Rímac a su paso por Arica.
La captura de estos tres barcos, que serían utilizados para el transporte de tropas chilenas durante la guerra, habría causado un gran daño a Chile, sin embargo, el plan fue descubierto por el Gobierno de Perú. De inmediato el Jefe del Estado Mayor hizo llamar a Guillermo García y le pidió que abandonara sus planes, pues por entonces Perú intentaba mediar entre bolivianos y chilenos. También le solicitó que desarmara el Laura bajo la advertencia de que si intentaba salir del Callao sería echado a pique por el Huascar.
Semanas más tarde, ya comenzada la guerra entre Chile y Perú, García moriría en el combate naval de Punta Gruesa. Por su parte, la siguiente noticia que tenemos del Laura es que Zoilo Flores, Enviado Extraordinario boliviano en Lima, escribió en junio a Manuel Irigoyen, Ministro de Relaciones Exteriores de Perú, para comunicarle que su legación había hecho entrega a la Comandancia General de Marina de los víveres comprados para este vapor. Flores finalizaba su carta lamentando que la mediación peruana hubiera malogrado la expedición del Laura, que podría haber capturado varios vapores chilenos que en ese momento se utilizaban en la guerra.
La última noticia que tenemos sobre el Laura es que en enero de 1881, tras la Batalla de Miraflores, para evitar que cayera en manos chilenas fue hundido junto a otros barcos por los peruanos en El Callao, justo antes de la ocupación de Lima.
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