miércoles, 20 de abril de 2022

MAGNO MÁXIMO, EL EMPERADOR HISPANO (383-388 d. C.)

Allá, a finales del siglo IV d. C., en la remota Britania, se alzó la oscura figura de un hispano que a punto estuvo de conquistar todo el Imperio Romano y al que no se le ha prestado la debida atención. Esta es la desconocida historia de Magno Máximo. 

Los orígenes de Magno Máximo son casi desconocidos. Es posible que el nombre de Magno  lo adoptara tras su usurpación, mientras que por error se le han dado otros nombres, como Maximiano o Magno Clemente Máximo, siendo conocido en la mitología galesa como Macsen Wledig. 

Sócrates Escolástico cuenta que era britano, mientras que Zósimo cuenta que Máximo era ibero, es decir, hispano. Por su parte, Pacato nos cuenta que Máximo había nacido en una familia humilde y pertenecía a la clientela de la familia teodosiana. Este autor también dice que Máximo se vanagloriaba de pertenecer a la familia de Teodosio, quizás a través de su madre o de su mujer. 

Sobre los familiares de Máximo sabemos que tenía una mujer que las leyendas llaman Helena, un hermano llamado Marcelino, varias hijas y un hijo, aunque en las tradiciones galesas se nombran más. Por tradiciones medievales incluso se dice que Máximo fue antepasado del mítico rey Arturo. También se cuenta que Máximo fue el abuelo o bisabuelo del emperador del año 455 Petronio Máximo. 

La carrera militar de Máximo parece que comenzó en Britania hacia el año 367, durante la barbarica conspiratio, bajo las ordenes del Conde Teodosio, padre del emperador homónimo. Posteriormente, existen datos que hacen pensar que Máximo guerreó, entre otros, contra el rebelde Valentinus, contra los alamanes en Raetia y contra Firmo en África. 

A continuación, es posible que Máximo estuviera envuelto en la caída del Conde Teodosio en el año 376 y que luchara contra los godos en Tracia. Algunos historiadores piensan que pudo ayudar al hijo de su antiguo mentor a convertirse en emperador tras la Batalla de Adrianópolis. Más tarde podemos encontrar a Máximo de nuevo en Britania, comandando las tropas que luchaban contra los pictos y escotos del norte. 

Así llegamos al año 383. En aquella época el Imperio romano se repartía entre tres emperadores. Occidente era gobernado por los hermanos Valentiniano II y Graciano el Joven, mientras que en Oriente gobernaba el hispano Teodosio I. Hacia la primavera de aquel año, o quizás algo antes, Máximo se rebeló o fue elegido emperador por sus tropas, algo que le valió el epíteto de tirano en las fuentes antiguas, aunque Orosio lo llamó enérgico, honrado y digno de ser Augusto. 

El motivo de la proclamación no está claro, quizás fue por el resentimiento de Máximo contra Teodosio, quizás por el malestar de las tropas acantonadas en Britania o tal vez la rebelión se debió a motivos nacionalistas o religiosos. Otros autores, por su parte, han señalado un posible complot entre Máximo y Teodosio para gobernar el Imperio juntos y sustituir a la dinastía valentiniana. 

A continuación, el usurpador Máximo cruzó el Canal de la Mancha y desembarcó al norte de la Galia, donde se le unieron las legiones de Germania. Graciano se decidió a plantarle cara y ambos ejércitos se encontraron cerca de la moderna París, donde las escaramuzas se sucedieron durante varios días hasta que Graciano, abandonado por sus tropas, tuvo que huir. Máximo envió tras él a uno de sus generales, Andragacio, el cual consiguió alcanzar y matar a Graciano cerca de la actual Lyon en verano. 

Pronto Máximo, como señalan las fuentes escritas, la numismática y la epigrafía, se hizo con toda la Prefectura de las Galias, que incluía las Diócesis de Britania, la Galia, la Vienensis e Hispania. Mientras, según las fuentes, la muerte de Graciano había llenado de temor al joven Valentiniano, el cual gobernaba por entonces África, el Ilírico e Italia. La madre de este, Justina, entregó la defensa de Italia al franco Bauto, quien fortificó los pasos alpinos e instigó a los bárbaros a que atacaran a Máximo. 

Más adelante, a inicios del año 384, mientras Teodosio se preparaba para intervenir en Occidente, Máximo le envió una embajada para negociar y alcanzar una concordia y alianza con él. Teodosio le reconoció, le envió las insignias imperiales y llegó a acuñar monedas con su nombre en Constantinopla, mientras que secretamente, como señala Zósimo, seguía preparando la guerra contra él. 

También entabló Máximo negociaciones con Valentiniano, para lo cual envió una embajada a Italia, con la intención de tutelar al joven emperador. Tiempo después Valentiniano envió a las Galias al obispo Ambrosio de Milán para negociar con Máximo. Finalmente, Valentiniano, quizás temeroso del ejército de britanos, galos y celtas con el que Máximo amenazaba Italia, le reconoció como emperador, siendo designado cónsul por primera vez ese año. De este modo, se llegó a la concordia entre los tres emperadores en base a un Imperio tripartito, algo que quedó reflejado en inscripciones y monedas. 

Con su posición asegurada en Occidente e instalado en Tréveris, Máximo sustituyó la administración de Graciano por la suya. Primero nombró a su hijo, Flavio Víctor, quizás César en un primer momento y luego Augusto. A esta designación se sumaron otros nombramientos, tanto civiles como militares para las provincias que gobernaba. 

También comenzó Máximo a acuñar monedas en las cecas de Britania y de las Galias y a hacer una reorganización provincial. Así, es posible que Máximo creara, rebautizara o cambiara de rango tres provincias, una en Britania, otra en la Galia y otra en Hispania, donde algunos piensan que creó la Nova Provincia Maxima

En sus territorios Máximo, recientemente bautizado, desarrolló, más por un cálculo político que por fe, una feroz persecución religiosa basada en defender la ortodoxia cristiana contra la herejía priscilianista. En dos sínodos celebrados a instancias de Máximo, el hispano Prisciliano y sus seguidores fueron condenados a penas que iban desde el exilio a la muerte, así como a la confiscación de sus vienes. Pero ahí no quedó la persecución, pues hay noticias de que se extendió hacia las provincias hispanas. A raíz de su despiadada persecusión es posible que Máximo fuera excomulgado, además, los historiadores antiguos le dedicaron los calificativos de ladrón, avaro, cruel y feroz. 

Durante su gobierno Máximo también tuvo que enfrentarse a la amenaza bárbara, así podemos mencionar una campaña contra los sajones. Igualmente, hay noticias sobre enfrentamientos con germanos y francos y también es posible que tuviera que regresar a Britania para luchar contra los pictos y los escotos, por lo que se ganó el título de Britannicus Maximus

Hacia el verano del año 387 Máximo decidió romper el statu quo y mediante engaños penetró en Italia y la ocupó, provocando que Valentiniano tuviera que huir a Oriente. Al mismo tiempo Máximo debió de hacerse con el resto de territorios de Valentiniano, el Ilírico y África, consumando así su dominio sobre todo el Imperio romano de Occidente. 

El control de Máximo sobre Italia queda reflejado en numerosas inscripciones, sobre todo miliarias, usadas para su propaganda. El dominio de Máximo sobre Italia también queda de manifiesto por la acuñación de monedas con su nombre y con el de su hijo en las cecas de Milán, Roma y Aquilea. 

En Italia, según se cree, contó con el apoyo de la comunidad pagana y judía, aunque se encontró con la oposición del obispo Ambrosio. En África es posible que Máximo consiguiera el apoyo del comes Gildón y su dominio queda de manifiesto por varias inscripciones. 

En el año 388, Máximo celebró sus quinquennalia, es decir, su quinto aniversario como emperador, al mismo tiempo que ocupó su segundo consulado. En ese año, instado por la madre de Valentiniano, Teodosio se había propuesto acabar con Máximo. 

Según Zósimo, Teodosio debió combatir en Macedonia contra los godos que Máximo había sobornado para rebelarse. Tras esto, hacia el verano, la flota teodosiana hizo algunos movimientos en el mar que quizás se puedan relacionar con una victoria naval cerca de Sicilia. Mientras, las fuerzas terrestres de Teodosio avanzaban por los Balcanes hacia el norte. 

A su vez, Máximo cruzó los Alpes Julianos y su general Andragacio patrullaba el mar para intentar capturar a Valentiniano y a su madre que se dirigían hacia Roma. Al mismo tiempo, es posible que desde Egipto Teodosio enviara un ejército hacia los territorios africanos de Máximo. Asimismo, tal vez Hispania hubiera abandonado a Máximo, ya que era el lugar de origen de la familia de Teodosio y donde el emperador de Oriente tenía partidarios. 

Por fin, en la región de las actuales Croacia y Eslovenia se produjeron dos enfrentamientos, uno cerca de Siscia y otro en Poetovio, donde las fuerzas de Máximo fueron derrotadas. El usurpador entonces se refugió en Aquilea, donde, ante el avance teodosiano y las deserciones en sus filas, pensó retirarse a sus territorios de Britania, África o Hispania. Sin embargo, finalmente, pensando en la clemencia de Teodosio, se entregó, aunque Zósimo cuenta que la ciudad fue asaltada por los teodosianos y Máximo capturado. 

Máximo, despojado de sus insignias imperiales y encadenado, fue conducido ante Teodosio, el cual quizás le hubiera perdonado si sus tropas no le hubieran decapitado. Posteriormente, su cabeza sería exhibida tal vez en Cartago. A continuación, Andragacio, conocedor de lo sucedido, se quitó la vida. Tiempo después, Flavio Víctor sería asesinado en las Galias por el general teodosiano Arbogastes. 

Por último, Teodosio y Valentiniano celebraron un gran triunfo en Roma y se erigieron monumentos para conmemorar el hecho, incluido un obelisco en Constantinopla. Asimismo, también se instauró una festividad para conmemorar la victoria sobre Máximo y se condenó al usurpador a la damnatio memoriae. Así acabó la historia de Magno Máximo y comenzó su leyenda.

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