miércoles, 20 de abril de 2022

La usurpación de Magno Máximo según Orosio.

Entretanto, cuando ya Teodosio en Oriente había liberado por fin Tracia del yugo enemigo con el sometimiento de los pueblos bárbaros y había nombrado colega suyo en el poder a su hijo Arcadio, Máximo, hombre sin duda enérgico y honrado y digno también de ser Augusto si no se hubiese levantado como usurpador en contra de la promesa de juramento que había hecho, pasó a las Galias tras haber sido nombrado emperador en Britania por su ejército, en contra casi de su voluntad; allí eliminó por traición al Augusto Graciano, que asustado por el repentino ataque intentaba pasar a Italia; y al hermano de éste, el Augusto Valentiniano, le expulsó de Italia. Valentiniano fue recibido con amor paternal por Teodosio en su huida a Oriente, siendo después restablecido incluso en el poder (Orosio, Historias contra los Paganos, VII, 34, 9-10) 

En el año 1138 de la fundación de la ciudad, tras el asesinato de Graciano a manos de Máximo, consiguió el mando de todo el mundo romano Teodosio, cuadragésimo primer emperador, permaneciendo en él durante once años sin contar los seis años que, en vida de Graciano, había reinado ya en Oriente. Pues bien, empujado a la guerra civil por causas justas y necesarias, ya que, de los dos hermanos que habían sido Augustos, la sangre del asesinado exigía venganza y la desgracia del desterrado reclamaba la reintegración, puso su esperanza en Dios y se lanzó contra el usurpador Máximo, al que superaba sólo en la fe -ya que, si se comparaban los contingentes bélicos, era con mucho inferior. Por entonces Máximo se había asentado en Aquileya, donde estaba disfrutando de su victoria. Su general Andragatio llevaba todo el peso de la guerra: éste, a pesar de haber fortificado increíblemente, con abundantes tropas y con una estrategia que superaba la propia fortaleza de su numerosas tropas, todas las entradas de los Alpes y de los ríos, abandonó espontáneamente, gracias a los inefables designios de Dios, la propia barrera que él había puesto delante y se dispuso a anticiparse y a salir al encuentro del desprevenido enemigo en una expedición naval. De esta forma Teodosio, sin que nadie se diera cuenta, por no decir sin que nadie se le opusiera, pasó los Alpes que estaban desguarnecidos y, llegando de improviso a Aquileya, encerró, capturó y ejecutó, sin traiciones y sin discusiones, a Máximo, aquel gran enemigo, hombre cruel y que conseguía, por el solo miedo a su hombre, tributos e impuestos, incluso de las salvajes tribus germanas. Valentiniano ocupó el recuperado trono de Italia. El general Andragatio, enterado de la muerte de Máximo, se arrojó al mar desde la nave y se ahogó. Teodosio consiguió una victoria sin sangre gracias a la ayuda de Dios (Orosio, Historias contra los Paganos, VII, 35, 1-5).

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