miércoles, 27 de abril de 2022

La conversación entre Francis Burdett O'Connor, Gobernador de Tarija, y Andrés de Santa Cruz, Presidente de Bolivia, en 1836.

 


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NEW ERIN, UNA COLONIA IRLANDESA EN BOLIVIA (1827)

En el siglo XIX, tras las guerras de independencia de Hispanoamérica, en las nuevas repúblicas surgieron innumerables proyectos para establecer colonias de europeos en sus territorios, como por ejemplo, la colonia belga de Guatemala o la francesa de Paraguay, pero otros planes son menos conocidos, como el de establecer colonos irlandeses en Tarija, el sur de Bolivia. Pero para hablar de esta colonia es necesario hablar de su promotor, Francis Burdett O'Connor. 

O'Connor había nacido en Irlanda y en su juventud viajó a América donde participó en las Guerras de Independencia de Venezuela y Colombia, luego en la de Perú, donde tomó parte en las batallas de Junín y Ayacucho, para posteriormente llegar junto a Antonio José de Sucre al Alto Perú, hoy Bolivia. En 1825 Sucre envió a O'Connor a Tarija para que se hiciera cargo de la región, donde se instaló definitivamente. En 1827 solicitó a Sucre que le entregara unos terrenos baldíos en la frontera de Tarija, el cual se los concedió. 

El 24 de junio de ese año O'Connor publicó una proclama en la que llamaba a sus compatriotas irlandeses a establecerse en Tarija, en la colonia de “New Erin” o “Nueva Irlanda”. Esta proclama nos ha llegado a través de la obra de Edmond Temple, un viajero que por entonces visitó Tarija y a O'Connor. De esta proclama podemos destacar las siguientes palabras de O'Connor: 

“Mis queridos compatriotas,  después de nueve años (...), he tenido el placer de ver estas hermosas provincias libres del yugo español, y ahora gozando de una forma de gobierno republicano, y de verdadera felicidad e independencia. El país es hermoso: hay una gran abundancia de las mejores tierras del mundo, pero muy pocos hombres y mujeres para ocupar o cultivar la tierra”. 

“He elegido esta provincia para mi residencia. Aquí tengo la intención de fundar la colonia de “Nueva Irlanda”, tan verde, fértil y floreciente como nuestra pobre y vieja tierra natal”. 

“¡Hombres de Irlanda! - Aquí está el hogar de todos aquellos que desean hacer de New Erin su hogar. Los más pobres de mis compatriotas serán recibidos por mí con los brazos abiertos, son de mi carne y sangre”. 

Sin embargo, el proyecto de O'Connor no pudo realizarse. Según cuenta el irlandés en sus memorias, en 1834 el presidente Andrés de Santa Cruz le despojó de los terrenos baldíos que le había asignado Sucre. En cambio, en 1836, mientras Santa Cruz visitaba Tarija comunicó a O'Connor que tenía la intención de enviarlo a comprar buques de guerra y que en ellos podría traer emigrados irlandeses hasta Bolivia, donde se les entregarían terrenos en la frontera. Pero O'Connor se opuso, resentido aún de los impedimentos que Santa Cruz le puso dos años antes. 

Pero esta no sería la última vez que se planificara establecer una colonia de irlandeses en Bolivia. Tenemos alguna noticia vaga al respecto hacia 1842, en época del presidente José Ballivián. Más tarde, en 1845, el cónsul boliviano en Gran Bretaña e Irlanda, Antonio Acosta, firmó un convenio con una Compañía de comerciantes para abrir comunicación desde el Atlántico con Bolivia a través de los grandes ríos de la región y facilitar así la emigración al Beni. Sin embargo, las condiciones exigidas por la Compañía eran tan gravosas, que el Congreso boliviano tuvo que desaprobar el Convenio en 1848. 

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miércoles, 20 de abril de 2022

La usurpación de Magno Máximo según Orosio.

Entretanto, cuando ya Teodosio en Oriente había liberado por fin Tracia del yugo enemigo con el sometimiento de los pueblos bárbaros y había nombrado colega suyo en el poder a su hijo Arcadio, Máximo, hombre sin duda enérgico y honrado y digno también de ser Augusto si no se hubiese levantado como usurpador en contra de la promesa de juramento que había hecho, pasó a las Galias tras haber sido nombrado emperador en Britania por su ejército, en contra casi de su voluntad; allí eliminó por traición al Augusto Graciano, que asustado por el repentino ataque intentaba pasar a Italia; y al hermano de éste, el Augusto Valentiniano, le expulsó de Italia. Valentiniano fue recibido con amor paternal por Teodosio en su huida a Oriente, siendo después restablecido incluso en el poder (Orosio, Historias contra los Paganos, VII, 34, 9-10) 

En el año 1138 de la fundación de la ciudad, tras el asesinato de Graciano a manos de Máximo, consiguió el mando de todo el mundo romano Teodosio, cuadragésimo primer emperador, permaneciendo en él durante once años sin contar los seis años que, en vida de Graciano, había reinado ya en Oriente. Pues bien, empujado a la guerra civil por causas justas y necesarias, ya que, de los dos hermanos que habían sido Augustos, la sangre del asesinado exigía venganza y la desgracia del desterrado reclamaba la reintegración, puso su esperanza en Dios y se lanzó contra el usurpador Máximo, al que superaba sólo en la fe -ya que, si se comparaban los contingentes bélicos, era con mucho inferior. Por entonces Máximo se había asentado en Aquileya, donde estaba disfrutando de su victoria. Su general Andragatio llevaba todo el peso de la guerra: éste, a pesar de haber fortificado increíblemente, con abundantes tropas y con una estrategia que superaba la propia fortaleza de su numerosas tropas, todas las entradas de los Alpes y de los ríos, abandonó espontáneamente, gracias a los inefables designios de Dios, la propia barrera que él había puesto delante y se dispuso a anticiparse y a salir al encuentro del desprevenido enemigo en una expedición naval. De esta forma Teodosio, sin que nadie se diera cuenta, por no decir sin que nadie se le opusiera, pasó los Alpes que estaban desguarnecidos y, llegando de improviso a Aquileya, encerró, capturó y ejecutó, sin traiciones y sin discusiones, a Máximo, aquel gran enemigo, hombre cruel y que conseguía, por el solo miedo a su hombre, tributos e impuestos, incluso de las salvajes tribus germanas. Valentiniano ocupó el recuperado trono de Italia. El general Andragatio, enterado de la muerte de Máximo, se arrojó al mar desde la nave y se ahogó. Teodosio consiguió una victoria sin sangre gracias a la ayuda de Dios (Orosio, Historias contra los Paganos, VII, 35, 1-5).

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MAGNO MÁXIMO, EL EMPERADOR HISPANO (383-388 d. C.)

Allá, a finales del siglo IV d. C., en la remota Britania, se alzó la oscura figura de un hispano que a punto estuvo de conquistar todo el Imperio Romano y al que no se le ha prestado la debida atención. Esta es la desconocida historia de Magno Máximo. 

Los orígenes de Magno Máximo son casi desconocidos. Es posible que el nombre de Magno  lo adoptara tras su usurpación, mientras que por error se le han dado otros nombres, como Maximiano o Magno Clemente Máximo, siendo conocido en la mitología galesa como Macsen Wledig. 

Sócrates Escolástico cuenta que era britano, mientras que Zósimo cuenta que Máximo era ibero, es decir, hispano. Por su parte, Pacato nos cuenta que Máximo había nacido en una familia humilde y pertenecía a la clientela de la familia teodosiana. Este autor también dice que Máximo se vanagloriaba de pertenecer a la familia de Teodosio, quizás a través de su madre o de su mujer. 

Sobre los familiares de Máximo sabemos que tenía una mujer que las leyendas llaman Helena, un hermano llamado Marcelino, varias hijas y un hijo, aunque en las tradiciones galesas se nombran más. Por tradiciones medievales incluso se dice que Máximo fue antepasado del mítico rey Arturo. También se cuenta que Máximo fue el abuelo o bisabuelo del emperador del año 455 Petronio Máximo. 

La carrera militar de Máximo parece que comenzó en Britania hacia el año 367, durante la barbarica conspiratio, bajo las ordenes del Conde Teodosio, padre del emperador homónimo. Posteriormente, existen datos que hacen pensar que Máximo guerreó, entre otros, contra el rebelde Valentinus, contra los alamanes en Raetia y contra Firmo en África. 

A continuación, es posible que Máximo estuviera envuelto en la caída del Conde Teodosio en el año 376 y que luchara contra los godos en Tracia. Algunos historiadores piensan que pudo ayudar al hijo de su antiguo mentor a convertirse en emperador tras la Batalla de Adrianópolis. Más tarde podemos encontrar a Máximo de nuevo en Britania, comandando las tropas que luchaban contra los pictos y escotos del norte. 

Así llegamos al año 383. En aquella época el Imperio romano se repartía entre tres emperadores. Occidente era gobernado por los hermanos Valentiniano II y Graciano el Joven, mientras que en Oriente gobernaba el hispano Teodosio I. Hacia la primavera de aquel año, o quizás algo antes, Máximo se rebeló o fue elegido emperador por sus tropas, algo que le valió el epíteto de tirano en las fuentes antiguas, aunque Orosio lo llamó enérgico, honrado y digno de ser Augusto. 

El motivo de la proclamación no está claro, quizás fue por el resentimiento de Máximo contra Teodosio, quizás por el malestar de las tropas acantonadas en Britania o tal vez la rebelión se debió a motivos nacionalistas o religiosos. Otros autores, por su parte, han señalado un posible complot entre Máximo y Teodosio para gobernar el Imperio juntos y sustituir a la dinastía valentiniana. 

A continuación, el usurpador Máximo cruzó el Canal de la Mancha y desembarcó al norte de la Galia, donde se le unieron las legiones de Germania. Graciano se decidió a plantarle cara y ambos ejércitos se encontraron cerca de la moderna París, donde las escaramuzas se sucedieron durante varios días hasta que Graciano, abandonado por sus tropas, tuvo que huir. Máximo envió tras él a uno de sus generales, Andragacio, el cual consiguió alcanzar y matar a Graciano cerca de la actual Lyon en verano. 

Pronto Máximo, como señalan las fuentes escritas, la numismática y la epigrafía, se hizo con toda la Prefectura de las Galias, que incluía las Diócesis de Britania, la Galia, la Vienensis e Hispania. Mientras, según las fuentes, la muerte de Graciano había llenado de temor al joven Valentiniano, el cual gobernaba por entonces África, el Ilírico e Italia. La madre de este, Justina, entregó la defensa de Italia al franco Bauto, quien fortificó los pasos alpinos e instigó a los bárbaros a que atacaran a Máximo. 

Más adelante, a inicios del año 384, mientras Teodosio se preparaba para intervenir en Occidente, Máximo le envió una embajada para negociar y alcanzar una concordia y alianza con él. Teodosio le reconoció, le envió las insignias imperiales y llegó a acuñar monedas con su nombre en Constantinopla, mientras que secretamente, como señala Zósimo, seguía preparando la guerra contra él. 

También entabló Máximo negociaciones con Valentiniano, para lo cual envió una embajada a Italia, con la intención de tutelar al joven emperador. Tiempo después Valentiniano envió a las Galias al obispo Ambrosio de Milán para negociar con Máximo. Finalmente, Valentiniano, quizás temeroso del ejército de britanos, galos y celtas con el que Máximo amenazaba Italia, le reconoció como emperador, siendo designado cónsul por primera vez ese año. De este modo, se llegó a la concordia entre los tres emperadores en base a un Imperio tripartito, algo que quedó reflejado en inscripciones y monedas. 

Con su posición asegurada en Occidente e instalado en Tréveris, Máximo sustituyó la administración de Graciano por la suya. Primero nombró a su hijo, Flavio Víctor, quizás César en un primer momento y luego Augusto. A esta designación se sumaron otros nombramientos, tanto civiles como militares para las provincias que gobernaba. 

También comenzó Máximo a acuñar monedas en las cecas de Britania y de las Galias y a hacer una reorganización provincial. Así, es posible que Máximo creara, rebautizara o cambiara de rango tres provincias, una en Britania, otra en la Galia y otra en Hispania, donde algunos piensan que creó la Nova Provincia Maxima

En sus territorios Máximo, recientemente bautizado, desarrolló, más por un cálculo político que por fe, una feroz persecución religiosa basada en defender la ortodoxia cristiana contra la herejía priscilianista. En dos sínodos celebrados a instancias de Máximo, el hispano Prisciliano y sus seguidores fueron condenados a penas que iban desde el exilio a la muerte, así como a la confiscación de sus vienes. Pero ahí no quedó la persecución, pues hay noticias de que se extendió hacia las provincias hispanas. A raíz de su despiadada persecusión es posible que Máximo fuera excomulgado, además, los historiadores antiguos le dedicaron los calificativos de ladrón, avaro, cruel y feroz. 

Durante su gobierno Máximo también tuvo que enfrentarse a la amenaza bárbara, así podemos mencionar una campaña contra los sajones. Igualmente, hay noticias sobre enfrentamientos con germanos y francos y también es posible que tuviera que regresar a Britania para luchar contra los pictos y los escotos, por lo que se ganó el título de Britannicus Maximus

Hacia el verano del año 387 Máximo decidió romper el statu quo y mediante engaños penetró en Italia y la ocupó, provocando que Valentiniano tuviera que huir a Oriente. Al mismo tiempo Máximo debió de hacerse con el resto de territorios de Valentiniano, el Ilírico y África, consumando así su dominio sobre todo el Imperio romano de Occidente. 

El control de Máximo sobre Italia queda reflejado en numerosas inscripciones, sobre todo miliarias, usadas para su propaganda. El dominio de Máximo sobre Italia también queda de manifiesto por la acuñación de monedas con su nombre y con el de su hijo en las cecas de Milán, Roma y Aquilea. 

En Italia, según se cree, contó con el apoyo de la comunidad pagana y judía, aunque se encontró con la oposición del obispo Ambrosio. En África es posible que Máximo consiguiera el apoyo del comes Gildón y su dominio queda de manifiesto por varias inscripciones. 

En el año 388, Máximo celebró sus quinquennalia, es decir, su quinto aniversario como emperador, al mismo tiempo que ocupó su segundo consulado. En ese año, instado por la madre de Valentiniano, Teodosio se había propuesto acabar con Máximo. 

Según Zósimo, Teodosio debió combatir en Macedonia contra los godos que Máximo había sobornado para rebelarse. Tras esto, hacia el verano, la flota teodosiana hizo algunos movimientos en el mar que quizás se puedan relacionar con una victoria naval cerca de Sicilia. Mientras, las fuerzas terrestres de Teodosio avanzaban por los Balcanes hacia el norte. 

A su vez, Máximo cruzó los Alpes Julianos y su general Andragacio patrullaba el mar para intentar capturar a Valentiniano y a su madre que se dirigían hacia Roma. Al mismo tiempo, es posible que desde Egipto Teodosio enviara un ejército hacia los territorios africanos de Máximo. Asimismo, tal vez Hispania hubiera abandonado a Máximo, ya que era el lugar de origen de la familia de Teodosio y donde el emperador de Oriente tenía partidarios. 

Por fin, en la región de las actuales Croacia y Eslovenia se produjeron dos enfrentamientos, uno cerca de Siscia y otro en Poetovio, donde las fuerzas de Máximo fueron derrotadas. El usurpador entonces se refugió en Aquilea, donde, ante el avance teodosiano y las deserciones en sus filas, pensó retirarse a sus territorios de Britania, África o Hispania. Sin embargo, finalmente, pensando en la clemencia de Teodosio, se entregó, aunque Zósimo cuenta que la ciudad fue asaltada por los teodosianos y Máximo capturado. 

Máximo, despojado de sus insignias imperiales y encadenado, fue conducido ante Teodosio, el cual quizás le hubiera perdonado si sus tropas no le hubieran decapitado. Posteriormente, su cabeza sería exhibida tal vez en Cartago. A continuación, Andragacio, conocedor de lo sucedido, se quitó la vida. Tiempo después, Flavio Víctor sería asesinado en las Galias por el general teodosiano Arbogastes. 

Por último, Teodosio y Valentiniano celebraron un gran triunfo en Roma y se erigieron monumentos para conmemorar el hecho, incluido un obelisco en Constantinopla. Asimismo, también se instauró una festividad para conmemorar la victoria sobre Máximo y se condenó al usurpador a la damnatio memoriae. Así acabó la historia de Magno Máximo y comenzó su leyenda.

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jueves, 14 de abril de 2022

13 de Mayo de 1933, Chile declara su neutralidad en la Guerra del Chaco.

 


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EL CONFLICTO CHILENO-PARAGUAYO DE 1934

Es mucho lo que se sabe sobre la Guerra del Chaco, el gran conflicto que enfrentó a Bolivia y Paraguay en los años '30, pero es menos conocido que durante esta guerra, y a causa de ella, surgió una disputa entre Chile y Paraguay que a punto estuvo de cambiar el curso del conflicto paraguayo-boliviano. 

En 1932 comenzó la Guerra del Chaco, meses más tarde, en mayo de 1933 Chile se declaró neutral y, como otros países, se esforzó en que ambos contendientes alcanzaran la paz. Sin embargo, esto se puso en duda a mediados de 1934. A finales de mayo el Gobierno paraguayo comunicó al chileno que su embajador en Santiago sería trasladado como protesta “por permitirse el tránsito por territorio chileno de elemento bélicos para Bolivia”, así como por la contratación de obreros chilenos en Bolivia y la entrada de oficiales chilenos en el ejército boliviano. 

El 6 de junio Enrique Gallardo Nieto, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile en Paraguay, escribió a Justo Pastor Benítez, Ministro de Relaciones de Exteriores paraguayo, respecto a la presencia de militares chilenos en el ejército boliviano. Gallardo decía que su gobierno no podía hacer nada para evitar que militares chilenos retirados fueran contratados por Bolivia, aunque estaban preparando una ley para evitarlo. Poco después Gallardo volvió a escribir para desmentir que Bolivia estuviera comprando armas en Chile como había publicado la prensa. 

Por estas fechas el ejército paraguayo tomó una serie de documentos que aumentaron las sospechas de Asunción respecto a la neutralidad chilena. En uno de los documentos se decía que la contratación de oficiales chilenos era un primer paso para conseguir un acercamiento de Chile a Bolivia. 

El 14 de junio Isidro Ramírez, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario paraguayo en Chile, escribió a Miguel Cruchaga, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, para protestar por la contratación por parte de Bolivia de trabajadores chilenos que podrían ser utilizados en trabajos relacionados con la guerra. Asimismo, se señalaba que trabajadores chilenos estarían siendo contratados en la minería boliviana para llenar el hueco dejado por los mineros movilizados por la guerra. Estos hechos, según Ramírez, ponían en entredicho la neutralidad chilena. Cruchaga respondió que, en virtud de la Convención de la Haya, estas contrataciones en ningún caso comprometían la neutralidad chilena. 

El 30 de julio Gallardo envió una protesta a Pastor en referencia a algunas publicaciones aparecidas en la prensa paraguaya que consideraba hostiles a Chile a cuenta de su neutralidad. Ese mismo día Gallardo envió una carta en los mismos términos al director de El Diario. Poco después Cruchaga tuvo que negar, como afirmaba la prensa paraguaya, que poseyera intereses en Bolivia. 

Pastor respondió a la protesta de Gallardo señalando que Chile había permitido el paso de material bélico hacia Bolivia a través de su territorio y usando sus ferrocarriles, así como la contratación de oficiales retirados y de obreros, lo que ponía en duda la neutralidad chilena. Pastor añadió que estos hechos respondían seguramente a una política deliberada. 

A esta nota respondió Gallardo el 7 de agosto. En su escrito protestaba contra las acusaciones de falta de neutralidad, de parcialidad a favor de Bolivia y de ir contra Paraguay. También protestaba contra las “injuriosas imputaciones” que la prensa paraguaya hacía contra el Presidente de Chile y contra los ministros de Hacienda y Relaciones Exteriores. A este último se le acusaba concretamente de tener lazos económicos con Bolivia. Por todo esto, el Gobierno de Chile retiró a Gallardo de la legación en Asunción, comenzando así un conflicto diplomático entre ambas naciones. 

El escrito de Gallardo estaba acompañado de un Memorándum que explicaba las causas del retiro de este. En este documento se señalaba la desconfianza paraguaya hacia las gestiones pacifistas chilenas, la campaña de la prensa paraguaya contra Chile, apoyada, según Gallardo, por el Gobierno de Asunción. 

A esto respondió Pastor recordando nuevamente el uso boliviano de los ferrocarriles chilenos y la contratación de oficiales, suboficiales y obreros. Sobre el tema de los ferrocarriles Chile siempre había justificado su proceder por los tratados con Bolivia, cosa que Pastor desdeñaba. Asimismo, Pastor negaba que su Gobierno apoyara los ataques de la prensa paraguaya a miembros del Gobierno chileno. A continuación, Pastor añadió que “el Gobierno paraguayo ha observado una serie de hechos coincidentes demostrativos de la parcialidad de Chile" (…), y que "manifestaciones de índole especial emanadas de Bolivia, crean la legitima sospecha de que tales actos responden a un plan". Poco después, Paraguay anunció el trasladó de Ramírez a su legación en Lima, dejando vacante la de Santiago, cosa que se materializó en septiembre. 

En esas mismas fechas Argentina se ofreció para mediar entre chilenos y paraguayos. Por su parte, Estados Unidos calificó el conflicto de “incidente en extremo lamentable” y también ofreció su mediación. Poco después, podemos ver en la prensa como España también se ofreció a mediar entre Paraguay y Chile. A pesar de esto, pasados varios días, los países mediadores no consiguieron ningún avance. 

A mediados de agosto la prensa informaba de las conferencias mantenidas entre Sumner Welles, subsecretario de Estado de Estados Unidos, y las autoridades chilenas y paraguayas, aunque el estadounidense no consiguió la reconciliación. Sin embargo, a finales de mes Welles se reunió con el embajador paraguayo, Enrique Bordenave, y con el chileno, Manuel Trucco. 

Pero no sería hasta mediados de septiembre cuando se resolvió el conflicto. Gracias a la intercesión del  Ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Carlos Saavedra Lamas, en colaboración con estadounidenses y brasileños, los embajadores en Buenos Aires de Chile, Luis Alberto Cariola, y de Paraguay, Vicente Rivarola, acordaron restablecer las buenas relaciones entre sus países y dieron por zanjado su conflicto diplomático.

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miércoles, 6 de abril de 2022

Decreto de 1941 por el que México incauta los barcos del Eje que hay en sus puertos.

MANUEL AVILA CAMACHO, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes, sabed: 

Que en uso de las facultades que me concede la fracción X del artículo 89 de la Constitución Política de la República Mexicana y la Ley Orgánica de Secretarías y Departamentos de Estado; y considerando: 

I. Que el estado de guerra existente en la actualidad entre varias naciones europeas ha producido, entre otras lamentables repercusiones, una profunda perturbación del comercio marítimo, que afecta no solamente a los beligerantes sino también a los neutrales y, en general, a todos los Estados del mundo; 

II. Que ese grave trastorno está causando por la destrucción de los transportes, la desarticulación de los centros de producción y de consumo, la restricción excesiva del intercambio comercial y marítimo y, además, por la imposibilidad material de sustituir los barcos con bandera de países beligerantes o al servicio de interés que se hallan actualmente en su poder; 

III. Que tal situación se exacerba por la manera como son conducidas las hostilidades, ya que los derechos tradicionalmente reconocidos por la Ley Internacional de los Estados neutrales, son ignorados y violados por los beligerantes, quienes impiden el comercio marítimo hasta de los propios neutrales entre sí, y privan en esa forma a los países más alejados de la contienda de abastecimientos indispensables para sus necesidades vitales, colocándolos, por tanto, es un estado de cosas a todas luces injusto; 

IV. Que nuestro país es uno de los que más han padecido por el casi completo aniquilamiento del intercambio comercial marítimo, pues sin tener una marina de altura que pueda sostener con sus propios medios el comercio de ultramar, necesita imprescindiblemente del intercambio de productos transportados por navegación; 

V. Que de no tomarse medidas rápidas, eficaces y adecuadas para restaurar, aunque sea en parte, nuestros habituales transportes por mar, la economía nacional sufrirá consecuencias trascendentales y males gravísimos en virtud de su dependencia creciente del comercio exterior marítimo; 

VI. Que ante la alarmante emergencia producida por la falta de medios de comunicación, la Doctrina Internacional, desde remotas épocas concede a los Estados beligerantes el derecho llamado tradicionalmente "de Angaria", de requisar para su propio uso los transportes que estén bajo su jurisdicción y pertenezcan a Estados neutrales, siempre que los propietarios de los mismos sean debidamente compensados por la incautación de su propiedad; 

VII. Que los más elementales principios de justicia y equidad han encauzado a la referida Doctrina Internacional en el sentido de atribuir ese mismo derecho a los Estados neutrales, según lo fundan los últimos precedentes en la materia y lo aceptan los tratadistas contemporáneos de la ciencia jurídica, en atención a que las guerras modernas causan en dichos Estados neutrales situaciones tan críticas de emergencia como las que afronta un Estado beligerante, con la circunstancia de que el país neutral es inocente en lo absoluto del origen de la emergencia; 

VIII. Que reconocer en favor del neutral el "Derecho de Angaria" es, apenas, una pequeña compensación de las restricciones que, en su perjuicio, ha sufrido el Estatuto de Neutralidad: 

IX. Que, por motivos de la más alta justificación, y para evitar actos de sabotaje que hubiesen implicado serios perjuicios para nuestro tráfico marítimo y, a mayor abundamiento, una inaceptable violación de nuestras leyes, el Gobierno de México se ha visto en la necesidad de tomar bajo su custodia a los barcos de bandera beligerante inmovilizados en nuestros puertos; y 

X. Que la devolución de tales barcos a sus respectivas tripulaciones volvería a crear la situación de peligro que trató de evitarse mediante su ocupación, por lo que -de no utilizar México dichas embarcaciones- tampoco podrían hacerlo sus dueños, mientras subsistan las condiciones de guerra que prevalecen, lo cual implicaría una medida negativa que a nadie beneficiaría y que obligaría a las autoridades mexicanas a mantener un costoso servicio de guardias a bordo de los buques, sin ninguna compensación. 

Con fundamento en las consideraciones expuestas, he tenido a bien expedir el siguiente 

DECRETO: 

Artículo 1º La Secretaría de Relaciones Exteriores notificará a los representantes diplomáticos de los Estados beligerantes, cuya bandera enarbolen los barcos que se encuentran inmovilizados en puertos nacionales, que el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos incauta estos barcos para usarlos en el intercambio comercial y marítimo de altura y de cabotaje. 

Artículo 2º La Secretaría de Marina procederá a matricular y a abanderar con la bandera nacional los barcos incautados, y formulará, desde luego un minucioso inventario de los mismos 

Articulo 3º La Secretaría de Gobernación expedirá la documentación necesaria para que la oficialidad y tripulaciones de los barcos incautados permanezcan en el país mientras dura el presente estado de emergencia o se encuentra medio seguro de hacerlas llegar a sus países de origen. Los oficiales y tripulaciones desembarcados recibirán la atención conveniente. 

Artículo 4º La Secretaría de Hacienda y Crédito Público determinará la indemnización que corresponda para cada uno de los barcos incautados, dando a sus propietarios la intervención procedente conforme a nuestras leyes. Las indemnizaciones que se fijen, serán pagadas al finalizar la guerra, con adición del interés que se convenga por el tiempo que transcurra entre la fecha de este decreto y aquella en que el pago se efectúe. 

Comuníquese, publíquese y cúmplase. 

Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo de la Unión, a los ocho días del mes de abril de mil novecientos cuarenta y uno.-El Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, M. Ávila Camacho.-Rúbrica.

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1942, LA ALEMANIA NAZI ATACA LOS BARCOS DE MÉXICO

Aunque durante la Segunda Guerra Mundial podría parecer que México estuvo alejado de los campos de batalla, su riqueza petrolífera y el que los submarinos de la Alemania hitleriana tuvieran como uno de sus principales objetivos los petroleros, hizo que la guerra llegara hasta las costas mexicanas. 

En abril de 1941, considerándose que la guerra perjudicaba el comercio nacional, en virtud del “Derecho de Angaria”, las autoridades mexicanas decidieron incautar varios barcos italianos y alemanes que se encontraban en puertos mexicanos. Algunas de estas naves, una vez rebautizadas y usadas por PEMEX, serían hundidas por los submarinos nazis en el marco de la “Operación Neuland”. 

Ya en marzo de 1942 se produjo algún supuesto avistamiento de un submarino en el Golfo de California y en abril el Tamaulipas, un petrolero mexicano con bandera estadounidense, fue hundido en las costas de Carolina del Norte. Aunque fue a partir de mayo cuando se produjeron los principales ataques de los sumergibles nazis a buques mexicanos. 

El 14 de mayo de 1942, frente a Miami, el U-564 hundió mediante un torpedo el petrolero mexicano Potrero del Llano -el antiguo Lucifero italiano-, cobrándose varias vidas. Este hecho causó un gran impacto en el país y el gobierno de México protestó a través de Suecia ante los los países del Eje. 

Dicha protesta acababa con un ultimátum que decía así: “Sí para el próximo 28 del corriente México no ha recibido satisfacción completa, así como garantías de que le serán debidamente cubiertas las indemnizaciones por los daños y perjuicios sufridos, el gobierno de la República Mexicana adoptará inmediatamente las medidas que exija el honor nacional”, es decir, México declararía le guerra al Eje. En esas fechas se conoció que en los días previos dos petroleros mexicanos ya habían sido perseguidos por un submarino alemán. 

Cuando en la prensa ya de daba por hecho de que Alemania no contestaría a la protesta mexicana, se supo que día 21 el U-106 torpedeó al noroeste de La Habana al petrolero Faja de Oro -el antiguo Genoano italiano-, provocando varias víctimas. Esto no hizo más que acrecentar el descontento popular y acelerar el proceso por el cual se declararía la guerra al Eje. 

Así, las reuniones del gabinete y del Congreso se sucedieron durante aquellas fechas. Mientras, ni Japón ni Italia respondieron a la protesta por el hundimiento del Potrero del Llano y Alemania había rehusado recibirla. Por fin, el día 28 el presidente Manuel Ávila Camacho, ante el Congreso de la República, declaró la guerra al Eje. 

Sin embargo, el Potrero del Llano y el Faja de Oro no serían los únicos barcos hundidos. La madrugada del 27 de junio, al este de Tecolutla, el petrolero Tuxpan -el antiguo Americano italiano- fue torpedeado y cañoneado por el submarino U-129. Debido al ataque, el Tuxpan se incendió y hundió junto a varios de sus marineros. Horas más tarde, en una posición cercana, fue torpedeado el Las Choapas -el antiguo Atlas italiano-, el cual se hundió con algunos de sus marineros. 

Al conocer los ataques, las autoridades mexicanas enviaron una escuadrilla de aviones y un guardacostas para perseguir a los atacantes y socorrer a los náufragos. Aquella noche las autoridades de Veracruz y Tampico, temerosas de que sus ciudades fueran bombardeadas por submarinos alemanes, ordenaron un apagón general. 

Como podemos ver en la prensa de la época este doble ataque causó una gran impresión en todo el país. En los días sucesivos seguirían las labores de rescate de los náufragos. Al mismo tiempo la policía efectuaría detenciones de alemanes acusados de espionaje y de complicidad con el hundimiento de los dos petroleros. 

Días después, el día 5 de julio, una escuadrilla de aviones mexicanos avistó frente a Tampico a dos submarinos, los cuales fueron atacados. Y aunque consiguieron escapar, se creyó que uno, el U-129, pudo ser dañado por las bombas de la aviación mexicana. La siguiente noche, ante el temor de un ataque, hay informaciones de que Tampico se oscureció para evitar ser bombardeado. 

Semanas más tarde, el mercante Oaxaca -el antiguo Hameln alemán- fue torpedeado por el U-171 en las costas texanas. El Oaxaca se hundió y seis tripulantes perdieron la vida. Da la casualidad de que el Oaxaca había participado en el rescate de náufragos de varios barcos atacados por los alemanes en el Golfo de México los meses previos a su hundimiento. 

Según contaría el primer oficial del Oaxaca “observó sobre el agua, a poca distancia de la nave, una lucecilla, y que antes de que pudiera averiguar de que se trataba y dar la voz de alarma, explotaba un torpedo...”. “Los seis marineros que dormían en la escotilla número uno fueron las víctimas, creyéndose que murieron destrozados por el torpedo al explotar”, consiguiendo el resto de la tripulación llegar a los botes salvavidas. 

Tiempo después, sería hundido un último barco mexicano, el petrolero Amatlan -el antiguo Vigor italiano-. El 4 de septiembre, al norte de Tampico, el U-171, el mismo submarino que atacó al Oaxaca, torpedeó el Amatlan y lo hundió junto a varios de sus tripulantes. Al parecer el sumergible alemán disparó varios torpedos que no dieron en el blanco, hasta que alcanzó al Amatlan, que quedó seriamente dañado, y finalmente cañoneó la nave hasta que esta se hundió. 

Según la prensa, aviones estadounidenses comenzaron a buscar al submarino alemán, sin embargo, este consiguió eludir el cerco y dirigirse a su base de Lorient, en la Francia ocupada, cerca de donde fue hundido un mes más tarde por una mina. 

Además del hundimiento de estos barcos, los sumergibles alemanes llevaron la guerra submarina a aguas mexicanas al atacar navíos de otras nacionalidades, como al Lalita de bandera panameña y el Velma Lykes norteamericano, hundido al noreste de Cancún.

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