martes, 5 de octubre de 2021

CRÍMENES ESPAÑOLES EN AMÉRICA (I): LA CONQUISTA

Aunque durante mucho tiempo, especialmente en los últimos años por algunos sectores, se ha querido presentar la Conquista como una obra evangelizadora y libertadora de los pueblos indígenas que eran oprimidos por incas y aztecas, la realidad es más espantosa. La Conquista fue genocidio, guerra, torturas, esclavitud, violaciones y toda una infinidad de crímenes horrendos e inimaginables. A continuación hablaremos de algunos de estos hechos más desconocidos. 

Durante la conquista de América los españoles usaron la estrategia del terror. Cuando llegaban a un territorio realizaban una gran matanza en un lugar para que la noticia se extendiera a los pueblos vecinos y se sometieran llevados por el pánico. Esto es lo que pasó en Cholula según Bartolomé de las Casas, donde los Hernán Cortés y sus hombres masacraron a miles de indígenas. 

Para llevar a cabo esta estrategia de terror los españoles se sirvieron de varias armas, siendo una de las más terribles los perros de guerra. Los perros fueron usados en la batalla, para infundir terror psicológico en el enemigo, para vigilar, para cazar y para castigar a los enemigos con el atroz procedimiento conocido como “aperreamiento”. Algunos de estos animales, como Becerrillo, Leoncico o Amadís llegaron a ser tristemente celebres. Sabemos que los perros se usaron por toda América y las crónicas mencionan como se entrenaron para matar y comer indios. De las Casas cuenta como los españoles llevaban en sus expediciones indios encadenados para alimentar a sus perros o como salían a cazar indios con ellos. 

Colón ya usó en La Española hasta veinte perros, donde cada uno era capaz de matar 100 indios en una hora. En Perú, Gonzalo Pizarro lanzó a los perros a muchos indios, los cuales eran despedazados y devorados. En Panamá Núñez de Balboa aperreó a cincuenta indios a los que acusaba de sodomía. También en Panamá, durante una campaña contra rebeldes cimarrones, los perros devoraron a varios prisioneros negros. En Chiquitos se llegaron a aperrear miles de indígenas y durante la conquista de Tierra Firme Pedro Simón menciona un combate singular entre el perro Amadís y un indio, el cual acabó siendo destripado por el animal. 

Pero no fueron los aperreamientos las únicas atrocidades que los españoles hicieron en América. Una de las más sorprendentes es la narrada por Bernal Díaz del Castillo. Según este cronista, durante la conquista de México, los españoles le sacaron a un indio el unto, es decir su grasa corporal, para curar las heridas de los caballos y de los soldados. 

Otra de las crueldades que aparecen en las crónicas y en otros documentos es que los españoles usaban con frecuencia las mutilaciones para castigar y aterrorizar a sus enemigos. Fray Pedro de Aguado cuenta como en la actual Colombia los conquistadores cortaron las manos a unos indios, se las colgaron del cuello y los enviaron a que llevaran la noticia de su presencia a otros lugares. Algo similar se hizo en Perú durante la conquista de los Chachapoyas, donde a los hombres se les cortaban las manos y a las mujeres los pechos. En Huamanga, también en Perú, Alonso de Alvarado aperreó, quemó, cortó manos y pechos a muchos indios e indias. En la región de Quito también tenemos noticias de como a muchos indígenas se les cortaron las manos, las orejas y las narices. El cronista Pedro Mariño narra que, durante la conquista de Chile, a los indios se les amputaban los pies, las manos, las orejas, las narices y hasta las mejillas. 

Pedro Simón en sus Noticias Historiales cuenta como a los enemigos se les cortaban orejas, narices y pulgares que eran enviados por mensajeros a los otros indios para que se apaciguaran. Por una carta de un funcionario de Tucumán también sabemos que a los indígenas se les cortaban los tendones de las piernas o las mismas piernas, algo que no está claro. Menos frecuente parece, aunque también se dio, fue la amputación de la lengua. Esto con respecto a los castigos. 

En lo referente a las ejecuciones los conquistadores no fueron menos salvajes. Sin olvidar los ahorcamientos y las decapitaciones, uno de los métodos favoritos de los españoles fue el de quemar vivos a los prisioneros, sistema utilizado especialmente para ejecutar a los líderes indígenas. Cuenta Pedro Cieza de León que Francisco Pizarro, durante la conquista del Perú, mandó quemar a Chalicuchima. De las Casas igualmente cuenta que a varios señores se les quemó vivos en una especie de parrillas. Asimismo también se quemaron a grandes grupos de personas, como ocurrió en la Matanza de Cholula de 1519 o cuando Cortés hizo quemar a varios caciques para dar ejemplo. 

Otro de los castigos empleados por los españoles fue el de empalar a los prisioneros, aunque este parece que no estuvo tan generalizado. José de Oviedo, en su crónica de la conquista de Venezuela cuenta el terrible procedimiento de empalar: “metiéndoles por las partes inferiores maderos gruesos con puntas muy agudas, partiéndoles los intestinos y atravesándoles las entrañas, se los sacaban por el cerebro”. Tenemos noticias de que esta barbarie se produjo en lugares como Chile, Popayán o Guayrá, un antiguo territorio de Paraguay, donde muchos indios fueron ahorcados, descuartizados y empalados. 

Pero esto no es todo. Tenemos algunos testimonios de como los españoles acababan de una forma inhumana con los enemigos derrotados. Entregaban a los indígenas prisioneros para que sus aliados indios se los comieran. De las Casas llega a contar como se mataban niños y se asaban para comerlos. En Paraguay, el gobernador Irala entregó a indios Payaguás a sus aliados Carios para que los mataran, los despedazaran y se los comieran. Informaciones parecidas también las encontramos en México y en Colombia. 

Pero los indígenas no fueron los únicos caníbales. Tenemos varias noticias de que los españoles también practicaron la antropofagia. El cronista López de Gomara cuenta como en Veragua unos españoles hambrientos se comieron caballos y perros, luego a un indio y más tarde a otros españoles. El historiador Antonio de Herrera cuenta como durante la expedición a Honduras de Hernán Cortés, un tal Medrano se comió los sesos y las asaduras de varios españoles. Asimismo sabemos que en Buenos Aires unos españoles se comieron los cadáveres de unos compatriotas que habían sido colgados. 

Junto a estos crímenes hubo otra crueldad derivada de las guerras de conquista: la esclavitud. Desde la llegada de Colón a las Antillas en 1492 se comenzó a esclavizar a los isleños, muchos de los cuales eran enviados a España y un gran número de ellos morían durante el viaje. Fue tal la voracidad esclavista de Colón que hasta reina Isabel le reprendió por esclavizar a sus vasallos y ordenó que se devolviesen a América. Sin embargo, el tráfico de esclavos pronto se reanudó. 

En 1548 el rey Carlos publicó una provisión por la que todos los esclavos de Cortés quedaban libres. Otras leyes se publicaron en el mismo sentido, sin embargo, estas normas contra la esclavitud eran una fachada, pues la esclavitud indígena siguió existiendo en algunos supuestos y los indios que no eran esclavos estaban igualmente obligados a trabajar para los conquistadores mediante el sistema de Encomienda. 

Con respecto a la esclavitud podemos apuntar otra atrocidad más, el herrado de indios, es decir, como se les marcaba en el cuerpo o el rostro con un hierro candente. Cuenta Díaz del Castillo que, durante la conquista de México, se herró a los esclavos, a los que se refiere como “piezas”, con un hierro con la marca “G” de guerra, pero que los soldados escondían a las indias más hermosas y se las quedaban. Sin embargo, una ley de 1526 prohibió que los indios de la Nueva España fueran esclavizados y herrados, aunque parece que no se cumplió del todo si tenemos en cuenta que una ley de 1532 ordenaba que no se herraran indios, aunque fueran esclavos. 

Una de las más despreciables consecuencias de la esclavitud y de la Conquista en general fue el de la violencia sexual hacia las indígenas. Miguel Cuneo, un italiano que acompañó a Colón en uno de sus viajes, cuenta como este le regaló una india caribe y al quererla violar en su camarote ella se resistió, pero finalmente lo consiguió tras azotarla. De las Casas informa de como los conquistadores de La Española tomaban por la fuerza a las hijas o hermanas de los caciques. También tenemos varias noticias de como se raptaban indias en Paraguay y de como los españoles se robaban los unos a los otros sus esclavas para yacer con ellas. Aunque en algunos relatos se condena esta práctica, en otros sin embargo la violación de indígenas no parecía estar mal vista y lo único reprochable es que se hiciera con las que no estaban bautizadas.


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