lunes, 26 de mayo de 2025
17 de febrero de 1821, llega a Buenos Aires la goleta estadounidense Rampart tras ser capturada cerca de las Malvinas por el corsario rioplatense Heroína.
HEROÍNA, UN CORSARIO RIOPLATENSE EN ÁFRICA, EUROPA Y LAS MALVINAS (1820-1822) (I)
Como hemos visto en otros videos, durante las guerras de independencia americanas el corso insurgente demostró ser un arma tremendamente eficaz contra España. De las decenas de buques armados en corso en esa época algunos se destacaron notablemente, como fue el caso de la Heroína de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que en apenas dos años recorrió más de 20.000 millas a lo largo y ancho del océano Atlántico y capturó varios barcos portugueses, españoles y estadounidenses.
Todo comenzó en agosto de 1819 cuando Patricio Lynch, pariente del afamado marino chileno del mismo nombre, solicitó una patente de corso para un barco de su propiedad, la Brac, a la que rebautizó como Tomás Guido en honor del conocido militar porteño.
Más tarde, en enero de 1820 aquel barco, una fragata o corbeta, que finalmente se llamó Heroína, quedó habilitado para efectuar el corso como buque de guerra del Estado, siendo elegido como su comandante el estadounidense David Jewett, el cual ya había sido corsario al servicio de las Provincias Unidas y al que se le confirió el grado de “Coronel de Ejército al Servicio de la Marina Nacional”.
A continuación, durante las siguientes semanas la Heroína se dedicó a diferentes menesteres, iniciando finalmente su primer crucero en abril. En aquel momento, en plena Anarquía del año XX, la Heroína, con una tripulación compuesta principalmente por hispanoamericanos, ingleses y estadounidenses, se internó en el Atlántico con orden de hacer la guerra a los navíos de bandera española.
Al poco de zarpar, un temporal golpeó a la Heroína en el Río de la Plata, quedando patente la inexperiencia de parte de la oficialidad, que su revoltosa tripulación no era la más apta y que aquel buque no estaba en las mejores condiciones. Debió de ser en esa época cuando, según informaciones portuguesas posteriores, la Heroína tomó tres buques de esa nacionalidad, uno de ellos en el puerto de Montevideo, aunque carecemos de más información al respecto.
Tiempo después, al escasear el agua cerca de Río de Janeiro, la Heroína se dirigió a la isla brasileña de Trinidad y de allí navegó a las islas africanas de Cabo Verde. Durante el viaje Jewett tuvo que hacer frente a las protestas de parte de la tripulación que exigía ir a los Estados Unidos. Más tarde, ya en las islas de Cabo Verde, se hizo aguada y se llevaron a cabo varias reparaciones, tras lo cual la Heroína se dirigió a aguas españolas, donde se registraron todos los barcos con los que se cruzaron.
A continuación, el 27 de julio la Heroína descubrió en las islas Azores a una fragata mercante fuertemente armada de nombre desconocido, a la que persiguió y que solo logró alcanzar a medianoche. Tras negarse a parlamentar el capitán de aquella fragata tuvieron lugar unos primeros disparos de cañón y fusilería, comenzando así un combate entre ambas naves, las cuales se disparaban andanadas de cañón, hasta que los más de 30 cañones de la Heroína hicieron rendirse a la fragata después de dos horas de lucha que dejaron varios muertos y heridos en ambos buques. Seguidamente hombres de la Heroína subieron a bordo de aquella nave y descubrieron que se trataba de la fragata portuguesa Carlota que se dirigía de la Bahía de Todos los Santos a Lisboa.
Según leemos en la prensa de la época, la Heroína transbordó a parte de los prisioneros a un ballenero, los cuales informaron sobre la presencia del buque corsario a su llegada a tierra. En las gacetas se publicó que la Heroína navegaba en aquel momento con la bandera de Artigas, pero que también solía hacerlo con la británica, y que tres buques de guerra portugueses partieron hacia las Azores en su búsqueda. También se dijo tiempo después que Jewett hizo fusilar a varios miembros de su propia tripulación que se negaron a hacer la guerra a barcos portugueses.
Tras esto, debido a la falta de provisiones y al no poder abastecerse en Europa o Estados Unidos por falta de medios económicos, Jewett decidió virar al sur junto a su presa con la idea de alcanzar las islas de Cabo Verde y de allí pasar a las costas de Brasil, donde continuaría su crucero hasta que el estado de la Heroína y los víveres lo permitieran. Sin embargo varios acontecimientos lo impidieron. El primero tuvo lugar a mediados de agosto cuando el piloto Jaime Thomas intentó amotinarse, tras lo cual fue ejecutado. A continuación, el escorbuto se cebó con gran virulencia con las tripulaciones de ambos buques, causando varios muertos. Luego, Jewett tuvo que hacer frente a un complot que pretendía hacerse con la Carlota. Y por si fuera poco, el 20 de octubre una enorme tormenta les golpeó al norte de las Malvinas.
La Heroína estuvo a punto de naufragar, pero consiguió llegar a las cercanías de Puerto de la Soledad el día 23, donde la tripulación desembarcó y estableció un campamento. Por su parte, la Carlota se perdió en el mar y nunca más se supo de ella.
Días después, el 2 de noviembre, Jewett, en nombre del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, envió a James Weddell, un capitán británico que se encontraba en aquellas aguas por entonces, el siguiente mensaje: “Señor, tengo el honor de informarle que he llegado a este puerto comisionado por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas de Sud América para tomar posesión de las islas en nombre del país a que naturalmente pertenecen”. Tras esto, el día 6 y ante las tripulaciones de varios balleneros como testigos, se llevó a cabo una ceremonia por la cual se tomó posesión de las Malvinas, en la que se enarboló la bandera nacional y se dispararon 21 cañonazos.
Semanas más tarde Jewett tuvo que hacer frente a un conato de insubordinación, que aunque no llegó a más, le hizo decidir solicitar su relevo el 1 de febrero de 1821. Entonces la Heroína quedó bajo el mando de William Robert Mason, recién llegado de Buenos Aires con algunos hombres. Por esas fechas una parte de la tripulación regresó a Buenos Aires en un barco holandés, mientras que Jewett se trasladó a aquel puerto en el buque estadounidense Rampart, capturado poco antes acusado de transportar mercancías españolas desde Lima a España, lo que provocó la airada protesta del cónsul estadounidense en Buenos Aires.
Tras esto, la Heroína, con Mason como comandante y una renovada tripulación, inició su segundo crucero, pero eso lo veremos en el siguiente video.
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sábado, 17 de mayo de 2025
Artemisia de Caria en las Estratagemas de Polieno.
MANIA, LA MEJOR GENERAL DEL IMPERIO PERSA
Como hemos visto en otros videos en la Antigüedad encontramos algunos ejemplos poco comunes de mujeres que llegaron a gobernar y dirigir sus propios ejércitos, este fue el caso de Tomiris y Artemisia de Caria, sin embargo hay otros casos menos conocidos, como el de Mania de Dardania.
Todo comenzó en un momento impreciso de finales del siglo V a. C. Tras la derrota de Atenas en la Guerra del Peloponeso y el final de la Liga de Delos muchas ciudades de la costa de Asia Menor quedaron desprotegidas, lo que fue aprovechado por el Imperio persa para hacerse con ellas. Estas ciudades llamaron en su ayuda a los espartanos, que por entonces representaban el principal poder del mundo heleno. Los espartanos enviaron expediciones a Asia para socorrer a las ciudades jonias y eolias, lo que les llevó a enfrentarse a los persas, sus aliados durante la guerra contra el Imperio ateniense.
Es en este contexto cuando aparece la figura de Mania. Según Jenofonte, historiador contemporáneo y bien conocedor de los sucesos de aquellos años, en esa época el dardanio Zenis administraba una parte de la Eólide, conocida como Tróade, en nombre del sátrapa Farnabazo. Cuando Zenis murió Farnabazo quiso entregar aquella región a otro, pero Mania, mujer de Zenis y también dardania, fue al encuentro del sátrapa y le dio regalos a él, a sus concubinas y a su círculo de confianza para congraciarse con ellos.
A continuación, Mania le dijo al sátrapa: “Farnabazo, mi marido era tu amigo por muchos motivos y especialmente te entregaba los tributos, de modo que tú le apreciabas y elogiabas. En consecuencia, si yo no te sirvo peor que él, ¿por qué necesitas designar [a otro]? Mas si en algo no te agrado, sin duda está en tu poder quitarme y dar a otro el cargo”. Al oír esto, según Jenofonte, Farnabazo decidió que Mania fuera sátrapa. Aunque sobre esto hay que hacer dos puntualizaciones. Primero, en realidad el cargo que ostentó Mania sería el de subsátrapa, tirana o algo parecido, y segundo, que una mujer ostentara este tipo de cargos era algo extremadamente raro en aquella época.
A continuación, Jenofonte cuenta que Mania se convirtió en una persona de la máxima confianza de Farnabazo y en su consejera, por lo que el sátrapa la honraba magníficamente. También dice Jenofonte que Mania conservó las ciudades que recibió de Farnabazo, entre las que parece que estaban Dardania, Neandria, Ilieon, Cocilio, Cebrén, Escepsis y Gergis, siendo estas dos últimas ciudades de donde Mania obtenía la mayor parte de sus ingresos.
A estas ciudades Mania añadió otras situadas en la costa. Así, se nos cuenta que, mientras Mania observaba desde su carroza, sus mercenarios helenos atacaron las murallas y tomaron las ciudades de Larisa, Hamáxito y Colonas. En referencia a esto, Jenofonte añade que Mania “consiguió tener el ejército mercenario más famoso”, afirmación muy significativa si tenemos en cuenta que en aquella época se había formado un ejército mercenario de 10.000 griegos para luchar por el persa Ciro el Joven.
Sobre el liderazgo de Mania en el campo de batalla, Jenofonte dice que siempre luchaba junto a Farnabazo contra los misios y los pisidios, pueblos del noroeste y del centro de Asia Menor respectivamente. Sin embargo, es otro autor, el macedonio Polieno, el que más información nos ofrece sobre las dotes militares de Mania. Este autor del siglo II de nuestra era cuenta que Mania “marchaba a los combates en carro, y daba órdenes a los combatientes, y formaba filas, y repartía los premios de la victoria a los soldados según sus méritos [y] ningún enemigo la venció,...”.
Tras esto, lo siguiente que sabemos sobre Mania es que murió hacia el año 399, pero no en un campo de batalla, sino asesinada junto a uno de sus hijos por Midias, su yerno, quien la mató “animado por algunos que pensaban que era vergonzoso que mandara una mujer”.
Midias quiso conservar los territorios de Mania, pero varias ciudades no le abrieron las puertas. También intentó ganarse con regalos a Farnabazo, quien los rechazó y le emplazó a esperar su llegada. Luego, según Jenofonte, Farnabazo afirmó “que no quería seguir viviendo si no vengaba a Mania”, sin embargo el historiador no menciona si Farnabazo llegó a vengar a su fiel amiga Mania.
A continuación, desde la Jonia llegó a aquellos territorios el general espartano Dercílidas, a quien se entregaron primero las ciudades de Larisa, Hamáxito y Colonas, y luego, tras hacer un llamamiento para que las ciudades eolias se independizaran, les siguieron Neandria, Ilieon y Cocilio, aunque Cebrén se resistió un tiempo. Luego Midias, mientras esperaba a Farnabazo, quiso aliarse con Dercílidas, pero solo consiguió perder las ciudades de Escepsis y Gergis, tras lo cual su nombre desapareció de la historia para siempre.
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sábado, 10 de mayo de 2025
1822, LA ANEXIÓN DE EL SALVADOR A LOS ESTADOS UNIDOS
Como hemos visto en otros videos, a lo largo de la historia de América Latina han habido varios proyectos para que alguno de sus territorios fuera anexado a los Estados Unidos. De estos proyectos, uno de los más tempranos data del año 1822, cuando el Congreso de la Provincia de San Salvador, el actual El Salvador, decretó unirse a los Estados Unidos.
Todo comenzó a finales de 1821, cuando la Regencia del Imperio Mexicano invitó a las antiguas posesiones españolas de Centroamérica a unirse al Imperio. La mayoría de estos territorios, con Guatemala a la cabeza, aceptó, sin embargo, la Provincia de San Salvador, a excepción de algunos partidos, rechazó unirse al Imperio mexicano.
Tras esto, la Provincia de San Salvador tuvo que hacer frente a las presiones mexicanas durante los siguientes meses, llegando incluso a vencer en marzo de 1822 a tropas guatemaltecas en la batalla de Llano del Espino.
Meses después, el 26 octubre, ya siendo emperador Agustín de Iturbide, el napolitano Vicente Filísola, Capitán General y Jefe Superior político de Guatemala, en una proclama conminaba a la Provincia de San Salvador a unirse al Imperio y evitar la guerra en el territorio del antiguo Reino de Guatemala. Ese mismo día Filísola transmitía en una carta las palabras del emperador, según las cuales la Provincia de San Salvador debía “unirse toda al Imperio, bajo la base de una entera sumisión...”.
Dos semanas más tarde se inauguró el Congreso de la Provincia de San Salvador. Poco después, el 12 de noviembre, los representantes de la provincia, para evitar la guerra acordaron, con muchas reticencias y ciertas condiciones, la incorporación de San Salvador al Imperio mexicano. Sin embargo, este acuerdo quedó invalidado. Según los salvadoreños, a causa del avance de las tropas imperiales de Filísola, aunque según el propio Filísola los salvadoreños solo pretendieron con este primer acuerdo ganar tiempo para fortificarse.
Tras esto, el día 22, los miembros del Congreso manifestaron su negativa a someterse al Imperio de México y constataron su libertad. Para garantizar esta libertad los representantes de la Provincia de San Salvador acordaron unirse a los Estados Unidos. Así, en el acta firmada aquel día podemos leer:
“Por tanto hemos creído necesario para este caso que esta provincia de San Salvador esté unida a otra nación de América que la ponga a cubierto de las injustas invasiones del imperio mexicano y cuya forma de govierno asegure su felicidad, único fin de toda asociación y de todo gobierno justo. Hemos tenido presentes quales son las naciones constituídas en América. Hemos meditado sobre sus leyes políticas y hemos encontrado que la constitución de los Estados Unidos de América asegura al pueblo el goce de sus derechos”.
A esto añadían los diputados reunidos en el Congreso, que las instituciones de los Estados Unidos harían prosperar a San Salvador, territorio con población suficiente como para poder formar un Estado en la Unión, la cual les aceptaría sin duda. Por último, aquellos representantes rechazaron unirse al Imperio de México y declararon que “queda esta provincia de San Salvador unida en federación a los Estados Unidos de America, adoptando y abrazando en todas sus partes la constitución de los mismos Estados Unidos de America, con calidad de formar ella misma Estado, y de disfrutar del provecho y ventajas de la Union”.
Fruto de esta declaración, el día 2 de diciembre el Congreso decretó lo siguiente:
“El Congreso General de los Representantes de la Provincia, teniendo en consideración que está resuelto el Señor Capitán General de Guatemala á llevar adelante las Ordenes que tiene del Emperador de Mexico de ocupar por la fuerza esta Provincia, sin admitirle condición en su incorporación, y estando la Provincia en el caso á que se contraen los acuerdos de doce y veinte y dos de Noviembre último, decreta:
“Primero: Declarar insubsistente el acuerdo de doce del próximo pasado Noviembre, por el cual se decretó la incorporación de esta Provincia al Imperio Mexicano bajo las condiciones acordadas sucesivamente.
“Segundo: Que siendo de necesidad su incorporación á otra Nación de América conforme á lo decretado en la misma fecha, se tenga por válido y subsistente el acuerdo de Veinte y dos del citado Noviembre, por el cual se decretó la incorporación a los Estados Unidos de América.
“Tercero: Que la Provincia se ponga en defensa y resista la invasión que le amenaza á nombre de la nación á quien pertenece.
“Cuarto: Que el Gobierno manifieste al Señor Capitán General de Guatemala que la Provincia está resuelta a defenderse contra la invasion que la amenaza”.
A continuación, tres días después, el eclesiástico José Matías Delgado, Presidente de la Diputación Provincial de San Salvador, dirigió una proclama al pueblo salvadoreño en la que justificaba la decisión de que ese territorio se uniese a los Estados Unidos, quienes garantizarían la libertad de la provincia. Por último, al finalizar su proclama, Delgado imploraba a los estadounidenses que la Provincia de San Salvador fuera admitida en la Confederación y obtuviera su protección frente al tirano Agustín I.
Poco después Filísola, desde Quezaltepeque, solo a unos kilómetros de San Salvador, escribió a Delgado para intimarle a abandonar su obstinación y unirse al Imperio ya que en pocos días sus tropas ocuparían la ciudad por la fuerza, algo que él decía no desear.
Delgado respondió informando a Filísola que la Provincia de San Salvador había decidido unirse a los Estados Unidos, que tenían la intención de resistir la invasión de las tropas bajo su mando y que era su actitud hostil la que había provocado esa resolución.
Filísola, desde Mapilapa, contestó diciendo que era un error pensar que los Estados Unidos admitirían a la Provincia de San Salvador en su seno o que la defendería frente al Imperio de México, cuyas tropas se dirigían en exclusiva contra la resistencia armada. Días después, el 26, Filísola exhortó a Delgado a evitar los horrores de la guerra, petición que le volvió a hacer el 14 de enero de 1823 mediante una carta, en la cual además señalaba que la unión a los Estados Unidos era nula, ya que la Provincia de San Salvador pertenecía al Imperio.
Después de esto, finalmente San Salvador cayó en manos imperiales, pero por poco tiempo, ya que en marzo Iturbide se vio forzado a abdicar y el Imperio llegó a su fin, tras lo cual, en julio, los territorios centroamericanos formaron las Provincias Unidas del Centro de América. Aún así, enviados salvadoreños transmitieron en septiembre a las autoridades estadounidenses el decreto de unión, aunque para entonces ya no importaba mucho.
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jueves, 1 de mayo de 2025
1977, ARGENTINA ROMPE RELACIONES CON COREA DEL NORTE
Como hemos visto en otros videos, a lo largo de los dos últimos siglos se han vivido innumerables conflictos diplomáticos entre países de América Latina y potencias extranjeras, algunos tan llamativos como el uruguayo-soviético surgido por la exportación de queso o el franco-peruano motivado por pruebas nucleares en el Pacífico Sur. A estos habría que sumar la ruptura de relaciones con Corea del Norte decretada por Argentina en 1977.
Todo comenzó en mayo de 1973, poco después de la victoria del peronista Cámpora en las elecciones presidenciales. A mediados de ese mes María Estela Martínez, Isabelita, esposa de Juan Domingo Perón, tras visitar China viajó a la República Popular Democrática de Corea en un avión especial que el gobierno de ese país puso a su disposición. Una vez en Corea del Norte, donde permanecieron los días 15 y 16, Isabelita y la delegación del Movimiento Nacional Justicialista de Argentina fueron recibidos por altos cargos norcoreanos, pudiendo la futura presidenta argentina conversar con el líder supremo Kim Il-sung, quien le hizo entrega de una invitación para que el general Perón visitara Corea del Norte.
Poco después, el 1 de junio, el canciller argentino Juan Carlos Puig y el vicepresidente norcoreano Kang Ryang-uk acordaron en Buenos Aires el establecimiento de relaciones entre ambos países. Según dijo Puig, “con este acto, el gobierno argentino implementa su nueva política de establecer relaciones con todos los países del mundo”, tras lo cual hizo referencia a conceptos peronistas como “la hora de los pueblos”.
Más adelante, el 12 de octubre, durante la toma de posesión de Perón como presidente tras vencer en las elecciones de septiembre, encontramos al vicepresidente norcoreano Kang Ryang-uk asistiendo a la ceremonia junto a una delegación de su país.
A continuación, el 30 de noviembre, el ministro argentino Alberto Juan Vignes y un representante norcoreano suscribieron en Buenos Aires un convenio comercial. En este documento podemos ver que desde Corea del Norte se podría exportar desde metales a lúpulo, mientras que Argentina podría vender, entre otras cosas, camiones, barcos, azúcar o lanas.
Más tarde, en agosto de 1974, ya muerto Perón y siendo presidenta Isabelita, Argentina envió a Corea del Norte una delegación de jóvenes deportistas, la cual llegó a encontrarse con Kim Il-sung. Meses después, el 4 de mayo de 1975, una delegación de niños norcoreanos visitó Argentina, siendo recibidos por Isabelita en la Quinta de Olivos, donde llevaron a cabo una representación artística. Luego, durante los siguientes días, visitaron varias provincias del país y asistieron a los Juegos Nacionales Infantiles Evita.
Sin embargo, no todo fueron viajes infantiles en las relaciones entre Argentina y Corea del Norte. Según informaciones de la época, en aquellos años agentes norcoreanos estuvieron conectados con guerrilleros del ERP, y aunque no hay más detalles sobre el asunto, en referencia a los nexos entre el ERP y los norcoreanos, si se sabe que en 1978 un cabecilla del ERP viajó hasta Corea del Norte buscando entrenamiento para los miembros de su organización.
Por último llegamos a 1977, año en que Argentina, gobernada por entonces por Jorge Videla, rompió relaciones con Corea del Norte, hecho que estuvo rodeado de extraños sucesos. Primero, el 11 de mayo, se declaró un incendio en la embajada norcoreana, situada en la calle Gorostiaga 2115. Luego, a principios de junio, los diplomáticos norcoreanos abandonaron Argentina sin comunicárselo a las autoridades del país, lo que causó un profundo desagrado en la Cancillería argentina, que calificó el hecho como “un gesto inamistoso y en desacuerdo con las prácticas y costumbres internacionales”.
Fruto de esto, el día 13 el gobierno argentino decretó la ruptura de relaciones con Corea del Norte. Así, en dicho decreto podemos leer: “Que en numerosas oportunidades, la gestión de la citada Representación Diplomática fue objeto de reclamaciones por parte del Gobierno argentino. Que su accionar ha afectado a propiedades y bienes de ciudadanos argentinos. Que es inaceptable la actitud asumida por la dotación de la Embajada de la República Popular Democrática de Corea de abandonar unilateralmente y sin comunicación previa, a nuestro país, lo que constituye un gesto completamente inamistoso para la República Argentina. Por ello, el Presidente de la Nación Argentina decreta: Artículo 1º- Dispónese la ruptura de relaciones diplomáticas y consulares con la República Popular Democrática de Corea”.
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