miércoles, 12 de junio de 2024

EL IMPERIO BELGA DE ARGENTINA

Con la independencia de Hispanoamérica parecería que el colonialismo europeo había tocado a su fin en aquellos territorios, sin embargo el continente fue testigo de innumerables proyectos europeos para colonizar territorios en la nuevas repúblicas americanas. Este fue el caso del osado proyecto belga para colonizar extensos territorios en Argentina. 

Todo comenzó con la independencia de Bélgica a principios de la década de 1830. Tras esta, el nuevo reino anhelaba tener colonias como el resto de países europeos, por lo que durante los primeros años del reinado de Leopoldo I hubo intentos de adquirir la isla de Pinos, hoy isla de la Juventud, en Cuba. Poco después, en la década de 1840 se estableció una colonia belga en Santo Tomás, Guatemala, aunque su vida fue efímera. En esos mismos años se intentó establecer otra colonia en Bolivia, aunque el proyecto no llegó a materializarse. 

Años después, en 1858, Alfred Marbais du Graty, un belga asentado en la Confederación Argentina, escribió un libro sobre aquel país, sus cultivos, sus minas y demás características del territorio. En esta obra aparece una carta escrita en 1857 por Marbais al rey Leopoldo en la que le señala la prosperidad de la Confederación Argentina, lugar que ofrece muchas ventajas para asentarse al exceso de población belga, además indicaba que la colonización belga de los territorios argentinos abriría un nuevo mercado a los productos belgas. 

En esa misma época el conde de Berlaymont recibió una concesión al norte de la ciudad de Paraná con la condición de instalar en unos meses algunas familias belgas allí, sin embargo, fueron pocas las que llegaron a Buenos Aires. 

Durante los siguientes años el hijo del rey Leopoldo, también llamado Leopoldo, pretendió antes y después de convertirse en rey el establecimiento de colonias belgas, entre otros lugares, en Filipinas, Fiyi, Indochina, Abisinia, Formosa o Entre Ríos en la Confederación Argentina. 

Este último proyecto es conocido por una carta de 1861 escrita por el joven Leopoldo, aún duque de Brabante, al barón Lambermont. En ella Leopoldo indicaba a Lambermont, por entonces Secretario General del Ministerio de Asuntos Exteriores, las oportunidades que ofrecían los países de la Cuenca del Plata. Decía Leopoldo que había allí “todo un mundo de increíble fertilidad y riqueza esperando la explotación europea”. 

A continuación Leopoldo decía que estaba especialmente interesado en la provincia argentina de Entre Ríos y en la pequeña isla Martín García. Respecto al primer territorio vemos un salto cuantitativo respecto a proyectos anteriores, pues se pasa de pequeñas concesiones a ambicionar un territorio de varios miles de kilómetros cuadrados. 

Con respecto a la isla Martín García, codiciada por muchos en el pasado, Leopoldo no tenía muy claro a quien pertenecía y preguntaba a Lambermont si se podría establecer allí un puerto libre bajo la protección moral del rey de los belgas. Curiosamente poco después Italia arrendaría cerca de allí la isla de la Libertad a Uruguay durante un breve espacio de tiempo. 

Finalmente, el proyecto de Leopoldo de colonizar la provincia de Entre Ríos y la isla de Martín García no fue llevado a cabo, aunque desconocemos el motivo. Pero con esto no acabaron los anhelos coloniales de Leopoldo y años después, ya siendo rey, consiguió un gran territorio en el corazón de África, el Estado Libre del Congo. 

Por último, hay que señalar que aunque la colonización belga de todo Entre Ríos no se llevó a cabo, con posterioridad se crearon pequeñas colonias belgas en el pueblo entrerriano de Villaguay y en el paraguayo de Mbocajaty.

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