viernes, 1 de marzo de 2024

MUTILACIONES EN LA CONQUISTA DE AMÉRICA (II): LA SUMISIÓN

Como vimos en el anterior video, durante la conquista y colonización de América la mutilación corporal se utilizó para aterrorizar, represaliar y castigar a los pueblos indígenas, sin embargo, como veremos a continuación, tuvo otro fin, el de someter a indios y esclavos negros. 

Este sometimiento mediante la mutilación consistía en cortar o seccionar alguna parte de la pierna para lisiar de forma permanente al individuo, para hacerlo, por así decir, más sumiso y evitar que huyera, para de este modo utilizarlo en trabajos como la minería. Esta práctica recibió distintos nombres según el tipo de mutilación. Así, encontramos “desgarronar”, que se refería al corte que se realizaba en la zona del tendón de Aquiles; “desjarretar”, al corte que se hacía en la corva, aunque este término también se utilizaba como sinónimo de desgarronar; y por último, “desgobernar”, que hacía referencia a cortar el pie antes del nacimiento de los dedos. 

Una de las primeras noticias que tenemos sobre esta práctica es de 1525. Ese año el gobernador de Cuba, Manuel de Rojas, ordenó que a los indios alzados se les pudiera capturar y esclavizar, y en la villa de Bayamo pudieran ser herrados, desgobernados de un pie y repartidos entre los españoles que participaran en la expedición punitiva  contra ellos. 

Años después, en 1537, en las Ordenanzas de Nueva Cádiz, en Venezuela, encontramos una disposición según la cual al negro que se alzara o se fugara se le debería cortar el pie derecho. Unas ordenanzas parecidas fueron promulgadas en 1549 por el gobernador del Perú, Pedro de la Gasca. En ellas se habla del “destroncado de un pie”, término menos frecuente que los anteriores y que hace referencia a la amputación del pie o de parte de el. 

Años más tarde, en 1573, una Real Cédula permitía que a los negros cimarrones de Panamá que no se entregaran se les desgarronara el pie izquierdo y se les cortara la oreja derecha. Un año más tarde otra Real Cédula decía que al negro que se le capturara después de haber estado fugado menos de seis meses se le desgarronara el pie izquierdo y se le cortara la oreja derecha para que así se le reconociera. 

Ese mismo año, el virrey del Perú, Francisco de Toledo, escribió respecto a los indios rebelados en Chile diciendo que los prisioneros fueran trasladados a la provincia de Coquimbo, desgobernados y que se les destinara a la extracción de oro. 

Poco después, hacia 1576, el contador de la Real Hacienda Francisco de Gálvez propuso en una relación que se podría entrar al Arauco, a Tucapel, a Mareguano y a la isla Mocha para capturar 1.000 o 1.500 indios, desgarronarlos, llevarlos a Coquimbo y que allí algunos fueran entregados a soldados y otros se dedicasen a la extracción de oro para Su Majestad. 

En 1578 el gobernador de Chile, Rodrigo de Quiroga, dice en una carta que conmutó la sentencia de muerte a varios cautivos y en su lugar ordenó que fueran llevados a La Serena, donde se les cortaría un pie a cada uno y serían destinados a las minas de oro. Semanas después se escribió desde La Serena comunicando que varios de los araucanos desterrados allí habían intentado huir, por lo que a cincuenta se les cortó un pie. Terminaba esta carta diciendo que aunque estos indios pudieran trabajar en las minas, no valían para hacerlo en la huerta. 

Por la misma época, también en Chile, encontramos unas ordenanzas similares a las de Nueva Cádiz y a las de la Gasca en las que aparecían distintas penas para los negros fugitivos, entre la que estaba el “desgarrón” de un pie si era la segunda fuga por un periodo de entre 3 y 20 días, y los dos pies si la fuga superaba los 20 días. 

Años más tarde, en 1586, Gerónimo de Bustamante, tesorero de la Real Hacienda en Córdoba de Tucumán, cuenta en una carta al rey los malos tratos que recibían los indios, entre ellos los encomenderos les desjarretaban y cortaban pies y manos. 

Por último, hay que señalar el texto de Alonso González de Nájera, aquel soldado español que dejó un escrito a principios del siglo XVII en el que proponía soluciones para revertir la situación generada por la guerra del Arauco. González de Nájera decía que aquel que quisiera comprar indios esclavos los desgarronara de un pie, aunque fueran mujeres o muchachos, para así evitar que huyeran, ya que esto impedía andar un largo camino y menos por el monte, pero que siguieran siendo aptos para el trabajo, aunque hay que señalar que para este autor desgarronar se refiere a cortar un nervio de la parte delantera del pie. 

Más adelante, González de Nájera cuenta como era el procedimiento para cortar el pie a los enemigos cautivos. Según él, con un pujavante o con un machete se golpeaba el pie poco antes del nacimiento de los dedos y la herida se cauterizaba con sebo hirviendo.

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