viernes, 8 de marzo de 2024

1604, UN TSUNAMI ARRASA PERÚ

Por todos es conocido como Perú, en especial su costa, es un área de alta actividad sísmica, la cual podemos seguir a lo largo de su historia, una historia en la que ha habido enormes terremotos y tsunamis, como los que asolaron el sur de Perú el 24 de noviembre de 1604 y destruyeron por completo ciudades como San Marcos de Arica y Arequipa. 

En un documento, una carta del corregidor de Arica transcrita en la crónica de Bernabé Cobo, se dice como un temblor que comenzó hacia las dos de la tarde, entre la una y las dos según otras fuentes, derribó las casas, la iglesia mayor, el fuerte, el almacén de azogue y hasta la cárcel de la ciudad. 

A continuación, el corregidor cuenta como el mar se retiró, para luego embestir con violencia el puerto. Tras esto, hubo “otro recio temblor” y el mar se retiró de nuevo y nuevamente “volvió contra el pueblo” derribando muchas casas. Según este documento, “la violencia que traían las olas y mares contra el pueblo era tan grande, que parecía que la mar quería tragarle […] y continuando los temblores [...] se levantó un mar tan grande, que parecía un alto monte,...”, el cual asoló todo a su paso y se estampó contra el morro. De acuerdo a este texto, primero hubo tres grandes avenidas y luego otras tres. Por último, termina el corregidor diciendo que todo el mundo quedó en la miseria y que fue tanta la fuerza del mar que arrastró la artillería del destruido fuerte. 

Sobre esto nos habla otro documento del corregidor Ordoño de Aguirre, según el cual “el terremoto de temblores i creciente de mar” asolaron la ciudad y el fuerte que había en ella, llevándose al mar la artillería, la mosquetería y las municiones, aunque se consiguió recuperar parte de ellas. 

En otros documentos se menciona como, en referencia al almacén de azogue, “salió la mar de su curso i se llevó todo lo edificado”, o como un tal Francisco de Cervantes arriesgó su vida por salvar la Real Caja y los archivos. 

En otro relato fray Diego de Ocaña, presente en Ica en aquel momento, cuenta que el temblor fue tan grande “que no se ha visto cosa semejante, porque quedaron muchos pueblos del todo asolados y puestos por el suelo”, y añadió que parecía “que todo el mundo se hundía”. A continuación menciona los daños que hubo en Ica, aunque estos no fueron ni remotamente parecidos a los que hubo en otros pueblos. 

Ese fue el caso de Arica donde según cuenta “salió la mar de sus límites, y de improviso cubrió todo el pueblo del puerto de Arica […] y así cubrió todas las casas y iglesias, y al retirarse a su madre se llevó tras sí todo el pueblo,...”. A esto añade Ocaña “que se lo tragó todo el mar” y que por la hora en que sucedió todo, la gente pudo refugiarse, excepto algunos enfermos que no pudieron huir. 

A continuación, Ocaña dice que el tsunami se sintió a lo largo de más de 600 leguas de costa, desde Cañete, al sur de Lima, hasta Chile y que medía tres y cuatro picas, aunque no sabemos si con esto se refiere al arma que podía oscilar entre los algo más de cuatro metros y los casi cinco y medio, o a una unidad de medida que equivalía a algo menos de cuatro metros, por lo que la ola pudo alcanzar entre los 16 y los 22 metros de altura. También apunta Ocaña que en el puerto de Pisco “llegó el agua hasta las mismas bodegas”, aunque más al sur se sintió más “pues llegó a cubrir la más alta casa y torre del pueblo de Arica”. 

En Arequipa cuenta Ocaña que el temblor fue tan fuerte que la ciudad se derrumbó y que murieron muchos ciudadanos sepultados por las paredes de sus casas. Por su parte, en Nazca, dice Ocaña que “se abrieron en la tierra unas bocas por donde salió tanta agua y tan alta [...] que parecían montes de agua en el aire. Y todas las viñas e ingenios de azúcar que había se lo llevó todo el agua que de aquellas bocas salió; y quedaron lagunas muy grandes”. También menciona Ocaña a un pueblo de indios al que se lo tragó la tierra y a otros tres o cuatro que quedaron destruidos. 

Termina Ocaña su relato diciendo que también las ciudades de Cuzco y Chuquisaca quedaron dañadas, y que todos los pueblos que hay en un radio de 300 leguas quedaron lastimados, salvo Lima, donde el temblor llegó con poca fuerza. 

Por su parte, el cronista Martín de Murúa en su Historia General del Perú dice que tras el terrible temblor “la mar agitada y movida de las olas, salió con un ímpetu espantable de los límites ordinarios que en aquella costa tiene y, embistiendo con las casas, acabó de asolar lo que quedaba y aún con mayor daño que el pasado, porque, al retraerse a su lugar, se llevó tras sí todos los bienes...”. 

También menciona Murúa a Arequipa y Camaná. En la primera ciudad “tembló la tierra con tanta furia y estruendo, que no quedó en aquella miserable ciudad edificio que no viniese abajo,...”. En cuanto a Camaná, dice que la mar “salió casi media legua, y arruinó infinitas heredades de viñas y olivares, sacándolas de raíz, llevándoselas a la mar”. 

Tras Murúa hay que fijarse en el relato de Bernabé Cobo, cronista al que ya mencionamos. Según este, aquel temblor fue el más grande acaecido en aquel reino, llegando incluso a Cuzco, donde agitó los edificios. Cobo que se encontraba en Lima, dice que allí se sintió con fuerza pero que no causó daños. En cuando a Arequipa, azotada por un terremoto y las cenizas de un volcán en 1600, dice que el terremoto también se sintió con mucha fuerza, que agitó montes y edificios y levantó una espesa polvareda. 

También dice Cobo que muchos pueblos de indios quedaron destruidos por toda la provincia, señalando que el de Pausa quedó totalmente arrasado. Igualmente narra como en muchas partes se abrió la tierra y brotaron manantiales, algunos de agua negra y hedionda. En la provincia de los Chichas dice Cobo que se derrumbó un pedazo de un cerro y sepultó parte de un pueblo. En el valle de Moquegua también se sintió con mucha fuerza el temblor, quedando arrasados varios pueblos, como Torata, Tumilaca y Carumas. 

Por último, habla Cobo de tres tsunamis que penetraron más de una legua y media en algunos puntos, llegando a aislar El Callao de Lima durante un tiempo. La primera de estas olas rodeó Pisco, en Camaná lo arrasó todo y la tierra quedó cubierta de peces, y en el puerto de Ilo la ola también penetró “casi media legua el valle arriba” y destrozó una fragata. 

Aunque sin duda, como hemos visto, la peor parte se la llevó Arica, ciudad que tuvo que ser reedificada en un lugar próximo. Un siglo después, el viajero francés Amédée-François Frézier recordaría en su diario como aquel tsunami destruyó Arica, cuyas ruinas aún eran visibles.

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