viernes, 7 de abril de 2023

COLOMBIA Y LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

Desde que a finales de 1864 se desencadenó la Guerra de la Triple Alianza varios países del continente se solidarizaron con Paraguay y se posicionaron contra Argentina, Brasil y Uruguay y contra el tratado firmado por las tres naciones. Este fue el caso de los Estados Unidos de Colombia que, guiados por sentimientos americanistas y pese a la distancia y a los pocos nexos que les unían con Paraguay, le mostraron su apoyo durante el conflicto. 

Una de las primeras noticias que tenemos sobre el apoyo colombiano a Paraguay es de finales de agosto de 1866. En esas fechas el Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriores de Colombia, José María Rojas, manifestó que el Tratado de la Triple Alianza entrañaba “una cuestión de gravísima trascendencia para la América”. 

Poco después, el 2 de septiembre, el mismo día que el presidente de Colombia, Tomás Cipriano de Mosquera, invitaba al presidente de Paraguay, Francisco Solano López, a un congreso americano, Rojas dirigió una nota de protesta a los gobiernos de la Triple Alianza. 

En primer lugar, se criticaba a los aliados por hacer la guerra al Paraguay al mismo tiempo que España amenazaba a las repúblicas del Pacífico. En segundo lugar, Rojas mostraba su desacuerdo con el Tratado de la Triple Alianza, el cual podría significar “la desmembración del Paraguay, ó el aniquilamiento de su soberanía é independencia” y advertía que Colombia no podría permanecer indiferente si tal acto se consumase. Y en tercer lugar, pese a que se reconocía el derecho de los aliados a hacer la guerra a Paraguay, el gobierno de Colombia se mostraba contrario a que esta guerra pudiera conllevar la destrucción de la soberanía e independencia de una nación americana. 

Más tarde, en mayo 1868, en el informe que João Silveira de Sousa, Ministro brasileño de Relaciones Exteriores, presentó a la Asamblea General Legislativa de su país podemos leer que las críticas colombianas eran injustas y se señalaba que ninguno de los aliados había respondido a aquella nota. 

Semanas antes de esto, siendo presidente Santos Acosta, el nuevo Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriores de Colombia, Carlos Martín, presentó en el congreso colombiano una memoria en la que se refería a Paraguay como “heroico país” y en la que se recordaba que aún no habían obtenido respuesta a su protesta de septiembre de 1866, aunque señalaba que el embajador brasileño le había manifestado varias veces su disposición a dar cualquier explicación sobre el Tratado de la Triple Alianza. 

Por último, terminaba Martín diciendo que “si la Providencia con su ayuda […] asiste á la heroica cuanto pequeña Nación que valientemente combate enclavada entre sus pertinaces enemigos, pronto cesará la necesidad de que las otras naciones americanas […] vuelvan eficazmente sus miradas y lleven su acción á las riberas del Plata”. 

Esta última frase, que encerraba una amenaza velada a los aliados, provocó las protestas brasileñas. Así, el 14 de abril, el enviado de Brasil en Colombia, Joaquím María Nascentes de Azambuja, remitió una nota al colombiano Santiago Pérez, Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriores del gobierno de Santos Gutiérrez, en la que señalaba que esas manifestaciones eran impropias de un país neutral. A esto respondieron las nuevas autoridades colombianas desvinculándose de las declaraciones de Martín y manifestando la vigencia de las buenas relaciones entre ambos países. 

A pesar de lo anterior, un año más tarde, el 31 de marzo de 1869, la Cámara de Representantes de Colombia emitió una declaración de simpatía hacia Paraguay que decía así: 

“La Cámara de Representantes de los Estados Unidos de Colombia admira el glorioso patriotismo, la inquebrantable constancia y el indómito valor con que la República del Paraguay defiende años ha su soberanía, su independencia y libertad, y con ellas la gran causa americana; y presenta por ello el testimonio de sus simpatías a dicha nobilísima República”. 

Esta declaración, como es natural, conllevó una nueva protesta brasileña, aunque el nuevo  Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriores colombiano, Antonio Pradilla, quiso quitarle importancia al asunto. 

Más tarde, en febrero de 1870, a pocas semanas del final de la guerra, se planteó en la Cámara de Representantes de Colombia la promulgación de una ley en la que se plasmara la admiración del pueblo colombiano por el Mariscal López y su lucha. Sin embargo, la promulgación de esta ley tuvo detractores y las discusiones fueron arduas. Estaban los que querían homenajear en la ley la lucha del pueblo paraguayo y de su presidente, pero había quienes querían excluir a López del texto por estar en desacuerdo con algunas de sus conductas. Al final se impuso esta opinión y el proyecto fue rechazado días más tarde por el Senado. 

Poco después, el 1 de marzo, López murió en el combate de Cerro Corá, acabando así la guerra. Tras conocerse la noticia en Colombia, se reactivó el proyecto rechazado en febrero. Así, a finales de junio, siendo presidente de Colombia Eustorgio Salgar, el congreso promulgó un “decreto en honor del pueblo paraguayo y de la memoria de su presidente, mariscal Francisco Solano López”. En este decreto se expresaba la admiración del congreso colombiano por la heroica resistencia del pueblo paraguayo contra los aliados y se lamentaba la muerte del mariscal López. 

De semanas más tarde es un texto del presidente Salgar y del nuevo Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriores colombiano, Felipe Zapata, en el que se ofrecía la nacionalidad colombiana a todo paraguayo que llegara a Colombia en el caso de que Paraguay dejara de existir a causa de la guerra. 

Estas muestras de solidaridad han quedado en la memoria paraguaya hasta el presente, tanto es así que en 2016 el Congreso de Paraguay emitió una declaración en reconocimiento del apoyo colombiano durante la Guerra de la Triple Alianza.

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