jueves, 23 de marzo de 2023

BARCOS ARGENTINOS HUNDIDOS POR ALEMANIA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Es poco conocido que durante la Primera Guerra Mundial, y en el marco de la guerra submarina sin restricciones, Alemania hundió varios barcos argentinos, lo que provocó serios conflictos entre ambos países. Ya en 1916 dos barcos argentinos, el Argos y el Curramalán desaparecieron y aunque se sospechó que Alemania pudiera estar detrás, nunca se pudo probar. Aún hubo que esperar hasta 1917 para que se produjera el primer ataque alemán a un buque argentino. 

El 4 de abril de ese año, al suroeste de Inglaterra, cerca de las islas Scilly, un submarino de la Marina Imperial Alemana, el UC 30, cañoneó sin previo aviso al mercante argentino Monte Protegido, pese a que su bandera era perfectamente visible. Luego, tras la rendición de la tripulación, los alemanes abordaron el barco. Después, según el testimonio del capitán noruego del Monte Protegido, los alemanes le interrogaron y le comunicaron que aquellas aguas habían sido declaradas cerradas a la navegación desde el 1 de febrero, cosa que él desconocía. 

Seguidamente los alemanes se hicieron con parte de las provisiones del barco, con sus instrumentos de navegación y con su documentación para, a continuación, echar a pique el navío con dos bombas explosivas, siendo sus tripulantes abandonados en un bote y rescatados por los británicos al día siguiente. 

Tras recibirse la noticia en Argentina se produjeron protestas antigermanas y el Gobierno de Hipólito Yrigoyen ordenó que los barcos alemanes que se encontraran en aguas argentinas fueran puestos bajo vigilancia. Luego, días después, el Gobierno envió una enérgica nota de protesta a Alemania demandando una satisfacción y pidiendo una ceremonia pública de reparación. 

Poco más tarde los alemanes, ya que el Monte Protegido desconocía la prohibición de navegar por aquellas aguas, ofrecieron excusas e indemnizaciones y aceptaron saludar a la bandera argentina en la primera oportunidad que tuvieran. A esto respondió el Gobierno argentino aceptando la satisfacción, retirando la vigilancia de los barcos alemanes,  ratificando los sentimientos amistosos entre ambos países y dando por zanjado el asunto, algo que fue criticado por una parte de la opinión pública. 

Pero poco duraron estas muestras de amistad. El 6 de junio el submarino alemán U-64 hundió el mercante argentino Oriana cerca del puerto francés de Tolón. Según los testigos, los alemanes primero cañonearon el velero, luego lo abordaron y finalmente lo hundieron con explosivos, siendo su tripulación rescatada por un navío francés. 

Cuando los argentinos aún estaban estudiando el hundimiento del Oriana, su marina mercante recibió otro golpe. El día 22 de ese mes, al oeste del Estrecho de Gibraltar, el submarino alemán U-39 hundió el vapor Toro, el cual se dirigía desde Buenos Aires a Génova. Los tripulantes consiguieron llegar a Gibraltar y Tánger y allí declararon que el submarino disparó varios cañonazos de advertencia, el Toro se detuvo y los alemanes les dieron unos minutos para embarcar en los botes salvavidas, tras lo cual, cañonearon la nave y esta se hundió. 

Días después el Gobierno argentino envió a Berlín una protesta exigiendo reparaciones y exigiendo seguridad para las naves argentinas. La respuesta alemana llegó a finales de julio. Según ellos el Toro llevaba mercancías consideradas como contrabando de guerra, lo que justificaba su hundimiento, aunque dejaban la puerta abierta a entregar una indemnización en el caso de que se demostrara que jurídicamente no llevaban razón. Por último,  expresaron el deseo de que las relaciones entre ambos países continuaran siendo amistosas. 

Poco más tarde el representante de Argentina en Berlín, Luis Molina, señaló que los alemanes le habían trasmitido que en adelante los buques argentinos serían respetados. En cuanto al Toro, el Gobierno argentino se mostró en desacuerdo con que buques neutrales pudieran ser atacados e insistía en las reparaciones y seguridades requeridas. Luego, a finales de agosto, el representante alemán en Buenos Aires, el conde Karl von Luxburg, comunicó al Gobierno argentino que finalmente Alemania aceptaba abonar una indemnización. 

Días después, el 10 de septiembre, los estadounidenses, deseosos de que Argentina abandonara su neutralidad, entregaron a sus autoridades unos telegramas cifrados interceptados a los alemanes y enviados desde la Legación sueca en Buenos Aires por el Conde Luxburg. En uno de ellos Luxburg pedía que no se atacaran las naves argentinas Orán y Guazú y si no era posible, que fueran hundidas sin dejar rastro. En otro de los telegramas, Luxburg se refería al ministro Honorio Pueyrredón como asno. Y en un tercero, volvía a indicar la posibilidad de hundir barcos argentinos sin dejar rastro. 

Esto, como es natural, provocó el enfado argentino contra Alemania, pero también, en menor medida, contra Suecia. Al día siguiente el Gobierno argentino expulsó a Luxburg del país. Con posterioridad Alemania y Suecia condenaron aquellos telegramas, pero eso no evitó que las Cámaras votaran romper relaciones con el Reich, aunque esto no se implementó. Luego, entre rumores de que Argentina declararía la guerra, se produjeron importantes manifestaciones antigermanas, sin embargo el asunto se calmó hasta enero de 1918. 

El día 26 de ese mes, pese a las seguridades alemanas de no volver a atacar a un buque argentino, el submarino U-67 torpedeó cerca de Tolón el mercante Ministro Yriondo. Sus tripulantes fueron rescatados por un destructor francés y aunque se trató de remolcar el navío argentino, este terminó por hundirse horas después. A pesar de ello, este hundimiento tuvo menos repercusión que los anteriores y la investigación se demoró varios meses al sospecharse de que realmente la responsable había sido una mina. 

Las siguientes noticias que tenemos sobre el hundimiento de los barcos argentinos las encontramos tras el final de la guerra. En junio de 1920 leemos en prensa que Alemania había pagado la indemnización por el hundimiento del Monte Protegido. Luego, a finales de septiembre de 1921, en el puerto de Kiel y a bordo del acorazado alemán Hannover, tuvo lugar una ceremonia de desagravio por los hundimientos del Monte Protegido y del Toro en la que se izó la bandera argentina, dándose así por zanjado el asunto.

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