Aunque el principal teatro de operaciones de la Primera Guerra Mundial fue Europa y América Latina se mantuvo en su mayor parte ajena al conflicto, es poco conocido un supuesto plan alemán para invadir Uruguay, lo que hubiera extendido la contienda hasta el Cono Sur.
Durante los primeros años de la guerra Uruguay se mantuvo neutral, sin embargo durante 1917 las relaciones con Alemania se fueron enrareciendo debido al hundimiento de varios barcos con bandera uruguaya por parte de submarinos germanos. A mediados de septiembre de ese año, ante las sospechas de que las tripulaciones de los barcos alemanes refugiados en el puerto de Montevideo pudieran hundirlos, tropas uruguayas abordaron las naves. Semanas más tarde, a principios de octubre, por su defensa de la democracia y por estar en contra del autocratismo alemán, el gobierno uruguayo rompió relaciones con Alemania.
En esa misma época se hizo tristemente célebre un personaje muy importante en esta historia, el conde Karl von Luxburg, embajador de Alemania en Argentina. El 10 de septiembre se conocieron unos telegramas de Luxburg en los que recomendaba que si eran hundidos barcos argentinos se hiciera sin dejar rastros. Esto provocó que el gobierno argentino decretara su expulsión del país.
Meses más tarde, el 10 de enero de 1918, Daniel Muñoz, el embajador de Uruguay en Argentina, envió un mensaje al ministro Relaciones Exteriores de su país, Baltasar Brum, comunicándole que le había llegado información importante para el gobierno argentino. Según esta información, Luxburg había comprado hacía algún tiempo material de guerra por valor de varios millones de pesos con el que se podría equipar a 15.000 hombres.
Proseguía Muñoz diciendo que este material era para los alemanes asentados en Brasil. Estos supuestos planes para armar a los colonos alemanes de Brasil los podríamos relacionar con dos hechos. Primero, la entrada a finales del pasado octubre de Brasil en la guerra tras el hundimiento de varios de sus barcos por submarinos alemanes. Y segundo, la publicación en la misma época de unos telegramas de Luxburg en los que se mencionaba un proyecto para la “reorganización del Sur de Brasil” y el empleo de una escuadra de submarinos para golpear a Brasil.
A continuación Muñoz señalaba que ante la imposibilidad de tener éxito en Brasil, parece que Luxburg o sus agentes estarían dispuestos a destinar ese material de guerra a armar una huelga revolucionaria o a ayudar a los elementos adversos al presidente argentino Hipólito Yrigoyen, en el caso de que este contrariara la política alemana. Por último, Muñoz indicaba a Brum que podría informar a los argentinos de esto, “asegurando que la información es de origen muy serio”.
Con el tiempo las sospechas sobre una supuesta conspiración alemana contra Brasil o Argentina se tornaron en sospechas sobre una invasión de Uruguay por parte de emigrados alemanes del sur de Brasil. Temeroso de esto el presidente uruguayo, Feliciano Viera, preguntó a su homólogo argentino sobre la actitud que tomaría en caso de una invasión alemana.
El mismo Viera, en un discurso en la Asamblea General de Uruguay el 15 de febrero, hizo publica esta consulta a Yrigoyen. Viera dijo que “con motivo de abrigarse muy serias sospechas de que el Gobierno Alemán patrocinaba una insurrección de los colonos alemanes a objeto de producir un levantamiento en las provincias del Sur del Brasil, insinuándose a la vez que se pretendía llevar a cabo una invasión por el Norte de nuestro territorio, el Gobierno Uruguayo al poner este hecho en conocimiento del Presidente Yrigoyen, pidió se expresara cuál sería la actitud del Gobierno Argentino en el caso de que el Uruguay se dirigiera a él en demanda de materiales bélicos para armar las milicias que movilizase”.
“El Presidente Yrigoyen hizo saber al representante de nuestro país en la Argentina que, en el caso de semejante atentado, el Gobierno Argentino pondría todo su concurso en defensa de la soberanía de la Nación Uruguaya, asumiendo las responsabilidades consiguientes”. Por su parte, Brum contaría años más tarde que la respuesta de Yrigoyen fue que accedería a vender armas a Uruguay y que además “su patria concurriría a rechazar el agravio con su sangre y sus riquezas”.
Como es natural, el Ejecutivo uruguayo agradeció a Yrigoyen esta respuesta. Poco después, el día 22, la Cámara de Representantes también agradeció al presidente argentino el apoyo a Uruguay en caso de una invasión alemana. Un mes más tarde, el 25 de marzo, Yrigoyen dio las gracias por estas muestras de afecto y señaló los sentimientos de fraternidad entre ambas naciones.
Finalmente no hubo ninguna invasión, sin embargo en marzo, cuando un sumergible alemán detuvo en alta mar a una misión militar uruguaya que se dirigía a Europa, a punto estuvo de estallar la guerra entre ambos países, aunque esa es otra historia.
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