viernes, 17 de febrero de 2023

La Batalla de las Lagunas de Epulafquen (1832): el final de los hermanos Pincheira

Durante su guerra de independencia y durante los primeros años del Chile independiente este país debió enfrentarse en el sur de su territorio a varias guerrillas. Uno de estos grupos fue el de los hermanos Pincheira, que no fueron vencidos hasta 1832 en las lagunas de Epulafquen, en la actual Argentina. 

Estas guerrillas, con famosos caudillos como Benavides, Picó o el cura Ferrebú, tuvieron su origen en las montoneras realistas que combatieron a los patriotas chilenos durante la Guerra a Muerte. Sin embargo, tras la imposibilidad de reconquista española, los guerrilleros realistas se fueron transformando en bandidos cuyo modo de vida era el robo de ganado y la toma de rehenes. 

Este fue el caso de los hermanos Pincheria: José Antonio, Santos, Pablo y Antonio. Durante casi 15 años estos hermanos formaron un grupo que pasó de unos pocos cientos a casi dos millares de hombres, en el que tenían cabida ladrones, desertores y antiguos realistas y que creció gracias a las alianzas con varios pueblos indígenas, sobre todo pehuenches. 

En ese tiempo los Pincheira asolaron el sur de Chile, así podemos encontrarlos en 1817 y 1819 atacando Chillán y en 1820 y 1822 San Carlos. En 1823, tras atacar Linares, Antonio murió en la huida y meses más tarde lo hacía otro de los hermanos, Santos. En 1824 los Pincheria devastaron varias zonas de las regiones de Ñuble y Maule, para luego refugiarse al este de los Andes. Meses más tarde, en noviembre de 1825, atacaron Parral y aniquilaron a un destacamento de dragones. 

Entre 1826 y 1828 los chilenos Barnachea, Borgoño y Bulnes, entre otros, dirigieron campañas a través de los Andes contra los Pincheira y otros caudillos que se encontraban en el territorio de Neuquén. Al mismo tiempo el gobierno intentaba acabar con ellos, primero ofreciendo un indulto a sus secuaces y luego a los propios Pincheira, pero aún así, el problema persistió. 

Más adelante, los Pincheira se vieron involucrados en luchas tribales en las pampas y en incursiones en provincias argentinas como la de Mendoza. El gobierno de este territorio firmó ese año un tratado con José Antonio en el cual le daban el grado de coronel y le entregaban el mando de las fuerzas del sur. Tiempo después, en 1830, los Pincheira estuvieron vinculados a la muerte del exgobernador mendocino Juan Corvalán. 

Luego, en 1831, los encontramos realizando una incursión a menos de 100 kilómetros al sureste de Santiago de Chile. Ese mismo año el general chileno Joaquín Prieto consiguió atraerse a varios de los hombres de los Pincheira e intentó negociar con José Antonio, pero sin éxito. Tras el ascenso de Prieto a la presidencia, su sobrino, Manuel Bulnes, continuó sus gestiones mientras reunía una división en Chillán. A continuación, en diciembre de 1831, Bulnes obtuvo información sobre los Pincheira gracias a la traición de algunos de los capitanes de estos. 

Ya en enero de 1832 Bulnes escribió que había conseguido engañar a los hermanos para atraerlos a un punto cercano al territorio chileno. Por fin el día 10 de ese mes la división de Bulnes, compuesta por casi 1.000 hombres, incluidos algunos milicianos e indios auxiliares, partió de Chillán hacia el este. El 13, una avanzadilla chilena capturó al más fiero de los hermanos Pincheira, Pablo, y a algunos de sus hombres en Roble Huacho, siendo luego ejecutados. 

De inmediato las fuerzas de Bulnes continuaron su marcha a toda prisa a través de las montañas y la madrugada del día 14 llegaron a las cercanías del campamento de José Antonio Pincheira, en un lugar llamado Coyamuelo, en la Lagunas de Epulafquen o Palanquín, donde había unos 350 hombres entre montoneros y lanceros pehuenches. 

Antes del amanecer los chilenos capturaron a una avanzadilla enemiga, aunque dos hombres consiguieron llegar al campamento y dar la voz de alarma. En ese momento, según cuenta el historiador Diego Barros, infiltrados de Bulnes soltaron a los caballos para imposibilitar la huida, consiguiendo solo los pehuenches subir a sus monturas. 

En medio de aquel desorden, los chilenos, divididos en tres columnas cargaron “con un ímpetu irresistible arrollando a los desordenados pelotones que encontraban a su paso”. En esas circunstancias muchos de los hombres de Pincheira se rindieron, mientras que él, apartado del tumulto y ante la incapacidad de organizar una defensa efectiva, reunió 50 hombres y huyó. Al mismo tiempo, la caballería chilena persiguió a los pehuenches, a los cuales masacraron, entre ellos a los caciques Neculman y Coleto. 

Otro grupo de montoneros se refugió en una montaña y para evitar ser alcanzados por los chilenos les lanzaban rocas por las laderas, aunque poco después, rodeados, no tuvieron más remedio que rendirse. Al acabar el día, las tropas de Bulnes no habían tenido ninguna baja. Por su parte Pincheira había perdido muchos hombres y otros tantos habían sido capturados o se habían pasado a los chilenos, los cuales se hicieron con los caballos, el ganado, las armas y las cautivas que encontraron en el campamento enemigo. 

A continuación, Bulnes, conocedor del peligro de dejar libre a Pincheira, envió hacia el norte un destacamento en su búsqueda, pero tras varios días de infructuosa persecución, tuvieron que regresar. Luego Bulnes envió otro destacamento que, con ayuda de antiguos montoneros e indios amigos, debía buscar a Pincheira en la frontera de Mendoza. Mientras, él partió hacia el sur en una campaña contra algunos pehuenches aún hostiles, tras lo cual regresó a Chile. 

Tiempo después, a Pincheira, ya en Mendoza, le habían llegado proposiciones de Bulnes para rendirse a cambio del perdón, y aunque no aceptó de momento, si lo hicieron algunos de sus hombres presa del desaliento. A continuación, en febrero, Pincheira, envió a un mensajero a Curicó para negociar las condiciones de su rendición, sin embargo, acosado por las tropas enviadas por Bulnes en su persecución, decidió entregarse. Finalmente, Pincheira llegó a Chillán el 11 de marzo y en virtud de lo negociado, se le perdonó y se le permitió residir en los alrededores de San Fabián de Alico durante el resto de su vida.

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