jueves, 27 de octubre de 2022

1941, Colombia rompe relaciones diplomáticas con Japón



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LOS BARCOS COLOMBIANOS HUNDIDOS POR ALEMANIA (1942-1943)

Aunque pudiera pensarse que Colombia estuvo alejada de los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que sus aguas fueron escenario de varios ataques de submarinos alemanes. 

En septiembre de 1939 Colombia se declaró neutral, pero eso no impidió que la guerra llegará hasta allí. En 1942 los alemanes decidieron extender la guerra submarina hasta el Caribe y así Colombia se vio inmersa en la Segunda Guerra Mundial. 

El 23 de junio de ese año, al este de la isla de Providencia, el submarino alemán U-172 se presentó junto a la goleta colombiana Resolute y comenzó a ametrallar la pequeña nave, muriendo en el ataque seis tripulantes, incluido un niño. A continuación, el submarino cañoneó la Resolute, hundiendo la nave, y ametralló el bote salvavidas, aunque seis tripulantes consiguieron, no sin heridas, sobrevivir. Luego, ante la presencia de un avión norteamericano, los alemanes huyeron. 

Conocido este ataque en Colombia en seguida se produjeron manifestaciones populares. Por su parte, el gobierno de Eduardo Santos tomó represalias contras los ciudadanos del Eje residentes en Colombia. Aunque el país ya había comenzado a deportar a ciudadanos alemanes, italianos y japoneses desde principios de año, a partir del ataque de la Resolute, estas medidas se endurecieron. Se congelaron los fondos de nacionales del Eje y se les impidió residir en los departamentos costeros o en puertos del Magdalena. 

A continuación, Colombia presentó una protesta y exigió al Reich “satisfacciones morales y materiales”. Esta protesta se realizó a través de Suiza, país encargado de los intereses colombianos ante Alemania, ya que Colombia había roto relaciones con el régimen nazi el 18 de diciembre de 1941. 

Semanas más tarde, el 22 de julio, al sureste de la isla de San Andrés el submarino alemán U-505 cañoneó y hundió la goleta colombiana Roamar causando al menos 22 muertos. Días después, pescadores de las islas afirmaron haber presenciado el ataque y haber encontrado restos de la nave. 

El siguiente ataque alemán que sufrió Colombia no fue a un barco de ese país, sino a un mercante panameño con varios colombianos entre sus tripulantes. El 13 de noviembre de 1943 el mercante panameño Pompoon fue torpedeado cerca de Barranquilla por el submarino U-516, muriendo casi todos los tripulantes, incluidos cuatro colombianos. 

Días más tarde, el 18, el mismo submarino cañoneó y hundió la goleta colombiana Ruby entre Cartagena y San Andrés, dejando varios muertos y heridos, los cuales pasaron treintaiséis horas a la deriva, hasta que fueron rescatados y llevados al puerto panameño de Colón. 

Como consecuencia de estos últimos ataques Colombia declaró el estado de beligerancia el 27 de noviembre. De inmediato se ordenó el reclutamiento de tropas y el patrullaje de las costas. Semanas más tarde se decretaría el internamiento de ciudadanos alemanes. 

Además de estas agresiones con víctimas colombianas, al menos una docena de mercantes y petroleros de varias nacionalidades fueron atacados en aguas colombianas, como el barco holandés Flora y el yugoslavo Ante Matkovic, hundidos cerca de Riohacha. 

Pero no solo barcos aliados y neutrales fueron atacados en aguas colombianas. También lo fueron tres submarinos alemanes, dos fueron atacados por la aviación norteamericana en 1942 y otro por la armada colombiana en 1944, pero esa es otra historia.

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viernes, 21 de octubre de 2022

Causa criminal seguida a Jorge de Candía por herir a un indio (Asunción, 1546).











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LOS CONQUISTADORES GRIEGOS DE PARAGUAY

Aunque la exploración, conquista y colonización de Paraguay fue llevada a cabo principalmente por españoles, junto a ellos aparecen otras nacionalidades, como portugueses, flamencos o alemanes, sin embargo, llama la atención una pequeña minoría, la de los griegos, cuya presencia en las Indias es poco conocida. 

Los primeros griegos que fueron a Paraguay partieron en 1526 en la expedición del veneciano Sebastián Caboto. Originalmente eran cuatro, pero solo dos parece que llegaron a al río Paraguay en 1528, Juan Griego, marinero, y Juan Cazagurri, un carpintero y maestre natural de Corón. 

Los siguientes griegos de los que tenemos noticias llegaron en 1541 a Sudamérica con el Adelantado, y luego Gobernador, Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Estos griegos, naturales de Creta, fueron Miguel de Candía, maestre de navíos, y Estamate de Candía, siendo este quizás el marinero Estefano de Rodas que declaró haber estado con Cabeza de Vaca en Asunción en 1542 y en el Puerto de los Reyes en 1543. 

Poco después, en 1544, una sublevación consiguió la destitución de Cabeza de Vaca y su sustitución por Domingo Martínez de Irala. Entre los que apoyaron al primero se encontraban Tomás de Syo, Jorge de Candía y Estamate. Tiempo después Cabeza de Vaca sería enviado a España en una nave en la que había dos griegos, el mencionado Estamate y el maestre Nicolás de Rodas, presente en Paraguay al menos desde 1542. 

En esos y en los siguientes años encontramos los nombres de estos y otros griegos en documentos conservados en el Archivo Nacional de Asunción. Por ejemplo, en un documento mercantil vemos al anteriormente mencionado Tomás de Syo y a Polo Griego, natural de Candía. De este último incluso se conserva su testamento, fechado en 1552. En otro documento, una causa criminal por herir a un indio, vemos al carpintero Jorge de Candía. También aparecen en el Archivo Nacional de Asunción Juan de Rodas y Nicolás de Rodas, maestre de una nao. 

De años más tarde, de 1556, es una lista de gente llegada al Río de la Plata y Paraguay desde Europa y en ella podemos leer los nombres de Juan de Rodas, Jorge de Candía, Estamate Griego, Cornara Griego y Miguelín Griego. 

Luego, tras los primeros años de la historia del Paraguay español, podemos encontrar otros Candía y Rodas, quizás descendientes de los primeros griegos llegados a territorio paraguayo. Así, entorno al año 1600 encontramos a Juan de Rodas, escribano del Cabildo de Asunción. Más adelante, a mediados del siglo XVII vemos a Gonzalo y a Blas de Rodas como propietarios de la encomienda de Terecañé. 

Más tarde, durante la Revolución de los Comuneros de 1721, encontramos que Pedro de Candía y los hermanos Ventura, Francisco, Plácido y Jacinto de Rodas fueron castigados por sediciosos por Bruno de Zabala, gobernador del Río de la Plata. Después, en 1754, vemos a varios miembros de la familia Rodas como poseedores de encomiendas de indios. En esas mismas fechas un griego natural de la isla de Zante, Manuel Querini, se convirtió en el Provincial de la Provincia jesuítica del Paraguay. 

Por último, ya en el siglo XIX seguimos encontrando los apellidos Candía y Rodas en documentos paraguayos, reflejando así cuan lejos llegó la descendencia de los conquistadores griegos de Paraguay.

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sábado, 15 de octubre de 2022

Manuel, un griego en la conquista de México.

 


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LOS CONQUISTADORES GRIEGOS DE AMÉRICA

Aunque la exploración, conquista y colonización de América fue llevada a cabo principalmente por españoles, junto a ellos aparecen otras nacionalidades, como portugueses o alemanes, no obstante, es la presencia de otra minoría, la de los griegos, la que llama la atención por ser poco conocida. 

Los primeros griegos que llegaron a las Indias lo hicieron muy pronto, ya en el segundo viaje de Cristóbal Colón, en 1493. Fueron Lucas de Grecia y los hermanos Juan y Pedro Griego, los cuales participaron en la exploración del Caribe. Juan, y tal vez su hermano, regresarían a América en 1498 con Colón en su tercer viaje. 

Años más tarde, en 1519, en la expedición de Fernando de Magallanes también podemos encontrar griegos. Este viaje, que dio la vuelta al mundo pasó por las costas sudamericanas antes de adentrarse en aguas del Pacífico, contó con la presencia de nueve griegos. Entre ellos podemos destacar a los contramaestres Miguel de Rodas y Francisco Albo, el cual  dejó escrito un derrotero del viaje. 

Casi al mismo tiempo Hernán Cortés emprendía su expedición a Mesoamérica. Por algunos documentos sabemos que al menos dos griegos, Pedro y Antón de Rodas formaban parte de la hueste de Cortés. Poco después, entre las tropas que Pánfilo de Narvaez dirigía contra Cortés, podemos encontrar al cretense Nicolás de Rodas, el cual luego participó en la toma de Tenochtitlan. 

En los años posteriores encontramos a otros griegos en Nueva España, como a Juan Griego, que participó en la conquista de Honduras, a Andrés de Rodas, que sirvió con Pedro de Alvarado en México y Guatemala, a Manuel Griego, que ostentó varios cargos, o a Agustín de Rodas, que fue intérprete. 

Mientras esto pasaba en Nueva España los griegos siguieron llegando a otros territorios de las Indias. Así, 1525 podemos encontrar al menos a diez en la expedición de García Jofre de Loaísa bordeando las costas sudamericanas de camino hacia las Molucas. Poco después, en 1526, partió el veneciano Sebastián Caboto al mando de una expedición hacia Río de la Plata. Entre sus hombres había cuatro griegos, aunque solo dos, Juan Griego y Juan Cazagurri, llegaron al Río de la Plata y participaron en la exploración de los ríos Paraná y Paraguay. 

Al mismo tiempo que esto pasaba en el Río de la Plata, en 1528, llegaba a Florida la expedición de Pánfilo de Narváez y Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Con ellos podemos encontrar al griego Teodoro, el cual es mencionado por varios cronistas de Indias. 

Tiempo después, en 1534, vemos en el extremo opuesto del continente a dos griegos, Marcos de Candía y Nicolás Griego, participando en la expedición de Simón de Alcazaba a la Patagonia. 

Por la misma época, en la conquista de Perú, encontramos a varios griegos, destacando el capitán Pedro de Candía, sin duda, el conquistador griego más famoso de América, donde se destacaría como artillero. Natural de la Candía veneciana, es decir, de Creta, llegó a Tierra Firme en 1526 y luego se unió a Francisco Pizarro en su expedición hacia el sur, siendo uno de los “Trece de la Fama”. En 1528 lo encontramos en Tumbes, donde fue hecho regidor, y en 1529, en España, la reina Isabel lo nombró hidalgo por sus servicios. 

En 1531 Pedro de Candía participó con sus cañones en la captura de Atahualpa en Cajamarca y posteriormente en la toma y refundación de Cuzco, donde se avecindó, fue alcalde ordinario y donde sabemos que poseyó esclavos indios. En 1536 tomó parte en la guerra contra Manco Inca. En 1537, durante las guerras civiles del Perú, participó en la batalla de las Salinas. Un año después encabezó una expedición al País de Ambaya, en los Andes orientales, y en los años siguientes lo encontramos en Larecaja y Tarija, en la moderna Bolivia. Por último, en 1542, participó en las batalla de Chupas, entre realistas y almagristas, donde perdió la vida a manos de Diego de Almagro el Mozo al creer que le traicionaba. 

Los siguientes griegos de los que tenemos noticias llegaron en 1541 a Sudamérica con Cabeza de Vaca. Estos griegos, naturales de Creta, fueron Miguel de Candía, maestre de navíos, y Estamate de Candía, siendo este quizás el marinero Estefano de Rodas que declaró haber estado con Cabeza de Vaca en Asunción en 1542 y en el Puerto de los Reyes en 1543. 

A continuación, tras los primeros años de la conquista seguimos encontrando griegos o descendientes de griegos en las Indias. En Chile aparecen, entre otros, Juan Griego y Juan Martín de Candía, uno de los fundadores de La Imperial. En Colombia encontramos al gobernador de Antioquia Gaspar de Rodas, nacido en España pero griego a juzgar por su apellido. En la Real Audiencia de Charcas, la Bolivia actual, podemos ver a varios Rodas y Candías en la ciudad de La Plata, entre los que destaca el capitán Melchor de Rodas, corregidor de Santiago de Tomina, que guerreó contra los chiriguanos. Por último podemos mencionar al supuesto Juan de Fuca, el cual habría explorado el noroeste de América.

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jueves, 6 de octubre de 2022

Real Cédula para que no se reputen por esclavos los indios que no sean caribes, 7 de febrero de 1756.

 



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LA ESCLAVITUD INDÍGENA EN LA AMÉRICA ESPAÑOLA

Es común que se diga que en la América española la esclavitud indígena apenas existió y que fue prohibida definitivamente muy pronto, pero esto no es del todo cierto. 

Al principio no hubo problema en esclavizar a los indígenas, pero ya en 1495 los reyes suspendieron la venta de esclavos indios hasta que los letrados y teólogos se pronunciaran sobre la conveniencia de ello. En 1500 se dispuso que fueran liberados y devueltos a América los indios llevados a Castilla por Colón. 

Sin embargo, a partir de 1503 la actitud con respecto a los esclavos indios cambió. En ese año se permitió llevar indios a Castilla siempre y cuando ellos quisieran; en 1508 se autorizó a trasladar isleños de las Lucayas a La Española; en 1511 varias Reales Provisiones permitieron cautivar a los indios caribes, aunque ese mismo año se había prohibido, salvo licencia, llevar indios desde La Española a Castilla. En 1512 una Real Cédula dirigida a Diego Colón prohibió lo mismo. Pero como esto no se cumplía, fue necesario que en 1528 una ley de Carlos V prohibiera llevar indios a los reinos peninsulares, aunque nunca se puso en práctica. 

En 1530 se prohibió cautivar a los indios, pero a partir de 1532 esta orden fue revocada en algunos territorios. Poco después, en 1534, ante la hostilidad que manifestaban los indios, se permitió, con algunas excepciones, esclavizarlos de nuevo. En 1536 se volvió a hacer hincapié en la prohibición de llevar indios a Castilla, aunque en esa época la reina Isabel dio licencias para que los españoles pudieran viajar a la península con sus esclavos indios. Por fin, en 1542, las Leyes Nuevas prohibieron la esclavitud de los indios y se ordenó que fueran liberados los que habían sido esclavizados contrariando las instrucciones anteriores. 

Aún así, en 1548 hubo que ordenar que se liberaran todos los esclavos hechos por Hernán Cortés en México. En 1552 aún existía la trata de esclavos indios con Castilla y Carlos V tuvo que ordenar que se les devolviera a América. En 1556, ante el incumplimiento de las Leyes Nuevas, hubo que ratificar la prohibición de esclavizar a los indios. Sin embargo, durante toda la historia de la América española existieron excepciones. 

Dejando a un lado la esclavitud encubierta del sistema de encomiendas, una de las primeras excepciones que se hicieron con respecto a esclavizar indígenas americanos fue con los indios caribes. Así en 1514 y 1515 se dio permiso a Juan Ponce de León para hacer la guerra contra los caribes y esclavizarlos. Otros permisos parecidos se concedieron en los años sucesivos. Por ejemplo, en la Real Provisión de 1558, con el pretexto de que los caribes eran caníbales, podemos leer: “...se permite que a los indios caribes que se cautivaren en la dicha guerra y fueren presentados ante la audiencia y a ella le constare que se cautivaron en ella y siendo adjudicados por ella los puedan tener por esclavos;...”.

Pero la esclavitud de los indios caribes no fue exclusiva del siglo XVI, todavía a mediados del XVIII, en 1756, una Real Cédula recordaba que ningún indio de América puede sufrir esclavitud, salvo los caribes. Y si tenemos en cuenta noticias posteriores, esta disposición debió estar vigente hasta el final del dominio español de América, así, por ejemplo, en el Mercurio histórico y político de febrero de 1781 se informa que en Nicaragua se han capturado cerca 60 caribes. 

Un caso parecido al de los caribes fue el de los araucanos de Chile. Según cuenta el cronista Diego de Rosales, ya hacia 1571, durante la Guerra de Arauco “los españoles les hacían algunas correrías, cautivándoles los hijos y las mujeres, vendiéndolas por esclavas, sin haber aun una orden de Su Majestad para hacerlo, y aunque las justicias lo veían, lo disimulaban, siendo contra cédulas del Emperador Carlos Quinto y contra bulas de Su Santidad, que lo tenían prohibido y mandado que no hubiese esclavitud ninguna en las Indias”. 

Pero no fue hasta años más tarde, en 1607, cuando el Consejo de Indias, ante el recrudecimiento de la guerra, vio “muy necesario el dar por esclavos a estos indios rebeldes que fuesen tomados en la guerra,...”. Para ello se daban varías razones a favor, entre ellas “que los soldados que tantos trabajos han padecido y padecen en esta guerra por la cual huyen de ella, se animarán y servirán en ella, con el premio de los esclavos, y acudirán otros de fuera del Reino de buena gana a la guerra”. 

A esta petición respondió Felipe III “que se pueden y deben dar por esclavos los indios que se cautivasen en la guerra de Chile. En lo que más se puede fundar en dar a éstos por esclavos es en haber ellos negado la obediencia dada a la iglesia, como aquí se dice y así se ordene, que entretanto que durare su pertinacia de negar la obediencia a la iglesia sean dados por esclavos”.

Así, en 1608, mediante una Real Cédula, el rey legalizó la esclavitud de los araucanos mayores de diez años y medio, en el caso de los hombres, y de nueve años y medio, en el caso de las mujeres, siendo los menores de estas edades entregados a personas a las que sirvan hasta la edad de veinte años. Esto se mantuvo así durante decenios, hasta que la reina y regente Mariana de Austria, mediante la Real Cédula de 1674, ordenó que no se esclavizaran a los indios. Sin embargo, aún hubo que esperar varios años para que esta orden se hiciera efectiva. 

Como caso contrario al de caribes y araucanos podemos citar el de los chichimecas de México, los cuales eran esclavizados pese a las prohibiciones de las autoridades. Ya en 1580 fray Jerónimo de Mendieta escribió al virrey Martín Enríquez y le informaba sobre los esclavos chichimecos. Durante los siguientes años las autoridades prohibieron su esclavitud. Así, el marqués de Villamanrique en 1586 y el marqués de Mancera en 1673, virreyes de Nueva España, prohibieron que los chichimecas fueran hechos esclavos. Esta última orden, basada en una Real Cédula del año anterior, decía así: “[prohíbo] que se hagan esclavos los indios chichimecas que fueren prisioneros en la guerra del Nuevo Reyno de León,...”. 

Meses antes de la mencionada Cédula, el fiscal Fernando de Haro escribió al rey que "en estas provincias es muy frecuente el venderlos y tenerlos por esclavos, especialmente a los indios chichimecos, sinaloas, y los del Nuevo México y del Nuevo Reino de León”. Incluso en la misma carta Haro alertaba de la presencia de esclavos chinos en aquel territorio. 

Pero los caribes, araucanos y chichimecas no fueron los únicos pueblos que se esclavizaron. En 1674, se ordenó a José de Garro, Gobernador de Tucumán, que los indios de aquel territorio no se esclavizaran. También hay noticias sobre esclavos navajos, apaches y comanches en el norte de México en los siglos XVII y XVIII. Asimismo se sabe de esclavos apaches y chichimecos llevados a Cuba a finales del siglo XVIII y principios del XIX, así como de esclavos mayas llevados a la misma isla a mediados de esa centuria. 

Con estos ejemplos queda claro que pese a las leyes que prohibieron la esclavitud indígena en América hubo muchas excepciones por las cuales se permitió esclavizar indios, y que la esclavitud, legal o ilegal, existió durante toda la historia de la América española.

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