En 1825, cuando la antigua América española ya se había independizado, España aún conservaba algunos territorios y uno de ellos despertó un especial interés en Simón Bolívar. Estamos hablando del Archipiélago de Chiloé, y más concretamente de la isla Grande de Chiloé.
Ya en noviembre de 1823 el General venezolano Tomás de Heres escribía a Bolívar para comunicarle sus gestiones para conseguir que el Gobierno de Chile bloqueara Chiloé, “porque mientras los enemigos cuenten con aquella madriguera, estaremos experimentando males”. En enero de 1824 Heres volvió a escribir a Bolívar sobre la importancia de arrebatar Chiloé a los españoles y hablaba sobre una expedición a la isla.
En marzo las fuerzas de Ramón Freire, Director Supremo de Chile, desembarcaron en Chiloé, pero fueron derrotadas por las tropas del Gobernador español Antonio de Quintanilla. Es en estos momentos cuando Bolívar, recién nombrado Suprema Autoridad de Perú, se inmiscuye en el destino de Chiloé. El Libertador quería acabar con los últimos reductos españoles en América y en especial con Chiloé, llave del Pacífico. Bolívar se debatía entre la conquista chilena de Chiloé, o la conquista peruana, ya que ese territorio pertenecía administrativamente desde hacía décadas al Virreinato del Perú.
El interés de Bolívar por expulsar a los españoles de Chiloé ya queda de manifiesto en diciembre de 1824. En esas fechas Antonio José de Sucre había conseguido en la Capitulación de Ayacucho que el realista José Canterac se comprometiera a que ningún buque de guerra español fondeara en Chiloé, sin embargo, como Sucre comunicaría poco después a Bolívar, no logró que los españoles entregaran la isla.
Más tarde, a finales de mayo de 1825 Bolívar escribió a Gregorio Funes, su representante en las Provincias Unidas del Río de la Plata, para decirle “que si Chile no ocupa inmediatamente Chiloé, los españoles entregarían aquella isla a alguna potencia de Europa”, y le requería a Funes que pidiera al Gobierno de Buenos Aires que instara al de Chile para actuar sobre Chiloé, y terminaba diciendo que “yo tomaría a Chiloé; pero no lo hago por no excitar celo entre los chilenos que temen mi influencia en sus negocios domésticos”.
Poco después Bolívar se dirigió a Hipólito Unanue, Presidente del Consejo de Gobierno del Perú, para decirle que había que inducir a Chile a tomar Chiloé antes de que la isla fuera entregada a un país extranjero, pero que si no estaban en condiciones de hacerlo, lo haría el Perú, ya “que el Perú tiene derecho a Chiloé más que Chile”. Por último, Bolívar exhortaba a Unanue a que escribiera a Quintanilla para ofrecerle una rendición honrosa.
El 3 de julio, a través de José de Morales, Ministro de Relaciones Exteriores de Perú, Bolívar, ante el peligro de la presencia española en Chiloé, ofreció a Chile tropas y buques para tomar aquel territorio. A mediados de julio José Ignacio Zenteno, Gobernador de Valparaíso, escribió al Ministro de Relaciones Exteriores de Chile para decirle que había recibido informaciones de que Bolívar mandaría una expedición a Chiloé en tres meses.
A esta expedición alude Bolívar a finales de julio en una misiva a Unanue, en la que le dice que había mandado “suspender una expedición que había pensado hacer de colombianos y peruanos sobre Chiloé”, pues no deseaba que los peruanos y chilenos dijeran que los quería oprimir. Por último, Bolívar pedía a Unanue que fuera el Congreso de Panamá del siguiente año el que decidiera si había que expedicionar o no sobre Chiloé.
El día 20 de agosto Heres escribió a Bolívar para informarle que tenía noticias sobre los tratos de Quintanilla para entregar Chiloé al Capitán inglés Maling. Días más tarde Bolívar ya había vuelto a su idea sobre atacar Chiloé. Así, el 1 de septiembre el Libertador escribió a Francisco de Paula Santander, Vicepresidente de Colombia, para decirle que temía “que la España, por maldad o envidia, venda esta isla a la Inglaterra o a la Francia y nos cierre las puertas del Pacífico en cualesquier evento de guerra”, por lo que si Chile no tomaba Chiloé próximamente, serían ellos los que, una vez rendido el Callao, atacarían aquella isla con los buques y las tropas que sitiaban la plaza peruana. Poco después, Bolívar escribió lo mismo a Unanue y le pedía que se comunicara con Quintanilla para ofrecerle que, con ventajas, se rindiera a Perú.
El mismo día, Felipe Santiago Estenós, Secretario General de Bolívar, escribió al Ministro de Relaciones Exteriores de Perú sobre las intenciones de Quitanilla, sin contacto con España desde Ayacucho, de resistir, aunque según algunas informaciones, la población de Chiloé vería con buenos ojos someterse a la República del Perú. Asimismo Estenós decía que una vez rendido El Callao, el Gobierno peruano debería enviar una misión a Chiloé para invitar a Quintanilla a unir la isla al Perú y amenazarlo con la fuerza en caso necesario. Y si la misión no tuviera éxito habría que enviar una expedición a Chiloé para evitar que España vendiera o entregara la isla a otra nación. Además, añadía que aunque Chile reclamara aquel territorio, los derechos de Perú eran incontestables.
Mientras tanto, los chilenos pedían al Gobierno de Perú que, en lugar de las fuerzas terrestres y marítimas ofrecidas el 3 de julio, se le entregaran 300.000 pesos para sufragar la expedición a Chiloé. Asimismo, se notificaba que Freire había hecho abandonar al Vicealmirante Manuel Blanco el bloqueo del Callao para participar en la expedición a Chiloé que se estaba preparando.
A finales de mes Bolívar escribió a Santander para decirle que “el archipiélago de Chiloé está pendiente de la causa del Callao para entregarse al primero que lo quiera tomar”. Poco después, Unanue escribía sobre la idea de anexar Chiloé a Perú y sobre la conveniencia de tratar con Quintanilla, aunque en cartas posteriores se ve poca fe en que el español entre en razón.
El 13 de octubre Bolívar escribió al General Bartolomé Salom, militar encargado de sitiar El Callao, para informarle que el español José Ramón Rodil, defensor de la plaza, recibía víveres desde Chiloé y que debía instar “al Consejo de Gobierno para que escribiera a Chile, diciendo: que mientras Chiloé este por los Españoles, también lo estará El Callao”.
El día 16 Bolívar escribía a Blanco para insistirle sobre la importancia de la toma de Chiloé pues temía que Quintanilla entregara la isla a alguna nación extranjera y le exhortaba a que “agitara este negocio con su gobierno”. Poco después, el 21, Bolívar escribió a Santander para decirle, entre otras cosas, que estaba “resuelto a mandar el año que viene una expedición [a Chiloé] si los chilenos no lo toman antes”.
El 2 de noviembre Heres comunicó a Bolívar sus gestiones para enviar a Chiloé a dos oficiales para negociar con Quintanilla. El día 5 Joaquín Campino, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, escribió a su homólogo peruano para transmitirle su decepción por no haber recibido ayuda económica peruana para atacar Chiloé y esperaba que Bolívar por fin se decidiera a otorgarla.
Finalmente, quizás en parte para alejar a Bolívar de Chiloé, la flota chilena emprendió la definitiva expedición contra Quintanilla, que acabó, tras algunos enfrentamientos, con la rendición de los españoles a mediados de enero de 1826.
En esas fechas, Bolívar, que aún no conocía la victoria chilena, escribió a Sucre para decirle que dudaba del éxito de Freire, pues Chiloé estaba bien defendido y finalmente los chilenos les pedirían “tropas contra Chiloé y aun contra Freire mismo”. Poco después, los chilenos informaban a los peruanos de su triunfo sobre Quintanilla, noticia que no llegaría a Bolívar hasta semanas más tarde.
Lo último que sabemos sobre Chiloé y Bolívar es que a mediados de año se produjo una sublevación en la isla en favor de Bernardo O'Higgins y con el supuesto apoyo del Libertador, aunque no tenemos certezas sobre esto último.
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