domingo, 26 de noviembre de 2023
Noticia sobre el corsario El Chileno en la Gazeta de Buenos Ayres (17-6-1818, nº 75, p. 217)
EL CORSARIO EL CHILENO (1817-1819)
Durante los primeros años de vida de la República de Chile, en la época de la Patria Nueva, el peligro español aún estaba presente, por lo que los chilenos, como otras naciones, armaron corsarios para luchar contra su antigua metrópoli. Uno de estos corsarios fue El Chileno, que en dos expediciones consiguió asestar varios golpes a los realistas.
El Chileno, un bergantín o bergantín-goleta construido al parecer en los Estados Unidos, había estado destinado al comercio con el nombre Adeline hasta que fue adquirido en 1817 por el comerciante chileno Felipe Santiago del Solar, el cual le cambió el nombre y solicitó una patente de corso para así poder actuar contra los españoles y, según él, “quemar, destruir, o apresar todos los buques enemigos que se encuentren durante la guerra,...”.
Tras serle concedida la patente el 20 de noviembre por la Junta Suprema Delegada, a El Chileno se le dotó de 12 piezas de artillería y de una tripulación de 90 hombres, capitaneados por Enrique Santiago o Enrique James, quizás un inglés o estadounidense. A continuación, hacia finales de año, el navío zarpó de Valparaíso y llegó a aguas peruanas a comienzos del siguiente año.
Ya el 7 de enero de 1818 el corsario chileno capturó al bergantín Zaeta a la altura de Arica, del cual tomó su cargamento de cacao, arroz y legumbres, para a continuación incendiarlo. Una semana más tarde a la altura de El Callao, El Chileno capturó al buque San Francisco de Paula, aunque no tenemos más noticias al respecto.
El virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, enterado de esto, envió dos navíos de guerra en su búsqueda, el bergantín Justiniano y la fragata Palafox. Debió ser esta última embarcación la que se enfrentó a El Chileno cerca de El Callao a finales de enero, haciendo huir, según algún testimonio, los corsarios a los realistas. A este mismo combate quizás se refiera una noticia recogida en una gaceta española, según la cual, la Palafox se enfrentó a un bergantín-goleta corsario cerca de Pisco y le hizo huir.
Poco después, El Chileno se presentó en el fondeadero de Huanchaco, al norte de Perú, donde capturó e incendió los bergantines Litre y Vigilante, que estaban cargados de trigo y arroz. Luego, días después, capturó al bergantín Mercedes en Paita, el cual fue enviado a Valparaíso con su cargamento de cacao y tabaco.
A continuación, El Chileno se dirigió al Golfo de Guayaquil, en el moderno Ecuador, donde el 6 de febrero abordó y capturó al navío San Ignacio, también conocido como El Diamante. Según publicaría meses después la Gazeta Ministerial de Chile, el San Ignacio, que se dirigía al puerto salvadoreño de Sonsonate, transportaba una gran cantidad de cacao.
Tras esto, el 11 de febrero, El Chileno avistó y persiguió a un convoy escoltado por la fragata española Tagle, a la cual alcanzó y con quien sostuvo un breve intercambio de disparos, haciéndola huir según un testimonio de la época, aunque según una gaceta española, fue la Tagle la que hizo huir al corsario.
Luego, El Chileno y el San Ignacio fueron a las islas Galápagos para hacer aguada. Tras unos días en aquellas islas, El Chileno siguió su expedición por aguas peruanas, mientras que al San Ignacio se le ordenó dirigirse a Valparaíso, a donde llegó en mayo. En ese mismo mes o en abril, El Chileno capturó cerca del río Tumbes, en el norte de Perú, a la fragata Inspectora, regresando finalmente a Valparaíso a finales de junio.
Tras este exitoso crucero, El Chileno volvió a salir a la mar en septiembre de ese mismo año, esta vez parece que con mejor preparación y quizás teniendo por capitán a un tal Coll. La primera presa del corsario chileno fue el bergantín Bolero frente a Huanchaco en diciembre, al cual solo pudo capturar tras un combate de una hora, y al que luego envió a Valparaíso. Tras esto, días después fue capturado el San Antonio en aguas del Golfo de Guayaquil.
A continuación, El Chileno se dirigió a aguas de Nueva España, el actual México, llegando, según algunos autores, ya en 1819, a aguas californianas, donde al parecer habría capturado varios barcos frente a San Francisco y en el golfo de California, llegando a recalar en Monterrey, aunque sobre esto no tenemos mucha información.
Luego, más al sur, el 18 de febrero El Chileno capturó a la fragata Cazadora frente a Acapulco, la cual quedó en manos del segundo capitán del buque corsario. Según el relato posterior, la tripulación de la Cazadora no se resistió al no tener listas las armas para el combate. Así, tras unos días como prisioneros, los tripulantes de la Cazadora fueron dejados en tierra por los marineros de El Chileno, los cuales son llamados ingleses en documentos de la época.
Días después, a principios de marzo, y como veremos con más detalle en el siguiente video, El Chileno tuvo un enfrentamiento frente al puerto mexicano de San Blas con la Santa Rosa de Chacabuco, una corbeta corsaria de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Poco después, El Chileno fue avistado de nuevo por estos corsarios, pero se alejó a toda velocidad.
Más tarde, a principios de abril, El Chileno volvió a enfrentarse con la Chacabuco frente al puerto nicaragüense de El Realejo, y tras causarle algunos daños, prosiguió su travesía hacia el sur, llegando a Valparaíso en junio, donde naufragó a principios de julio.
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lunes, 20 de noviembre de 2023
Carta de Abraham Lincoln a Francisco Solano López por el fallecimiento de su padre.
ESTADOS UNIDOS CONTRA PARAGUAY, 10 DATOS DESCONOCIDOS
Como hemos visto en otros videos, entre 1854 y 1856 se produjeron una serie de incidentes entre Paraguay y los Estados Unidos que a punto estuvieron de provocar la invasión estadounidense del país sudamericano, sin embargo, aún hay datos casi desconocidos sobre este conflicto.
Los incidentes a los que nos referimos son la disputa entre el gobierno paraguayo y Edward Hopkins, el cónsul estadounidense en Paraguay, que precipitó su expulsión del país; la expropiación de los bienes de una empresa vinculada a Hopkins; el intercambió de disparos entre la fortaleza paraguaya de Itapirú y el navío estadounidense Water Witch que ocasionó la muerte de un marino norteamericano; y por último, la negativa del presidente paraguayo, Carlos Antonio López, a ratificar el Tratado de Amistad firmado por ambas naciones.
Como resultado de su expulsión del país, Hopkins intentó que el gobierno de Estados Unidos tomara represalias contra Paraguay. Además, a mediados de 1856 publicó en Buenos Aires un panfleto titulado “La Tiranía del Paraguay, a la Faz de sus Contemporáneos”, en el que atacaba al presidente López y a los paraguayos. En este texto Hopkins acusaba a López de crímenes y actos bárbaros, le llamaba déspota y, entre otras cosas, decía que la sociedad paraguaya carecía de sentido moral.
A pesar de los esfuerzos de Hopkins, el asunto cayó en el olvido durante un tiempo y hubo que esperar hasta finales de 1857 para que el presidente de Estados Unidos, James Buchanan, reviviera la cuestión en su mensaje anual al Congreso, en el que incluso llegó a considerar el uso de la fuerza contra Paraguay.
Sin embargo fue otro individuo el que se mostró más beligerante con Paraguay. Nos referimos al senador James Mason, miembro del partido Demócrata y férreo partidario de la esclavitud, el cual fue el mayor defensor en abril de 1858 de una resolución que proponía dar autorización a Buchanan para usar la fuerza contra Paraguay en el caso de que este país se negara a ajustar sus diferencias con Estados Unidos. En su defensa de esta resolución, Mason llegó a calificar a López de bandolero y de ignorante a la población mestiza de aquella región.
Finalmente, a principios de junio las cámaras estadounidenses dieron autorización a Buchanan para usar la fuerza contra Paraguay en caso de que el gobierno paraguayo se negara a satisfacer las reclamaciones de Estados Unidos. A partir de ese momento se comenzó a preparar la que se conoció como la Paraguay Expedition. Esta expedición estuvo integrada por 19 buques y 2.500 hombres, entre los que se encontraban algunos de los mejores marinos estadounidenses de la época, lo que demuestra lo en serio que Buchanan se tomó el asunto.
Uno de estos marinos fue el comodoro William Shubrick, el comandante en jefe de la escuadra y un hombre de amplia experiencia. Siendo aún muy joven, Shubrick entró en la marina de Estados Unidos. En la Guerra de 1812 participó en varias acciones contra los británicos. Luego estuvo destinado en Brasil y el Caribe, y entre 1847 y 1848, durante la guerra entre Estados Unidos y México, participó en el bloqueo y captura de Guaymas y Mazatlán. Otro de los participantes de la Paraguay Expedition fue Thorton Jenkins, el cual había servido en un crucero contra piratas en aguas de Cuba y más tarde, durante la guerra contra México, dirigió los desembarcos estadounidenses en Tabasco y Tuxpan.
Luego, en agosto, mientras se preparaba la expedición, el presidente Buchanan escribió a Isaac Toucey, el Secretario de la Armada de Estados Unidos, para informarle sobre su conversación con William Ouseley, un diplomático británico que había servido durante muchos años en Brasil y Argentina, y que por tanto era buen conocedor de los asuntos de Paraguay. Este le dijo a Buchanan que el presidente López era un hombre astuto, sin escrúpulos e insincero, además de un tirano y un déspota. También aconsejó a Buchanan que, debido a las características de los ríos Paraná y Paraguay, lo mejor era usar en la expedición barcos de ruedas y no de hélices, ya que estos últimos podrían dañarse por la poca profundidad del agua.
Asimismo Ouseley informó al presidente sobre las fortificaciones que López había estado construyendo en los últimos años. También aconsejó el británico a Buchanan sobre la conveniencia de asegurarse la amistad de la Confederación Argentina en el conflicto con Paraguay y de lo importante que sería obtener información de los exiliados paraguayos radicados en Buenos Aires. Por último, Ouseley dijo que con algunos regalos se podría animar a los indios del Chaco para que entraran en guerra contra López.
Semanas más tarde, a finales de octubre, el buque insignia de Shubrick, la fragata USS Sabine, que transportaba a James Bowlin, el comisionado que debía negociar con López, a punto estuvo de ser hundida, pero no por los cañones paraguayos de Humaitá, sino por un huracán en su travesía hacia Sudamérica que le causó algunos daños y la obligó a atracar en las Bermudas para efectuar varias reparaciones. Curiosamente, años antes, en enero de 1846, un huracán tumbó tres barcos y mató a varios soldados paraguayos que participaban en una expedición en Corrientes.
Meses después, en enero de 1859, varias naves de la escuadra estadounidense habían remontado el río Paraná y se encontraban en el puerto argentino de Corrientes. Allí, un miembro de la expedición, un tal Fred Mowbray, escribió una canción en la que se deja patente la hostilidad estadounidense. En uno de los versos se habla de plantar los estandartes de Estados Unidos en los fuertes de Paraguay. Más adelante, en otro verso se menciona el temblor del presidente López por la llegada de la escuadra estadounidense. Luego, al final, aunque se alude a que la paz es el mayor deseo, se dice que el objetivo de la flota es vengar los insultos proferidos por Paraguay a Estados Unidos.
Finalmente, la mayor parte de las reclamaciones se zanjaron pacíficamente y paraguayos y estadounidenses firmaron un tratado el 4 de febrero. Semanas más tarde, en marzo, el brigadier general Francisco Solano López, Ministro de Guerra y Marina e hijo del presidente paraguayo, promulgó desde la fortaleza de Humaitá una proclama dando las gracias a los soldados movilizados contra la expedición estadounidense. En esta proclama podemos leer lo siguiente:
“Soldados: Habéis sido llamados a las armas, cuando la Patria estaba amenazada; cuando parecía necesaria sostener con la sangre, sus derechos sacrosantos; cuando era necesario mostrar al mundo, el entusiasmo y el valor del soldado paraguayo. […] No hay uno solo de vosotros que no haya estado resuelto a discutir con el hierro y el plomo las grandes cuestiones que se agitaban entre los dos polos de América.”
Meses después, en agosto, el presidente Buchanan escribió una carta a su homólogo paraguayo en términos amistosos en la que se alegraba por el arreglo de las desavenencias entre ambos gobiernos. Además, Buchanan da un dato que desconocíamos, la supuesta intención de López de enviar a su hijo a Estados Unidos para el canje de las ratificaciones del Tratado firmado en febrero. Las amistosas palabras de Buchanan en esta carta contrastan con las que el mismo escribiría en su biografía, en la que se refiere al presidente López con más antipatía y le acusa de haber desafiando a Estados Unidos por creerse protegido por su lejana y apartada posición.
Años más tarde, en 1862, ya durante la Guerra de Secesión, algunos ciudadanos estadounidenses seguían reclamando a Paraguay ciertas cantidades económicas, lo que, como vemos en algunos documentos, obligó a intervenir al famoso presidente Abraham Lincoln.
También durante la Guerra de Secesión volvemos a encontrarnos con varios miembros de la Paraguay Expedition, pero en esta ocasión luchando contra la Unión como marinos al servicio de la Confederación. Uno de ellos fue John McIntosh Kell que sirvió a bordo del CSS Sumter, un corsario confederado que en 1861 capturó varias naves en aguas de Cuba y Venezuela. A continuación, en 1862 encontramos a Kell a bordo del CSS Alabama, otro corsario confederado que recorrió el Atlántico y el Índico durante los siguientes dos años, en los que capturó o quemó más de 60 naves. Tras esto, ya al final de la guerra, Kell capitaneó el CSS Richmond en el río James, en Virginia.
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sábado, 11 de noviembre de 2023
LA DESTRUCCIÓN JUDÍA DE GAZA (95 a. C.)
Cómo estamos viendo estos días, la historia de la ciudad de Gaza ha estado plagada de guerras, sin embargo, alguna de ellas es poco conocida, como la que acabó con su destrucción a manos de los judíos en el año 95 a. C.
Pero primero hagamos un breve resumen de la historia de Gaza. Ya en el segundo milenio antes de nuestra era, la Gaza pre-filistea fue ocupada por los egipcios, luego, en época filistea, fueron continuas las guerras, primero con judíos, y luego, con asirios y babilonios. Tras esto llegó la ocupación persa, la cual acabó con la conquista de la ciudad por parte de Alejandro Magno en el año 332.
Luego, después de la muerte de Alejandro, la Gaza helenística no dejó de cambiar de manos durante el siguiente siglo y medio. En ese tiempo, primero los Diádocos y luego los reyes seléucidas de Siria y los ptolomeos de Egipto se disputaron el control de Gaza y del resto de la región sirio-palestina.
Después del fin de estas luchas, Palestina no encontró la tranquilidad y se vio sacudida por la revuelta judía encabezada por los Macabeos y por las guerras por el trono que azotaban el reino seléucida. Durante una de estas guerras, hacia el año 144, según el primer Libro de los Macabeos, Jonatán Apfús, hermano de Judas Macabeo, se alió con el niño rey Antíoco VI Dionisio y con su regente Diodoto Trifón en contra de otro seléucida, su antiguo aliado Demetrio II Nicátor, lo que le valió a Jonatán que Antíoco lo confirmara como sumo sacerdote y lo nombrara gobernador de Judea.
Tras esto, Jonatán recorrió la región sirio-palestina y consiguió que las ciudades de aquel territorio abandonaran a Demetrio y se unieran a Antíoco. Sin embargo, al llegar a Gaza, las puertas se le cerraron. Según el Libro de los Macabeos y el historiador judío Flavio Josefo, los habitantes de Gaza, aunque habían abandonado a Demetrio, decidieron no unirse a Antíoco. Entonces Jonatán sitió la ciudad y saqueó y devastó sus alrededores. Los de Gaza, desesperados, aceptaron firmar un tratado de amistad con Jonatán, a pesar del cual, el macabeo tomó como rehenes a los hijos de los jefes y los envió a Jerusalén.
Poco después, con el inicio de una nueva guerra por el trono seléucida, Gaza volvió a unirse a Demetrio, enfrentado esta vez a Trifón, que había usurpado la corona. Luego, durante las siguientes décadas no sabemos nada, hasta que llegamos al año 108 aproximadamente, en el que la ciudad-estado de Gaza se hizo autónoma, quizás aprovechando el conflicto entre los seléucidas Antíoco VIII Gripo y Antíoco IX Ciciceno.
Más tarde, a finales de siglo, la región fue testigo de la guerra que enfrentó al depuesto rey de Egipto Ptolomeo IX Látiro contra su madre, su hermano y Alejandro Janeo, segundo rey de Judea de la dinastía de los Asmoneos. Durante el conflicto Gaza se alió con Ptolomeo, el cual llegó a pasar varios meses allí, antes de ser obligado a retirarse a Chipre.
Tras esto, por fin llegamos al año 95. Ese año, según algunos historiadores, o algo antes según otros, Alejandro Janeo se cruzó en el destino de Gaza. Según cuenta Josefo en el libro XIII de su obra Antigüedades Judías, Alejandro libre de la presencia de Ptolomeo, emprendió una campaña contra varias ciudades de Transjordania y después se dirigió a la región de la costa, donde tomó Rafia, la actual Rafah, y Antedón, una situada al sur de Gaza y la otra muy próxima a esta, al noroeste, junto al mar.
A continuación, irritado con los habitantes de Gaza por haber estado del lado de Ptolomeo, Alejandro sitió la ciudad y saqueó su territorio. Entonces, según Josefo, una noche Apolódoto, general del ejército de Gaza, o tirano de esta según otros, atacó el campamento judío junto a 2.000 mercenarios y 10.000 esclavos. En un primer momento el ataque sorprendió y confundió a los judíos, los cuales llegaron a pensar que el que atacaba era Ptolomeo. Ya de día, los judíos se reagruparon y atacaron a los de Gaza, que sufrieron unas 1.000 bajas.
Pero, como cuenta Josefo, “los de Gaza resistían y no cedían ni por la falta de recursos ni por la suma de sus muertos (pues consentían sufrir todo lo que fuera antes de caer en poder del enemigo)”. Además, el ánimo de los de Gaza se mantenía alto ya que habían llamado en su ayuda a Aretas II, rey de los árabes nabateos.
Pero antes de que Aretas llegara y cuando el asedio cumplía un año se produjo la tragedia. Lisímaco, hermano de Apolódoto, lo mató por la envidia que sentía hacia él al estar este tan bien considerado en Gaza. A continuación, puso de su parte al ejército y entregó la ciudad a Alejandro.
El asmoneo en un primer momento se mantuvo en calma, pero luego permitió que sus tropas tomaran represalias contra los habitantes de Gaza, comenzando así una matanza. Sin embargo, como dice Josefo, los habitantes de Gaza se defendieron y mataron a un buen número de judíos, en una escena que recuerda a los combates librados entre los de Gaza y las tropas de Alejandro Magno casi 250 años antes.
Al mismo tiempo, parte de los habitantes de la ciudad prendieron fuego a sus casas para impedir que los enemigos obtuvieran botín y otros, según Josefo, mataron a sus mujeres e hijos para evitar que se convirtieran en esclavos de los judíos. Por último, 500 senadores de Gaza que se habían refugiado en el templo de Apolo, fueron ejecutados por Alejandro, el cual, tras haber arrasado la ciudad, se retiró a Jerusalén.
Sin embargo hay autores que creen que esto es una exageración de Josefo y que Alejandro nunca habría destruido Gaza, al tratarse en aquella época de una ciudad bien fortificada e importante enclave comercial desde el cual las mercancías nabateas llegaban al Mediterráneo, lo cual daría importantes beneficios al reino asmoneo.
Sea como fuere, tras la toma de Gaza, nuevas guerras asolaron la región. Durante los siguientes años Alejandro se enfrentó a seléucidas, a nabateos y a rebeliones internas. Por su parte Gaza, o lo que quedaba de ella, permaneció bajo el dominio Asmoneo hasta que el general romano Pompeyo decretó su libertad hacia el año 63, siendo tiempo después reconstruida, o mejor dicho, refundada, algo más al sur por orden de Aulo Gabinio, el gobernador romano de Siria.
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