sábado, 28 de octubre de 2023
BOVE, UN ESPÍA URUGUAYO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Como vimos en otro video, las redes de espionaje de la Alemania Nazi se extendieron a lugares tan lejanos como el Cono Sur, sin embargo es poco conocida la existencia de espías uruguayos al servicio de los alemanes, como fue el caso, entre otros, de Juan Alberto Bove Trabal.
Una de las primeras noticias que tenemos sobre la relación de Bove con grupos de ideología fascista es de finales de los años '30. En esa época ya estaba vinculado a la agrupación uruguaya Acción Nacional, un grupúsculo de corte totalitario. En ese mismo tiempo se sabe que Bove se carteó con miembros del partido fascista brasileño Acción Integralista Brasileña, el cual protagonizaría en 1938 un levantamiento contra el gobierno brasileño.
Años después, en 1942, Bove viajó a Europa con el político nacionalista argentino Juan Carlos Goyeneche, el cual mantuvo reuniones con reconocidos jerarcas de la España franquista, de la Alemania nazi y de la Italia fascista. Sobre que hizo Bove en su estancia en Europa no tenemos noticias, salvo que publicó varios artículos en periódicos españoles de ideología fascista. En uno de estos artículos culpaba a judíos y masones de la Leyenda Negra que recaía sobre los pueblos hispánicos, y en otro alababa la instauración del nacionalsocialismo en Alemania.
Más tarde, a principios de 1943, de regreso a Uruguay, Bove fue reclutado por un ciudadano brasileño para la red de espionaje nazi que operaba en ese país, la cual estaba dirigida por el suizo José Pfeffer, al que conoció poco después. Durante los siguientes meses Bove realizó varios viajes entre Montevideo y Buenos Aires llevando valiosas informaciones, como los movimientos norteamericanos en Montevideo, lo que le convirtió en una importante pieza del entramado nazi en Sudamérica y le granjeó la amistad de Hans Harmeyer, uno de los espías nazis más importantes de Argentina.
En uno de estos viajes, el realizado el 4 de noviembre de 1943, Bove llevó correspondencia de Pfeffer a Harmeyer. Tras la entrega Bove se reunió con Arturo Brinkmann, un militar argentino de origen alemán vinculado a la Legión Cívica Argentina que, según la inteligencia británica, filtraba información del gobierno argentino a Johannes Siegfried Becker, líder del espionaje nazi en aquel país.
En esta reunión Brinkmann solicitó a Bove informaciones sobre los exiliados argentinos residentes en Montevideo. Además, Bove confesaría después que durante la reunión se hallaban presentes un boliviano de ascendencia alemana y dos argentinos, Ireneo Ernesto Banchs y Guillermo Lasserre Mármol, vinculado este último al Partido Fascista Argentino.
Luego, el 7 de noviembre, cuando regresaba a Montevideo, Bove fue detenido. Según la prensa y las informaciones del S. I. S., el Servicio Especial de Inteligencia de Estados Unidos, el espía uruguayo transportaba propaganda pro-alemana, pro-italiana y contra los países que luchaban contra el Eje. Pero no fue solo propaganda lo que encontró la policía. Bove también transportaba dos cartas, una en alemán, cuya traducción reflejaba la existencia de un sistema de envío de información desde Montevideo a Buenos Aires a través de correos.
Según el S. I. S., el Ministro de Relaciones Exteriores argentino, el general Alberto Gilbert, ofreció al embajador uruguayo en Buenos Aires la cooperación argentina en la investigación, lo que se creyó que se hacía en realidad para que no se hicieran públicos los nombres de altos funcionarios o miembros del gobierno argentino que pudieran estar involucrados en la red de espionaje nazi.
Sea como fuere, Bove permaneció detenido durante algún tiempo mientras que la policía uruguaya y agentes del S. I. S. investigaban el caso, sin embargo, fue puesto en libertad por falta de pruebas en aquel momento, aunque esto no impidió que perdiera su empleo como taquígrafo en el Senado uruguayo y que sus actividades continuaran siendo vigiladas de cerca.
Pero esta no fue la última vez que se supo de Bove. En base a las investigaciones de la Comisión Investigadora de Actividades Antinacionales y de la policía de Montevideo, se pudo relacionar a la red de espionaje descubierta en Argentina en 1944 con Bove y así se pudo determinar que en Uruguay existía una red de espionaje al servicio de los nazis, dependiente de la red que operaba en Buenos Aires, que recibía ordenes directas del S. D., el servicio de inteligencia de las S. S.
De este modo, el 5 de enero de 1945, Bove y dos de sus hermanos fueron detenidos en Raigón, en el Departamento de San José. Asimismo, fueron detenidos otros 13 individuos, incluidos varios de origen alemán e italiano, y dos brasileños miembros de Acción Integralista Brasileña, aunque la mayoría fueron puestos en libertad poco después, Bove y otros 5 fueron enviados a la Cárcel Central de Policía. Sin embargo, no todos los miembros de la red pudieron ser detenidos. Dos se encontraban en Argentina y un tercero, Pfeffer, que había huido a Argentina tras la primera detención de Bove, había muerto allí después de que fuera detenido en 1944.
De los que quedaron detenidos junto a Bove dos llaman la atención, Luis Alfredo Sciutto y Teodoro Muhlbauer. Sciutto era empleado de la aduana y reportero. En 1936 estuvo en Berlín cubriendo los Juegos Olímpicos, luego, en 1937, durante la Guerra Civil Española, visitó el frente junto a elementos nacionales, fue capturado por los republicanos y sentenciado a muerte, aunque finalmente fue liberado. En ese tiempo Sciutto se convirtió en ferviente filofranquista. Más tarde, fue reclutado por Bove para la red de Pfeffer. Como reportero, viajaba frecuentemente a Buenos Aires sin levantar sospechas, y como empleado de la aduana, logró valiosa información para la organización. Luego, tras acabar la guerra y ser liberado, sabemos que trabajó para Clarín.
En cuanto a Muhlbauer, había nacido en Alemania pero vivía en Uruguay desde hacía tiempo. También había vivido en los Estados Unidos, por lo que dominaba el inglés a la perfección, lo que le fue útil para confraternizar con los marineros estadounidenses que llegaban a Montevideo, llegando a subir como visitante a un barco de guerra de ese país.
Estas detenciones debieron parecer lo suficientemente importantes como para que el embajador estadounidense en Uruguay, William Dawson, escribiera de inmediato al Secretario de Estado, Edward Stettinius. En su carta Dawson señalaba algo llamativo, y es que varios de los detenidos habían trabajado no solo con la propaganda nazi, sino también con los servicios de inteligencia argentinos. Esta y otras cosas se descubrieron durante los interrogatorios a los detenidos. En el de Bove, nombre en clave “Juan”, el uruguayo confesó, como hemos dicho, cuando fue reclutado, el nombre de sus contactos en Argentina, quien integraba la red y su papel en la misma.
Un año después, en enero de 1946, ya acabada la Segunda Guerra Mundial, Edward Sparks, un miembro de la Legación estadounidense en Montevideo, escribió al nuevo Secretario de Estado estadounidense, James Byrnes, para comunicarle que los seis miembros de la red de espionaje nazi de Uruguay que seguían presos habían sido puestos en libertad provisional a lo largo de diciembre sin que el asunto fuera publicado en prensa. Además, Sparks señalaba que la liberación de Bove se habría debido a posibles presiones ejercidas sobre la Suprema Corte de Justicia de Uruguay por personas interesadas y apuntaba que Bove tenía importantes conexiones familiares, ya que en su familia había reconocidos militares.
Semanas mas tarde, vemos en la prensa como Néstor Mermot, otro miembro de la red uruguaya de espionaje nazi fue entregado por Gran Bretaña cuando era conducido a aquel país junto a varios espías alemanes y marinos del Graf Spee.
Poco después, del 22 de febrero, es la última noticia que tenemos sobre Bove. Ese día Byrnes escribió a Dawson para decirle que podía informar al presidente uruguayo Juan José de Amézaga que habían averiguado que el S. D. había estado detrás de la reunión entre Brinkmann y Bove, y que la información facilitada por este había sido transmitida por Brinkmann al ejército argentino y al S. D.
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sábado, 21 de octubre de 2023
EL PLAN DE BOLÍVAR PARA INVADIR ESPAÑA
A mediados de la década de 1820 los españoles habían sido prácticamente expulsados de América y solo conservaban Cuba, Puerto Rico y algunos reductos en el continente. Aún así, el peligro de que los españoles atacaran a las nuevas repúblicas e intentaran reconquistar los territorios perdidos era patente, por lo que Simón Bolívar y otros Libertadores comenzaron a pensar incluso en invadir la mismísima España para así forzar al gobierno español a reconocer su independencia y de este modo garantizar la libertad de sus países.
Desde que a finales de 1824 Bolívar convocara el Congreso de Panamá empezamos a encontrar referencias a un ataque a España. Así en febrero de 1825 Francisco de Paula Santander, vicepresidente de la Gran Colombia, menciona que en el Congreso debería tratarse, entre otras cosas, la alianza ofensiva y defensiva contra España, y la posibilidad de expedicionar sobre Cuba, Puerto Rico, las Canarias y las Filipinas para emanciparlas.
En ese mismo mes, y durante los siguientes, podemos leer en varias gacetas que uno de los puntos a tratar en el Congreso sería el de las “medidas para llevar de común acuerdo la guerra á los mares, y costas de España” y si estas medidas deberían hacerse extensivas a las islas Canarias y Filipinas. Aunque, hay que señalar, que los corsarios americanos ya operaban en aguas españolas desde hacía años.
Meses después, el 21 de enero de 1826, Santander escribió a Bolívar para comunicarle su plan contra España, que consistía en que las armadas combinadas de la Gran Colombia y México atacaran a la escuadra española anclada en La Habana y a continuación “bloquear a Cuba, Puerto Rico o Canarias, o cruzar sobre los mares de Europa y reducir al Gobierno español a una situación muy triste y embarazosa”. Más tarde, en abril, Bolívar respondió a Santander dándole el visto bueno a su proyecto.
Ese mismo mes el prócer Pedro Briceño escribió a Bolívar para hablarle sobre su proyecto de crear una escuadra federal con la que defenderse de los españoles y dar la libertad a Cuba, Puerto Rico y Canarias, y “hostilizando luego las costas de la misma Península”, conseguir de España el reconocimiento a la independencia de las repúblicas americanas.
Tiempo después, en junio, en unas conversaciones preliminares, ya durante el Congreso de Panamá, el representante colombiano Pedro Gual dijo a los representantes peruanos que se debería tener una Escuadra Confederada para que España quedara incomunicada de Cuba, Puerto Rico y las Canarias, y que así estos territorios pudieran independizarse sin necesidad de recibir auxilios.
Luego, en julio y cuando el Congreso estaba a punto de acabar, Antonio José de Sucre, envió instrucciones a los diputados de Bolivia presentes en el mismo. En ellas podemos leer que uno de los objetivos primordiales de las fuerzas de mar y tierra de los aliados americanos debería ser “expedicionar contra las islas de Cuba y Puerto Rico” y “expedicionar contra España, si tomadas estas islas no hiciere la paz con los confederados”.
Semanas más tarde, en agosto, Bolívar envió instrucciones semejantes a los representantes colombianos en el Congreso, en las que se dice que tras expedicionar contra La Habana y Puerto Rico, se marcharía contra España con mayores fuerzas si no quisieran los españoles hacer la paz.
Poco después, en septiembre, Javier de Medina, representante de la Gran Colombia en Nueva York, escribió a Santander para informarle de la gran actividad corsaria colombiana contra España. Como prueba de ello, en las gacetas españolas de la época podemos leer como entre julio y agosto varios navíos fueron capturados o hundidos por corsarios colombianos en las costas del norte de España. Para finalizar su carta, Medina decía que si México se uniera a ellos expidiendo patentes de corso, los españoles no podrían soportar el bloqueo y se verían obligados a otorgar el tan ansiado reconocimiento.
De meses más tarde provienen las informaciones que nos proporciona en sus Memorias el futuro presidente de Venezuela José Antonio Páez. Según Páez, Bolívar le comunicó en 1827 que sus planes eran que después de tomar Cuba, con los negros libertos de allí se formaría “un ejército sin perdida de tiempo, para transportarlos á España y auxiliar al partido liberal, en muestra de la grandeza de Colombia y para pedir reconocimiento oficial por quien quiera que las ideas del siglo coloquen en el trono de Fernando”. Es decir, el plan de Bolívar según Páez era invadir España, derrocar al rey Fernando VII y obtener del nuevo gobernante el reconocimiento a la independencia americana.
Respecto a la idea de auxiliar a los liberales españoles, Bolívar mencionó en una carta de abril de ese año su idea de convencer al general liberal español Mina para acometer “el glorioso proyecto de libertar a España”.
Finalmente, como diría Páez, los problemas internos de las nuevas repúblicas imposibilitaron realizar cualquier expedición contra Cuba o Puerto Rico, y mucho menos contra España.
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jueves, 12 de octubre de 2023
EL PLAN JUDÍO PARA INVADIR CHILE (1655)
Como es bien sabido, a lo largo de la historia de la América española varios países enemigos de España planearon, intentaron, y en muchos casos consiguieron, conquistar una parte de las Indias. Sin embargo aún hay muchos de estos planes que son poco conocidos, como es el caso del plan del judío Simón de Casseres para invadir y conquistar Chile.
Casseres, o Cáceres, fue un notable comerciante judío de origen portugués o español, y por tanto sefardí, probablemente nacido en Ámsterdam, muy interesado en el comercio con América y con importantes conexiones en el norte de Europa que hacia septiembre de 1655 presentó un plan para invadir Chile a Oliver Cromwell, Lord Protector de la Mancomunidad de Inglaterra, Escocia e Irlanda tras la decapitación del rey Carlos I. Este plan ha llegado hasta nosotros gracias a la publicación en el siglo XVIII de los papeles de John Thurloe, secretario, primero del Consejo de Estado y luego de Cromwell y de su hijo Richard.
Comenzaba Casseres su propuesta planteando que se deberían preparar cuatro buques de guerra, concretamente fragatas, y cuatro barcos de abastecimiento cargados de provisiones y municiones, los cuales deberían transportar alrededor de 1.000 soldados.
Casseres se ofrecía a ir a Holanda y, mediante engaños, enrolar en la expedición a aquellos que en 1643 habían ido con Hendrick Brouwer a Chile. Además de a estos, Casseres pretendía llevar en la expedición a jóvenes de su nación, es decir, judíos, y ser él el jefe o al menos detentar un alto cargo en la misma, en las condiciones que Cromwell estimara oportunas. Por último, en referencia a la composición de la expedición, Casseres propuso que los oficiales fueran ingleses y que los judíos que fueran en ella deberían hacerlo como ingleses y al servicio del Lord Protector.
La expedición, según Casseres, debería internarse en los mares del Sur, es decir, el océano Pacífico, a través de la ruta del cabo de Hornos previo paso por el estrecho de Le Maire o por el sur de la isla de los Estados, donde el mar es más amplio.
Una vez llegada al océano Pacífico, la expedición debería dirigirse a las costas de Chile, concretamente a la ciudad de Valdivia, de donde los españoles habían sido expulsados por los araucanos hacía más de cincuenta años, sin embargo Casseres parece ignorar que en el momento de presentar su plan, los españoles habían comenzado a repoblar aquella zona.
Además de esto, Casseres señalaba que isla Mocha podría ser una buena base de operaciones ya que estaba solo a unas leguas al norte de Valdivia y en ella se podrían obtener provisiones, como se sabe que ya habían hecho en el pasado otras expediciones, como la del holandés Yoris Fan Spilbergen en 1615. Añadía Casseres que en isla Mocha encontrarían un buen fondeadero donde refugiarse, que allí se podría construir un fuerte y que entre aquellos indios estarían seguros, pues eran enemigos mortales de los españoles.
Tras esto, Casseres pasaba a explicar los beneficios de aquella expedición. Según él, Chile, en especial la región de Valdivia, tenía más oro que Perú o que cualquier otro lugar del mundo, y que este se hallaba sin explotar. Aquí Casseres demuestra tener noticias de la existencia de oro en la zona de Valdivia, donde fue explotado por los españoles durante la segunda mitad del siglo XVI. Luego decía Casseres que el clima del país era bueno y que el territorio era rico en frutas, maíz, pescado, aves y ganado.
A continuación, indicaba Casseres que sería fácil aliarse con los indios de aquella zona, los más guerreros de todos, pues eran enemigos irreconciliables de los españoles, los cuales les habían infligido mucho daño en el pasado.
Seguidamente, en un pasaje algo confuso, Casseres parece decir que las fragatas de la expedición también podrían utilizarse para golpear o recorrer la costas del Pacífico americano y capturar las naves españolas que transportaban el tesoro de Chile a Arica y de ahí a Panamá.
A continuación, Casseres señalaba que las fragatas también servirían para apoderarse de los buques cargados de riquezas de las Indias Orientales que cada año llegaban desde las islas Filipinas a Acapulco, en Nueva España, y que estos ataques, unidos a los que los ingleses efectuaban en el Caribe, desesperarían a los españoles, los cuales quedarían destrozados.
Por último, terminaba Casseres su exposición diciendo que Chile sería el territorio español más provechoso y más fácil de conquistar, y ponía como ejemplo la expedición holandesa de 1643, la cual había conseguido llegar al territorio de Valdivia y asentarse efímeramente en el antes de regresar a Europa.
Finalmente, Cromwell no llevaría a cabo el plan de Casseres, pero hay autores modernos que piensan que la expedición del inglés John Narborough a Chile en 1670 se basaría en parte en el plan de Casseres.
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viernes, 6 de octubre de 2023
1934, BOLIVIA AMENAZA CON BOMBARDEAR LA CAPITAL DE PARAGUAY
Durante la terrible Guerra del Chaco que enfrentó a Paraguay y Bolivia entre 1932 y 1935 es poco conocido que los bolivianos a punto estuvieron de bombardear la capital paraguaya varias veces, lo que quizás hubiera cambiado el curso del conflicto.
Ya en septiembre de 1932, recién comenzada la guerra, podemos leer en la prensa como, ante las supuestas ejecuciones de prisioneros bolivianos por parte de los paraguayos durante la batalla del Boquerón, manifestantes pedían en La Paz que la aviación boliviana bombardeara Asunción. La amenaza fue tomada en serio en Paraguay, por lo que incluso podemos ver en la prensa de aquel país consejos en caso de bombardeo.
Tiempo después, en enero de 1933 encontramos dos noticias al respecto. Según la primera, aviones bolivianos lanzaron sobre posiciones paraguayas octavillas en las que se amenazaba con bombardear Asunción. En la segunda noticia leemos como la ciudad paraguaya de Concepción fue ametrallada por la aviación boliviana, llegándose a hablar en algunos casos incluso de bombardeo, algo que fue desmentido por los bolivianos, los cuales afirmaron que solo se había tratado de un reconocimiento aéreo al tratarse aquel lugar de un punto de concentración de tropas y donde se hallaban grandes depósitos de material de guerra.
Meses más tarde, en mayo, volvemos a encontrar noticias sobre las intenciones bolivianas de bombardear Asunción, aunque fue en agosto cuando la aviación boliviana estuvo más cerca de atacar la capital paraguaya. Según señalan varios autores, el Comandante en Jefe de las fuerzas bolivianas, el alemán Hans Kundt, tenía previsto que el 6 de agosto varios aviones bombardearan el puerto y el arsenal de Asunción, aunque en el último momento el presidente de Bolivia, Daniel Salamanca, abortó la misión por las graves consecuencias que podría acarrear aquel ataque.
Sin embargo, fue en 1934 cuando el asunto revistió mayor gravedad. El 2 de mayo de ese año la aviación boliviana bombardeó dos pequeños enclaves del Alto Paraguay, Puerto Guaraní y Puerto Mihanovich, causando importantes daños materiales y varios muertos y heridos, entre ellos un ciudadano alemán. Según los bolivianos aquellos objetivos eran dos puestos militares, aunque según los paraguayos se trataban de plantas de uso civil dedicadas a la extracción de tanino.
Al día siguiente la legación de Alemania en Asunción protestó por el bombardeo de Puerto Guaraní, donde un ciudadano alemán había resultado herido. Además, el representante alemán en Paraguay se mostró preocupado por los daños que sus conciudadanos pudieran sufrir en nuevos ataques y señaló que ya había puesto en conocimiento de su gobierno lo sucedido.
El día 5 el gobierno paraguayo de Eusebio Ayala dio instrucciones a su representante en la Liga de las Naciones para que protestara por los bombardeos porque “es de notoriedad que esos establecimientos no poseen guarnición militar ni sirven para fin alguno militar...”, además, se señalaba que el gobierno paraguayo “se cree desobligado de respetar en relación a Bolivia reglas de Derecho violadas por ella abierta y deliberadamente”.
Al mismo tiempo como podemos leer en la prensa de la época, el embajador paraguayo en Estados Unidos, Enrique Bordenave, anunció, como ya había hecho el ministro de Defensa de su país, que Paraguay tomaría “represalias contra prisioneros bolivianos mientras Bolivia continúe realizando ataques aéreos contra los civiles” y que Paraguay se declaraba, “en lo referente a Bolivia, libre de obligaciones con respecto a las reglas de la Ley Internacional, la cual Bolivia ha violado abierta y deliberadamente”.
En respuesta a esto, el ministro de Defensa boliviano anunció el día 6 que “en vista de la declaraciones del ministro de Defensa del Paraguay, anunciando que se tomarían represalias contra los prisioneros bolivianos, como resultado de nuestros bombardeos aéreos hacia los puestos militares enemigos, el Ministerio de Defensa Nacional declara que, caso que el Paraguay ejecute tales actos de represalia, las fuerzas aéreas de Bolivia bombardearán la ciudad de Asunción”.
A continuación aparecieron en prensa informaciones que decían que Paraguay ya había empezado a castigar a prisioneros bolivianos. Se decía que estas represalias afectaban al “régimen de alimentación y comunicaciones de los prisioneros”. Además, se publicó que se habían comenzado a sortear a los oficiales y soldados bolivianos que iban a ser fusilados. IMAGENES 29-30 Esto, aunque fue desmentido por los paraguayos, provocó que el ministro de Defensa boliviano dijera que esperaba “informes confirmatorios de que Paraguay ha tomado represalias contra los prisioneros bolivianos para bombardear la capital de la nación enemiga inmediatamente”. Asimismo, la Cancillería boliviana envió una nota en similares términos a la Liga de las Naciones.
Poco después, el día 12, los paraguayos volvieron a afirmar que Puerto Guaraní y Puerto Mihanovich no tenían “carácter militar ni defensas que justificaran ataque alguno”. Además, las autoridades paraguayas señalaban que varios países habían solicitado a Bolivia que dejara de bombardear centros civiles, y añadían los paraguayos “que si Bolivia se niega a atender estas indicaciones, el Paraguay se verá obligado a tomar represalias proporcionadas a las trasgresiones de las reglas de la guerra”.
Luego, el día 17, en la asamblea de la Liga de las Naciones se hizo un llamamiento a los representantes de Bolivia y Paraguay a fin de impedir actos que violaran los principios fundamentales del Pacto de la Liga. Sin embargo, el representante paraguayo comunicó que debido a la actitud boliviana, su país se veía obligado a no respetar dicho Pacto.
Días después, el 29, el ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, Justo Pastor Benítez, puntualizó que su país aún no había violado ninguna regla del derecho internacional, algo que reiteró un día más tarde en una carta a su homólogo argentino, Carlos Saavedra Lamas, en la cual indicaba que su país solo se apartaría de la Ley Internacional en caso extremo.
Finalmente no se produjo el tan anunciado bombardeo de Asunción, pero la guerra aún duraría un año más, culminando el conflicto con la victoria paraguaya.