jueves, 21 de septiembre de 2023

EL ATAQUE HOLANDÉS A AMÉRICA DE 1615 (III): MÉXICO

Como vimos en otros videos, en agosto de 1614 una flota holandesa puso rumbo a Brasil. Allí tuvieron varios enfrentamientos con los indios y los portugueses del lugar. Luego siguieron hasta el Estrecho de Magallanes, el cual atravesaron, llegando al Pacífico en mayo de 1615. A continuación incursionaron en varios lugares de Chile, incluido Valparaíso, para luego dirigirse a Perú. En aguas del virreinato, entre julio y agosto, vencieron a una flota española en la batalla naval de Cañete, atacaron El Callao e incendiaron Paita, tras lo cual pusieron rumbo hacia el norte, llegando a aguas de Nueva España, el actual México, el día 20 de septiembre. 

Durante los siguientes días el viento azotó a la flota holandesa, lo que les imposibilitó acercarse a tierra. El día 3 de octubre ya estaban a la altura de Acapulco. A continuación intentaron desembarcar en sus proximidades, pero el fuerte oleaje se lo impidió. Hubo que esperar hasta la tarde del día 11 para que los holandeses anclaran frente a Acapulco. Al verlos parte de los defensores huyeron al monte, lo que no impidió que la pequeña guarnición restante, capitaneada por Gregorio de Porras, abriera fuego con sus cañones desde la fortaleza. 

Sin embargo, los holandeses no respondieron violentamente y enviaron una barca con una bandera blanca en señal de paz. Los españoles se aproximaron a ella y prometieron proveerles de víveres. Los holandeses, que estaban dispuestos a tomar los víveres a la fuerza, se sorprendieron por esto. Una explicación a este ofrecimiento es que los españoles  esperaban así evitar la destrucción del pueblo y ganar tiempo mientras llegaban socorros desde México, ya que no habían tenido tiempo para fortificar Acapulco suficientemente pese a estar precavidos desde hacía semanas. 

Al día siguiente los holandeses acordaron con los españoles entregar a sus prisioneros tomados en Perú a cambio de ganado y alimentos. Durante aquella jornada, al tiempo que algunos holandeses desembarcaron para proveerse de agua y leña, varios españoles visitaron amigablemente los navíos holandeses. En el transcurso de los siguientes días continuaron aquellas relaciones amistosas, hasta que el día 18 la flota holandesa zarpó y siguió su travesía. 

Tras conocer la visita de los holandeses a Acapulco, el virrey de Nueva España, Diego Fernández de Córdoba, alertó a todos los puertos del Pacífico novohispano, haciendo lo propio con Filipinas, a donde se sospechaba que irían los holandeses. 

Después de dejar Acapulco, los holandeses avistaron un navío español el día 25. Al día siguiente encontraron al barco anclado muy cerca de la playa de Zacatula, por lo que el almirante holandés decidió enviar varios botes para capturarlo. Al tiempo que se aproximaban, parte de la tripulación huyó a tierra, mientras que el resto abrió fuego, lo que no impidió que el navío fuera capturado junto a varios tripulantes y pasajeros. Al comprobar que la nave estaba bien armada, los holandeses decidieron dotarla de una tripulación y sumarla a su flota con el nombre de La Perla

Más tarde, tras una lenta navegación, anclaron frente a Salagua el 10 de noviembre. Lo primero que hicieron fue enviar exploradores a tierra, los cuales encontraron huellas soldados, por lo que regresaron a sus naves. A continuación enviaron a tierra a un prisionero con una carta expresando que su único propósito era conseguir víveres, pero nadie apareció para recibirla. 

Al día siguiente los holandeses enviaron una tropa a tierra, pero con banderas blancas en sus barcas, sin embargo los españoles, capitaneados por famoso explorador Sebastián Vizcaíno, salieron del bosque y les atacaron. Tras un primer momento de confusión, los holandeses contraatacaron e hicieron huir a los españoles después de causarles muchos muertos. Después de esto, temiendo que los españoles regresaran, los holandeses volvieron a sus naves. 

Sin embargo, esto difiere de la versión dada por Vizcaíno al virrey en una carta. Según él, fueron los holandeses los que huyeron, pero cuando estos recibieron refuerzos desde sus naves y los españoles se quedaron sin municiones, ordenó retirarse, para, a continuación, reorganizar sus fuerzas por si tuvieran que enfrentarse a ellos al día siguiente o seguirlos hasta el Puerto de la Navidad. 

A continuación, Vizcaíno informó de que en la batalla habían caído muchos enemigos y que habían sido capturados varios pechilingas, nombre que se daba a los corsarios holandeses en aquella época. Por último, Vizcaíno acababa su carta diciendo que junto a ella enviaba las orejas de algunos holandeses. 

Sea como fuere, tras la batalla la flota holandesa se retiró a la cercana bahía de Santiago y luego, el día 15, levaron anclas y se dirigieron al Puerto de la Navidad, a solo unas millas de Salagua, donde esperaban conseguir víveres. El 17 una importante tropa de holandeses desembarcó y encontró el lugar vacío, lo que aprovecharon para proveerse de agua. Luego el almirante holandés mandó a un enviado a los indios del lugar para conseguir de ellos aves y frutas, lo cual consiguió. 

Tras proveerse de todo y sabiendo que los españoles de Salagua les estaban buscando, los holandeses zarparon el día 20, llegando el 24 al cabo Corrientes. De allí decidieron ir al cabo San Lucas, en la Baja California, donde esperaban encontrar algún barco español llegado de las Filipinas, aunque luego cambiaron de opinión y determinaron abandonar por fin las aguas americanas y cruzar el Pacífico hasta las islas de los Ladrones. Desde allí viajarían a las Filipinas y al resto de las Indias Orientales, para regresar a Holanda a través del Cabo de Buena Esperanza, pero esa es otra historia.

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