viernes, 29 de septiembre de 2023

Mariana de Austria ordena que se expulse a los ingleses que supuestamente se han asentado en el Estrecho de Magallanes (1675)


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LA PATAGONIA INGLESA

Durante el periodo colonial la Patagonia, territorio nominalmente español, no pudo ser ocupada de forma efectiva por España pese a varios intentos y proyectos. Esto fue aprovechado por ingleses, franceses y holandeses, que a lo largo de los años utilizaron las costas de este territorio como escala en sus expediciones contra Chile y Perú. Allí los enemigos de España hallaron puntos donde aprovisionarse sin temer a ser atacados por los españoles. Sin embargo, este no fue el único atractivo que los europeos encontraron en la fría Patagonia. También tomaron posesión de varias islas y enclaves de la costa patagónica, proyectando establecer colonias en esos puntos para así controlar el estratégico paso al Mar del Sur, es decir, el Pacífico. 

En el caso de los ingleses, la primera noticia que tenemos sobre su interés en la Patagonia  es de 1570. En ese año Guerau de Espés, embajador de Felipe II en Inglaterra, informó al rey que los ingleses pretendían “ocupar y poblar uno ó dos puertos en el Reino de Magallanes para tener el comercio del mar del Sur”. 

Tiempo después, en 1574, el noble Richard Grenville propuso a la corona hacerse con los territorios más meridionales de América, y aunque el plan no se materializó, llegó a oídos de los españoles, por lo que en 1579 varios prisioneros ingleses fueron interrogados al respecto por la Santa Inquisición en Lima. Según declararon aquellos prisioneros la intención era encontrar un territorio cerca del estrecho para poblarlo. 

La siguiente noticia que tenemos sobre el interés inglés en la Patagonia es del año 1578, cuando el famoso corsario Francis Drake atravesó el Estrecho de Magallanes. La escuadra de Drake, tras pasar por África, Brasil y el Río de la Plata, llegó a las costas de la Patagonia, donde visitaron varios puntos, permaneciendo algún tiempo en aquellos lugares. 

A continuación, en agosto, mientras los ingleses atravesaban el Estrecho de Magallanes llegaron a un grupo de tres pequeñas islas situadas en lo que hoy es la Región chilena de Magallanes. Según un relato publicado por el sobrino de Drake medio siglo después, el día 24 el corsario desembarcó en la más grande de estas islas y tomó posesión de ella en nombre de la reina de Inglaterra y la bautizó con su nombre, Elizabeth. En otro relato, este de un compañero de Drake, se menciona una ceremonia de toma de posesión de aquellos estrechos y territorios en nombre de la reina. 

Poco después, sabedor el virrey del Perú del paso de Drake por el Estrecho de Magallanes, envió en 1579 una expedición capitaneada por Pedro Sarmiento de Gamboa para explorar aquel territorio y averiguar si los ingleses habían establecido alguna población allí. Sarmiento, aunque no encontró ninguna población, escuchó historias de los nativos sobre el paso de unos barbudos contra los que habían guerreado y supo que dos ingleses vivían entre ellos. 

En esa misma época el escritor Richard Hakluyt planteó enviar al pirata Thomas Clarke para hacerse con el Estrecho de Magallanes, el cual sería poblado con cimarrones transportados por Drake desde Panamá. 

Tras estos primeros planes y tomas de posesión, los ingleses siguieron merodeando por la región, sin embargo, hubo que esperar hasta 1670 para encontrar otra toma de posesión de un territorio patagónico por su parte. El 25 de marzo de ese año el marino John Narborough llegó a Puerto Deseado, en la moderna provincia argentina de Santa Cruz, y tomó posesión de él. El relato que nos ha llegado sobre lo sucedido dice así: “...este día tomo posesión de este puerto y río de Puerto Deseado, y de toda la tierra de este país, en ambas orillas, para uso de Su Majestad el Rey Carlos Segundo, de Gran Bretaña y sus herederos”. 

Sin embargo, otros testimonios de compañeros de Narborough divergen sobre esto. Un miembro de la expedición tomado prisionero en Valdivia diría que no solo se tomó posesión de Puerto Deseado, sino de todo el territorio al sur de este punto. En cambio, Richard Williams, otro miembro de la expedición, diría que se tomó posesión de todos los territorios desde el Río de la Plata hasta el Estrecho de Magallanes. Sea como fuere, luego Narborough continuó su viaje hacia el sur, llegando a Puerto San Julián en abril. Allí permaneció los meses de invierno y el 26 de agosto tomó posesión de aquel lugar para el soberano “Carlos Segundo y sus herederos”. 

A continuación, Narborough siguió su navegación hacia el sur y entró en el Estrecho de Magallanes, donde, según el proyecto de la expedición, debería tomar posesión de la isla de Isabela, la Elizabeth de Drake, aunque no nos consta que lo hiciera. Tras esto, abandonó el estrecho y navegó hacia el norte en paralelo a la costa chilena. 

El día 30 de noviembre, de camino hacia Valdivia, Narborough llegó a una isla situada no muy lejos de la isla Guamblin, y, al no encontrarla en ningún mapa, la bautizó con su nombre y tomó posesión de ella para el rey y sus herederos. Luego Narborough se dirigió a Valdivia pero al no poder actuar contra aquella posición, emprendió el regreso a Inglaterra. 

Más adelante, y durante los siguientes años, llegaron a las autoridades españolas numerosas informaciones sobre nuevas expediciones inglesas y sobre supuestas colonias establecidas en la isla de Chiloé y en el Estrecho de Magallanes. Así, entre 1674 y 1676, Jerónimo Díaz de Mendoza, Bartolomé Diez Gallardo, Antonio de Vea y Pascual de Iriarte fueron enviados para explorar aquellas regiones, pero no encontraron rastro de asentamientos ingleses. 

Con posterioridad a esto, los marinos ingleses continuaron visitando las islas y costas patagónicas durante los siguientes decenios, lo que llevó a la aparición a mediados del siglo XVIII de nuevos rumores e informaciones sobre posibles asentamientos allí, lo que provocó a su vez el envió de nuevas expediciones españolas para comprobarlo. 

Tras esto, y en fechas tan tardías como mediados del siglo XIX, aún tenemos pruebas de que la ambición inglesa sobre aquellos territorios seguía viva. Así, en 1849 y 1850 se presentaron dos proyectos para la colonización inglesa de la Patagonia. En el primero, el que mejor conocemos, un tal Peter Simmonds proponía poblar Golfo Nuevo, en la moderna Provincia del Chubut, aunque las autoridades de su país no le prestaron demasiada atención ya que el territorio era reclamado por los argentinos.

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jueves, 21 de septiembre de 2023

Carta de Sebastián Vizcaíno al Virrey de Nueva España sobre el ataque holandés a Salagua (1615)

 


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EL ATAQUE HOLANDÉS A AMÉRICA DE 1615 (III): MÉXICO

Como vimos en otros videos, en agosto de 1614 una flota holandesa puso rumbo a Brasil. Allí tuvieron varios enfrentamientos con los indios y los portugueses del lugar. Luego siguieron hasta el Estrecho de Magallanes, el cual atravesaron, llegando al Pacífico en mayo de 1615. A continuación incursionaron en varios lugares de Chile, incluido Valparaíso, para luego dirigirse a Perú. En aguas del virreinato, entre julio y agosto, vencieron a una flota española en la batalla naval de Cañete, atacaron El Callao e incendiaron Paita, tras lo cual pusieron rumbo hacia el norte, llegando a aguas de Nueva España, el actual México, el día 20 de septiembre. 

Durante los siguientes días el viento azotó a la flota holandesa, lo que les imposibilitó acercarse a tierra. El día 3 de octubre ya estaban a la altura de Acapulco. A continuación intentaron desembarcar en sus proximidades, pero el fuerte oleaje se lo impidió. Hubo que esperar hasta la tarde del día 11 para que los holandeses anclaran frente a Acapulco. Al verlos parte de los defensores huyeron al monte, lo que no impidió que la pequeña guarnición restante, capitaneada por Gregorio de Porras, abriera fuego con sus cañones desde la fortaleza. 

Sin embargo, los holandeses no respondieron violentamente y enviaron una barca con una bandera blanca en señal de paz. Los españoles se aproximaron a ella y prometieron proveerles de víveres. Los holandeses, que estaban dispuestos a tomar los víveres a la fuerza, se sorprendieron por esto. Una explicación a este ofrecimiento es que los españoles  esperaban así evitar la destrucción del pueblo y ganar tiempo mientras llegaban socorros desde México, ya que no habían tenido tiempo para fortificar Acapulco suficientemente pese a estar precavidos desde hacía semanas. 

Al día siguiente los holandeses acordaron con los españoles entregar a sus prisioneros tomados en Perú a cambio de ganado y alimentos. Durante aquella jornada, al tiempo que algunos holandeses desembarcaron para proveerse de agua y leña, varios españoles visitaron amigablemente los navíos holandeses. En el transcurso de los siguientes días continuaron aquellas relaciones amistosas, hasta que el día 18 la flota holandesa zarpó y siguió su travesía. 

Tras conocer la visita de los holandeses a Acapulco, el virrey de Nueva España, Diego Fernández de Córdoba, alertó a todos los puertos del Pacífico novohispano, haciendo lo propio con Filipinas, a donde se sospechaba que irían los holandeses. 

Después de dejar Acapulco, los holandeses avistaron un navío español el día 25. Al día siguiente encontraron al barco anclado muy cerca de la playa de Zacatula, por lo que el almirante holandés decidió enviar varios botes para capturarlo. Al tiempo que se aproximaban, parte de la tripulación huyó a tierra, mientras que el resto abrió fuego, lo que no impidió que el navío fuera capturado junto a varios tripulantes y pasajeros. Al comprobar que la nave estaba bien armada, los holandeses decidieron dotarla de una tripulación y sumarla a su flota con el nombre de La Perla

Más tarde, tras una lenta navegación, anclaron frente a Salagua el 10 de noviembre. Lo primero que hicieron fue enviar exploradores a tierra, los cuales encontraron huellas soldados, por lo que regresaron a sus naves. A continuación enviaron a tierra a un prisionero con una carta expresando que su único propósito era conseguir víveres, pero nadie apareció para recibirla. 

Al día siguiente los holandeses enviaron una tropa a tierra, pero con banderas blancas en sus barcas, sin embargo los españoles, capitaneados por famoso explorador Sebastián Vizcaíno, salieron del bosque y les atacaron. Tras un primer momento de confusión, los holandeses contraatacaron e hicieron huir a los españoles después de causarles muchos muertos. Después de esto, temiendo que los españoles regresaran, los holandeses volvieron a sus naves. 

Sin embargo, esto difiere de la versión dada por Vizcaíno al virrey en una carta. Según él, fueron los holandeses los que huyeron, pero cuando estos recibieron refuerzos desde sus naves y los españoles se quedaron sin municiones, ordenó retirarse, para, a continuación, reorganizar sus fuerzas por si tuvieran que enfrentarse a ellos al día siguiente o seguirlos hasta el Puerto de la Navidad. 

A continuación, Vizcaíno informó de que en la batalla habían caído muchos enemigos y que habían sido capturados varios pechilingas, nombre que se daba a los corsarios holandeses en aquella época. Por último, Vizcaíno acababa su carta diciendo que junto a ella enviaba las orejas de algunos holandeses. 

Sea como fuere, tras la batalla la flota holandesa se retiró a la cercana bahía de Santiago y luego, el día 15, levaron anclas y se dirigieron al Puerto de la Navidad, a solo unas millas de Salagua, donde esperaban conseguir víveres. El 17 una importante tropa de holandeses desembarcó y encontró el lugar vacío, lo que aprovecharon para proveerse de agua. Luego el almirante holandés mandó a un enviado a los indios del lugar para conseguir de ellos aves y frutas, lo cual consiguió. 

Tras proveerse de todo y sabiendo que los españoles de Salagua les estaban buscando, los holandeses zarparon el día 20, llegando el 24 al cabo Corrientes. De allí decidieron ir al cabo San Lucas, en la Baja California, donde esperaban encontrar algún barco español llegado de las Filipinas, aunque luego cambiaron de opinión y determinaron abandonar por fin las aguas americanas y cruzar el Pacífico hasta las islas de los Ladrones. Desde allí viajarían a las Filipinas y al resto de las Indias Orientales, para regresar a Holanda a través del Cabo de Buena Esperanza, pero esa es otra historia.

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viernes, 8 de septiembre de 2023

Relación de la jornada que se hizo en esta Mar del Sur contra la armada enemiga del Conde Mauricio (1615)

 









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EL ATAQUE HOLANDÉS A AMÉRICA DE 1615 (II): PERÚ

Como vimos en otro video, en 1614 una flotilla holandesa navegó a Brasil, donde tuvo varios enfrentamientos con los portugueses y con los indígenas del lugar. Luego cruzó el Estrecho de Magallanes, del cual salió a principios de mayo de 1615. Después de una escala en isla Mocha, los holandeses incursionaron en isla de Santa María, en la bahía de Concepción, en Valparaíso y en Papudo. Luego se dirigieron a Arica, aunque al no encontrar los transportes que debían llevar la plata de Potosí a Panamá, decidieron seguir su travesía. 

Tras dejar Arica a principios de julio los holandeses se adentraron en aguas del actual Perú. El día 10 los encontramos vigilando a un navío español que habían avistado y el cual creyeron que les espiaba. El día 12 los holandeses ya estaban a la altura de San Vicente de Cañete, cerca de donde fondearon. El 14 una pequeña tropa intentó desembarcar, siendo de inmediato atacados por la infantería y la caballería española. Tras este pequeño combate, los holandeses intentaron seguir su navegación, pero la ausencia de viento se lo impidió. 

El día 16 vieron un mercante y lo asaltaron con sus botes. Tras tomar prisioneros a sus tripulantes y robar el cargamento, hundieron la nave. Aquella misma noche avistaron a la escuadra que les había estado buscando desde hacía meses, la cual tenía por general a Rodrigo de Mendoza, sobrino del virrey del Perú, y por almirante a Pedro Álvarez del Pulgar. La escuadra española, que había partido de El Callao hacía poco, había sido reforzada con nuevos buques y ahora para buscar nuevamente a los holandeses contaba con siete poderosas naves, u ocho, según algunos relatos. 

El día 17 las cinco naves holandesas y las siete u ocho españolas se fueron aproximando. En la noche, según el relato holandés, su almirante envió a Mendoza un mensaje advirtiéndole del peligro de que atacara en medio de la oscuridad. A pesar de ello, Mendoza abrió primero fuego de fusilería y luego con sus cañones, a lo que los holandeses respondieron. 

Al principio el combate se produjo entre estas dos naves, pero luego, siempre que el viento lo permitía, se fueron sumando los demás barcos, produciéndose en ocasiones descargas de artillería a muy poca distancia. En una de estas acciones, el navío holandés Jager hundió al español San Francisco, aunque luego el Jager, al ser acosado por otros buques españoles, debió ser socorrido por varias lanchas holandesas. 

Durante la noche dos de los barcos holandeses, el Aeolus y el Morgenster, se separaron del resto y esto fue aprovechado por Mendoza, que al amanecer del día 18 los atacó, aunque ambos buques resistieron la acometida española. Luego, las naves almiranta y capitana holandesas dieron alcance a sus homólogas españolas, produciéndose a continuación un fuerte combate entre ellas, siendo los españoles los que se llevaron la peor parte al ser acribillados por el fuego holandés, aunque según relataría luego el virrey, a punto estuvieron los españoles de capturar a la almiranta holandesa. Tras esta y otras refriegas que se prolongaron durante todo el día, incluido algún abordaje, la armada virreinal se retiró. 

Sin embargo, los holandeses no cejaron en su empeño y les persiguieron, consiguiendo alcanzar a la almiranta española, la Santa Ana, la cual se rindió debido a los graves daños que tenía. Aunque los holandeses intentaron salvar el maltrecho buque, aquella noche se hundió. A la mañana siguiente algunos de los náufragos españoles fueron rescatados, aunque un buen número fueron asesinados. Mientras, el resto de la flota española, destrozada y con muchas bajas, consiguió refugiarse en los puertos peruanos. Según algunas estimaciones los españoles habrían perdido cerca de 500 hombres, incluidos varios miembros de las más importantes familias limeñas. 

Tras la batalla, los holandeses navegaron hacia la isla de San Lorenzo y luego, el día 21, se colocaron frente a El Callao. En un primer momento parece que amagaron con desembarcar. Luego la artillería española les disparó, estando a punto de ser hundido el Jager. En la costa, bien atrincherados, les esperaban 2.000 infantes y 500 jinetes españoles, 1.200 negros y mulatos, y varios cientos de indios, todos ellos capitaneados por el mismísimo virrey Juan de Mendoza, el cual había ordenado fortificar también Lima mientras él dirigía la defensa de El Callao en persona. 

Los holandeses respondieron a los cañones españoles y dispararon hacia El Callao, pero ante la buena defensa del lugar decidieron alejarse algunas millas, aunque permanecieron en sus inmediaciones varios días con la esperanza de capturar alguna nave española, consiguiendo solo apresar un pequeño barco de poco valor. Finalmente, el día 26 desistieron y comenzaron a navegar hacia el norte. 

Aquella misma tarde varias lanchas holandesas capturaron un navío español cuyos tripulantes huyeron a tierra. Este navío fue dotado de una tripulación y formó parte desde ese momento de su flota. A continuación se dictaron ordenes en caso de encontrarse con la Flota de Panamá, siendo estas las de atacar con la artillería pero guardando las distancias y no abordar las naves salvó que el almirante así lo ordenara. 

El día 28 llegaron a Huarmey, cuya población había huido. Allí desembarcaron tropas holandesas, las cuales estuvieron saqueando lo que pudieron y consiguiendo víveres. En Huarmey, ante la pasividad de la caballería española, permanecieron algunos días cerca de las ruinas de su castillo preincaico. Finalmente, el 3 de agosto, tras la liberación de algunos prisioneros, o tras su fuga según otros relatos, los holandeses zarparon. 

Luego pasaron por Santa, Trujillo, Chérrepe y el puerto de Zaña, pero al no encontrar nada en esos lugares, siguieron su travesía. El día 6 pasaron cerca de la isla de Lobos de Tierra, donde persiguieron sin éxito un barco, y el 8 anclaron cerca de Paita. 

Al día siguiente 300 holandeses desembarcaron, pero tras encontrarse a los españoles bien atrincherados y tras producirse algunas escaramuzas, decidieron reembarcar para evitar perder muchos hombres. Luego tres de las naves holandesas se acercaron a Paita y bloquearon el puerto. El día 10 una numerosa tropa de mosqueteros volvió a desembarcar al tiempo que los buques bombardeaban el pueblo. Cuando cesó el bombardeo las tropas entraron en Paita, la cual encontraron vacía. A continuación la incendiaron y regresaron a sus naves. 

Los siguientes días la flota holandesa permaneció en las cercanías de Paita esperando la llegada de barcos desde Panamá. Por fin, el día 21 de agosto, tras liberar a la mayor parte de sus prisioneros, los holandeses zarparon hacia el norte. El 23 fondearon frente al río Tumbes. De allí pusieron rumbo a la isla del Coco, camino de la cual avistaron un barco, aunque no consiguieron atraparlo. 

De su paso por el golfo de Guayaquil tenemos varias noticias. La primera es que teniendo noticias en Quito de la inminente llegada de los holandeses a aguas de la Real Audiencia se reunieron tropas y se enviaron a Guayaquil ante la posibilidad de que fuera atacado este puerto. La segunda noticia nos la proporciona Antonio de Morga, nuevo presidente de la Real Audiencia de Quito, el cual, en una carta al rey, cuenta como en su travesía se cruzó con la flota holandesa y temió ser capturado. 

La tercera noticia nos llega de El Callao. Sabedor el virrey que su sustituto a la cabeza del virreinato, el príncipe de Esquilache, había zarpado en agosto de Panamá con destino a Perú y temeroso de que fuera capturado por los holandeses, envió una flotilla capitaneada de nuevo por su sobrino para evitarlo. Finalmente, Esquilache llegó sano y salvo, mientras, Mendoza patrulló aquellas aguas en busca de los holandeses. 

Estos, tras pasar cerca de la península de Santa Elena, en el moderno Ecuador, sufrieron terribles tormentas, las cuales evitaron que encontraran isla del Coco y dañaron el barco capturado un mes atrás, el cual tuvieron que abandonar. Por esa misma época se sabe que en Panamá se prepararon ante la posibilidad de un ataque, sin embargo la flota holandesa continuó su travesía y la encontramos a mediados de septiembre a la altura de Nicaragua, llegando a aguas de Nueva España, el actual México, el día 20, aunque esta parte de la expedición, la veremos en otro video.

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domingo, 3 de septiembre de 2023

Declaraciones de Juan Domínguez y Juanes de Ibarrueta, sobre el arribo de cinco barcos extranjeros a la isla de Santa María (Concepción, 30 de Mayo de 1615)




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EL ATAQUE HOLANDÉS A AMÉRICA DE 1615 (I): CHILE

En 1614, en mitad de la Tregua de los Doce años que en 1609 habían acordado las Provincias Unidas de los Países Bajos y la Monarquía Hispánica, los holandeses organizaron una escuadra capitaneada por Joris van Spilbergen, con la audaz misión de incursionar en la América española en su camino hacia las Molucas. 

El 8 de agosto de ese año partió de las costas de Holanda una flotilla de seis naves fuertemente artilladas y que transportaban varias lanchas y más de 700 hombres, entre marineros e infantería, en su mayoría holandeses, pero con la presencia de algunos alemanes y franceses de La Rochelle. Según el diario de la expedición, tras una escala en el sur de Inglaterra, a mediados de septiembre los holandeses zarparon rumbo sur, llegando a finales de octubre a las islas de Cabo Verde. 

De allí se dirigieron a las costas de Brasil, a donde llegaron a mediados de diciembre. A continuación fondearon en isla Grande, cerca de Río de Janeiro para tomar provisiones. Mientras hacían esto fueron atacados por los portugueses, una de las tripulaciones intentó amotinarse, capturaron una nave española y volvieron a ser atacados, esta vez por indios. 

Ya en enero de 1615, zarparon y llegaron a San Vicente, donde primero comerciaron con los portugueses y luego fueron atacados por estos y por los indios de la zona. Como represalia, los holandeses incendiaron la iglesia del lugar. Luego capturaron un barco, lo saquearon y lo quemaron. Finalmente zarparon a principios de febrero. Días después llegaron al Río de la Plata y el 1 de marzo estaban en el golfo de San Jorge. 

El día 8 los holandeses llegaron a la entrada del Estrecho de Magallanes. Allí sufrieron tormentas, un intento de motín y la deserción de una de las naves. Luego, tras casi dos meses de navegación en los que vieron indios de gran altura y caníbales, atravesaron el estrecho, llegando el 6 de mayo al Mar del Sur, es decir, al océano Pacífico. 

Continuaron la navegación hacia el norte y el día 26 desembarcaron en isla Mocha, donde sus habitantes, enemigos de los españoles, les aprovisionaron de víveres y ganado, incluido un guanaco, a cambio de hachas, chuchillos y otros objetos, como señala, entre otros, el cronista Diego de Rosales. 

Desde Mocha navegaron hacia la isla de Santa María, donde desembarcaron poco después. De inmediato el corregidor de la isla, al tiempo que fingía tener relaciones cordiales con ellos, envió varios hombres a Concepción a dar la voz de alarma. En Santa María, o en Mocha según otras versiones, supieron los holandeses que galeones españoles esperaban su llegada desde hacía meses y los estaban buscando, ya que incluso desde antes de su partida de Holanda había noticias sobre la expedición en España y en las Indias. 

El día 30 apareció una tropa de españoles y los holandeses reembarcaron. Pero al día siguiente una tropa de 300 de ellos desembarcó en la isla. Al verlos los españoles incendiaron la iglesia del lugar, un almacén de trigo y se retiraron. A continuación, mientras los holandeses tomaban provisiones, se produjeron varias escaramuzas. Luego, antes de reembarcarse, los holandeses quemaron las casas del pueblo. 

Tras esto los holandeses decidieron ir en busca de los galeones que les buscaban a ellos y para eso se dieron instrucciones exhaustivas de que hacer en caso de un combate naval. Después de anclar dos días frente a Arauco, el 3 de junio llegaron a la bahía de Concepción. Según los testimonios españoles, en Concepción se comenzó a preparar la defensa con trincheras y se reunieron 900 españoles y 300 indios aliados de los alrededores. 

Finalmente, aunque los holandeses permanecieron allí varios días, no desembarcaron y se dirigieron al norte, a Valparaíso. Según Diego de Rosales los holandeses se habrían retirado ante la presencia del gobernador Alonso de Ribera, famoso por sus campañas en Flandes y Francia, sin embargo, el miedo quizás no fue tal si tenemos en cuenta que es posible que los holandeses incendiaran las casas de isla Quiriquina. 

El día 11 realizaron un desembarco de reconocimiento cerca de Valparaíso. Luego fueron a Concón en busca de los galeones españoles. Allí fueron avistados y para evitar que capturaran un mercante, los mismos españoles le prendieron fuego. A pesar de ello, los holandeses intentaron capturar el navío y salvarlo, pero fueron disparados desde tierra y el barco fue irrecuperable. 

A continuación, los holandeses desembarcaron en Valparaíso, donde la infantería y la caballería española, que habían prendido fuego a las casas, les esperaban en formación de batalla. Aunque los holandeses avanzaban para intentar trabar combate y sus barcos disparaban, los españoles, capitaneados por Juan Pérez de Urasundi, se retiraban y evitaban la confrontación, por lo que finalmente los holandeses decidieron reembarcar y dirigirse al puerto de Papudo, aunque creyeron que era el de Quintero. 

A Papudo llegaron el día 13, donde desembarcaron para aprovisionarse de agua. Según el relato holandés apareció la caballería española, pero esta no quiso combatir con ellos. A continuación, los holandeses, antes de zarpar el día 17, liberaron a varios prisioneros traídos desde Brasil y Santa María. Según la documentación española, en aquel puerto los holandeses sufrieron la deserción de tres soldados. 

Más tarde, el 2 de julio, los holandeses llegaron a Arica, puerto con buenas defensas pero con una guarnición mal armada. Según las noticias de la época, ante la inminente llegada de los holandeses, se ordenó que los cargamentos de plata se detuvieran a varias leguas de la ciudad, para evitar así ser capturados por los enemigos. Además, se sabe que el “presidente de los Charcas”, Diego de Portugal, envió numerosas fuerzas. 

Podemos leer en la documentación ariqueña que el día que fueron avistados los navíos holandeses todos los hombres y muchas mujeres se prepararon para el combate. Sea por la defensa de Arica o porque no encontraron a los barcos que transportan la plata de Potosí hasta Panamá, los holandeses decidieron continuar su navegación. De este modo acabó la travesía holandesa por aguas del actual Chile. A continuación, como veremos en otro video, continuaron sus correrías por costas peruanas.

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