Se sabe que tras el final de la Guerra Civil Americana varios miles de excombatientes confederados abandonaron el país con destino a México, Brasil u Oriente Próximo, sin embargo es poco conocido que en Argentina se instalaron ocho, aunque es posible que fueran muchos más.
Los primeros confederados de los que hablaremos fueron cuatro oficiales que formaron parte de la tripulación del famoso CSS Shenandoah. En octubre de 1864 esta nave confederada partió de Londres, recorrió el Atlántico, entró en el Índico y se dirigió a Australia, luego entró en el Pacífico y fue hacia el norte, hasta los mares de Ojotsk y Bering, para luego descender hasta aguas de México, donde a principios de agosto de 1865 descubrieron que la guerra había acabado hacía semanas. A pesar de ello, en lugar de arribar a un puerto de Estados Unidos, decidieron regresar a Inglaterra por el Cabo de Hornos.
Finalmente el Shenandoah llegó a Liverpool el 6 de noviembre y allí fue rendido a los ingleses. En Inglaterra, según contaría años después el primer teniente del navío, William Whittle, las autoridades inglesas confinaron a la tripulación, pero al no considerar que hubieran actuado ilegalmente durante su viaje, la dejaron en libertad. En cambio, en los Estados Unidos los tripulantes del Shenandoah eran considerados como piratas y serían tratados como tal.
Entonces Whittle y tres de sus compañeros, los guardiamarinas John Mason y Orris Browne y el tercer teniente Sidney Lee, sobrino del famoso general confederado Robert E. Lee, pensaron en quedarse en Inglaterra o ir a Francia o México, aunque finalmente optaron por exiliarse en la República Argentina, donde creyeron que encontrarían mejores oportunidades.
Los cuatro marinos embarcaron a finales de enero de 1866 hacia Buenos Aires, a donde llegaron en marzo. Una vez en Argentina, y tras inspeccionar varios lugares, los cuatro marinos se asentaron en Rosario, donde compraron algunas hectáreas de terreno para el cultivo y la ganadería.
Un año después, en enero de 1867, el presidente de Estados Unidos, Andrew Johnson, concedió un perdón a cientos de antiguos confederados, entre ellos a Whittle y a sus compañeros. Tras esto, Brown y Mason regresaron a los Estados Unidos en mayo, haciéndolo Whittle y Lee en octubre de 1868, después de deshacerse de sus propiedades.
Pero estos no fueron los únicos tripulantes del Shenandoah que se instalaron en Argentina. En esa misma época también se instaló allí, concretamente en Santiago del Estero, el cirujano Charles Lining. En esta ciudad Lining ejerció de médico y de profesor de inglés, formando parte activa en la vida de la ciudad. Así podemos encontrarlo formando parte de varias comisiones, como la que luchó contra una epidemia de cólera en 1868. Finalmente Lining regresó a los Estados Unidos en 1874.
A continuación hablaremos de un caso curioso, el de los Page, padre e hijo que conocían Argentina ya antes de la guerra y que al finalizar esta regresaron a dicho país. El padre, Thomas Jefferson Page, fue enviado en 1853 a la Confederación Argentina por el gobierno de los Estados Unidos para explorar la Cuenca del Plata a bordo del Water Witch. Fue famoso en aquella época por casi provocar una guerra entre su país y Paraguay en 1855.
En 1861, al estallar la Guerra Civil Americana, Page regresó a Norteamérica, se unió al bando confederado y participó en la defensa de Richmond, la capital sudista. Luego fue enviado a Europa para comprar barcos de guerra y finalmente comandó el blindado CSS Stonewall, aunque este, tras una odisea por aguas europeas, no llegó a entrar en combate.
Tras acabar la guerra, Page regresó a Argentina, donde se dedicó a la ganadería en Entre Ríos. Tiempo después, durante la presidencia de Domingo Sarmiento, Page asesoró a los argentinos para la modernización de su armada y en la compra de varios buques de guerra en Inglaterra, para finalmente abandonar Argentina en 1884 e instalarse en Italia.
En cuanto al hijo de Thomas, Philip, sabemos que nació en Washington D. C. en 1847 y que en 1864, en su adolescencia, participó en la batalla de New Market. Tras el final de la guerra se asentó primero en Buenos Aires, luego en la ciudad entrerriana de Concordia, donde se dedicó a la ganadería, y más tarde en la estancia Palmar de Ubajay, también en Entre Ríos. Hay noticias de que durante la Rebelión Jordanista Ricardo López Jordán lo envió como emisario para proponer la paz al gobierno argentino y que en 1890, se vio afectado por la crisis que la deuda argentina produjo en el Banco Barings. Philip Page falleció finalmente en 1941.
Por último, el octavo confederado del que hablaremos es Hunter Davidson. En su juventud participó en la guerra entre México y Estados Unidos. Años después, durante la Guerra Civil Americana, Davidson se unió a las fuerzas navales confederadas, donde destacó por varias acciones, en especial en las que hizo uso de torpedos.
Una vez acabada la guerra, Davidson se instaló en Inglaterra y junto a Thomas Page asesoró a los argentinos en la compra de buques de guerra. En ese tiempo también sabemos que intentó sin éxito que el general confederado Beauregard se uniera al ejército argentino. En 1874 se trasladó a Argentina, donde ayudó a la modernización de su flota fluvial y fue nombrado jefe de la División Argentina de Torpedos. Luego, durante los siguientes años, reconoció, entre otros, el curso del Alto Paraná. Finalmente, en 1885, Davidson fijó su residencia en Paraguay, muriendo en Pirayú en 1913.
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