miércoles, 24 de mayo de 2023
EL PLAN DE NAPOLEÓN PARA SALVAR BUENOS AIRES DE LOS INGLESES (1808)
Es poco conocido que, durante las Guerras Napoleónicas, Napoleón Bonaparte, para evitar que los ingleses volvieran a invadir el Río de la Plata, planeó en mayo de 1808 enviar una expedición armada desde España a Buenos Aires para proteger este importante enclave.
En ese tiempo la situación de España era compleja. Parte del territorio estaba ocupado por tropas napoleónicas, se habían producido los primeros levantamientos antifranceses, el rey Carlos IV y su hijo, Fernando VII, habían renunciado a sus derechos al trono español en Bayona y el gobierno lo ejercía de facto Joaquín Murat, Lugarteniente en España del Emperador francés, el cual había decidido entregar la corona española a su hermano José.
En medio de esta convulsa situación aparecieron noticias sobre un supuesto plan inglés para atacar el Río de la Plata, algo que ya habían hecho en 1806 y 1807. Para evitar esto, Napoleón planeó el envío desde España de una poderosa flota y miles de soldados a Buenos Aires. Con esta medida el emperador pretendía frustrar el ataque inglés y mantener la integridad territorial de los dominios ultramarinos del Reino de España, lo cual haría que se ganara las simpatías de los descontentos españoles.
Ya el 14 de mayo Napoleón pidió por carta a Murat que en cada barco que fuera a América se embarcaran armas y reclutas. Un día después el sire escribió en el mismo sentido al jefe de las fuerzas francesas en Portugal, el general Jean-Andoche Junot.
Ese mismo día Murat escribió a Napoleón para explicarle que el estado de los arsenales españoles era lamentable, lo que dificultaba la preparación de cualquier expedición. Además, le decía que el ministro de marina español, Francisco Gil de Taboada, creía que sería muy importante hacer una expedición de 4.000 hombres al Río de la Plata ya que consideraba este punto como uno de los más importantes a tener en cuenta.
Poco después, el día 19, Napoleón escribió a Murat explicándole su plan para enviar una expedición a Buenos Aires. Según el emperador la expedición debería zarpar del puerto gallego de Ferrol, donde solo había cuatro barcos, por lo que sería necesario enviar 500.000 francos para preparar seis navíos y tres fragatas que llevaran 3.000 hombres a Buenos Aires para proteger América de cualquier eventualidad. Para sufragar el coste de esta expedición Napoleón decía que, si fuera necesario, el ministro de Hacienda español podría incluso empeñar los diamantes de la corona.
A continuación, el día 21, Napoleón escribió de nuevo a Murat para informarle que, según informes de los ministros de Guerra y Marina, era urgente socorrer al Río de la Plata, para lo cual le pedía armar, entre otros, los navíos Venganza, Diana y San Fernando. Luego señalaba la necesidad de nombrar a un contraalmirante que comandara la escuadra y decía que esta debería transportar varios regimientos de infantería, caballería a pie y artillería, los cuales deberían ser elegidos por el ministro de guerra español, Gonzalo O'Farrill, con lo cual queda claro que aunque el plan era francés, el dinero, los barcos y los soldados serían españoles.
Seguidamente el emperador apuntaba a que se deberían llevar 10.000 fusiles y varios cañones. Finalmente, concluía Napoleón diciendo que solo se necesitaba dinero, que con este la expedición debía prepararse en secreto y estar lista en junio y que podría zarpar antes de que los ingleses se dieran cuenta de los preparativos.
Ese mismo día Murat escribió a Napoleón desde Madrid para comunicarle ciertas informaciones llegadas desde Holanda referentes a una supuesta expedición de los ingleses y de tropas brasileñas contra Buenos Aires. Poco después, el día 23, Murat volvió a escribir a Napoleón para informarle sobre la falta de dinero para preparar la expedición.
A continuación, el día 24 Murat trasladó a Napoleón la petición del ministro Gil para que enviara a Ferrol varias naves para el transporte de tropas. Ese mismo día Murat escribió a Gil para comunicarle las instrucciones que Napoleón le dio el día 21, además le decía que el mando de la expedición debería recaer en el marino Cayetano Valdés, jefe de la escuadra española en el Mediterráneo, y que al día siguiente serían llevados a Ferrol 500.000 francos para alistar las naves que deberían zarpar en junio, antes de que los ingleses descubrieran el plan.
En otra carta Murat comunicó al ministro de guerra el número y el tipo de tropas que deberían embarcarse. Luego, en una cuarta carta, Murat informó al comandante de marina de Ferrol sobre la importancia de preparar los barcos para socorrer al Río de la Plata, lo cual debería hacerse en secreto para que los ingleses no pudieran reforzar su escuadra en esa zona.
Dos días después Napoleón escribió a Murat para comunicarle su intención de que el navío San Fulgencio, anclado en Cádiz, fuera destinado a Buenos Aires junto con 400 hombres y un cargamento de 4.000 fusiles, que junto a los barcos de Ferrol sería suficiente para asegurar el Río de la Plata. Poco más tarde, el día 28, Napoleón escribió a Murat desde Bayona para contarle que dos barcos saldrían desde allí hacia Montevideo con 2.000 fusiles.
Paralelamente a estos preparativos, según contó el marino Jurien de La Gravière en sus memorias, el ministro de marina francés, Denis Decrès, le encargó que de Lorient fuera al Río de la Plata en la fragata La Créole con un coronel de artillería, 25 soldados de élite y 500 fusiles.
Sin embargo, tanto estos planes como los preparativos que se llevaban a cabo en Ferrol fueron abandonados debido a la generalización de la rebelión antifrancesa en España y a la aclamación de Fernando VII en la América española.
Puedes encontrar más videos en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos
miércoles, 17 de mayo de 2023
1855, BRASIL (CASI) INVADE PARAGUAY
La década de 1850 de la historia paraguaya estuvo marcada por conflictos con la Confederación Argentina, con el Segundo Imperio francés, con los Estados Unidos y con Reino Unido. Sin embargo, a estas disputas hay que añadir una más, una menos conocida, en la que Brasil a punto estuvo de invadir Paraguay.
Este conflicto tiene su origen en tres cuestiones. La primera, la intención brasileña navegar libremente por el río Paraguay hasta su territorio del Mato Grosso. La segunda, la reclamación brasileña de los territorios comprendidos entre el río Blanco y el río Apa, al norte de Paraguay.
Y la tercera, la entrega a Felipe José Pereira Leal, Encargado de Negocios de Brasil en Paraguay, de sus pasaportes en agosto de 1853 para salir del país debido a las calumnias proferidas hacia el gobierno paraguayo y hacia el presidente Carlos Antonio López. Como consecuencia de esto último, los brasileños no pudieron seguir negociando con el gobierno de López sobre las dos primeras cuestiones, en las que los paraguayos, por otro lado, se negaban a ceder.
Pero aquí no terminó el asunto. Más de un año después los brasileños dieron plenos poderes al marino Pedro Ferreira de Oliveira para obtener satisfacciones por la cuestión Leal y para negociar con el presidente López un tratado de navegación y de comercio y otro de límites. En el caso de que López no cediera, la poderosa escuadra imperial que acompañaba a Ferreira y las tropas brasileñas que se posicionaron junto a las fronteras de Paraguay deberían actuar utilizando la fuerza.
Esta flota de guerra fuertemente artillada, que zarpó de Río de Janeiro el 10 de diciembre de 1854, estaba compuesta por 36 naves de diverso tipo y cerca de 2.000 marinos y 3.000 soldados de desembarque, aunque algunos autores rebajan esas cifras.
A pesar de que la misión de Ferreira debía tener un componente de sorpresa, semanas antes de que zarpara, los paraguayos ya tenían informaciones sobre los planes brasileños y comenzaron a prepararse para luchar contra los invasores. Así, podemos mencionar que el 9 de diciembre se dieron ordenes para alistar tropas de infantería y caballería.
Un día después, el presidente López, sabedor de la presencia de tropas brasileñas en São Borja, en la frontera brasileño-correntina, dio ordenes al comandante de la Tranquera de Loreto, territorio paraguayo al sur del Paraná, para que se retirara al otro lado del río, al Cuartel de San Josemi, en la moderna Ayolas, para evitar que los brasileños sorprendieran a aquella comandancia, pero dejando una guardia de observación en Yaciretá para cuidar el paso.
Un día más tarde López informó al comandante de Concepción que, según informaciones del comandante de Encarnación, una división brasileña había llegado a São Borja y añadía que la invasión a través de las Misiones del Paraguay solo podría hacerse en concierto con los correntinos y con el general Urquiza, presidente de la Confederación Argentina.
A continuación López ordenó vigilar la frontera del Apa y poner a punto el servicio de bomberos, es decir, de espías. Luego el presidente advirtió de la posibilidad de que los brasileños utilizaran a los salvajes de Miranda en su ataque, aunque creía que los habitantes de aquella región podrían destruirlos con facilidad. Luego, el día 13, López mandó hacer listas de licenciados por si tuvieran que ser armados y enviados a la frontera del departamento de Santa Rosa.
Semanas después, el 17 de enero de 1855, tras varias incursiones de salvajes y brasileños en los alrededores de los fuertes del río Apa, el presidente paraguayo ordenó retirar el ganado de esa zona para evitar que fuera robado.
El día 5 de febrero el cónsul paraguayo en Paraná, Pedro Nolasco Decoud, escribió a Benito Varela, ministro de Relaciones Exteriores de su país, para comunicarle que ese día fondeó la escuadra brasileña a aquella ciudad. Además, Decoud informaba que los brasileños poseían lanchas de desembarco y 2.000 hombres para ello. Por último, el cónsul señalaba que los brasileños habían estado recabando información sobre las defensas paraguayas y dejaba entrever una supuesta connivencia entre brasileños y argentinos.
Poco después, según contaría luego el diplomático paraguayo Gregorio Benites, López ordenó evacuar el campamento de Paso de la Patria y envió a esas tropas a Humaitá, en cuyas fortificaciones trabajaron de día y de noche.
El 15 de ese mes, López, ante la inminente llegada de la flota brasileña, ordenó que el ganado fuera alejado de las orillas del río Paraguay, quedando una parte destinado al consumo de las tropas. Ese mismo día el presidente paraguayo tuvo noticias de la llegada al puerto de Corrientes de la escuadra brasileña y ordenó al comandante de Concepción que si los brasileños llegaran al Apa en gran número, las tropas paraguayas de la frontera se reunieran y se retiraran en orden y golpearan al enemigo en el momento preciso.
Tres días después, por enfermedad del comandante de Concepción, el presidente López nombró como sustituto a Alejandro Hermosa, al que encomendó organizar las fuerzas paraguayas para hacer frente a la posible invasión que se esperaba en el Apa por parte de los brasileños y de los salvajes de Miranda.
Luego, al día siguiente, López dio instrucciones a las tropas del Apa. En ellas podemos leer que se hacía hincapié en la retirada hacia el campamento de Bellavista en el caso de que apareciera una fuerza brasileña superior y que las tropas, los hacendados y el ganado deberían alejarse llevando a cabo una estrategia de tierra quemada mientras que las guerrillas deberían entorpecer el avance enemigo. Pero si esto no fuera suficiente, se ordenaba retirarse al sur del río Ypané.
El día 20 varias naves brasileñas llegaron a las cercanías de la isla del Cerrito, en la confluencia del Paraguay con el Paraná. Ese día Ferreira escribió a las autoridades paraguayas para informarles sobre su misión.
Sabedor de esto, el día 21 López publicó dos proclamas, una al pueblo paraguayo y otra a las tropas. En la primera decía que durante mucho tiempo creyó las buenas palabras del emperador de Brasil, no creyendo en una expedición contra Paraguay pero, cuando esta llegó al Paraná, tuvo que tomar medidas para defender el territorio. A continuación, López se quejaba de que los brasileños tomaran aquellas medidas sin ni siquiera haber hecho reclamación alguna. Por último, finalizaba diciendo que “el sentimiento de la nacionalidad, su profundo antagonismo á toda dominación extranjera, son sentimientos muy fuertes, é inalterables en el Pueblo Paraguayo”.
Luego, en la proclama a las tropas, López decía que el insidioso enemigo pretendía imponer sus ordenes, y acababa arengando a sus soldados con estas palabras: “Soldados, sea cual fuere la suerte que la Providencia nos depare, nuestra resistencia será un protesto eterno contra la injusticia del Brasil; y una gloria, inmarcesible, aunque seamos desgraciados”.
En los siguientes días tenemos noticias referentes a la construcción de parapetos en la costa de Lambaré y de las ordenes dictadas por López en las cuales se pedía hostilizar a las naves brasileñas que remontaran el Paraguay con balas y hasta con piedras de honda y no dejarles descansar ni de día ni de noche. En estas instrucciones el presidente paraguayo comunicaba su sospecha de que los brasileños se pudieran aliar con los indígenas del Chaco, para lo cual contarían con la ayuda de Urquiza y del gobernador de Corrientes.
En aquellos momentos creía López en un inminente combate entre los cañones de Humaitá y las naves brasileñas, las cuales luego se dirigirían aguas arriba, por lo cual, el presidente dio ordenes de que no pudieran abastecerse en su travesía ni de leña ni de ganado. Igualmente se pidió que, si esto sucediera, fueran movilizados todos los hombres útiles, los cuales deberían acudir a las costas armados con armas de fuego, lanzas u hondas con las que hostilizar a los enemigos.
Luego, el día 25, López fue informado de que ni los brasileños de São Borja ni los del río Apa se habían movido, aún así, ordenó que dos espías cruzaran el río y recabaran información y que una canoa navegara hasta el Pan de Azúcar con iguales instrucciones.
Mientras tanto, aquellos días Ferreira y el gobierno paraguayo se comunicaron mediante misivas, en las cuales el primero, anclado frente a Cerrito, insistió en el carácter pacífico y conciliatorio de su misión. Por su parte, los paraguayos, desconfiando de aquella escuadra, pidieron a Ferreira que subiera a Asunción en un solo buque y que el resto de las naves fondearan fuera de las aguas paraguayas. Por último, le advirtieron de que si remontaba el río con más naves, se darían por abiertas las hostilidades.
Ferreira aceptó las condiciones paraguayas, pero dio instrucciones para atacar en caso de que algo le sucediera. Luego, tras un accidentado viaje por el Paraguay, Ferreira llegó a Asunción a mediados de marzo. Una vez allí solicitó una satisfacción por la despedida de Leal, a lo que los paraguayos accedieron. De este modo, el día 25 se saludó a la bandera brasileña con veintiuna salvas, devolviendo a continuación los brasileños el saludo, dándose así por restablecidas las relaciones diplomáticas entre ambos países, aunque aún mantuvo el presidente López las sospechas sobre posibles incursiones.
Días después Ferreira presentó un proyecto de tratado, pero Francisco Solano López, hijo del presidente paraguayo y el encargado de las negociaciones, lo rechazó por los artículos relativos a las cuestiones territoriales. Finalmente, tras varias conferencias y unas intensas negociaciones llenas de reproches, el 27 de abril se firmó un Tratado de amistad, comercio y navegación, en el que los paraguayos solo concedieron a los brasileños la navegación comercial por el río Paraguay, pero con ciertas limitaciones.
Respecto al tratado de límites no se llegó a un acuerdo, pero se firmó una Convención Adicional por la que las partes se emplazaban a seguir negociando pasado un año. Luego Ferreira retornó a Brasil, donde su papel sería duramente criticado y su misión sería considerada un fracaso al no lograrse todos los objetivos deseados, siendo el tratado rechazado por el Gobierno Imperial semanas después. Por su parte, las gestiones de los López fueron consideradas un éxito diplomático paraguayo, aunque estas solo retrasaron unos años el enfrentamiento con Brasil.
Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos
viernes, 5 de mayo de 2023
EL ATAQUE ALEMÁN A COSTA RICA DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Durante la Segunda Guerra Mundial los países del Eje llevaron la guerra a todos los mares y océanos del planeta, pero es poco conocido que sus ataques llegaron a lugares tan alejados de los principales teatros de operaciones como Costa Rica.
Tras el ataque japonés a Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941 el gobierno de Rafael Calderón Guardia declaró la guerra a Japón y poco después a Alemania e Italia. De inmediato se adoptaron disposiciones para defender el país de posibles ataques. Igualmente se tomaron medidas contra los ciudadanos del Eje residentes en Costa Rica y sus bienes. Así, ya el día 13 de diciembre varios japoneses fueron embarcados hacia Estados Unidos con destino a campos de internamiento.
Tiempo después, debido a los ataques de submarinos alemanes e italianos que tuvieron lugar en el Caribe desde febrero de 1942, el gobierno de Costa Rica ordenó, entre otras cosas, el oscurecimiento de los puertos, sin embargo, esto no se cumplió en Puerto Limón el 2 de julio de ese año.
Hacia las 8 de la noche de aquel día el submarino alemán U-161 se aproximó al puerto de Limón, en la costa caribeña de Costa Rica, y desde un lado de la isla Uvita torpedeó por dos veces al mercante estadounidense de bandera panameña San Pablo, para a continuación retirarse a alta mar.
Las explosiones fueron tan fuertes que se sintieron en toda la ciudad, causando la alarma entre sus habitantes y provocando daños en el muelle. Por su parte, el San Pablo comenzó a escorarse y se hundió, primero parcialmente y luego del todo, a pesar de los esfuerzos para evitarlo. En sus bodegas quedaron atrapados varios trabajadores que se encontraban descargando la mercancía, cuyos cuerpos se fueron rescatando en los días sucesivos. En total, el ataque nazi provocó más de una veintena de muertos y varios heridos, en su mayoría costarricenses.
A continuación, esa misma noche, fueron enviadas a Limón fuerzas costarricenses para vigilar el puerto. Igualmente, desde el Canal de Panamá aviones estadounidenses fueron enviados para buscar al submarino alemán, aunque este pudo escapar y volver a atacar días después a un mercante de Estados Unidos al sur de las Bermudas.
El día 4 se publicó, según declaraciones de los supervivientes, que desde su travesía desde Estados Unidos a Limón, el San Pablo había sido acechado y disparado por un submarino que en aquel momento creyeron que era italiano. Ese mismo día se celebraron varias manifestaciones en San José y otras ciudades del país contra la agresión nazi que devinieron en ataques a comercios alemanes, italianos y costarricenses, provocando importantes altercados, saqueos, heridos y detenidos. Igualmente fueron atacados establecimientos propiedad de españoles por las simpatías de su país con el Eje, lo que a punto estuvo de provocar un conflicto diplomático con España.
Como consecuencia del ataque alemán, esos días el gobierno costarricense tomó nuevas medidas contra ciudadanos del Eje, practicando varias detenciones y persiguiendo las actividades pronazis. Así, al final de la guerra más de 400 ciudadanos del Eje, en su mayoría alemanes, habían sido deportados a Estados para su internamiento.
Puedes encontrar más historias en nuestro canal: https://www.youtube.com/@mhistoria6088/videos