Es de sobra conocido que durante la historia de la América española estos territorios fueron frecuentemente atacados por los ingleses, holandeses y franceses, pero poco se sabe sobre la amenaza danesa a Buenos Aires que mantuvo en alerta a aquella plaza durante varios meses.
Todo comenzó al parecer en 1688. En ese año y en los siguientes un francés, un tal De Gissey, escribió a la corte danesa una serie de cartas en las que proponía al rey Cristián V atacar y ocupar Buenos Aires. Según De Gissey, la toma de Buenos Aires serviría para obtener satisfacción por los daños que España había provocado a Dinamarca en las pasadas guerras europeas.
De Gissey sostenía que tomando Buenos Aires “se podría imponer contribuciones de guerra o saquear a muchas ciudades”, lo que empujaría al rey de España, Carlos II, a negociar con Dinamarca. Para llevar a cabo estos planes De Gissey proponía realizar un ataque sorpresa usando filibusteros y una tropa de unos 500 hombres. Asimismo, en alguna de sus cartas, el francés sugería incluso una alianza entre Dinamarca y Suecia para atacar a los españoles.
A continuación, estos planes debieron filtrarse ya que los españoles fueron conocedores de un proyecto danés para tomar Buenos Aires. La noticia llegó a la corte española por dos vías. Por un lado, en mayo de 1699 Francisco Bernardo de Quirós, embajador español en Holanda, escribió al rey para comunicarle que se había propuesto al rey de Dinamarca tomar Buenos Aires con una tropa de 600 hombres y 400 “bucaneros”, con los que se podría obtener un gran botín mediante el saqueo y con los que posteriormente se podría penetrar hasta los Andes.
Al mismo tiempo a la corte habían llegado informaciones de Francisco Antonio Navarro, representante del rey Carlos en Hamburgo, con noticias sobre la preparación de armamentos marítimos para atacar a los españoles.
De este modo las alarmas se encendieron en la corte y en junio fueron enviadas dos reales cédulas avisando del peligro y de la necesidad de organizar la defensa. Una de las cédulas iba dirigida a Agustín de Robles, Gobernador y Capitán General de Buenos Aires, y la otra a Melchor Portocarrero, Virrey del Perú, el cual debía remitírsela a Robles.
Tuvo que pasar casi un año para que Manuel de Prado Maldonado, nuevo Gobernador de Buenos Aires, fuera conocedor de la amenaza danesa que le comunicaban desde España. Pese a la grave situación de carestía en la que se hallaba la ciudad, de inmediato Prado, como informó al rey en agosto de 1700, comenzó a preparar la defensa de Buenos Aires y de su territorio ante lo que parecía un inminente ataque danés.
En primer lugar, Prado ordenó dejar vacíos los barcos mercantes para evitar que fueran capturados con su carga. Luego preparó a la infantería y caballería bajo su mando, así como a la milicia de la ciudad. A continuación, ordenó preparar a las milicias de otras ciudades de esa gobernación y de la de Tucumán para que estuvieran listas en caso de aviso. Esto quedó reflejado en las actas del Cabildo de Santa Fe, donde se dice que se hizo una “lista de los que sean capaces de tomar las armas desde la edad de catorce años a la de sesenta”.
Como estás tropas parece que eran insuficientes Prado, como en otras ocasiones habían hecho los gobernadores de Buenos Aires, pidió a los Superiores de los jesuitas que le enviaran 2.000 guaraníes desde las Misiones. Estos debían ser 1.500 jinetes armados con lanzas y 500 infantes armados con hondas. Esta leva de guaraníes debió ser tan importante que años después varios jesuitas lo reflejaron en sus escritos.
Asimismo, Prado también envió tropas por mar y tierra para reconocer las costas del Río de la Plata en busca de las naves dinamarquesas y comunicar mediante fuegos el número de embarcaciones del enemigo. También hay que señalar que Prado pidió socorros económicos tanto al rey como al virrey del Perú.
Por si fuera poco, Prado pidió ayuda, o al menos advirtió, a los portugueses asentados desde 1680 en la Colonia de Sacramento, en el actual Uruguay. Según el cronista Simão Pereira de Sá Prado solicitó auxilio a los portugueses de Sacramento, aunque esto no parece cierto. Lo que si consta en documentos portugueses es que Prado avisó al gobernador de Sacramento, Sebastião da Veiga Cabral, del peligro de una armada danesa que se dirigía al Río de la Plata. El peligro fue tomado muy en serio por Veiga, el cual pidió tropas a Río de Janeiro, desde donde le enviaron dos compañías.
Pero el temor al ataque danés no se disipó pronto. Hay noticias de que los guaraníes permanecieron varios meses en Buenos Aires y a finales de 1701 el nuevo rey de España, Felipe V, dio orden para que se construyera una nueva fortificación en la ciudad utilizando a indios de Paraguay como mano de obra.
Finalmente no se produjo ningún ataque danés a Buenos Aires, aunque algunos historiadores escribieron hace más de un siglo que los daneses llegaron y fueron ahuyentados por el gobernador y sus hombres. Lo cierto es que, pese a los proyectos de De Gissey, los daneses no tuvieron ni la intención ni la capacidad de atacar Buenos Aires y que todo el temor español a un ataque se debió a una información falsa o errónea.
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