Cuando parecía que las relaciones anglo-paraguayas ya no podían empeorar más, el 29 de noviembre de 1859 tuvo lugar un suceso que a punto estuvo de desencadenar una guerra entre Paraguay y el Imperio Británico. Este suceso fue el ataque en el Río de la Plata al barco paraguayo Tacuarí, hecho que la prensa calificó de acto de piratería y que fue otro ejemplo de la conocida como “Diplomacia de Cañoneras”.
Entre octubre y noviembre el Brigadier General Francisco Solano López, hijo del presidente paraguayo, se encontraba en Buenos Aires, con el cargo de Ministro Mediador para mediar entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires. Finalmente, el día 11 se alcanzó un pacto de paz y de reunificación entre ambos territorios. Tras acabar su misión en Buenos Aires, López tenía planeado partir a bordo del vapor de guerra Tacuarí y, antes de regresar a Paraguay, entrevistarse con el presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza.
El día 29 de noviembre zarpó del puerto de Buenos Aires. De inmediato, aún en la rada, dos naves británicas, la corbeta Buzzard y la cañonera Grappler, comenzaron a realizar movimientos hostiles y a entorpecer el paso del Tacuarí. Ante esto, del Tacuarí partió una lancha para pedir explicaciones a los británicos. De repente, sin previo aviso, el Grappler disparó un cañonazo al vapor paraguayo.
El Tacuarí, viéndose en desventaja, arrió la lancha y decidió regresar a puerto mientras era perseguido, pues además de las dos naves británicas mencionadas, no muy lejos se encontraban otras tres. Como después escribiría López, con este ataque se confirmaban los rumores que no quiso creer sobre las intenciones británicas. López decidió regresar a puerto pues sospechaba que los británicos se proponían destruir el Tacuarí o capturarlo junto a su persona, en un flagrante acto de guerra.
De regreso en Buenos Aires, el comandante del Tacuarí, Pedro Ignacio Meza, dirigió una nota de protesta al comandante del Buzzard, el cual le devolvió a modo de insulto. Un día después del ataque, López informó a los gobiernos de Buenos Aires y de la Confederación Argentina. El gobierno de Buenos Aires lamentó el suceso y le ofreció un vapor de guerra bonaerense para poder regresar con seguridad a Paraguay, pues de hecho, el Tacuarí se encontraba bloqueado en puerto por las naves británicas. El gobierno de Bueno Aires también pidió explicaciones al encargado del consulado británico en la ciudad, el cual negó en todo momento el ataque al Tacuarí.
A continuación, López pidió seguridades al gobierno de Buenos Aires para poder regresar a Paraguay sin peligro, pero estos no pudieron dárselas, salvo que lo hiciera en una nave bonaerense. Sin embargo, López decidió regresar a Paraguay por tierra, no sin antes protestar por las falta de protección que las autoridades de Buenos Aires daban al Tacuarí o a mercantes paraguayos en sus aguas.
Paralelamente a los sucesos de Buenos Aires, en Paraguay, conocedores del asunto, tomaron medidas. Por el Semanario de Avisos sabemos que el presidente Carlos Antonio López envió a su hijo Venancio a la Fortaleza de Humaitá con instrucciones de prevenir nuevos atentados británicos. Por una nota del presidente sabemos que en el verano de 1860 las mejoras en las fortificaciones aún no estaban listas y por ello necesitaban ganar tiempo, pues tenían la sospecha que los ingleses intentaría un desembarco, o al menos bloquear los ríos y capturar barcos paraguayos. Y concluía López su nota diciendo: “estamos dispuestos a aceptar la guerra, como único medio de afirmar la paz de una manera honrosa y solida”.
Ahora regresemos a Buenos Aires. El 21 de diciembre, el comandante de las fuerzas navales británicas en la región, Stephen Lushington, escribió al presidente López diciéndole que debido al conflicto entre ambos países estaba en su deber de impedir la navegación de Tacuarí. Además, exigía la liberación de Santiago Canstatt, el cual debería ser embarcado en el navío británico Leopard o entregado a la legación de Su Majestad en Paraná, a cambio de dejar libre al Tacuarí.
El presidente López contestó a finales de enero de 1860 comunicando a Lushington que Canstatt había sido liberado, como dijimos en el primer video, el 2 de enero y el 17 abandonó Paraguay en el vapor Jejuí, por lo que el presidente solicitaba que el comandante británico cumpliera su palabra y liberara al Tacuarí, como así fue. También, como se ve en documentos británicos, la liberación de Canstatt echó por tierra cualquier plan de atacar Paraguay, pues ya no tenía sentido.
Aún habría que esperar más de dos años para que los británicos reconocieran el ataque al Tacuarí. El 23 de abril de 1862 se firmó en Asunción, como veremos con más detalle en el siguiente video, una Convención para poner fin al conflicto anglo-paraguayo. En el punto 2º los británicos decían que el ataque al Tacuarí había sido un acto ajeno al gobierno de Su Majestad y afirmaban que había sido una actuación espontánea de Lushington, que pretendió así obtener la liberación de Canstatt. Sin embargo, este punto fue modificado en la Convención definitiva del 14 de octubre de ese año en la que se eliminaba la mención a Lushington y los británicos solo lamentaban el suceso.
A pesar de lo que se dijo en la primera Convención, sabemos por documentos británicos que la acción fue planificada por los altos cargos del Ministerio de Relaciones Exteriores Británico. En una carta de finales de diciembre de 1859, Charles Henderson, excónsul británico en Paraguay, lamentaba el fallido ataque al Tacuarí y señalaba que hubiera sido preferible capturar a López en lugar de atacar Asunción, plan sobre el que Henderson volvía aunque parecía, como vimos en el anterior video, haberse descartado hacía meses. Henderson hablaba de reunir una flota y esperar al buen tiempo para remontar el río Paraná y atacar Asunción. Esta acción no sería solo contra Paraguay, sería una demostración de fuerza ante todos los países de la región.
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