miércoles, 28 de abril de 2021

HVITRAMANNALAND O IRLANDA LA GRANDE EN LA SAGA DE ERIK EL ROJO.

“Cuando partieron de Vinlandia toparon con viento sur y llegaron a Marklandia, donde encontraron a cinco skraelings, uno de ellos un adulto con barba, dos mujeres y dos chiquillos. Karlsefni capturó a los niños, mas los otros se escaparon y se hundieron en la tierra. Retuvieron a los niños, les enseñaron su lengua y les bautizaron. Dijeron que su madre se llamaba Vaetilldi y su padre Uvaegi. Allí no había casas: la gente se alojaba en cuevas o agujeros; había un país al otro lado. Dijeron que frente a su propia tierra existía un país donde los hombres iban vestidos con ropas blancas y gritaban fuertemente y llevaban palos e iban de un lado para otro con banderas. Llegaron a la conclusión de que se trataba de Hvitramannaland o Irlanda la Grande. Y Luego llegaron a Groenlandia y pasaron el invierno con Erik el Rojo”.

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FREYDIS, LA SANGUINARIA VIKINGA DE AMÉRICA.

Cuando pensamos en vikingos lo solemos hacer en fieros guerreros y caudillos que surcan los mares en busca de botín, pero no hay que olvidar el papel que desempeñaron las mujeres en el mundo vikingo. Este es el caso de Freydis Eiríksdóttir y sus dos viajes a América. 

Toda la información que tenemos sobre Freydis proviene de las Sagas de Vinlandia, nombre que se da al conjunto de dos sagas que hablan sobre los viajes de los noruegos a la Tierra del Vino, Vinlandia, quizás la moderna Terranova. Estas sagas son la Saga de Erik el Rojo y la Saga de los Groenlandeses. En ocasiones estos textos dan versiones diferentes de un mismo hecho, pero a grandes rasgos podemos reconstruir la historia de Freydis utilizando ambas. 

Erik el Rojo, el primer europeo en establecerse en Groenlandia, tenía tres hijos, Leif, Thorvald y Thorstein, y una hija natural, Freydis. Esta estaba casada con Thorvard y vivían en Gardar, en el sur de Groenlandia. Según deja de manifiesto la Saga de los Groenlandeses, era Freydis la que mandaba en el matrimonio y solo se había casado con Thorvard por su dinero. Más adelante, esta misma saga menciona el viaje, hacia el año 1010, de Thorfinn Karlsefni a Vinlandia, pero no menciona a Freydis en esta expedición, cosa que sí hace la Saga de Erik el Rojo. 

Karlsefni emprendió el quinto viaje conocido a Vinlandia, siguiendo los pasos de los hijos varones de Erik el Rojo que ya habían viajado a este lugar. Junto a Karlsefni iban otros expedicionarios, entre ellos Freydis y su marido. La expedición llegó a la Tierra de las Piedras Planas, Hellulandia, probablemente la Isla de Baffin, al norte de Canadá. De allí fueron a la Isla del Oso y a la Tierra de los Bosques, Marklandia, quizás la península de Labrador. Prosiguieron hasta los lugares que llamaron el Cabo de la Quilla, las Riberas Maravillosas y el Fiordo de la Corriente, donde se asentaron un tiempo. Meses después la expedición se dividió, algunos fueron al norte y el resto, entre ellos Freydis, fue al sur, hasta Hop, la Esclusa Terrestre, donde vieron por primera vez a los nativos del lugar, a los skraelings. 

Después del invierno regresaron los skraelings y comerciaron con ellos. Semanas más tarde los skrealings regresaron, pero esta vez con intenciones hostiles. Se entabló una lucha entre los noruegos y los nativos, pero Karlsefni y sus hombres, al verse superados, huyeron. Solo Freydis no lo hizo y reprochó a los que huían su actitud, pero como no le hicieron caso, “trató de alcanzarles, mas no corría con suficiente velocidad a causa de su embarazo. Les seguía hacia el bosque cuando los skraelings la atacaron. Encontró a” uno de sus compañeros muerto junto a su espada; “ella la recogió y se dispuso a defenderse. Los skraelings ya se acercaban a ella. Sacó sus pechos de debajo de su camisa y los golpeó con la espada de plano, ante lo cual los skraelings se asustaron, y echaron a correr hacia sus botes y se alejaron remando. Karlsefni y sus hombres se acercaron a ella, alabando su valor”. Según otros manuscritos, Freydis cortó uno de sus pechos, en un claro paralelismo con las amazonas de la mitología griega. 

Por temor a que los skrealings volvieran, la expedición decidió abandonar aquel lugar y se hicieron a la mar en busca de un nuevo asentamiento. Exploraron numerosos lugares, entre ellos la Tierra del Unípedo y Marklandia, donde oyeron hablar de Irlanda la Grande (también conocida como la Tierra de los Hombres Blancos), pero finalmente regresaron a Groenlandia. 

Poco después, tiene lugar el segundo viaje de Freydis a Vinlandia, aunque según algunos autores se trata de una historia ficticia añadida al relato de Karlsefni. Según narra la Saga de los Groenlandeses, el mismo verano en el que Karlsefni regresó de Vinlandia llegaron a Groenlandia desde Noruega los hermanos Helgi y Finnbogi. Freydis fue a reunirse con ellos y les propuso viajar a Vinlandia después del invierno y repartirse todas las ganancias de la expedición. A continuación, Freydis fue a ver a su hermano Leif y le pidió su casa de Vinlandia. El acuerdo alcanzado entre Freydis y los hermanos fue el de que cada uno llevaría una nave con 30 hombres y algunas mujeres. Pero pronto Freydis incumplió su parte al llevar más hombres. 

La expedición llegó a Leifsbudir, quizás el actual sitio arqueológico llamado L'Anse aux Meadows. Una vez en Vinlandia, Freydis no permitió a los hermanos habitar la casa de Leif, por lo que tuvieron que construir su propia casa. Durante el invierno la relación entre ambos grupos empeoró. Luego, una mañana temprano, Freydis fue a la otra casa y pidió hablar con Finnbogi. Ambos se alejaron de la casa y conversaron. Freydis quería intercambiar su nave con la de los hermanos. Y cuando las diferencias parecían resueltas, cada uno volvió a su casa. Entonces, Freydis le dijo a su marido que los hermanos la habían maltratado y le exigió que la vengara. 

Thorvard y sus hombres tomaron las armas y capturaron a los hombres de la otra casa. Freydis hizo que mataran a cada hombre, pero nadie quería matar a las mujeres. Entonces Freydis pidió un hacha y abatió a las mujeres que allí había. A continuación, amenazó a sus compañeros para que no dijeran nada a su vuelta a Groenlandia. Así llegó a su fin el sexto y último viaje a Vinlandia. Una vez de regreso en Groenlandia con la nave de los hermanos, Freydis hizo espléndidos regalos a los miembros de su tripulación para mantener ocultas sus fechorías. Sin embargo, lo ocurrido en Vinlandia llegó a oídos del hermano de Freydis, Leif. Este, mediante tortura, consiguió la confesión de varios hombres de Freydis. Leif, por ser su hermana no la castigó, pero si la maldijo.

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miércoles, 21 de abril de 2021

CANJE DE PRISIONEROS ALIADOS Y ALEMANES EN BARCELONA (18-5-1944).

 




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PERUANO-JAPONESES EN CAMPOS DE INTERNAMIENTO DE ESTADOS UNIDOS DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

Es conocido por todos que durante la Segunda Guerra Mundial tanto el Eje como los Aliados utilizaron campos de concentración y de internamiento para prisioneros civiles y de guerra, pero es poco sabido que las naciones latinoamericanas también usaron estos campos, A continuación, hablaremos de los peruano-japoneses, el colectivo más numeroso de Latinoamérica que fue internado. 

Desde finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX miles de japoneses habían migrado a Perú. Esta inmigración se había convertido en impopular en gran parte por el éxito económico de los agricultores y empresarios japoneses. Ya en los años 30 entraron en vigor medidas anti-japonesas y en 1940 se produjeron disturbios anti-japoneses en Lima y el Callao. 

Desde que estalló la Segunda Guerra Mundial en Europa, Estados Unidos instó a los países latinoamericanos a investigar a los ciudadanos de Alemania, Italia y Japón que residieran en su territorio. Poco después, el mismo FBI también comenzó a investigar a nacionales del Eje y a simpatizantes pro-Eje de estos países. En 1941 aparecieron las primeras Listas Negras elaboradas por el Departamento de Estado con la ayuda de las diferentes Embajadas y Legaciones estadounidenses en América Latina. Ese mismo año el presidente Roosevelt propuso el establecimiento de un campo de internamiento en alguna isla deshabitada de las Galápagos, aunque finalmente la idea se desechó. 

Tras el ataque a Pearl Harbor, en diciembre de 1941, en enero de 1942 se celebró en Río de Janeiro una Conferencia en la que participaron varios ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas y el subsecretario de Estado estadounidense, Sumner Welles. Entre otras cosas, en esta Conferencia se pusieron los cimientos para el programa de deportación a Estados Unidos de aquellos ciudadanos alemanes, italianos y japoneses de las republicas latinoamericanas que se considerasen peligrosos. Esta medida también se extendió a ciudadanos naturalizados o nacidos en las repúblicas latinoamericanas que fueran originarios de algún país del Eje. Aunque como se vio con el tiempo, en las listas de “ciudadanos peligrosos” eran pocos los realmente peligrosos, y es que se utilizó el pretexto de la seguridad nacional para librarse de ciertos colectivos, como fue el caso de Perú y los peruano-japoneses. 

El 24 de enero Perú rompió relaciones con Japón, lo que fue seguido por el cierre de escuelas, organizaciones y periódicos japoneses, así como restricciones económicas y de movimientos. Después, en 1943, mediante la Ley 9810, Perú canceló la nacionalización de súbditos del Eje y expropió los negocios y otros bienes a estos ciudadanos. Paralelamente Estados Unidos comenzó a presionar a las repúblicas latinoamericanas para que internaran a alemanes, italianos y japoneses y a otros ciudadanos sospechosos de cometer actos pro-Eje. 

Poco después, el 19 de febrero, Roosevelt firmó la Orden Ejecutiva 9066 que autorizaba al Secretario de Guerra a crear ciertas zonas militares que serían usadas para el internamiento de alemanes, italianos y, sobre todo, japoneses residentes en Estados Unidos, a los que más tarde se sumarían los residentes en los países latinoamericanos, especialmente de Perú. También en este mes llegaron especialistas estadounidenses para ayudar al gobierno peruano a investigar a las comunidades japonesas y a seleccionar a los deportados, centrándose en los líderes de dichas comunidades. 

Fueron varios los motivos para estos internamientos. En primer lugar, existió un miedo real a que estos ciudadanos pudieran suponer un peligro durante la guerra. En segundo lugar, la impopularidad de estos colectivos, los prejuicios culturales, la rivalidad económica y el racismo, en especial contra los japoneses, influyeron en las naciones latinoamericanas para que accedieran a estos internamientos. Y en tercer lugar, Estados Unidos tenía interés en mantener internados a ciudadanos de los países del Eje en su suelo porque así contaba con rehenes a los que intercambiar por estadounidenses retenidos en estos países. 

En un principio el gobierno peruano consideró la creación de sus propios campos en los que internar a miles de japoneses. Líderes norteamericanos pensaron en usar a los internos para la construcción de carreteras y para trabajar en el campo. Finalmente la idea de los campos peruanos no fue llevada a a cabo por falta de financiación de aquel gobierno. 

Desde estas fechas el gobierno peruano comenzó ha detener diplomáticos japoneses y a internarlos en Chosica. Antes de que comenzaran las deportaciones cientos de japoneses acudieron a la Embajada de España, que actuaba en representación de Japón, para inscribirse con el fin de abandonar Perú. 

A principios de abril el barco Etolin comenzó a llevar a ciudadanos del Eje de Perú y de otras naciones latinoamericanas a Estados Unidos. Poco después, Perú, Ecuador, Bolivia y Colombia deportaron en el barco Acadia a Estados Unidos a varios cientos de diplomáticos y ciudadanos de las naciones del Eje. Estos deportados, y otros después, fueron objeto de intercambio. Estados Unidos, con la mediación de España y Suiza, los entregaba, en este caso a Japón, a cambio de sus diplomáticos y ciudadanos capturados por las tropas niponas en Asia. Entre los intercambiados hubo muchos peruano-japoneses, que eran embarcados en navíos como el sueco Gripsholm y llevados a puertos de las colonias portuguesas de África e India, donde eran canjeados por ciudadanos estadounidenses. 

Las deportaciones se produjeron en varios grupos entre 1942 y 1944. Muchos, antes de llegar a Estados Unidos, pasaron por la Zona del Canal de Panamá, por aquel entonces un territorio estadounidense. Durante el trayecto se les requisaba el pasaporte y eran clasificados como “enemigos extranjeros”. La mayoría de japoneses deportados desde Latinoamérica provenían de Perú, alrededor de 1800. 

Junto a los ciudadanos considerados peligrosos llegaron a Estados Unidos, de forma voluntaria, sus familias, mujeres y niños, que también fueron internados. Los barcos llegaban a Nueva Orleans, donde según testimonios de los deportados, eran desnudados y rociados con DDT para su desinfección. Los hombres peruano-japoneses fueron internados en el Campo de Detención de Kenedy, Texas. Por su parte, las familias fueron internadas en Seagoville y Crystal City, también en Texas. Igualmente hubieron pequeños grupos peruano-japoneses en Santa Fe, Nuevo México, y Fort Missoula, Montana. Otro reducido grupo fue de forma voluntaria a Kooskia, Idaho, para construir carreteras. 

En septiembre de 1945, tras la rendición de Japón, Estados Unidos adoptó la resolución de deportar fuera del Hemisferio Occidental a los ciudadanos del Eje que permanecían en su territorio. Así, en diciembre cerca de 800 peruano-japoneses fueron llevados voluntariamente a Japón. En 1946 otros seguirían su camino. En enero de 1946, Estados Unidos preguntó a las repúblicas latinoamericanas si querían acoger a los ciudadanos que habían deportado, pero en el caso de Perú, este país se negó, solo permitiendo el regreso de cerca de un centenar de peruano-japoneses y sus familias. 

Aún así, todavía quedaban en Estados Unidos unos 300 peruano-japoneses y aunque ya no se les juzgaba como peligrosos, su estancia en este país se consideraba ilegal y por eso el riesgo de la deportación aún pesaba sobre ellos. Un proceso judicial paralizó las deportaciones a Japón y muchos peruano-japoneses obtuvieron la libertad, pudiendo trabajar, en su mayoría en Seabrook, Nueva Jersey. No sería hasta 1954 cuando muchos obtuvieron definitivamente el permiso para permanecer en Estados Unidos y, cuando Perú cambió su política, solo unos pocos regresaron al país Sudamericano. 

No fue hasta 1988 cuando los Estados Unidos reconocieron la injustica cometida con los ciudadanos de ascendencia japonesa internados en campos, incluidos los llegados de Perú. Hasta 2011, el gobierno de Perú no pidió perdón por la persecución a sus ciudadanos de origen japonés. 

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miércoles, 14 de abril de 2021

LICOFRÓN (ALEJANDRA, 31-38) Y LA TOMA DE TROYA POR HERACLES:

“¡Ay, infeliz nodriza, la incendiada ya en tiempos 

por los pinos preñados de tropas que mandó 

el león de las tres noches, al cual las aguzadas 

mandíbulas del can de Tritón devoraron! 

más vivía y trinchaba sus entrañas, cocido 

por el vapor de aquella caldera, hogar sin llama, 

y al suelo sus cabellos con el sudor caían; 

tal fue el infanticida, saqueador de mi tierra,..."


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EL MITO DE LA CONQUISTA DE TROYA POR HÉRCULES.

Si hablamos de mitología griega quizás dos de los mitos más populares son los de Hércules, o mejor dicho, Heracles, y el de la Guerra de Troya, pero son casi desconocidas dos partes de estos mitos y la relación entre ellos: el saqueo de Troya por parte de Heracles. 

Cuenta Homero en la Ilíada que Posidón y Apolo, a instancias de Zeus, alquilaron sus servicios a Laomedonte, rey de Troya, para un año por un salario convenido. Según algunas noticias tardías, Zeus les obligó a trabajar para Laomedonte por haberse rebelado. Posidón edificó una muralla alrededor de la ciudad, mientras que Apolo se ocupó de los rebaños. El poeta Píndaro dice que en estos trabajos, los dioses fueron ayudados por Éaco, rey de Egina. Según la versión de la Biblioteca Mitológica de pseudo-Apolodoro, Posidón y Apolo, para probar la soberbia de Laomedonte, adoptaron forma humana y le propusieron fortificar, a cambio de un salario, Pérgamo, la ciudadela de Troya. Pero cuando se cumplió el plazo, Laomedonte se negó a pagar lo convenido, y les amenazó con amarrarlos y llevarlos a lejanas islas para venderlos e, incluso, hacia ademán de cortarles las orejas. Por su parte, el escritor Higinio, en sus Fábulas, dice que Laomedonte había prometido inmolar todo el ganado que naciera en su reino durante un año, cosa que no cumplió. 

Entonces los dioses se fueron llenos de rencor. Pseudo-Apolodoro dice que, en venganza, Apolo envió una peste a Troya y Posidón un monstruo marino que aprovechando la pleamar arrebataba a los hombres de la planicie. Los oráculos vaticinaron que cesarían las desgracias si Laomedonte ofrecía a su hija Hesíone como alimento del monstruo, y él la ató a unas rocas del litoral. Esto recuerda al mito de Andromeda y Perseo. Según Higinio, el oráculo de Apolo dijo que si jóvenes doncellas troyanas eran atadas con cadenas ante el monstruo, se terminaría la peste. Una vez que habían sido devoradas muchas, el azar recayó en Hesíone. 

Según pseudo-Apolodoro, cuando Heracles regresaba del País de las Amazonas, de tomar el cinturón de Hipólita, arribó a Troya. Por su parte, Higino dice que Heracles y Telamón iban de camino a la Cólquide con los Argonautas en busca del Vellocino de Oro. Haracles vio a Hesíone y le prometió a Laomedonte salvarla a cambio de los caballos de Tros, su abuelo, unos caballos que podían correr sobre las aguas. Petición a la que Laomedonte accedió. 

Entonces Heracles mató al monstruo y liberó a Hesíone. La Ilíada dice que Heracles contó con la ayuda de Atenea, que construyó un muro para que el héroe se protegiera del monstruo. Por su parte, Licofrón, en su poema Alejandra, cuenta que Heracles se lanzó contra el monstruo y este lo devoró, pero el héroe mató al monstruo desde dentro con un arma, pero a causa del calor que sufrió allí perdió su cabello. Hay que apuntar que este pasaje de Heracles dentro del monstruo recuerda al de Jonás dentro de la ballena. Un relato más detallado sobre esto podemos encontrarlo en el poema épico de Valerio Flaco, las Argonáuticas

Aunque Heracles cumplió su parte del pacto, Laomedonte se negó a cumplir lo acordado. Heracles, antes de hacerse a la mar, amenazó con guerrear contra Troya. Higinio, por su parte, nos dice que Heracles y Telamón mataron al monstruo, devolvieron a Hesíone a su padre a cambio de que, cuando ellos volvieran de la expedición a la Cólquide, se la llevarían consigo a su patria junto con los caballos de Tros. Pero Laomedonte no cumplió lo pactado. 

A continuación tenemos tres versiones sobre el regreso de Heracles y la conquista de Troya. En la primera, pseudo-Apolodoro dice que Heracles, después de haber acabado sus trabajos, reunió un ejército de nobles y fue a Troya con dieciocho naves, o seis, según la Ilíada. Al llegar, encomendó a Oícles la custodia de las naves, y con el resto del ejército marchó contra la ciudad. Entonces Laomendonte llegó con una muchedumbre hasta las naves y mató a Oícles en combate, pero los compañeros de Heracles lo repelieron y lo sitiaron. 

Establecido el cerco alrededor de Troya, Telamón, abriendo brecha en la muralla, entró primero, y a continuación lo hizo Heracles. Después de tomar la ciudad y de haber matado a Laomedonte y a sus hijos, excepto a Podarces, Heracles entregó a Hesíone como premio a su amigo Telamón. A esta se le permitió llevarse a uno de los cautivos, y eligió a su hermano, Podarces, pero, para ello, Heracles le dijo que antes debía hacerlo esclavo y luego comprarlo. Así fue, y desde entonces Podarces fue llamado Príamo.

La segunda versión, la de Diodoro, dice que cuando los Argonautas se encontraban de regreso de su expedición arribaron a la Tróade. Heracles envió a su hermano Ificles y a Telamón para que reclamaran los caballos y a Hesíone a Laomedonte. Pero el rey de Troya encarceló a los enviados y maquinó acabar con los otros Argonautas en una emboscada. Príamo, hijo de Laomendonte, era de la opinión de respetar lo pactado, así que avisó a Telamón de los planes de su padre. Telamón y los suyos consiguieron escapar y reunirse con el resto de los Argonautas. Entonces, se presentaron para combatir contra los troyanos. Mientras, Laomedonte avanzó hacia las naves con la esperanza de destruirlas y acabar así con la guerra, aunque los griegos consiguieron alejarlas de la costa. Entonces Laomedonte regresó atrás y, en una batalla contra los griegos, Heracles acabó con el rey troyano, tomó la ciudad, degolló a muchos de sus habitantes y entregó el reino a Príamo por su justicia. 

La tercera versión, la de Dares Frigio, es la siguiente: Heracles, para tomar lo que Laomedonte la había negado, pidió ayuda a otros héroes para ir contra Troya. Una vez que los griegos desembarcaron, parte de ellos fueron a Troya. Mientras Laomedonte se lanzó contra las naves, pero, cuando escuchó que la ciudad estaba siendo atacada, retrocedió. En el camino, Laomedonte se encontró con Heracles y este le mató. A continuación, la ciudad fue tomada. Según Dares Frigio, Príamo no estaba en Troya en aquel momento. 

Para finalizar haremos unas breves reflexiones desde el punto de vista histórico. Si tenemos en cuenta que con el descubrimiento de las ruinas de Troya se probó el trasfondo histórico del relato de la Ilíada, es posible que el caso de la Primera Guerra de Troya, la protagonizada por Heracles, no sea muy diferente. A lo largo de su historia Troya sufrió varias destrucciones, algo que se refleja en sus niveles arqueológicos. El más conocido es el de la Guerra de Troya, fechado hacia el año 1180 a. C. El nivel correspondiente a la destrucción de Heracles sería una generación anterior, quizás a alguno de los subniveles de Troya VI. Pero, ¿quién sería el verdadero Heracles, autor de esta destrucción? Podríamos hacer muchas suposiciones, como que se trató de un rey o un caudillo micénico, el líder de una expedición pirática, un predecesor de los Pueblos del Mar, o el reyezuelo de un pueblo en migración. Sea cual sea la respuesta,  quizás nunca sepamos. 

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miércoles, 7 de abril de 2021

LA TERCERA CARTA DE JAMES MANLOVE.



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PARAGUAY Y EL PLAN SECRETO PARA GANAR LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA.

Se sabe mucho sobre la Guerra de la Triple Alianza, pero es casi desconocido que Paraguay pudo ganar la guerra gracias al plan ideado por el confederado James Manlove. Reconstruiremos esta historia gracias a las cartas que Manlove dirigió a Francisco Solano López, al libro “Siete años de aventuras en el Paraguay” escrito por el inglés George Masterman, que sirvió en el ejército paraguayo, y a los testimonios que Charles Washburn, embajador estadounidense en Paraguay, plasmó en su “The History of Paraguay”.

James Manlove, Mayor del ejército confederado, salió desde Nueva York en 1865 rumbo a Río de Janeiro, donde conoció a Washburn. Más tarde, ambos se reencontraron en Buenos Aires. Según Washburn, en un principio Manlove solo viajaba por diversión pero, luego, al saber que el embajador iría a Paraguay le pidió ir con él. Manlove, para intentar convencer a Washburn de que le llevara con él, le contó sus planes. Según Manlove, quería conseguir una patente de corso de Francisco Solano López, regresar a Estados Unidos y conseguir barcos, para lo cual ya había contactado con los propietarios de varias naves que habían hecho el corso en la reciente Guerra Civil. 

Con estos barcos pretendía atacar los transportes y los mercantes brasileños. Washburn, dado su cargo como embajador, se negó a saber más, ya que eso podría arrojar sospechas sobre su persona, y avisó a Manlove de que López no le escucharía. Entonces, Manlove, que no pudo embarcar con Washburn, decidió dirigirse solo a Corrientes. Allí, cuenta Washburn, se lo encontró posteriormente. Manlove frecuentaba a los altos mandos argentinos, incluidos el presidente argentino, Mitre. Manlove no se alistó en las fuerzas aliadas, pero según Washburn había pedido una compañía de francotiradores con los que atacar a los paraguayos. 

Poco después, cuenta Washburn que Manlove cruzó las líneas argentinas y se hizo capturar por los paraguayos, que lo llevaron con los ojos vendados al cuartel general de López. Allí registraron sus papeles, lo interrogaron sobre sus planes, sobre Washburn y sobre el ejército enemigo. Es en este momento, en agosto de 1866, cuando Manlove dirige unas cartas a López en las que describe sus planes. En ellas detalla lo que anteriormente le había contado a Washburn. Pretendía obtener patentes de corso para ir contra los brasileños. Además, pedía la ciudadanía paraguaya para él y para todos los que sirvieran en esa empresa. Según Manlove, ya que la mayoría de puertos brasileños estaban débilmente fortificados sería fácil tomarlos con la flota de corsarios. Manlove pretendía formar esta flota con los viejos buques de la Guerra Civil Americana que ahora estaban en venta. A cambio, Manlove no pedía dinero, solo una recompensa por cada buque de guerra enemigo destruido. Terminaba Manlove su primera carta solicitando una entrevista personal con López. 

En una segunda carta Manlove hablaba de la importancia de nombrar un Almirante para la escuadra del Atlántico. Esta escuadra estaría formada por seis buques. Además, afirmaba que tenía en las Indias Occidentales esperando un buque de diez y ocho cañones comandado por su hermano. Según Masternan, se trataban de dos barcos tipo monitor y Manlove pretendía regresar a Estados Unidos por Bolivia y Panamá para volver con ellos. 

A pesar de todo lo dicho y escrito por Manlove, los paraguayos no le creyeron, le consideraban un espía al servicio de Washburn. Según Masterman, López había oído que Manlove era un excelente tirador al servicio de los argentinos para matar oficiales paraguayos, por lo que iba a ejecutarlo. Esto no sucedió por la intervención de la esposa de López, Elisa Lynch, y del Dr. Stewart, aunque Vicente Barrios, el Coronel Wisner y el obispo Palacios le habían incitado a hacerlo. Manlove fue encarcelado en el Paso Pucú varias semanas. En una tercera carta, el confederado se lamentaba de que se le considerase un enemigo y por ello estar en prisión. 

Lo que Manlove no cuenta, es que tiempo antes este plan había sido presentado a Cándido Bareiro, Encargado de Negocios de Paraguay en París por entonces. Según cuenta el diplomático paraguayo Gregorio Benites, en mayo de 1866 varios marinos confederados fueron a la legación paraguaya en París con la siguiente proposición: organizar una flotilla de seis vapores fuertemente armados de la Guerra de Secesión para realizar actividades corsarias. El objetivo sería atacar y capturar buques y ciudades aliadas, y posteriormente cortar el paso en el Río de la Plata a las naves aliadas, encerrándolas así en el Rio Paraguay hasta hacer que se rindieran. Cándido Bareiro se mostró entusiasmado con la idea, pero nunca se decidió a aceptarla. Gregorio Benites recoge en su libro, “La Triple Alianza de 1865”, que numerosos periódicos sudamericanos se hicieron eco de este plan corsario. Benites acaba su relato sobre este plan con la seguridad de que si se hubiese realizado, el curso de la guerra hubiera sido favorable a Paraguay. 

Volviendo al relato sobre Manlove, sabemos que tiempo después de ser encarcelado, debido a su mala salud, fue liberado, se le permitió ir a Asunción y se le entregó una pequeña suma de dinero para sus gastos. Allí lo encontró Washburn en noviembre a su llegada a Asunción y le ayudo en todo lo que pudo mientras estuvieron juntos en la ciudad, llegando a conseguir que López le concediera una ayuda económica. 

En febrero de 1868, tras la evacuación de Asunción, Washburn, para proteger a Manlove, lo hizo empleado de la embajada, esperando así que obtuviera inmunidad diplomática. En marzo, según Washburn se produjo un incidente entre el pendenciero Manlove y la policía de Asunción, que solo se resolvió, por el momento, con su intervención, ya que refugió a Manlove en la legación estadounidense. 

Según Masterman, semanas después, Washburn se peleó con Manlove y lo expulsó de la legación, siendo arrestado poco después por la policía paraguaya, que no había olvidado el anterior incidente. Washburn, a pesar de la reciente enemistad con Manlove, volvió a interceder por él. Elevó quejas a las autoridades paraguayas, pues defendía que Manlove era inviolable por su empleo en la embajada. Esto generó un intercambio de notas y una pequeña crisis diplomática entre estadounidenses y paraguayos. Sin embargo, nada se pudo hacer por Manlove, que fue ejecutado el 22 de agosto de 1868 acusado de traición. Otras versiones dicen que la ejecución fue posterior o que Manlove consiguió salir de Paraguay y regresar a Estados Unidos. 

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