miércoles, 23 de diciembre de 2020

LA EXPEDICIÓN ROMANA A YEMEN EN EL SIGLO I a. C.

Durante los casi cinco siglos de existencia del Imperio Romano las legiones romanas llevaron sus campañas a territorios tan remotos como la actual Escocia, hasta más allá del Rin y del Danubio, al Sahara y hasta Mesopotamia, pero es menos conocida la expedición que en tiempos de Augusto llegó hasta el sur de Arabia, lo que ahora es Yemen. 

En época romana esta parte de Arabia se conoció como Arabia Felix o Feliz, llamada así por su fertilidad y riqueza. La expedición fue enviada por Augusto, como se refleja en la Res Gestae, tuvo lugar entre los años 26 y 24 a. C. y estaba comandada por Elio Galo, prefecto de Egipto. Sobre la expedición de Elio Galo al sur de Arabia la principal fuente es Estrabón, el cual era su amigo y por tanto bien conocedor de esta campaña. También nos aportan alguna información Plinio el Viejo y Dion Casio. 

Nos cuenta Estrabón que la expedición tenía como objetivo explorar el país de los árabes y también el de los etíopes, con el fin último de comerciar con estos pueblos o, por el contrario, conquistarlos debido a las riquezas en plantas aromáticas, piedras preciosas y oro que se les presuponía. Los historiadores modernos creen que el motivo de la expedición era controlar las rutas comerciales y el Estrecho de Bab-el-Mandeb, entre Arabia y África. 

Elio Galo hizo construir unas ochenta naves de guerra (birremes y trirremes) en Cleopátride, también conocida como Arsinoe, en el Golfo de Suez. A continuación, hizo construir otras 130 naves de carga, al considerarlas más optimas para su expedición. En ellas iban “unos diez mil soldados de infantería, reunidos entre las fuerzas romanas de Egipto más los aliados, entre los que había” mil nabateos y quinientos judíos enviados por Herodes el Grande, dato que corrobora Flavio Josefo. En su viaje serían guiados por el gobernador nabateo Sileo. 

Tras quince días de un viaje a través del Mar Rojo lleno de penalidades en el que perdieron muchas naves llegaron al puerto nabateo de Leuke Kome, cuya localización se desconoce, aunque es posible que estuviera próximo al Golfo de Aqaba. Allí debieron permanecer los romanos varios meses a causa de las enfermedades. Dion Casio dice que se trataba de una enfermedad desconocida. Según Estrabón el verdadero objetivo de Sileo era, con ayuda romana, hacerse señor de aquella parte de Arabia y luego traicionar a estos y dejarlos morir de hambre y enfermedades en esas tierras, por eso los engañó y los guio por malos caminos. 

Desde Leuke Kome la expedición siguió por tierra hasta el territorio de Aretas, pariente del rey nabateo Obodas III, probablemente cerca de la actual ciudad de Medina, en Arabia Saudí. Tras dejar atrás aquella región atravesaron las tierras de Ararene, quizás la moderna Jizán. Desde allí tardaron cincuenta días en llegar a la ciudad de los negranos, la actual Najrán, la cual tomaron. Cuenta Estrabón que tuvo lugar una batalla contra los bárbaros de la región en la que murieron diez mil de ellos por solo dos romanos. 

A continuación, los romanos tomaron las ciudades de Asca y Atrula. Cerca de esta última se encontró una inscripción funeraria greco-latina que podría datarse en esta época. Más adelante, los romanos asediaron Marsiaba, en el corazón de Yemen, aunque no la conquistaron. Cuando los romanos se encontraban cerca su objetivo, de las tierras productoras de incienso, es decir, del mítico Reino de Saba, debieron regresar por la falta de agua. Por su parte, Dion Casio y Plinio el Viejo añaden más información. Dion dice que los bárbaros se aprovecharon de la enfermedad que atacaba a los romanos para expulsarlos de su país. Autores modernos han pensado que esta enfermedad pudo estar causada por los árabes, que habrían envenenado los pozos. Plinio nos cuenta que, además de las ciudades citadas por Estrabón, fueron tomadas las de Nesto, Nesca, Maguso, Caminaco y Labetia. 

Los romanos retrocedieron hasta la ciudad de Negrana y desde allí la ruta discurrió por Hepta Freata, Caala, Malota y Egras. En este punto Elio Galo se dio cuenta del engaño de Sileo, pues en el viaje de ida habían tardado seis meses pero en el de vuelta solo tardaron dos meses. Desde Egras, en territorio nabateo, los romanos supervivientes navegaron hasta el puerto egipcio de Myos Hormos y desde allí a Coptos y finalmente a Alejandría. 

Termina Estrabón esta parte de su relato diciendo que la mayoría de los soldados murieron por enfermedades, hambre y agotamiento, que la expedición no aportó nada a Roma y que Sileo, por su engaño, fue decapitado. Posteriormente, en otra parte de su obra, Estrabón se lamenta de la traición de Sileo, sin la cual Elio Galo podría haber conquistado toda la Arabia Feliz. Para terminar y, como curiosidad, hay que mencionar que Galeno cuenta que Elio Galo trajo de Arabia un antídoto contra las picaduras de escorpión que le entregó a Augusto. 

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