Como hemos visto en otros videos uno de los grandes conflictos de la historia de América fue la Guerra del Pacífico que entre 1879 y 1884 enfrentó a Bolivia y Perú por un lado y a Chile por otro. Sin embargo, es menos conocido que esta guerra pudo suceder años antes, en 1863, cuando el Congreso boliviano autorizó al presidente del país a declarar la guerra a Chile.
Todo comenzó a principios de la década de 1860 como consecuencia de la disputa limítrofe del desierto de Atacama que se arrastraba desde la independencia de Chile y Bolivia. En esa época ambos países otorgaron concesiones para explotar los ricos yacimientos guaneros de la bahía de Mejillones, lugar que tanto bolivianos como chilenos reclamaban como propio. A raíz de esto, en octubre de 1862, el Gobierno de Bolivia hizo detener a Matías Torres, el empresario chileno que había obtenido la concesión del Gobierno de Santiago y que residía en el puerto boliviano de Cobija.
De inmediato, las autoridades chilenas pidieron explicaciones al Gobierno de la Paz por la detención de Torres y reclamaban que se respetara el statu quo, es decir, la posesión chilena de los territorios situados al sur del paralelo 23º. Las autoridades bolivianas respondieron que, pese a las reiteradas incursiones chilenas realizadas en ese territorio a lo largo de los años, aquel territorio pertenecía a Bolivia y que Torres estaba extrayendo guano sin permiso boliviano en una guanera boliviana.
A continuación, durante los siguientes meses, hubo un intercambio de notas entre chilenos y bolivianos, en las que los primeros protestaban por la condena a Torres y defendían su posesión de aquellos territorios y los segundos mantenían exactamente lo contrario, aunque ni unos ni otros perdieron la cordialidad en ningún momento.
Sin embargo, todo se agrió en marzo de 1863. El 23 de ese mes los bolivianos enviaron una enérgica nota de protesta a los chilenos. En ella podemos leer que el Gobierno de Bolivia había sido conocedor de que los chilenos habían enviado dos buques de su marina a Mejillones y que se habían apoderado del puerto de Mejillones y de sus depósitos de guano, y se exhortaba al Gobierno de Santiago a respetar los derechos bolivianos sobre aquel litoral y a dejar de enajenar el guano de Mejillones.
Semanas después los chilenos respondieron defendiendo su soberanía sobre aquellos territorios remontándose para ello hasta 1679. Por esa misma época los bolivianos enviaron a Pascual Soruco para tratar las diferencias entre ambos países, pero la falta de instrucciones a este imposibilitaron cualquier negociación.
Mientras tanto, el 31 de marzo el presidente de Bolivia, José María de Achá, considerando que el Gobierno de Chile había ocupado una parte del litoral boliviano usando la fuerza de su armada, convocó una reunión extraordinaria de la Asamblea Nacional en la ciudad de Oruro donde se debía tratar “la cuestión internacional de la República de Chile, procedente de la ilejitima posesion que el Gobierno de esta República ha tomado del litoral boliviano desde el grado 26 hasta el 23 de latitud meridional y del apoderamiento que ha hecho de la bahía de Mejillones arrogándose la esplotacion de las huaneras recientemente descubiertas en ella,...”.
Semanas más tarde, el 5 de mayo, comenzó el Congreso Extraordinario de Oruro. En su sesión inaugural el presidente Achá dijo:
“Sabeis, Señores, que el Gobierno de Chile, conculcando los derechos de posesion i dominio que de tiempo inmemorial ha tenido la República sobre el litoral del desierto de Atacama, ha invadido de algunos años a esta parte nuestras costas i apoderádose progresivamente de ellas, incitado por el cebo de las riquezas que tanto en guanos como en materias minerales encierran”.
A continuación, Achá recordó todos los intentos que los bolivianos habían hecho por vía diplomática para defender sus derechos sobre aquellos territorios, aunque estos, a juicio del Presidente, habían terminado en el momento en que los chilenos tomaron posesión de Mejillones.
Por último, Achá dijo:
“Si el Gobierno de Chile desoyese nuestras justas demandas, i persistiese en apoderarse del antiguo litoral del desierto de Atacama i de la bahía de Mejillones […] no puede darse razones más evidentes, ni motivos más justificados para declarar la guerra a nuestro gratuito agresor […] Pido a la asamblea declarar la guerra a Chile si los medios diplomáticos no son suficientes para cortar desavenencias”.
Luego, Rafael Bustillo, ministro de Relaciones Exteriores, presentó una Memoria sobre la cuestión de Mejillones en la que se defendían los derechos bolivianos sobre los territorios en disputa y señalaba que la soberanía chilena en ningún caso se extendía más allá del grado 24.
Seguidamente, inspirada por esta Memoria, la Asamblea Legislativa Extraordinaria de Oruro promulgó el 3 de junio una ley de carácter secreto que buscaba una alianza con Perú para recuperar Mejillones y la protección peruana del litoral boliviano con su marina a cambió participar en los beneficios del guano. Asimismo, se mencionaba la realización de pactos con potencias amigas para recobrar Mejillones y el aumento, en caso de guerra, del ejército con la ayuda de un empréstito en Europa o América.
A continuación, el día 5 se promulgó otra ley por la cual:
“Se autoriza al Poder Ejecutivo para declarar la guerra al Gobierno de la República de Chile, siempre que agotados los medios conciliatorios de la diplomacia, no obtuviere la revindicacion del territorio usurpado, o una solucion pacífica compatible con la dignidad nacional”.
Aunque se ha dicho que la publicación de esta ley solo era una mera advertencia para Chile, la realidad es que parece que no era un farol de los bolivianos, quienes buscaron activamente la amistad de peruanos, británicos y franceses. En el caso de Perú incluso se mencionó en un documento la posible reedición de la Confederación Perú-Boliviana para enfrentarse a Chile.
Luego, en julio, los chilenos, conocedores de la ley del 5 de junio, reclamaron una explicación sobre esta autorización para declarar la guerra a Chile y sobre el supuesto envío de tropas bolivianas para invadir el territorio de Mejillones, a lo que los bolivianos respondieron remarcando que seguirían el camino de la diplomacia hasta el último momento.
Durante las siguientes semanas la situación se fue tensando, sobre todo entre la opinión pública de Chile, y ya en septiembre las noticias llegaron a Europa, donde se llegó a publicar que la guerra podría ser inminente. Tiempo después, en noviembre, en el Congreso de Chile se hablaba abiertamente de las amenazas de guerra provenientes de Bolivia.
En ese mismo mes un representante británico en Santiago comunicó a su gobierno que el asunto pintaba mal y que el Congreso de Chile había autorizado una importante inversión en buques de guerra. Además, señalaba que en Chile se creía que los bolivianos pretendían comprar tres corbetas a Francia y añadía que “una ocupará Mejillones, otra bloquearía Valparaíso y la tercera cazaría vapores chilenos...”. En relación a esto, un diplomático chileno en Bruselas escribió meses después que los bolivianos tenían “el propósito deliberado de adquirir barcos mercantes y armarlos a fin de emprender la guerra con Chile”.
También en noviembre se firmó un Tratado de Paz y Amistad con Perú, pero el enviado boliviano a Lima, Juan de la Cruz Benavente, no consiguió que el Gobierno peruano se implicara en el asunto de Mejillones, del cual lo más que se consiguió fue una oferta de mediación.
En esas mismas fechas llegó a Chile el boliviano Tomás Frías para tratar el asunto de Mejillones y negociar un tratado de límites, aunque al parecer en realidad trataba de ganar tiempo mientras su Gobierno buscaba ayuda y dinero en Perú y Europa. Durante las siguientes semanas Frías trató con el ministro Manuel Antonio Tocornal, quien le exigió la resolución del asunto Torres y la derogación de la ley del 5 de junio, a la cual Frías le restaba importancia. Además, ambos negociaron una indemnización económica por Mejillones, aunque no se llegó a un acuerdo en la cantidad. Finalmente Frías decidió abandonar Chile en febrero de 1864 y ambos países rompieron relaciones poco después.
Semanas más tarde, ante la negativa peruana a una alianza contra Chile, en vista de la “impotencia marítima” de Bolivia y a la falta de medios para llevar a cabo una guerra, las autoridades bolivianas descartaron “llevar la guerra contra Chile”, aunque se enorgullecían de haber reivindicado con tanta energía sus derechos sobre aquellos territorios.
Tras esto, y durante el siguiente año y medio, el asunto se enfrió, y no solo eso, en febrero de 1866 Bolivia enterró sus diferencias con Chile y se alió con este país, con Perú y con Ecuador en la guerra contra España, llegándose en ese mes a anular la ley del 5 de junio de 1863 y en agosto a firmar un Tratado de Límites entre Chile y Bolivia, sin embargo esto solo fue un paréntesis en el conflicto chileno-boliviano, que estalló en 1879, aunque esa es otra historia.
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