jueves, 20 de febrero de 2025

Reglamento de los corsarios bolivianos contra España (1866)

 





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1863-1864, LA CASI GUERRA ENTRE BOLIVIA Y CHILE

Como hemos visto en otros videos uno de los grandes conflictos de la historia de América fue la Guerra del Pacífico que entre 1879 y 1884 enfrentó a Bolivia y Perú por un lado y a Chile por otro. Sin embargo, es menos conocido que esta guerra pudo suceder años antes, en 1863, cuando el Congreso boliviano autorizó al presidente del país a declarar la guerra a Chile. 

Todo comenzó a principios de la década de 1860 como consecuencia de la disputa limítrofe del desierto de Atacama que se arrastraba desde la independencia de Chile y Bolivia. En esa época ambos países otorgaron concesiones para explotar los ricos yacimientos guaneros de la bahía de Mejillones, lugar que tanto bolivianos como chilenos reclamaban como propio. A raíz de esto, en octubre de 1862, el Gobierno de Bolivia hizo detener a Matías Torres, el empresario chileno que había obtenido la concesión del Gobierno de Santiago y que residía en el puerto boliviano de Cobija. 

De inmediato, las autoridades chilenas pidieron explicaciones al Gobierno de la Paz por la detención de Torres y reclamaban que se respetara el statu quo, es decir, la posesión chilena de los territorios situados al sur del paralelo 23º. Las autoridades bolivianas respondieron que, pese a las reiteradas incursiones chilenas realizadas en ese territorio a lo largo de los años, aquel territorio pertenecía a Bolivia y que Torres estaba extrayendo guano sin permiso boliviano en una guanera boliviana. 

A continuación, durante los siguientes meses, hubo un intercambio de notas entre chilenos y bolivianos, en las que los primeros protestaban por la condena a Torres y defendían su posesión de aquellos territorios y los segundos mantenían exactamente lo contrario, aunque ni unos ni otros perdieron la cordialidad en ningún momento. 

Sin embargo, todo se agrió en marzo de 1863. El 23 de ese mes los bolivianos enviaron una enérgica nota de protesta a los chilenos. En ella podemos leer que el Gobierno de Bolivia había sido conocedor de que los chilenos habían enviado dos buques de su marina a Mejillones y que se habían apoderado del puerto de Mejillones y de sus depósitos de guano, y se exhortaba al Gobierno de Santiago a respetar los derechos bolivianos sobre aquel litoral y a dejar de enajenar el guano de Mejillones. 

Semanas después los chilenos respondieron defendiendo su soberanía sobre aquellos territorios remontándose para ello hasta 1679. Por esa misma época los bolivianos enviaron a Pascual Soruco para tratar las diferencias entre ambos países, pero la falta de instrucciones a este imposibilitaron cualquier negociación. 

Mientras tanto, el 31 de marzo el presidente de Bolivia, José María de Achá, considerando que el Gobierno de Chile había ocupado una parte del litoral boliviano usando la fuerza de su armada, convocó una reunión extraordinaria de la Asamblea Nacional en la ciudad de Oruro donde se debía tratar “la cuestión internacional de la República de Chile, procedente de la ilejitima posesion que el Gobierno de esta República ha tomado del litoral boliviano desde el grado 26 hasta el 23 de latitud meridional y del apoderamiento que ha hecho de la bahía de Mejillones arrogándose la esplotacion de las huaneras recientemente descubiertas en ella,...”. 

Semanas más tarde, el 5 de mayo, comenzó el Congreso Extraordinario de Oruro. En su sesión inaugural el presidente Achá dijo: 

“Sabeis, Señores, que el Gobierno de Chile, conculcando los derechos de posesion i dominio que de tiempo inmemorial ha tenido la República sobre el litoral del desierto de Atacama, ha invadido de algunos años a esta parte nuestras costas i apoderádose progresivamente de ellas, incitado por el cebo de las riquezas que tanto en guanos como en materias minerales encierran”. 

A continuación, Achá recordó todos los intentos que los bolivianos habían hecho por vía diplomática para defender sus derechos sobre aquellos territorios, aunque estos, a juicio del Presidente, habían terminado en el momento en que los chilenos tomaron posesión de Mejillones. 

Por último, Achá dijo: 

“Si el Gobierno de Chile desoyese nuestras justas demandas, i persistiese en apoderarse del antiguo litoral del desierto de Atacama i de la bahía de Mejillones […] no puede darse razones más evidentes, ni motivos más justificados para declarar la guerra a nuestro gratuito agresor […] Pido a la asamblea declarar la guerra a Chile si los medios diplomáticos no son suficientes para cortar desavenencias”. 

Luego, Rafael Bustillo, ministro de Relaciones Exteriores, presentó una Memoria sobre la cuestión de Mejillones en la que se defendían los derechos bolivianos sobre los territorios en disputa y señalaba que la soberanía chilena en ningún caso se extendía más allá del grado 24. 

Seguidamente, inspirada por esta Memoria, la Asamblea Legislativa Extraordinaria de Oruro promulgó el 3 de junio una ley de carácter secreto que buscaba una alianza con Perú para recuperar Mejillones y la protección peruana del litoral boliviano con su marina a cambió participar en los beneficios del guano. Asimismo, se mencionaba la realización de pactos con potencias amigas para recobrar Mejillones y el aumento, en caso de guerra, del ejército con la ayuda de un empréstito en Europa o América. 

A continuación, el día 5 se promulgó otra ley por la cual: 

“Se autoriza al Poder Ejecutivo para declarar la guerra al Gobierno de la República de Chile, siempre que agotados los medios conciliatorios de la diplomacia, no obtuviere la revindicacion del territorio usurpado, o una solucion pacífica compatible con la dignidad nacional”. 

Aunque se ha dicho que la publicación de esta ley solo era una mera advertencia para Chile, la realidad es que parece que no era un farol de los bolivianos, quienes buscaron activamente la amistad de peruanos, británicos y franceses. En el caso de Perú incluso se mencionó en un documento la posible reedición de la Confederación Perú-Boliviana para enfrentarse a Chile. 

Luego, en julio, los chilenos, conocedores de la ley del 5 de junio, reclamaron una explicación sobre esta autorización para declarar la guerra a Chile y sobre el supuesto envío de tropas bolivianas para invadir el territorio de Mejillones, a lo que los bolivianos respondieron remarcando que seguirían el camino de la diplomacia hasta el último momento. 

Durante las siguientes semanas la situación se fue tensando, sobre todo entre la opinión pública de Chile, y ya en septiembre las noticias llegaron a Europa, donde se llegó a publicar que la guerra podría ser inminente. Tiempo después, en noviembre, en el Congreso de Chile se hablaba abiertamente de las amenazas de guerra provenientes de Bolivia. 

En ese mismo mes un representante británico en Santiago comunicó a su gobierno que el asunto pintaba mal y que el Congreso de Chile había autorizado una importante inversión en buques de guerra. Además, señalaba que en Chile se creía que los bolivianos pretendían comprar tres corbetas a Francia y añadía que “una ocupará Mejillones, otra bloquearía Valparaíso y la tercera cazaría vapores chilenos...”. En relación a esto, un diplomático chileno en Bruselas escribió meses después que los bolivianos tenían “el propósito deliberado de adquirir barcos mercantes y armarlos a fin de emprender la guerra con Chile”. 

También en noviembre se firmó un Tratado de Paz y Amistad con Perú, pero el enviado boliviano a Lima, Juan de la Cruz Benavente, no consiguió que el Gobierno peruano se implicara en el asunto de Mejillones, del cual lo más que se consiguió fue una oferta de mediación. 

En esas mismas fechas llegó a Chile el boliviano Tomás Frías para tratar el asunto de Mejillones y negociar un tratado de límites, aunque al parecer en realidad trataba de ganar tiempo mientras su Gobierno buscaba ayuda y dinero en Perú y Europa. Durante las siguientes semanas Frías trató con el ministro Manuel Antonio Tocornal, quien le exigió la resolución del asunto Torres y la derogación de la ley del 5 de junio, a la cual Frías le restaba importancia. Además, ambos negociaron una indemnización económica por Mejillones, aunque no se llegó a un acuerdo en la cantidad. Finalmente Frías decidió abandonar Chile en febrero de 1864 y ambos países rompieron relaciones poco después. 

Semanas más tarde, ante la negativa peruana a una alianza contra Chile, en vista de la “impotencia marítima” de Bolivia y a la falta de medios para llevar a cabo una guerra, las autoridades bolivianas descartaron “llevar la guerra contra Chile”, aunque se enorgullecían de haber reivindicado con tanta energía sus derechos sobre aquellos territorios. 

Tras esto, y durante el siguiente año y medio, el asunto se enfrió, y no solo eso, en febrero de 1866 Bolivia enterró sus diferencias con Chile y se alió con este país, con Perú y con Ecuador en la guerra contra España, llegándose en ese mes a anular la ley del 5 de junio de 1863 y en agosto a firmar un Tratado de Límites entre Chile y Bolivia, sin embargo esto solo fue un paréntesis en el conflicto chileno-boliviano, que estalló en 1879, aunque esa es otra historia.

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sábado, 15 de febrero de 2025

Primeros artículos de la Constitución de la Confederación Granadina (1858).

 





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LA ANEXIÓN DE COLOMBIA A LOS ESTADOS UNIDOS (1857-1858)

Como hemos visto en otros videos a lo largo de su historia los Estados Unidos han planeado apropiarse o se han anexado numerosos territorios americanos, como por ejemplo las islas Lobos peruanas, el propio Perú o el norte de México, sin embargo, es menos conocido que en la década de 1850 varios líderes de lo que hoy se conoce como Colombia tuvieron la intención de que los Estados Unidos se anexaran su país. 

Ya en 1851, cuando el país aún se llamaba Nueva Granada y liberales y conservadores se enfrentaban en una guerra civil, hay noticias de que un grupo de conservadores pretendían que el país, o al menos el territorio de Antioquia, pasara a formar parte de los Estados Unidos “como un medio para obtener la estabilidad política y la seguridad de la propiedad”. A esto se opondría el escritor Emiro Kastos, quien a finales de ese año escribió: 

“hai entre nosotros algunos espíritus impacientes que, deseando a todo trance comercio, ferrocarriles i movimiento industrial i viendo por otra parte que nuestros pueblos solo despiertan de su estúpido letargo para devorarse en estériles revueltas, caminando siempre en la via social con paso trémulo, dirijen sus miradas a los Estados Unidos, i pronuncian en voz baja la palabra anexacion. Yo no acepto esta palabra fúnebre, ni este deseo antipatriótico”. 

Años después, en 1857, el conservador Mariano Ospina Rodríguez, presidente de la República, pensaba “que la inexorable expansión de los Estados Unidos inevitablemente engulliría a Nueva Granada antes o después”, por lo que lo mejor era hacerlo voluntariamente, sin derramamiento de sangre y previendo que “el dominio estadounidense traería estabilidad y seguridad a la propiedad privada”. 

Así, en cartas de mediados de aquel año, Ospina le decía lo siguiente a Pedro Alcántara Herrán, expresidente y en ese momento embajador en los Estados Unidos: 

“¿qué inconveniente le resultaría a la Nueva Granada de anexarse a la Unión Americana? ¿La Unión estaría dispuesta a aceptar la anexión? Todos los hombres que tienen sentido común... han empezado a preguntarse: siendo cierto que estos países van a ser absorbidos por la Confederación del Norte... ¿por qué no se hace de una vez aquella operación pacíficamente? Esta misma pregunta me la estoy haciendo yo hace algunos años, y hasta ahora no le he hallado respuesta. Me parece que dos veces le he propuesto a Ud. la cuestión; si Ud. tiene alguna respuesta satisfactoria, le estimaré que me la comunique. Yo solo encuentro que puede haber repugnancia por parte de los aceptantes de allá...”. 

Tiempo después, en febrero de 1858, el liberal Florentino González, Procurador General de la República, presentó un proyecto de Constitución para reorganizar el país y aconsejaba, en caso de no aprobarse, la anexión de Nueva Granada a los Estados Unidos como medio para atajar la crisis nacional. Esta propuesta queda resumida en las siguientes palabras de González: 

“Pasando a ser parte de la Unión Americana, los Estados granadinos se hallarían en la misma condición que los Estados de New York, Pensilvania i los demás de la Confederación; gozarían de la protección que en el esterior puede darles el poder de aquel Gran Pueblo; i conservarían su gobierno propio i los medios de mejorar su condición interior, sin riesgo de esas incursiones vandálicas de que ahora estamos amenazados. 

[...] 

“Incorporados los Estados granadinos a la Union Americana, la respetabilidad de esa gran Nacion nos preservaria de todos esos inconvenientes, nos daria toda la importancia que ella tiene, i destruiria la inseguridad que aleja de nosotros la poblacion i entorpece las empresas de toda clase. 

“Perderiamos una nacionalidad nominal para adquirir una real, potente i considerada por todos los Pueblos. Nuestra raza se mezclaria gradualmente con la raza Anglo-sajona”. 

Poco después, en abril, leemos en una carta de González expresar su temor a una anexión por la fuerza llevada a cabo por filibusteros de la clase de William Walker, quien poco antes había tomado el poder en Nicaragua. González temía que si esto pasaba los Estados del Magdalena y Bolívar podrían convertirse en Estados de esclavos, y expresaba su preocupación por los negros y mestizos de aquellas regiones. En cambio decía que “por lo que respecta a los Estados de Santander, Boyacá, Cundinamarca y Antioquia nada temo, pues la raza blanca es en ellos bastante numerosa y pueden conservar su importancia agregados a la Unión”. 

Meses más tarde, en octubre, estando ya Nueva Granada rebautizada como Confederación Granadina, volvemos a leer en una carta de González una referencia a la anexión de los Estados Granadinos a la Unión Americana, idea, que según él, estaba muy en boga en aquella época. 

Tras esto dejamos de oír sobre este proyecto de anexión, aunque hasta la actualidad han sido muchos los planes para anexar diferentes territorios americanos a Estados Unidos, aunque esa es otra historia.


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sábado, 8 de febrero de 2025

1865, la República Argentina declara la guerra al Gobierno del Paraguay.

 


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1865, EL ORIGEN DE LA INVASIÓN PARAGUAYA DE ARGENTINA

Como hemos visto en otros videos, la invasión brasileña de Uruguay en 1864 provocó que Paraguay invadiera en primer lugar el territorio brasileño del Mato Grosso y a continuación la provincia argentina de Corrientes. Sin embargo, entre ambos ataques paraguayos se produjeron varios hechos que en ocasiones se pasan por alto. 

Todo comenzó, en resumen, cuando los brasileños invadieron Uruguay en octubre de 1864 en apoyo a uno de los bandos que se disputaban el poder en aquel país. En respuesta, los paraguayos, en apoyo del otro bando oriental, invadieron el territorio del Mato Grosso a finales de diciembre de ese año. Durante los siguientes días las tropas paraguayas ocuparon sin dificultad varios puntos de aquel territorio. 

Tras estos éxitos iniciales, el presidente paraguayo, Francisco Solano López, quiso extender sus operaciones al sur de Brasil, a la provincia de San Pedro de Río Grande del Sur, aunque para ello necesitaba atravesar el territorio argentino, por lo que el gobierno paraguayo apoyándose en precedentes pasados solicitó permiso a Argentina el 14 de enero de 1865 para que sus ejércitos pudieran transitar por la provincia de Corrientes. 

Días después, el 9 de febrero, el ministro de Relaciones Exteriores argentino, alegando entre otras cosas la neutralidad de su país, dijo en una carta dirigida a su homólogo paraguayo que: “... el Gobierno Argentino […] no considera conveniente acceder á lo que solicita el Gobierno Paraguayo”. Ese mismo día el ministro argentino dirigió otra carta al paraguayo en la que le exigía explicaciones por las numerosas tropas que su país estaba concentrando en la frontera, en especial por el aumento de las guarniciones en la margen izquierda del río Paraná, un territorio cuyo dominio estaba en disputa. 

Semanas después, el 5 de marzo, el presidente López dirigió un mensaje al Congreso paraguayo en el que criticaba tanto la negativa argentina al tránsito por Corrientes, como la exigencia de explicaciones sobre la presencia de tropas paraguayas en la margen izquierda del Paraná. A continuación, durante los siguientes días vemos como en el Congreso paraguayo las críticas a Argentina arreciaron y como se llegó incluso a reclamar todo el territorio argentino de Misiones. 

Luego, preparándose para la guerra que se avecinaba, el Congreso paraguayo promulgó varias leyes. En primer lugar se aumentaban los generales y los brigadieres del ejército; a continuación se nombraba a López “Mariscal de los Ejércitos de la República”; seguidamente, se autorizaba al gobierno a contraer un empréstito; luego se otorgaba a López una presea de brillantes y una espada de honor, y por último se le autorizaba a crear una Orden Nacional para recompensar los servicios civiles y militares. 

A continuación, el día 18, el Congreso paraguayo declaró “... la guerra al actual Gobierno Argentino, hasta que dé las seguridades y satisfacciones debidas á los derechos, á la honra, y a la dignidad de la Nación Paraguaya y su Gobierno”. Esta declaración se basó en la negativa argentina al tránsito de tropas paraguayas por Corrientes, al desconocimiento de los derechos paraguayos sobre Misiones, a la protección que el Gobierno argentino brindaba a un comité revolucionario de traidores paraguayos y “a la indudable mancomunidad del Gobierno de la Confederación Argentina con el del Imperio del Brasil para dislocar el equilibrio político de los Estados del Plata...”. 

A continuación, el 11 de abril, el mariscal López dirigió la siguiente proclama al Ejército Expedicionario del Sud: 

“Soldados - Acatando la Soberana resolución de la Nacion, vais por segunda vez á llevar vuestras armas al suelo argentino para labar la afrenta que la demagogia no cesa de arrojar sin motivo alguno sobre vuestra Patria, sobre vuestro Gobierno y sobre vuestra honra militar. 

“Hace veinte años combatiais sobre el mismo suelo argentino por vuestra Independencia, amenazada por el Gobernador de Buenos Aires, ahora vais á combatir por el sosten de esa misma Independencia, por el mantenimiento del equilibrio de los poderes y por la tranquilidad de vuestros hogares. 

“Entonces como ahora, encontrareis en los Pueblos argentinos, enemigos que combatir y dignos Ciudadanos á quienes tender la mano. No confundais al patriota desgraciado con el instrumento de la demagogia, que entronizada en la Ciudad de Buenos Aires, se declara vuestro gratuito enemigo, se alia al Brasil en su política de conquista, y haciendo votos por vuestro esterminio le ofrece toda la cooperación y ausilio que cabe en la corrupcion, la traicion, y la cobardía. 

[...] 

“Soldados y Marinos - Allí teneis los valientes de Coimbra y San Lorenzo, imitad su ejemplo y vuestra campaña no será larga y vuestros triunfos habrán afianzado para siempre el porvenir y la grandeza de la Nacion”. 

Tras esto, solo dos días después, naves paraguayas se presentaron frente a la ciudad de Corrientes, donde capturaron dos buques argentinos, para a continuación tomar la ciudad al día siguiente. 

Poco después, al conocer lo sucedido, el presidente de Argentina, Bartolomé Mitre, diría en una proclama: “... contestaremos la guerra con la guerra, y la haremos con toda la energía...”. A lo cual añadió poco después en un discurso: “... que dentro de veinte y cuatro horas estaremos en los cuarteles, dentro de quince dias en campaña, y á los tres meses en la Asuncion”. Al mismo tiempo, en esas fechas, se declaró el estado de sitio en toda la República y se movilizó a la Guardia Nacional. 

Días más tarde, el 1 de mayo, mientras las tropas paraguayas seguían avanzando por la provincia de Corrientes, Argentina, Brasil y Uruguay firmaron el Tratado secreto de la Triple Alianza contra Paraguay. A continuación, el día 9, Argentina decretó: “Que en virtud de los actos alevosos, criminales y hostiles designados y comprobados, la República Argentina está en guerra con el Gobierno del Paraguay”. A esto le seguirían cinco años de guerra, aunque esa es otra historia.

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