Como vimos en el anterior video, a lo largo de la historia romana los gladiadores fueron utilizados en numerosas ocasiones como soldados en los campos de batalla. En el caso que trataremos a continuación, serán los propios gladiadores los que se constituyan en ejército para ayudar a sus señores, Marco Antonio y Cleopatra.
La primera noticia que tenemos sobre estos gladiadores es del año 35 a. C. En ese año Sexto Pompeyo, hijo del difunto Pompeyo el Grande, atacó por tierra y mar Cízico, en el noroeste de la moderna Turquía, sin embargo el ataque fue repelido, pues en aquel momento se encontraba en la ciudad una guarnición de Antonio que vigilaba a los gladiadores que allí se instruían.
Años después, en septiembre del 31, tuvo lugar en Grecia la batalla naval de Actium entre las naves de Octaviano y las de Antonio. Ya durante la batalla, Cleopatra se retiró a Egipto previendo la derrota. Al producirse esta, Antonio, abandonado por los suyos, huyo a Egipto junto a su amada.
Tras la batalla, cuenta el historiador Dion Casio que los reyes de Oriente que tanto habían recibido de Antonio y Cleopatra los abandonaron, “mientras que aquellos entrenados como gladiadores, quienes figuran entre la escoria de la humanidad,” permanecieron fieles y lucharon con valor por ellos.
Estos, como dijimos antes, entrenaban en Cízico para los juegos por la victoria que se debían de celebrar tras el triunfo de Antonio sobre Octaviano. Sin embargo, los gladiadores, al conocer la derrota de Antonio y de Cleopatra, abandonaron Cízico y “partieron para Egipto con la intención de prestarles ayuda”, aunque desconocemos si les acompañaba la guarnición que mencionamos anteriormente.
Lo que si podemos suponer es que estos gladiadores emprendieron un camino tan largo por tierra al no conseguir naves o al considerar la ruta terrestre más segura al temer encontrarse en el mar con la flota de Octaviano, o incluso que creyeran que encontrarían ayuda entre los aliados que Antonio tenía a lo largo de Asia.
Sobre los gladiadores que conformaban este ejército desconocemos su origen, condición y número, aunque podemos suponer que los había de varios tipos, cómo reciarios, tracios o mirmilones. Por su parte, en cuanto a su número podemos pensar que fueron varios millares si tenemos en cuenta que a lo largo de la historia romana se hicieron espectáculos con cientos, incluso con miles de parejas de gladiadores, y que fueron lo suficientemente numerosos como para poner en serios aprietos a varios reyes orientales.
El primer rey contra el que lucharon los gladiadores de Antonio fue Amintas. Este había sido durante años aliado del antiguo triunviro y había recibido de él los reinos de Galacia, Pisidia y Licaonia, y partes de Frigia y Panfilia, aunque esto no fue óbice para que el gálata le traicionara y cambiara de bando poco antes de la batalla de Actium.
Según Dion Casio, pese a que Amintas era el rey más poderoso de Asia Menor, los gladiadores consiguieron atravesar sus territorios tras luchar con valentía y llevar a cabo muchas hazañas, y aunque no conocemos detalles de estos combates, lo dicho por Dion Casio revela el poderío de este ejército de gladiadores.
Tras esto los gladiadores continuaron su periplo hacia el sureste, llegando al reino de Cilicia. Allí lucharon con éxito contra Laios, Tarcondimotos, Julia y Filopátor, los hijos del rey Tarcondimotos. Este y sus hijos habían sido aliados de Antonio y Cleopatra, sin embargo, tras morir Tarcondimotos en un combate naval poco antes de la batalla de Actium, sus hijos se pasaron al bando de Octaviano.
Luego los gladiadores de Antonio llegaron a las fronteras de Siria y lucharon contra Quinto Didio, el gobernador designado por Octaviano. Según Dion Casio, Didio les impidió el paso y para ello, conforme nos dice el historiador Flavio Josefo, contó con la ayuda que le envió Herodes el Grande. Este había sido un fiel aliado de Antonio y había sido nombrado rey por él, pero cuando Herodes le aconsejó matar a Cleopatra y el antiguo triunviro se negó, el rey de Judea abandonó a su antiguo benefactor y se pasó al bando de Octaviano.
Así, en los primeros meses del año 30 las fuerzas combinadas de Didio y Herodes impidieron el paso hacia Egipto a los gladiadores. Estos, “incluso cuando fueron totalmente rodeados, no aceptaron ninguna propuesta de rendición aunque Didio les había prometido muchas cosas. En su lugar hicieron llamar a Antonio con la idea de que lucharían mejor en Siria bajo su mando. Pero como ni Antonio acudió ni les envió noticia alguna, creyendo que había muerto, llegaron al acuerdo, contra su voluntad, de no servir como gladiadores en ningún lugar. De Didio recibieron Dafne, el [rico] suburbio de Antioquía, para que se instalaran allí hasta que se informara de todo a Octaviano”.
Más tarde, hacia el año 29, ya muertos Antonio y Cleopatra y siendo Mesala el nuevo gobernador de Siria, este engañó a los gladiadores, siendo cada uno “enviado a un lugar diferente, bajo la creencia de que iban a ser alistados en el ejército, [siendo sin embargo] eliminados de la manera que pareció más oportuna”, acabando así la aventura de este grupo de gladiadores dos años y más de 1.000 kilómetros después.
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