sábado, 23 de noviembre de 2024
EL EJÉRCITO DE GLADIADORES DE MARCO ANTONIO Y CLEOPATRA
Como vimos en el anterior video, a lo largo de la historia romana los gladiadores fueron utilizados en numerosas ocasiones como soldados en los campos de batalla. En el caso que trataremos a continuación, serán los propios gladiadores los que se constituyan en ejército para ayudar a sus señores, Marco Antonio y Cleopatra.
La primera noticia que tenemos sobre estos gladiadores es del año 35 a. C. En ese año Sexto Pompeyo, hijo del difunto Pompeyo el Grande, atacó por tierra y mar Cízico, en el noroeste de la moderna Turquía, sin embargo el ataque fue repelido, pues en aquel momento se encontraba en la ciudad una guarnición de Antonio que vigilaba a los gladiadores que allí se instruían.
Años después, en septiembre del 31, tuvo lugar en Grecia la batalla naval de Actium entre las naves de Octaviano y las de Antonio. Ya durante la batalla, Cleopatra se retiró a Egipto previendo la derrota. Al producirse esta, Antonio, abandonado por los suyos, huyo a Egipto junto a su amada.
Tras la batalla, cuenta el historiador Dion Casio que los reyes de Oriente que tanto habían recibido de Antonio y Cleopatra los abandonaron, “mientras que aquellos entrenados como gladiadores, quienes figuran entre la escoria de la humanidad,” permanecieron fieles y lucharon con valor por ellos.
Estos, como dijimos antes, entrenaban en Cízico para los juegos por la victoria que se debían de celebrar tras el triunfo de Antonio sobre Octaviano. Sin embargo, los gladiadores, al conocer la derrota de Antonio y de Cleopatra, abandonaron Cízico y “partieron para Egipto con la intención de prestarles ayuda”, aunque desconocemos si les acompañaba la guarnición que mencionamos anteriormente.
Lo que si podemos suponer es que estos gladiadores emprendieron un camino tan largo por tierra al no conseguir naves o al considerar la ruta terrestre más segura al temer encontrarse en el mar con la flota de Octaviano, o incluso que creyeran que encontrarían ayuda entre los aliados que Antonio tenía a lo largo de Asia.
Sobre los gladiadores que conformaban este ejército desconocemos su origen, condición y número, aunque podemos suponer que los había de varios tipos, cómo reciarios, tracios o mirmilones. Por su parte, en cuanto a su número podemos pensar que fueron varios millares si tenemos en cuenta que a lo largo de la historia romana se hicieron espectáculos con cientos, incluso con miles de parejas de gladiadores, y que fueron lo suficientemente numerosos como para poner en serios aprietos a varios reyes orientales.
El primer rey contra el que lucharon los gladiadores de Antonio fue Amintas. Este había sido durante años aliado del antiguo triunviro y había recibido de él los reinos de Galacia, Pisidia y Licaonia, y partes de Frigia y Panfilia, aunque esto no fue óbice para que el gálata le traicionara y cambiara de bando poco antes de la batalla de Actium.
Según Dion Casio, pese a que Amintas era el rey más poderoso de Asia Menor, los gladiadores consiguieron atravesar sus territorios tras luchar con valentía y llevar a cabo muchas hazañas, y aunque no conocemos detalles de estos combates, lo dicho por Dion Casio revela el poderío de este ejército de gladiadores.
Tras esto los gladiadores continuaron su periplo hacia el sureste, llegando al reino de Cilicia. Allí lucharon con éxito contra Laios, Tarcondimotos, Julia y Filopátor, los hijos del rey Tarcondimotos. Este y sus hijos habían sido aliados de Antonio y Cleopatra, sin embargo, tras morir Tarcondimotos en un combate naval poco antes de la batalla de Actium, sus hijos se pasaron al bando de Octaviano.
Luego los gladiadores de Antonio llegaron a las fronteras de Siria y lucharon contra Quinto Didio, el gobernador designado por Octaviano. Según Dion Casio, Didio les impidió el paso y para ello, conforme nos dice el historiador Flavio Josefo, contó con la ayuda que le envió Herodes el Grande. Este había sido un fiel aliado de Antonio y había sido nombrado rey por él, pero cuando Herodes le aconsejó matar a Cleopatra y el antiguo triunviro se negó, el rey de Judea abandonó a su antiguo benefactor y se pasó al bando de Octaviano.
Así, en los primeros meses del año 30 las fuerzas combinadas de Didio y Herodes impidieron el paso hacia Egipto a los gladiadores. Estos, “incluso cuando fueron totalmente rodeados, no aceptaron ninguna propuesta de rendición aunque Didio les había prometido muchas cosas. En su lugar hicieron llamar a Antonio con la idea de que lucharían mejor en Siria bajo su mando. Pero como ni Antonio acudió ni les envió noticia alguna, creyendo que había muerto, llegaron al acuerdo, contra su voluntad, de no servir como gladiadores en ningún lugar. De Didio recibieron Dafne, el [rico] suburbio de Antioquía, para que se instalaran allí hasta que se informara de todo a Octaviano”.
Más tarde, hacia el año 29, ya muertos Antonio y Cleopatra y siendo Mesala el nuevo gobernador de Siria, este engañó a los gladiadores, siendo cada uno “enviado a un lugar diferente, bajo la creencia de que iban a ser alistados en el ejército, [siendo sin embargo] eliminados de la manera que pareció más oportuna”, acabando así la aventura de este grupo de gladiadores dos años y más de 1.000 kilómetros después.
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viernes, 15 de noviembre de 2024
GLADIADORES: SICARIOS, REBELDES Y SOLDADOS DE ÉLITE
A pesar de que dejaron de existir hace siglos, los gladiadores de la antigua Roma siempre han maravillado y despertado curiosidad. Sus tipos, sus armas, sus combates, todo ha llamado la atención, sin embargo es menos conocido su papel fuera de la arena, donde a lo largo de la historia de Roma se rebelaron en varias ocasiones y en otras fueron utilizados en infinidad de ocasiones como sicarios o como soldados en los campos de batalla.
El hecho más famoso protagonizado por gladiadores fuera de la arena de los anfiteatros tuvo lugar en el 73 a. C. Ese año varias decenas de gladiadores de Capua encabezados por Espartaco, Crixo y Enomao se amotinaron y escaparon. Con el tiempo se unieron a ellos miles de esclavos, dando lugar así a la Tercera Guerra Servil.
Años más tarde, en la década de los '50, las distintas facciones políticas de Roma se dotaron de bandas de gladiadores con las que atacar a sus rivales, siendo las más famosas las de Milón y Clodio, enfrentadas entre sí y que sumieron a Roma en la violencia durante un tiempo.
Tras esto, entre los años 49 y 30, durante las guerras civiles romanas, encontramos varias referencias al uso de gladiadores en actividades militares. Así por ejemplo, podemos mencionar que en el 49, nada más empezar la guerra entre Julio César y Pompeyo, un pompeyano intentó reclutar a cambio de su libertad a los 5.000 gladiadores que Julio César tenía en Capua, pero ante el peligro de que se rebelaran, Pompeyo decidió distribuirlos por toda la Campania. Tiempo después, en el año 48, Pompeyo, tras la derrota de Farsalia, reclutó gladiadores antes de huir a Egipto, aunque de poco le sirvieron ya que fue asesinado nada más llegar al país del Nilo.
Ya muerto Pompeyo, sus partidarios se refugiaron en África. Allí, uno de ellos, Considio, se atrincheró en el año 46 en la ciudad de Tisdra, en la actual Túnez, junto a un ejército de gétulos, esclavos y a una cohorte de gladiadores. En un primer momento Julio César renunció a tomar aquella plaza, pero tiempo después, Considio, al conocer la derrota pompeyana en la batalla de Tapso, intentó huir, pero fue asesinado por sus propios hombres.
Solo dos años después Julio César fue asesinado en los idus de marzo. Según varios autores antiguos, ante la previsión de encontrar resistencia, los conjurados apostaron no muy lejos del Senado a un gran número de gladiadores armados que pertenecían a Décimo Bruto. Tras matar a Julio César, los asesinos huyeron y, escoltados por los gladiadores, se refugiaron en el Capitolio. Solo unos meses más tarde, Marco Antonio sitió Mutina, la actual Módena, donde se refugiaba Décimo Bruto junto a numerosos gladiadores y tres legiones.
Años más tarde, en el verano del año 41, Ahenobarbo, miembro del partido de los asesinos de Julio César, reunió una gran flota y un ejército de arqueros, honderos y gladiadores con la que asoló las costas del Adriático y atacó el puerto de Brindisi, territorios controlados por entonces por el Segundo Triunvitaro.
Meses después uno de los triunviros, Octaviano, el futuro Augusto, se enfrentó a Fulvia y Lucio, la mujer y el hermano de Marco Antonio, otro de los triunviros. Durante este conflicto Octaviano sitió la ciudad de Perusia, donde los gladiadores de Lucio acabaron con la vida de muchos de sus soldados en combates cuerpo a cuerpo. Incluso Suetonio nos cuenta que Octaviano a punto estuvo de perder la vida frente a las murallas de Perusia cuando una tropa de gladiadores salió de forma abrupta de la ciudad.
Más tarde, en el año 31, tras la batalla de Actium, el último gran episodio de las guerras civiles romanas, un numeroso grupo de gladiadores perteneciente al derrotado y huido Marco Antonio que se encontraban entrenando en Cízico, en el noroeste la actual Turquía, abandonaron la ciudad e intentaron reunirse con él en Egipto, sembrando el caos durante su viaje, aunque de esto hablaremos con más detalle en el siguiente video.
Décadas después, en el año 21 d. C., en época de Tiberio, el eduo Julio Sacroviro se rebeló en las Galias y armó un numeroso ejército, en el que se incluían esclavos entrenados como gladiadores que llevaban armadura completa de hierro y eran conocidos como crupelarios, los cuales, según Tácito “están en condiciones poco propicias para herir, pero son impenetrables a los golpes que reciben”, aunque eso no impidió que los romanos vencieran a las fuerzas de Sacroviro cerca de la moderna Autun, donde los legionarios cargaron contra los crupelarios con hachas, siendo luego derribados con horcas, quedando así inmovilizados en el suelo.
Años más tarde, en el 41, tras ser asesinado el emperador Calígula, un grupo de senadores trató de hacerse con el poder, pero cuando un considerable número de gladiadores se unió a Claudio, desistieron y este fue entronizado como nuevo emperador.
Tiempo después, en el 63, en época de Nerón, se produjo una rebelión de gladiadores en Preneste, cerca de Roma, pero cuando la gente ya hablaba atemorizada de los tiempos de Espartaco, el destacamento militar que custodiaba a aquellos gladiadores los sometió.
Luego, en el 69, tras la muerte de Nerón, tuvo lugar el “Año de los cuatro emperadores”, donde cuatro generales que fueron nombrados emperadores se disputaron el trono. Uno de ellos, Otón, hizo uso de 2.000 gladiadores en la guerra contra su rival Vitelio, aunque fueron aniquilados por las tropas bátavas de este en un combate que tuvo lugar en una isla del río Po. Meses después, a final del año, en Terracina, las tropas de Vitelio derrotaron a otro grupo de gladiadores, esta vez pertenecientes a Vespasiano.
Años después, en el 96, el hijo de Vespasiano, Domiciano, fue asesinado por varios conspiradores que, según Suetonio, contaron con la ayuda de algunos gladiadores.
Mucho tiempo más tarde, en tiempos del emperador Marco Aurelio, hay noticias de que se reclutaron gladiadores para ser usados en las guerras marcomanas.
Años después, en el 193, durante su breve reinado, Didio Juliano ordenó armar a los gladiadores de Capua para que le ayudaran a conservar el poder, cosa que no consiguió.
Décadas más tarde, en el año 238, el senador Galicano formó un ejército con el pueblo de Roma y con gladiadores pertrechados con sus propias armas para ir contra los soldados del emperador Maximino el Tracio. Este ejército atacó el campamento de los legionarios, quienes repelieron el ataque y consiguieron matar a los gladiadores.
Más tarde, en algún momento del reinado de Probo, entre los años 276 y 282, Zósimo nos cuenta que 80 gladiadores, quizás en Roma, “se concertaron, aniquilaron a sus guardianes y a continuación salieron de la ciudad para saquear cuanto encontraban, uniéndoseles, como suele ocurrir, muchos. Pero también contra ellos envió el Emperador tropas que los exterminaron”.
Mucho después, en el 350, en el tiempo en el que el usurpador Magnencio dominaba el occidente romano, Nepociano, sobrino de Constantino el Grande, tomó el poder en Roma y fue nombrado emperador con ayuda de un grupo de gladiadores que tomó las armas, sin embargo, solo veintiocho días después los generales de Magnencio acabaron con él.
Por último hablaremos de como en el año 388 el obispo Marcelo de Apamea utilizó a soldados y a gladiadores para atacar y derruir un templo pagano en el oeste de Siria, aunque él mismo pereció a manos de los paganos.
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sábado, 2 de noviembre de 2024
EL PLAN INGLÉS PARA INVADIR CHILE (1806-1807)
Como hemos visto en otros videos, a lo largo de la historia del Chile español varias potencias europeas atacaron o planearon conquistar aquel territorio. Estos ataques o planes de ocupación se sucedieron desde la época de Francis Drake hasta los últimos días del dominio español, ejemplo de ello fue el plan inglés de 1806 para conquistar Chile.
Todo comenzó a finales de junio de ese año, en plena guerra anglo-española. En aquellos días una fuerza británica dirigida por William Beresford consiguió ocupar Buenos Aires, capital del virreinato del Río de la Plata, aunque solo unas semanas después, en agosto, los británicos fueron derrotados y la ciudad recuperada.
Debido a la distancia las noticias tanto de la ocupación, como de la reconquista de Buenos Aires llegaron a Gran Bretaña con semanas de retraso. Esto llevó al gobierno británico a cometer un error de cálculo. Viendo el éxito de la toma de Buenos Aires, pero sin conocer su posterior perdida, planearon extender las conquistas británicas a Chile. Así, el 30 de octubre, William Wyndham, primer ministro británico, remitió dos cartas con instrucciones al respecto a Robert Craufurd, a quien se había puesto al mando de la expedición.
En la primera de estas cartas se consideraba que, en base al triunfo que representaba la ocupación de Buenos Aires y al descontento de la población de Chile por la opresión española, un intento de tomar un punto en las costas occidentales del continente tendría éxito.
Para llevar a cabo esto a Craufurd se le entregarían varios batallones de infantería, a los que se agregaría una fuerza naval a las ordenes del vicealmirante George Murray. Este, según las instrucciones de Wyndham, debería elegir para llegar a Chile el camino de Nueva Gales del Sur, en Australia, o el del Cabo de Hornos, aunque al parecer Murray ya había elegido días antes la primera opción.
Luego Wyndham decía que el “objeto de la expedición es la captura de los puertos de mar y fortalezas, y la total reducción de la provincia de Chile...”, aunque se dejaba claro que las operaciones, a diferencia de planes anteriores, deberían limitarse solo a Chile, renunciando a extenderlas a Perú o a intentar capturar Lima, empresas que Wyndham consideraba desproporcionadas para la reducidas fuerzas de Craufurd ya que pondría en riesgo tanto la conservación de Chile, como futuras operaciones a gran escala.
A continuación, se decía en las instrucciones que sí se tomaba la ruta del cabo de Hornos, la isla Mocha, frente a las costas de Chile, sería un excelente lugar de reunión. Luego se señalaba a Valparaíso como un lugar propicio para llevar a cabo el primer ataque, y se le recordaba a Craufurd “que el establecimiento de una fuerte posición militar en la costa occidental de América, que apoye las futuras operaciones, es el objeto principal de vuestra operación”.
Después, en caso de tomar todo o parte de Chile, se pedía a Craufurd que no usara la fuerza contra los habitantes de aquel territorio para evitar revueltas y que debería dirigir sus esfuerzos al mantenimiento de la tranquilidad y del orden interior. Además, se le decía que en caso de carecer de medios, no debería animar insurrecciones en los territorios vecinos.
Luego, tras dar varias indicaciones sobre la administración de Chile, Wyndham decía que tras la toma de Valparaíso y Santiago, habría que entrar en comunicación con Beresford a través de una cadena de puestos para conectar militar y comercialmente las provincias de Chile y Buenos Aires.
A continuación, en su segunda carta, Wyndham pedía a Craufurd que en caso de tomar un puerto en Chile lo pusiera bajo la protección del rey y convenciera a la población de lo ventajoso de estar junto al gobierno británico. Además, se le aconsejaba defender los intereses de los particulares y los de la provincia, y no ofender los sentimientos religiosos de los habitantes de aquel lugar. Luego Wyndham, entre otras cosas, ordenaba que se suspendiera la importación de esclavos, y seguidamente daba indicaciones sobre el fomento del comercio británico en aquellas costas.
Finalmente, la expedición comandada por Craufurd zarpó el 12 de noviembre de Inglaterra y puso rumbo al Atlántico Sur. La escuadra estaba compuesta por numerosos transportes que llevaban a más de 4.000 soldados de infantería y artillería, y por varios buques de guerra de escolta, en total cerca de 40 naves.
Mientras tanto, en Chile se encendieron todas las alarmas al conocerse en agosto que Buenos Aires había sido ocupada por los británicos en junio. Luego llegó la noticia de la reconquista de la ciudad, pero sabiendo que los británicos aún representaban un peligro, se comenzó a preparar la defensa de Chile, aunque la escasez de tropas y de armas representó un serio contratiempo.
Así, ante la imposibilidad de defender toda la costa chilena, se decidió establecer un sistema de vigías que diera el aviso ante la llegada de naves enemigas para que la población y el ganado pudieran ser llevados hacia el interior. Asimismo, se haría un alistamiento general y se comenzaría la instrucción militar de todos los hombres lo mejor posible, siendo armados con lanzas y cuchillos si fuera necesario.
Con el paso de las semanas, ya en 1807, el temor en Chile creció ante las noticias de la llegada de refuerzos británicos al Río de la Plata y del ataque a Montevideo y su posterior ocupación. Estos temores crecieron considerablemente al saberse de la existencia de la expedición Craufurd, lo que provocó que todos los preparativos militares se intensificaran en Chile.
Sin embargo, Chile se libró del ataque británico ya que en las primeras semanas de aquel año se informó a Murray y a Craufurd que Buenos Aires se había perdido en el agosto anterior, por lo que la invasión de Chile se había cancelado y sus fuerzas habían sido destinadas al Río de la Plata, donde se unieron a otros contingentes británicos que tomaban parte en la conocida como “Segunda invasión inglesa al Río de la Plata”. Luego, meses más tarde, se supo en Chile que los británicos habían sido vencidos nuevamente en Buenos Aires, disipándose así definitivamente el peligro.
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