martes, 13 de febrero de 2024

EL PLAN PARAGUAYO PARA GANAR LA GUERRA (1868)

Como vimos en otros videos, durante la Guerra de la Triple Alianza tanto aliados como paraguayos diseñaron audaces planes para derrotar a su enemigo. Uno de estos planes fue ideado por el mariscal Francisco Solano López. Este plan consistía en capturar varios buques de guerra brasileños, asestando así un duro golpe a los aliados, contra quienes se utilizaría esta poderosa arma. 

El 19 de febrero de 1868 varios buques brasileños consiguieron forzar el paso de Humaitá e internarse aguas arriba de esta posición. Tras este duro golpe, cuenta el coronel paraguayo Centurión en sus Memorias que López, empeñado en encontrar algún medio para hacer cambiar el rumbo de la guerra, ideó apoderarse de los acorazados brasileños que se encontraban entre Curupayty y Humaitá. 

Para llevar a cabo esta misión López contó con los capitanes Ignacio Genes y José Tomás Céspedes, a los que encargó que encontraran hombres que fueran buenos nadadores. A estos se sumaron los capitanes Eduardo Vera y Manuel Bernal. A continuación, López les dijo que se formarían cuatro divisiones de 50 hombres cada una y que ellos las comandarían. 

En un primer momento se dispuso que los hombres se echaran al agua con sus sables y avanzaran junto a las plantas que arrastra la corriente hasta llegar a los acorazados y abordarlos inmediatamente. Sin embargo, al ensayarse esto se comprobó que había partes del río donde las corrientes eran muy fuertes como para poder aproximarse nadando hasta los acorazados. Por esto, se decidió construir unas balsas para transportar a los hombres hasta los acorazados, aunque cuando una noche el sistema se puso a prueba, resultó un fracaso. 

Así, el mariscal López optó por la construcción de ocho canoas que serían conducidas por bogavantes, nombre que en unas fuentes reciben el conjunto de las fuerzas paraguayas de abordaje y que en otras solo se les da a los remeros. Estas canoas debían “llevar cada una 25 hombres y 10 oficiales, armados de sables bien afilados y de bombas de mano”, y con pistolas y cohetes como mencionan otros testimonios. 

Las canoas, atadas por la popa, “al llegar al encorazado tenían que abrirse, á fin de que la proa de este cojiese la soga en medio, yendo las canoas arrastradas por la corriente á colocarse naturalmente á los costados, y en seguida, ejecutar el abordaje saltándose á bordo”. Por último, cuenta Centurión que cada hombre llevaría en las manos las plantas acuáticas conocidas como camalotes y aguapées con las que cada embarcación se camuflaría como si fuera una isla flotante de estas plantas que la corriente solía arrastrar por el río en esa época del año. 

Finalmente llegó el día de actuar. La madrugada del 1 al 2 de marzo las divisiones paraguayas partieron de Humaitá, aunque no sabemos la cifra exacta de esta fuerza, ya que los testimonios son muy dispares al respecto, señalando alguno de ellos que las tropas de López alcanzaban más de 1.200 hombres y hasta 48 canoas, sin embargo, la cifra real debió ser menor. 

Sea como fuere, mientras navegaban hacia los buques brasileños una lancha enemiga se percató del extraño movimiento de aquellas islas flotantes de camalotes y terminó por chocar contra la canoa del capitán Genes. Los brasileños de inmediato viraron aguas abajo y dieron la voz de alarma. Genes y Céspedes comenzaron a perseguirles, llegando todos al mismo tiempo al monitor Lima Barros, cuyos tripulantes no habían tenido tiempo para prepararse para el combate. 

Enseguida los paraguayos subieron al navío brasileño, encontrando en cubierta a unos 30 enemigos que no habían conseguido refugiarse dentro del monitor y a los que mataron después de un combate cuerpo a cuerpo. A continuación, llegó la división de Vera para prestarles apoyo, mientras que la de Bernal se dirigió a la corbeta Cabral. Igualmente, algunos testimonios señalan como otras canoas no lograron alcanzar su objetivo y fueron arrastras aguas abajo, situándose entre la flota brasileña. Estos imprevistos causaron que el plan inicial de tomar cuatro acorazados quedara desbaratado. 

Según Centurión, durante el combate la Cabral estuvo a punto de ser tomada, mientras tanto en el Lima Barros los brasileños dispararon a través de las escotillas y lanzaron agua caliente. Aunque todo acabó con la llegada de otros buques brasileños, entre ellos el Silvado y el Herval, que lanzaron granadas y dispararon a hombres y canoas, causando así una gran carnicería entre los paraguayos. 

Algunos paraguayos, incluido el capitán Céspedes, fueron capturados mientras huían a nado, otros en cambio fueron acribillados en el agua. Por su parte, Genes logró escapar, aunque gravemente herido. Del lado brasileño, hubieron algunas bajas, incluido el comandante del Lima Barros

Según el británico Richard Burton, presente en Paraguay en aquellos momentos, una bomba en una canoa podría haber hundido un buque brasileño, pero López no quería destruir los acorazados, sino capturarlos. En opinión de Burton y de Centurión, con un solo acorazado capturado se podrían haber limpiado aquellas aguas de enemigos, quizás por ello meses después los paraguayos intentaron repetir la operación. 

El momento llegó en julio. En esas fechas la fortaleza de Humaitá estaba siendo acosada por numerosas tropas brasileñas y era cuestión de tiempo que cayera. En esas circunstancias, López decidió volver a intentar capturar algunos buques enemigos y así revertir la situación. 

El día elegido fue el 9 de ese mes. Ese día el mayor Francisco Lino Cabriza comandaba una fuerza de 24 canoas y cerca de 240 hombres, incluidos varios maquinistas que debían manejar los buques brasileños cuando fueran capturados. El objetivo de esta fuerza eran dos acorazados brasileños, la cañonera Barroso y el monitor Río Grande, que se encontraban a unos 20 kilómetros aguas arriba de Humaitá, más allá de la posición paraguaya de Timbó y muy cerca de la batería aliada de Tayí. 

Según investigaciones recientes, los brasileños supieron con antelación por varios prisioneros que un cuerpo de bogavantes escogido de entre las tres ramas del ejército paraguayo estaba siendo entrenado para abordar sus acorazados. Este cuerpo estaría armado con sables, armas de fuego, cohetes y tubos de compuestos asfixiantes. Sin embargo, al no conocer la fecha precisa de la acción, los brasileños no pudieron poner a resguardo sus naves. 

Los paraguayos, divididos en dos divisiones, partieron por la tarde con sus canoas del río Bermejo camuflados con plantas, llegando a media noche al punto donde se encontraban los buques brasileños. La división que se dirigía hacia la Barroso fue dispersada por el fuego de fusilería de su tripulación y los hombres que consiguieron subir a cubierta fueron barridos por los cañones brasileños. 

Mientras tanto, la otra división abordó el Rio Grande y consiguió matar a muchos de sus tripulantes, aunque el resto se refugió en el interior de la nave. Sin embargo, el éxito paraguayo fue efímero, pues desde la orilla del río la batería aliada de Tayí abrió fuego contra ellos, al igual que la Barroso, que ametralló a los soldados paraguayos, matando a muchos, hundiendo varias canoas y apresando algunos hombres. De este modo acabó la segunda tentativa paraguaya de capturar a los buques enemigos.

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