Una de las características de los siglos XIX y XX en los países de América Latina fueron los enfrentamientos con las grandes potencias de la época, en especial con Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Sin embargo, es poco conocido el papel de Italia en estos conflictos. A partir de la década de 1860, cuando la unificación italiana estaba a punto de culminarse, el Reino de Italia comenzó a desarrollar una política exterior vigorosa y en ocasiones agresiva. En América Latina esta política exterior se tradujo en intentos por conseguir colonias y en numerosos conflictos con las repúblicas americanas.
Una de las primeras noticias que tenemos sobre el interés de Italia en América es del año 1864. En noviembre el Gobierno uruguayo de Atanasio Aguirre arrendó a Italia la isla de la Libertad o de Rata, situada en la Bahía de Montevideo. Según el protocolo firmado, los italianos podrían construir depósito de la Regia Marina en la isla a cambio de 600 pesos anuales. Sin embargo, meses más tarde, en marzo, tras el cambio de Gobierno en Uruguay, Venancio Flores, Gobernador Provisorio, rescindió el contrato, lo que provocó la protesta italiana. Aún así, los italianos devolvieron la isla en agosto.
Aunque este no sería el último intento italiano de conseguir un territorio en América. Entre 1868 y 1870 el Reino de Italia intentó obtener una colonia en las Antillas. Así, pretendió que Dinamarca le cediera la isla de Santa Cruz o que Suecia le vendiera la isla de San Bartolomé. Sin embargo, la aversión estadounidense a que una nueva potencia se instalara en el Caribe frustró los planes italianos.
En la misma época, de acuerdo con algunas noticias, Italia pensó en crear colonias penitenciarias en ciertas partes de América, como las Malvinas, el Orinoco, Groenlandia, las Aleutianas o la Patagonia. Según algunas informaciones, a la Patagonia, territorio que Argentina aún no se había posesionado, pretendía el Gobierno italiano enviar a los briganti, los bandoleros del sur de Italia. Aunque este proyecto tampoco siguió adelante.
Tras esta primera fase caracterizada por el intento italiano de expansión territorial, viene una segunda fase plagada de conflictos surgidos por el ansia italiana por proteger a sus ciudadanos emigrados a América. Uno de los primeros conflictos surgió con Venezuela. Durante la Guerra Federal varios ciudadanos italianos se vieron perjudicados, por lo que Italia intercedió por ellos, llegando a firmar un Convenio en 1866 que estipulaba una serie de indemnizaciones, aunque no sería hasta tiempo después cuando se establecieron las cantidades definitivas.
El siguiente conflicto sucedió en agosto de 1868 en Perú, cuando los marinos del barco italiano, el “Emilio Rondanini”, se rebelaron en las Islas Chincha, resultando uno muerto y varios heridos, siendo otros detenidos por el Capitán del puerto. La legación italiana en Lima entonces protestó por la injerencia de los peruanos en un incidente ocurrido entre italianos en un barco italiano. A continuación, se produjo un largo intercambio de cartas entre las autoridades peruanas y la legación italiana donde se discutía sobre el Derecho Internacional. Finalmente, en marzo de 1869, Perú aceptó que los reos del “Emilio Rondanini” quedaran a disposición del vicecónsul italiano en El Callao.
Años después Perú también fue en parte protagonista de otro conflicto con Italia. Durante la Guerra del Pacífico decenas de ciudadanos italianos residentes en Perú y Bolivia se vieron afectados por las acciones del ejército chileno, por lo que a finales de 1882 Italia y Chile firmaron una Convención de Arbitraje con el objetivo de crear un Tribunal Arbitral Italo-Chileno que resolviera las reclamaciones de estos ciudadanos, Tribunal que funcionó entre 1884 y 1888.
En 1885 surgió el conflicto más agrio entre Italia y un país sudamericano. Ese año, durante la Guerra Civil colombiana, los bienes del italiano Ernesto Cerruti se vieron afectados y él acusado de colaborar con uno de los bandos. De inmediato Cerruti pidió la intervención de Italia para apoyar sus reclamaciones. Así surgió un largo conflicto diplomático, y casi militar, que se alargó durante 26 años.
A principios de julio, para apoyar las reclamaciones de Cerruti, llegó al puerto de Buenaventura el buque de guerra “Flavio Gioia”. Su Capitán, para conseguir que le fuera entregado Cerruti, llegó a ordenar el desembarco de 150 de sus marinos y amenazó con bombardear aquel lugar, en un claro uso de la “Diplomacia de Cañoneras”. A pesar de este grave incidente, las negociaciones continuaron durante años, aunque ni la mediación de España ni de Estados Unidos fue suficiente para solucionar el conflicto.
Así llegamos a 1898, cuando los italianos, para exigir el pago del dinero estipulado por el Laudo Arbitral del Presidente de Estados Unidos, planearon atacar varios puertos colombianos, bloquear su comercio y realizar desembarcos de tropas en el país. Finalmente el plan no llegó tan lejos, pero los italianos enviaron un buque de guerra a Buenaventura y varios más a Cartagena para presionar al Gobierno colombiano, el cual tuvo que aceptar el pago de una gran suma de dinero. Poco después, Colombia rompió relaciones diplomáticas con Italia, las cuales no se reanudaron hasta 1904. Y no fue hasta 1911 cuando se resolvió definitivamente el conflicto.
En ese periodo Italia tuvo otros pequeños conflictos con Colombia. En uno de ellos España tuvo que mediar entre ambos países para satisfacer las reclamaciones de varios ciudadanos italianos, y en 1906 se produjo otro incidente entre Italia y Colombia que se solucionó con una indemnización.
De menor importancia fue el incidente diplomático de 1892 entre Guatemala e Italia surgido a raíz de la reclamación de una ciudadana italiana residente en el país centroamericano. Este incidente no se resolvería hasta años más tarde y gracias al arbitraje del Gobierno español.
Otro pequeño incidente se produjo en Perú en 1893 cuando el dueño italiano de una imprenta fue atacado por los seguidores del General Cáceres. El Encargado de Negocios italiano en Lima protestó por ello y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú aceptó entregar una indemnización, pero señalando que el ataque a aquel ciudadano italiano no fue fortuito, sino por su actividad política.
Poco después, debido a la Guerra Civil de Perú, decenas de ciudadanos italianos, perjudicados por el conflicto, realizaron con el apoyo de su Gobierno reclamaciones económicas. Ambos países, tras años de discusiones, firmaron un Acuerdo en 1899 por el cual se sometería la cuestión al arbitraje del Embajador de España en Lima, aunque no sería hasta 1901 cuando el Árbitro dictó los laudos.
En esa época, en 1896 los Salesianos fueron expulsados de Ecuador y sus bienes expropiados, por lo que Italia protestó en 1898.
Pero fue entre finales de 1902 y principios de 1903 cuando tuvo lugar uno de los sucesos más graves. Italia, Reino Unido y Alemania bloquearon los puertos venezolanos, en un evidente uso de la “Diplomacia de Cañoneras”. Las tres potencias europeas reclamaban al Gobierno de Venezuela una serie de deudas contraídas por los gobiernos anteriores e indemnizaciones a sus connacionales por daños sufridos durante las últimas guerras civiles.
En el caso italiano la intervención de la Regia Marina se debió a problemas con la empresa minera Martini. Las naves italianas “Giovanni Bausan” y “Carlo Alberto”, a las que luego se unió el “Elba”, se estacionaron ante La Vela de Coro. El bloqueó se saldó con los bombardeos de Puerto Cabello y del Fuerte de San Carlos y terminó en febrero de 1903 con la firma de una serie de Protocolos para acordar el pago de las deudas, sin embargo, aún en 1908 Italia y otros países pensaban en intervenir en Venezuela para resolver sus diferencias con el Presidente Castro. Asimismo, el litigio con la empresa Martini no se resolvería definitivamente hasta 1930.
Poco después del levantamiento del bloqueo en Venezuela, tras el derrocamiento de Juan Isidro Jimenes en la República Dominicana, varios países, entre ellos Italia, enviaron navíos de guerra a la isla para apoyar ciertas reclamaciones económicas. En el caso italiano, existen informaciones de que sus fuerzas, comandadas por el príncipe Luis Amadeo de Saboya, estuvieron dispuestas a desembarcar en la isla.
Más tarde, en 1910 se resolvió uno de los últimos conflictos de los que tenemos noticias. Se trata de la reclamación de un peruano de padres italianos que pedía la protección de Italia, algo que un Tribunal de Arbitraje le negó.
Pero no todo fueron conflictos. En 1893 Humberto I de Italia actuó de arbitro en la disputa entre Gran Bretaña y Estados Unidos en el Mar de Bering. Más tarde, su hijo Víctor Manuel III arbitró en una disputa territorial entre británicos y brasileños. Este mismo rey emitiría un laudo arbitral para determinar la posesión de la isla de Clipperton que Francia y México se disputaban.
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